Algo del Evangelio
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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
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Ser cristiano es seguir a una Persona, no una moral; ser cristiano es amar a los más pobres dejando algo por aquellos que les tocó algo distinto y se les hace más difícil que a nosotros; ser cristiano es ser libre para elegir siempre lo mejor, haciendo que nuestra voluntad se corresponda al deseo de Dios.
Pidamos hoy todos juntos al Señor que nos ayude a ser desprendidos, a despojarnos de lo que supuestamente nos da seguridad, y querer encontrar esta felicidad solo en Dios; dejando algo, para encontrar a Jesús.

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P. Rodrigo Aguilar
Martes 19 de agosto + XX Martes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 23-30

Jesús dijo entonces a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos.»
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible.»
Pedro, tomando la palabra, dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.»

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 19, 23-30:

Cuando en nuestra vida experimentamos contradicciones de propios y ajenos; cuando nos damos cuenta de que la mentalidad de este mundo es hostil y rechaza el amor y la verdad de Jesús; cuando en nuestros propios hogares y familias vivenciamos que a muchos les molesta que amemos a Dios sobre todas las cosas y pongamos a Jesús antes que a otros; no debemos olvidar que al mismísimo Dios en la tierra y a sus apóstoles después, les pasó lo mismo. Consuela mucho recordar, no olvidar, que la verdad siempre fue rechazada en la historia de la humanidad, porque el ser humano prefiere escaparle y cambiarla por otras cosas, porque esa elección requiere esfuerzo y sacrificio y, por lo tanto, elige andar tras verdades efímeras y pasajeras, que en el fondo no son verdades, como lo es una ideología, una política, un personaje cualquiera, y así podríamos seguir. Elegir a Jesús trae consecuencias, de las más lindas que podamos imaginar, pero al mismo tiempo trae dificultades, de las más absurdas que podamos imaginar, porque el mundo que no cree, y algunos que dicen creer, en el fondo, no creen profundamente y prefieren vivir en su comodidad.
Yendo a algo del evangelio de hoy, difícilmente podremos comprender estas palabras de Jesús si no dejamos que Él fije su mirada en nosotros y nos diga esta frase de hoy tan importante: «Para el hombre todo esto es imposible, pero para Dios todo es posible».
Para Dios es posible que empecemos a comprender que nuestra riqueza más grande no pasa por las cosas que tenemos, y no importa cuánto tengamos; no es por la cantidad de bienes que poseamos sino por el apego que les tenemos. Podemos tener muy poco y ser ricos o podemos tener mucho y también ser ricos; o al revés podemos ser pobres materialmente y tener una pobreza del corazón que nos permita ser generosos o podemos ser ricos y ser también muy generosos. Ahora es verdad que, teniendo mucho, es muy difícil ser pobre de corazón; por eso "es muy difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos", que un rico comprenda esta relación de amor que es el Reino de los Cielos; porque Jesús hoy no se refiere solamente a salvarse para llegar al cielo cuando uno muera, sino se refiere al hoy, al aquí y ahora.
El que es rico de corazón teniendo mucho o poco, está encerrado en sí mismo, es egoísta, no puede ver más allá de sus deseos y sus deseos son siempre pasajeros, y cuando los sacia ya quiere saciar otros, pero centrándose en sí mismo, no en los demás.
Ahí está el punto clave de la pobreza de corazón: buscar saciar las necesidades de los otros y no únicamente las mías. Y entonces el rico de corazón y el que es rico materialmente no puede vivir esta relación de amor que es el Reino de los Cielos, que en nuestra vida se traduce en hacer la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es que levantemos la cabeza y nos demos cuenta que a otros no les tocó lo mismo que a nosotros, que otros la están pasando peor y sufren mucho más; y que si somos generosos descubriremos y poseeremos la verdadera riqueza que tiene que ver con abrir nuestra vida a los demás, no sólo dándonos nosotros mismos sino también compartiendo cosas que tenemos, ¿Cuántas cosas tenemos guardadas?, ¿Cuántas cosas no las usamos? ¿Cuántas cosas hemos comprado pensando que eran absolutamente necesarias y están guardadas? ¡Cuánta riqueza tenemos todos!; tanto ricos como pobres y aun teniéndola no somos capaces de mirar la necesidad del otro.
Hoy Jesús nos invita a eso, a que nos demos cuenta que todos somos un poco ricos de corazón y nos cuesta levantar la cabeza y mirar la necesidad de los demás. ¿Te imaginás cómo sería nuestra vida y nuestra sociedad si fuésemos un poco más pobres de corazón?
Pero bueno, acordate, acordémonos todos, que para Dios todo es posible, es posible que hoy seamos un poco más generosos, es posible que hoy abramos nuestro interior y la riqueza que hay en él a los demás, es posible también que compartamos algo de lo mucho que materialmente poseemos.
Probemos hoy ser un poco más generosos; el que se abre a los demás, el santo, el que busca la voluntad de Dios, tiene muchas casas, muchos hermanos y hermanas, muchos padres y madres, muchos hijos y muchas cosas... Porque es muy generoso y cuando se es generoso, se tiene mucho más.

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P. Rodrigo Aguilar
Miércoles 20 de agosto + XX Miércoles durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 20, 1-16

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo." Y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado." Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña."
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros."
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada."
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.»

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 20, 1-16:

El mundo está dividido, eso creo que no es una novedad, lo vemos por todos lados y sería algo eterno de enumerar. Por eso no nos debería asustar o sorprender que Jesús haya dicho: “…les digo que he venido a traer la división” … Sin embargo, deberíamos entender bien esa afirmación. Ayer, mientras caminaba por la calle, de noche y con mucho frío, vi a una pequeña, de unos nueve o diez años, revolviendo la bolsa de basura en la vereda de un colegio. Me pareció ver a su madre a unos metros como esperándola… Seguí caminando unos metros y en ese trayecto mi corazón se dividió, porque una parte me pedía que frene para ver qué pasaba y la otra, me decía que no era necesario, porque en realidad no me habían pedido nada. En ese instante ganó Jesús y me volví sobre mis pasos, volví y me le acerqué para preguntarle que estaba haciendo. La pequeña no supo bien que responder, por eso acudí a la madre que me terminó confesando que estaba buscando entre la basura algún lápiz, o algún elemento que le sirva para la escuela. No lo podía creer… me quede helado como estaba el clima, y me salió ofrecerle algo de mi ayuda. No buscaba comida, sino algo que le sirva para estudiar. La pequeña se llama Katherine, y logró dividirme el corazón, de la misma manera que está dividido el mundo, de la misma manera que Jesús vino a dividir nuestro corazón, para que elijamos siempre el amor, la compasión y la misericordia. Cuando elegimos a Jesús, cuando elegimos hacer lo que Él haría en nuestro lugar, no somos nosotros los que amamos, sino que es Él en nosotros. Pero Él divide, divide para que no elijamos nuestra paz, sino la Paz que da el hacer lo que Él nos enseña.
Entre hoy y mañana escucharemos dos parábolas del Reino, por eso quería que repasemos brevemente la finalidad de las parábolas que Jesús nos cuenta; por un lado, habla en parábolas para hacernos comprensible el mensaje de lo espiritual que no lo podemos asimilar fácilmente porque no lo conocemos, y con ejemplos sencillos el Señor busca que su mensaje pueda hacerse accesible a nuestro corazón.
Y por otro lado el Señor también trata de provocar nuestra curiosidad; quiere que preguntemos, que busquemos comprender. No nos da las cosas totalmente "masticadas" para poder entenderlas, sino que también quiere que hagamos el camino nosotros mismos.
Y finalmente, el Señor también busca provocar la elevación de nuestro corazón a lo eterno; nos muestra la verdad, pero al mismo tiempo nos oculta algo de la verdad para que nosotros nos animemos a preguntar. No son cosas tan sencillas de entender, por eso es que se necesita de la ayuda.
Tomando en cuenta todo esto que acabo de decir; te propongo desde algo del evangelio de hoy, un camino diferente: dejarnos a todos algunas preguntas para que nos animemos también a hacer un camino con la Palabra; no pretender que nos expliquen todo, porque Jesús tampoco lo hizo. No pretender que un sacerdote lo diga todo, no pretender que en este audio yo pueda decir todo; sino también preguntarnos todos para que cada uno pueda comprender qué es lo que Dios nos dice concretamente. Dejo algunas preguntas:
¿Qué reacción o sentimiento nos produce escuchar que este propietario –que sabemos que es Dios– es capaz de pagar lo mismo a todos, habiendo trabajando todos diferente cantidad de horas? ¿Qué reacción o sentimiento nos produce?
¿Pensamos que la justicia de Dios debe ser como la justicia humana? O también ¿es tan "justa" como crees la justicia humana; o es más justa la justicia de Dios? Si al final de la vida Dios nos promete el cielo para todos los que trabajemos por Él, ¿qué importa haber sido invitado al principio, a la mitad o al final de tu vida? En realidad, lo importante es aceptar su invitación Y una última pregunta: ¿Nos enojamos a veces porque Dios sea tan bueno? ¿No tiene Dios el derecho de ser bueno, de hacer con su amor lo que Él quiera? Por eso solo puede comprender y aceptar esta forma de amar de Dios, aquel que es pobre de corazón –como decíamos ayer– y de pensamiento, y se despoja de su propia estructura mental para aceptar que el modo de ser, pensar y obrar de Dios, es mucho mejor que el nuestro. Preguntémonos hoy todas estas cosas y quedémonos con algunas palabras de Dios para que podamos vivirlas en este día.

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P. Rodrigo Aguilar
Jueves 21 de agosto + XX Jueves durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 1-14

Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas." Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: "El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren."
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. "Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?" El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: "Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes."
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.»

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 22, 1-14:

Si el amor de Jesús no nos divide el corazón, es porque todavía no lo conocemos, no lo escuchamos, no lo estamos siguiendo. Si todavía no sufrimos algún rechazo a causa de ser sus discípulos, es porque todavía no lo somos. No quiere decir que debemos buscar la confrontación por la confrontación misma, como queriendo pelear, pero elegirlo a Él inevitablemente nos produce una lucha en el corazón, una lucha por elegir siempre el amor, que no es fácil. Elegirlo a Él también nos trae divisiones en nuestras propias familias, no porque busquemos la división, sino porque no nos entienden, porque algunos no lo conocen. Son miles los casos de familias divididas por el hecho de seguir a Jesús, pero al mismo tiempo, millones de familias “salvadas” por un miembro que lo sigue verdaderamente. Es así, el amor de uno, puede salvar la vida de muchos, como fue la misma vida de Jesús.
De algo del evangelio de hoy, primero recordemos algo más sobre las parábolas; hay dos clases de personas que reciben las parábolas y con ellas dos formas distintas de recibirlas.
Están los que quieren entender, los que buscan o intentan escuchar, escudriñar, ir más allá y por eso preguntan. Por eso debemos que preguntarle a Dios cuando habla, no hay que dar nada por entendido. Preguntarse mientras escuchamos, o después de haber escuchado: ¿Qué dice la Palabra? ¿Qué está diciendo? ¿A qué se refiere lo que acabo de escuchar? Esa es la manera de escuchar con el corazón, de “meter” el corazón en lo que uno escucha.
Y después están los que oyen, pero no escuchan, los que oyen sin atender, los que están escuchando pensando en otra cosa, escuchamos mientras hacemos otra cosa y no terminamos de prestar atención, oímos como si estuviéramos escuchando a alguien sin importancia. Los que oyen y no escuchan son los ricos de corazón y mente; los que se creen que no necesitan nada, saben casi todo, saben de todo, de todos los temas, conocen todas las reglas, son los “iluminados en la fe”, pueden conocer mucho de teología o saber muy bien el catecismo, pero no saben de Cristo, no lo saborearon verdaderamente.
Para ese tipo de personas, Jesús termina siendo una regla, una norma, una moral, una doctrina, y la palabra de Dios termina siendo solo eso: un requisito por cumplir. Son los que tienen la mente cerrada pero la boca bien abierta, hablan mucho y escuchan poco. Por eso, ojalá podamos escuchar la parábola de hoy con otra actitud.
Ayer escuchábamos que la parábola estaba dirigida a los discípulos; hoy está dirigida a los fariseos de ese tiempo, a los fariseos de hoy, a los cristianos que tenemos el corazón duro como los de los fariseos.
Y hoy nos dice el Señor que el Reino de los Cielos es como una gran invitación; una invitación con amor, una invitación a participar de un gran casamiento, de unas bodas: de las bodas del Hijo de Dios con la humanidad. Para eso envió Dios Padre a su Hijo, para establecer una alianza de amor con toda la humanidad. Acordémonos que Jesús no vino a condenar; vino a salvar, vino a invitar, no a obligar, porque nadie va a Padre si no es a través de Jesús y si no es atraído por el Padre, sino se siente invitado, enamorado por su amor.
Por eso Dios Padre, utiliza servidores para invitarnos, a vos y a mí, a todos y a tantos, a semejante fiesta, la fiesta del Reino de Dios que empieza acá en la tierra y terminará un día en el Cielo, disfrutando durante toda la eternidad.
"Todo está a punto" –dice el texto de hoy–, Jesús ya vino, ya está entre nosotros, y el banquete empieza en tu vida –en la mía– cuando conocemos a Jesús, cuando lo amamos, cuando empezamos a descubrirlo en la familia, en el trabajo, ahora mientras estamos preparándonos para salir de nuestra casa, en el estudio, en la oración, en los pobres –no nos olvidemos de los pobres–, en la Misa que es la momento por excelencia donde celebramos el banquete. La invitación es a disfrutar, a amar como Él ama y por eso es una gran fiesta.
Y Él nos invita; pero muchos no quieren escuchar ni aceptar esa invitación, y entonces se lo pierden; es más lo que se pierden, que el mal que hacen. ¡No nos podemos perder esta invitación!
Nos podemos pasar la vida sin amar, sin participar de estas bodas de Dios con los hombres, por pasarnos el día pensando en nuestras cosas, solo en nosotros mismos; y dejar pasar mil oportunidades de invitaciones que el Señor nos hace, para estar junto con Él.

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P. Rodrigo Aguilar