Algo del Evangelio
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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
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«Señor, ayúdanos a perdonar», así como perdonas nuestros pecados, porque nosotros queremos perdonar. Queremos pedirte que esta oración nos ayude a desear perdonar a aquellos que nos ofendieron y nos ofenden. «Y nunca nos dejes caer en la peor tentación». La tentación de pensar que no somos hijos tuyos, la tentación de vivir como seres autónomos, pensando que somos nosotros los que nos damos la vida a nosotros mismos, ¡no!, no permitas que caigamos en esta tentación, en la tentación del olvido de que tenemos un Padre. La tentación de vivir en este mundo casi como huérfanos, sin darnos cuenta que el Padre nos tiene siempre en sus manos.
Señor desde Algo del Evangelio de hoy queremos pedirte que «nos enseñes a orar» y a pedir lo importante. Enséñanos que nuestro Padre del Cielo no nos negará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidamos. Es lo mejor que podemos pedir. Pidamos como el amigo insistente de la parábola de hoy. Seamos insoportables, seamos cargosos, seamos inoportunos con Dios, que es nuestro Padre.
«Señor, danos el Espíritu Santo». Sabemos que si nosotros, que somos malos y egoístas y aun así les damos a nuestros hijos lo que nos piden: cómo nuestro Padre del Cielo no nos dará su mismo Espíritu para darnos vida, para enseñarnos a comunicarnos con Él, para darnos sus dones. El don de la paz, de la alegría, de la serenidad, de la paciencia, del consuelo de todo lo que necesitamos para vivir en este mundo como verdaderos hijos de Dios.
A veces el Evangelio no hay que analizarlo demasiado. A veces la Palabra de Dios es para rezar. Por eso todos los días trato de decir: «Recemos con el Evangelio de este día». Recemos con Algo del Evangelio en el cual Jesús nos enseña a orar. Arrodillémonos hoy en algún momento mirando al cielo y digamos otra vez: «Señor, enséñanos a orar». Y después de decir esto, saquemos desde lo más profundo de nuestro corazón la mejor oración, la oración más grande y sagrada que tenemos en nuestra vida cristiana, que es el Padrenuestro.
«Padrenuestro que estás en el cielo, danos tu Espíritu Santo, danos lo mejor que podemos pedirte y lo mejor que podemos tener, porque si tenemos tu Santo Espíritu, en realidad lo tenemos todo».
Que tengamos un buen domingo y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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algodelevangelio@gmail.com
P. Rodrigo Aguilar
Lunes 25 de julio + Fiesta del Apóstol Santiago + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 20, 20-28

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
«No saben lo que piden», respondió Jesús. « ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?»
«Podemos», le respondieron.
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre».
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 20, 20-28:

Nunca nos puede hacer mal escuchar la Palabra de Dios, la palabra que quedó escrita para siempre y para todos. La Palabra que a lo largo de los siglos la Iglesia ha ido reconociendo como inspirada por Dios y para salvación de los hombres. Es Palabra inspirada por Dios, pero al mismo tiempo escrita por hombres, de carne y hueso como nosotros y por eso necesita ser interpretada, necesita ser explicada. De la palabra de Dios escrita, puede salir lo mejor, la santidad y puede salir también lo peor, el rechazo e incluso el error. Por eso tanta confusión y error, porque muchos creen que basta tener una biblia en las manos como para que esa Palabra de frutos. No, no basta, no alcanza. Para que dé frutos en nosotros, es necesaria una comunidad de personas que a lo largo de los siglos la valla comprendiendo, viviendo y transmitiendo. Eso es la Iglesia, para eso es la Iglesia, para recibir la Palabra a los pies de Jesús, para comprenderla, para vivirla y transmitirla.
Algo del Evangelio de hoy nos trae al presente un momento de la vida del apóstol Santiago, cuya fiesta celebramos, ese hombre que deseó ser el primero, pidió ser el primero y finalmente llegó a ser primero. Logró el primer puesto que deseaba pero no por los caminos del acomodo, del ventajeo, sino por el camino del servicio que Jesús le marcó. Fue el primero de los apóstoles que recibió el don y la corona del martirio. Tuvo que pasar mucho tiempo para que comprendiera esas palabras de Jesús que incluso a nosotros nos puede costar comprender: «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?».
Junto con Juan y Pedro, fue uno de los apóstoles privilegiados y elegidos para ser testigo de momentos fundamentales en la vida del Señor: la resurrección de la hija de Jairo, la Transfiguración, la oración y sufrimiento de Jesús en el Huerto. Sin embargo él quería más, no se conformaba con eso. Junto con su hermano y utilizando a su madre para lograr lo que quería, le pidió a Jesús más privilegios, le pidió un puesto en su Reino, sin saber que el Reino de Jesús iba a ser muy distinto de lo que él pensaba. Parece que no se conformaba con lo que tenía.
Siempre me resultó muy «gracioso», por decirlo de alguna manera, este pasaje del evangelio. Es divertido ver como de una ambición muy mundana, Jesús logra sacar un «sí», un «podemos» casi inconsciente, a dos hombres que no sabían a qué se estaban comprometiendo. Dicen que sí por ambición y deseos de figurar y terminan comprometiéndose a ser «esclavos» de todos para llegar a ser grandes algún día. Hasta los otros diez se enojan por esa actitud, signo de que a ellos también les interesaban los puestos.
Me resulta genial el modo de obrar de Jesús, el modo que tiene de lograr «sacar lo mejor de lo peor», «para que se vea bien que la fuerza no procede de nosotros sino de Él». Es claro que Él necesita «vasijas de barro» para que el tesoro reluzca, para que se vea que la fuerza procede de Él.
¿Cuántos «sí» y «podemos» inconscientes o mezclados con un poco de ambición, dijiste en tu vida? Por mi parte varios, incluso la misma vocación a veces puede surgir así. Pero lo lindo es saber que Jesús va purificando, va conduciendo a buen puerto nuestras intenciones torcidas.
Qué esperanzador es saber que Jesús puede hacer de alguien, deseoso de reconocimiento, de popularidad, de búsqueda de poder y de tanto más, un enamorado del servicio y del amor. Puede tomar todo eso para hacerlo un mártir, alguien que de la vida sin importarle el puesto.
«No sabemos lo que pedimos cuando pedimos», es así, aunque nos creamos que las sabemos todas. Menos mal, menos mal que somos un poco inconscientes cuando arrebatados por el amor mezclado con bastante de ambición, le decimos que sí al Señor. Le decimos que estamos dispuestos a todo, que aceptamos todo, que somos capaces de amar hasta el final. Menos mal porque si supiéramos, no lo haríamos, por temor, por fragilidad. Menos mal, porque si no fuéramos un poco inconscientes Él no tendría apóstoles, servidores de todos a cambio de nada o mejor dicho a cambio de todo.
Pidamos todo, sabiendo que Él nos dará todo. Todo lo que necesitamos para ser santos, generosos y servidores. Pedir por amor, aunque se mezcle un poco de ambición.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
Martes 26 de julio + XVII Martes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 36-43

Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga oídos, que oiga!»

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 13, 36-43:

Es interesante ir aprendiendo lo que la Palabra de Dios dice sobre sí misma, que, en definitiva, en cierta manera, es lo que Dios dice sobre sí mismo. Si Dios es el que habla por medio de su palabra escrita, entonces quiere decir que Dios nos habla de sí mismo a nosotros y también nos habla de nosotros, a nosotros. Pero entonces, quiere decir, y en esto quiero que prestemos atención, que la palabra escrita, es solo un medio, un instrumento por el cual Dios nos dice cómo es Él y cómo somos nosotros.
Sintetizo esto que te quiero decir: Una cosa es hablar de la palabra de Dios escrita, y por eso podríamos llamarla mejor… sagrada escritura, y otra cosa es hablar de la Palabra de Dios con mayúscula, que para tu sorpresa y la mía, es «mucho más que la Biblia», porque la Palabra de Dios, con mayúscula, es Jesús. ¿Comprendemos esto? Jesús es la Palabra de Dios Padre para todos. Es todo lo que Dios nos quiso y quiere decir. Y Jesús habla más allá de la Biblia, aunque la Biblia es su lugar privilegiado, es el mejor de todos. Por decirlo así. Por eso, cuando digo que aprendamos qué nos dice la palabra de Dios sobre sí misma, me refiero a la sagrada escritura, qué nos dice la escritura sobre lo que es ella y lo que hace en nuestra vida. ¿Comprendemos? Espero que sí.
La carta a los hebreos dice así: la palabra de Dios es viva y eficaz y que es más cortante que cualquier espada de doble filo».
La palabra de Dios es viva, pero también es eficaz, o también podríamos decir que es eficaz porque es viva, solo lo que está vivo puede dar vida. La palabra de Dios escrita es eficaz, quiere decir que dice lo que hace y hace lo que dice. No se comporta como nosotros, que muchas veces no vivimos lo que decimos. Es eficaz en nuestra vida cuando la escuchamos con constancia, siempre termina dando fruto y produciendo en nosotros lo que nos va diciendo, con el tiempo, con paciencia, si se escucha con amor. Es lindo saber eso. Es lindo creer en esto. Son innumerables las personas, y es para dar gloria a Dios, que me dicen que gracias a escuchar la palabra de Dios todos los días, su vida se transformó, pero se transformó en serio. Si todavía no crees que sea eficaz, es porque todavía no la pudiste escuchar con corazón abierto y dispuesto. No nos rindamos. No nos cansemos. Todos estamos en la lucha, todos estamos en ese camino, todos tenemos que caminar escuchando. Tenemos que volver a empezar siempre.
Algo del Evangelio de hoy nos enseña algo muy lindo: el interés de los discípulos por saber más, por comprender; no se «la creyeron que habían comprendido» ¿Te acordás que el mismo Jesús dice que la mayor dificultad por la cual la Palabra de Dios no da fruto en nuestra vida, es por la falta de incomprensión o sea por la ignorancia? Somos ignorantes en las «cosas De Dios» y por lo tanto en sus palabras. ¿Lo sabíamos? A veces nos convencemos de que las parábolas de Jesús son una especie de lindos «cuentitos» para niños y creemos que las comprendemos fácilmente, pero la mayoría de las veces nuestra comprensión es superficial, se queda arriba nomás, sin tocar fondo, y si no toca fondo, si no toca el corazón, no echa raíz, no termina de ser eficaz. Señor: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Qué lindo poder decir eso hoy a Jesús. «Explicanos algo más de lo que creemos que ya sabemos. Ayúdanos a comprender que en realidad no comprendemos nada. Ayúdanos a no darnos el lujo de decir que ya está, ya no necesitamos explicaciones, ya no necesitamos hacernos más preguntas». Dichoso aquel que pregunta siempre porque siempre, se da cuenta de que jamás puede saberlo todo. Dichoso aquel que al escuchar la Palabra de Dios de cada día le dice a Jesús, con humildad y sencillez, «Jesús, ¿me explicás mejor lo que dijiste? ¿Me explicás lo mismo pero bajado a mi tierra-corazón, a mi pobre comprensión, me lo explicás para que pueda vivirlo en mi vida?» Dichoso el que cada día se toma el trabajo de escuchar a Jesús y pedirle que sea el mismo el que le explique y no solo el sacerdote de turno.
Dichoso el que no considera a la Palabra de Dios algo más en su vida ni la compara con cualquier escrito, sino aquel que toma conciencia de que es «viva y eficaz», que da vida y cambia la vida y de golpe se va dando cuenta que no hay palabras más lindas que las que salen de la boca de Dios. Dichoso aquel que dedica más tiempo en su día para escuchar a Dios y no tanto en escuchar palabras de la televisión, de las novelas, de las malas noticias, de los chismes, de las calumnias, de los juicios apresurados, de los que se las saben todas y se creen los mesías de un mundo, que solo y únicamente lo salva Jesús.
Hoy seamos dichosos oyentes de las palabras de Dios, hoy seamos humildes preguntones y démonos el lujo de preguntarle a Jesús todo lo que necesitamos. Hoy reconozcamos nuestra ignorancia y volvamos a escuchar o leer la palabra, para descubrir algo nuevo, algo que no sabíamos.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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P. Rodrigo Aguilar
Miércoles 27 de julio + XVII Miércoles durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-46

Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.»

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 13, 44-46:

Retomando algo de la riqueza del evangelio del domingo pasado, es lindo recordar que además de enseñarles a rezar a los discípulos, o sea a darles una fórmula por decirlo de alguna manera, Jesús les enseñó que debían orar con insistencia. Jamás alcanzarán las palabras para dirigirnos a nuestro Padre, jamás podemos agotar el misterio de nuestra comunicación con Él, con una mera repetición de fórmulas, sino que junto con eso debe ir de la mano el corazón, la insistencia de un corazón que ama, como el del «amigo inoportuno» que, con tal de darle un pedazo de pan a su otro amigo, no se cansó de insistir. Por eso Jesús lo decía así: «Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!» Jesús quiere que no nos cansemos de pedir, desea que seamos insistentes e inoportunos. Dios Padre desea darnos lo que Él más desea, aunque parezca redundante, y eso que más desea es lo que a veces nosotros menos deseamos, su Espíritu. Por eso sería muy infantil que cualquiera de nosotros, vos y yo, digamos que ya sabemos rezar, que sabemos orar, porque en realidad deberíamos decir junto con San Pablo: «…el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido…» Eso quiere decir que pedir el Espíritu Santo, es condición necesaria para rezar, es condición indispensable para dejar que de nuestro corazón broten las palabras, o los «gemidos inefables» que ni nosotros mismos sabemos reconocer, esas necesidades que ni nosotros mismos reconocemos. Seguiremos con esto.
Podríamos preguntarnos hoy, por qué a veces Jesús no habla tan claro como uno puede esperarlo o el porqué de las parábolas, que parecen tan sencillas a simple vista y sin embargo, necesitan ser explicadas. Los discípulos en privado, muchas veces le preguntaron a Jesús sobre el significado de las cosas que decía, el significado de las parábolas, eso evidentemente, quiere decir, que no comprendían todo y que no todos entendían lo que Jesús quería decir. Lo mismo pasa hoy. Y vuelvo a la pregunta del principio ¿por qué Jesús eligió ese modo de enseñar? Mientras Jesús sabía todo y sabe todo, él prefirió no decir todo de golpe, no decir todo de una vez, para que vayamos viendo, comprendiendo de a poco y con provecho, con fruto. No estamos preparados para tanto de golpe, somos débiles, no nos da el corazón, no nos alcanza la mente y por eso, Jesús a sus discípulos y a nosotros, nos va llevando de a poco, como buen Maestro, mostrándonos algo para atraernos, callando ciertas cosas para decírnoslas después, como vos hacés con tus hijos, como hace un maestro enseñando. Así vamos adentrándonos en los misterios del Corazón de Jesús, los misterios del Reino de Dios, que son insondables. Así de golpe miramos para atrás y podemos decir: ¡Ah, ahora comprendo! ah, ahora entiendo lo que me decía Jesús. Así es el camino de la vida, el camino del evangelio. No podemos ser golosos con la palabra de Dios, tenemos que comer de a poco e ir degustando.
Mientras, desde Algo del Evangelio de hoy, lo que podemos ir pidiendo es descubrir la riqueza y la belleza del Reino de los Cielos, que hoy está simbolizada en el tesoro y en la perla. Descubrir el amor de Jesús, descubrirlo a Él, por medio de sus palabras, de la Eucaristía, de la caridad, es todo, es la mayor riqueza. Nosotros estamos haciendo el camino de la palabra, descubrir el tesoro de lo que Jesús nos dice cada día. Pero el tesoro del Reino de los Cielos, es algo que nos puede llegar por miles de caminos, Dios tiene uno pensado y «guardado» para cada uno de nosotros. Pensalo y rezalo hoy en tu propia vida. ¿Cómo llegaste a descubrir a Jesús, cómo encontraste el tesoro de la Eucaristía, cómo llegó a vos la palabra de cada día, estos audios? ¡Por ejemplo! ¿Cómo empezaste a tener un apostolado y eso te hizo descubrir semejante regalo? Y, al mismo tiempo cada uno descubre el tesoro y la perla, el valor de Jesús y la belleza de seguirlo, de diferentes maneras y en diferentes momentos de su vida.
Lo fundamental que tenemos que guardar en el corazón hoy, creo, que es que el amor de Jesús vale más que todo lo que podamos tener, el tesoro vale más que el campo en donde estaba escondido y vale más que todos los bienes del hombre que es capaz de vender todo lo que tenía. Nadie vende todo si lo que va a comprar no es mejor. Jesús es todo, es todo lo que necesitamos y anhelamos. Jesús es el tesoro que andamos buscando casi sin darnos cuenta, Jesús es el que te hizo cambiar de vida, es el único que cambió la vida de millones de personas a lo largo de la historia, es el que te hizo entrar en ese grupo de oración, es el que te hizo entrar en ese movimiento, en ese grupo, es el que te ayuda a servir cada día. Jesús es todo, ¿queda alguna duda? Por otro lado, Él es la perla más linda, más bella. Y la belleza vale más que cualquier otra cosa, por eso este hombre vende todo por la perla más linda, la belleza de estar con Jesús vale más que todo lo que podamos tener. Estar con Él es lindo, hace bien, cambia la cara, cambia la mirada, cambia el corazón y eso se nota. Si todavía no andamos con una sonrisa por la vida dándonos cuenta de que vivir es mucho más lindo de lo que imaginamos, es porque todavía no encontramos a Jesús realmente, tenemos que seguir buscando, pero no hay que desanimarse, Jesús se hace encontradizo para aquellos que lo buscan con un corazón sincero, como decía también la palabra del domingo, porque el que busca, encuentra, el que llama se le abrirá, el que pide se le dará.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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P. Rodrigo Aguilar
Jueves 28 de Julio + XVII Jueves durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 47-53

Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?» «Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo». Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

Palabra del Señor.