Algo del Evangelio
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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
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Domingo 17 de julio + Lucas 10, 38-42 + XVI Domingo durante el año (C) + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42
 
      Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.
      Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».
      Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

Palabra del Señor.
 
Comentario a Lucas 10, 38-42:

   El domingo es el día del Señor, acordémonos que domingo significa «día del Señor», un día para estar como María a los pies de Jesús escuchando sus palabras. Para eso es el domingo, para frenar un poco, para dejar de «agitarnos» por tantas cosas, para dejar de ser un poco «Martas», al menos por un momento; para dejar de inquietarnos por tantas cosas que son buenas y nos hacen bien pero muchas veces nos hacen perder el foco de nuestra atención y nos hacen olvidar lo verdaderamente necesario.
   Es una imagen bellísima la de Algo del Evangelio de hoy: un pueblo, una casa, la invitación de una mujer –Marta a Jesús– para que estuviera en su hogar, María que «aprovecha» la situación de esta invitación y se sienta a los pies de Jesús para escucharlo. Mientras tanto, Marta que no para de trabajar, que no para de hacer cosas, va de aquí para allá, seguramente con deseos de servir a su Maestro; y la otra –María– que escucha.
   Todo un cúmulo de signos en esta situación, y Jesús como siempre que enseña. Aprovecha esta ocasión para ilustrarnos con una enseñanza que nos tiene que quedar grabada en el corazón. Jesús enseña con su vida, enseña también con la vida, con lo que le pasa alrededor. Él es el Maestro que no necesita tiza, ni pizarrón, es el Maestro que no necesita presentaciones de Power Point, o videos para llamar la atención. Jesús es el Maestro que cautiva el corazón de aquellos que lo escuchan; es el verdadero Maestro, por eso nos enseña. Y termina dándole una «lección» a Marta, no la trata mal ni la crítica, simplemente –de alguna manera– Jesús se lamenta por ella y para que se dé cuenta: «Marta, Marta, te inquietas por tantas cosas, y sin embargo, hay una sola que es necesaria. María eligió la mejor parte».
   Qué bueno que hoy para nosotros podamos decir: «¡Quiero aprender a elegir, quiero aprender a decidirme por lo mejor!, porque tantas veces he perdido el tiempo haciendo tantas cosas, y sin embargo, tengo que volver a escuchar a Jesús que me dice: “Dejá de inquietarte por tantas cosas. ¿No aprendiste en la vida que finalmente la inquietud no te llevó a nada? ¿No aprendiste que al final de cuentas esa inquietud te la terminé solucionando Yo, te la terminó solucionando el tiempo, o el tiempo te fue demostrando que no era tan necesaria como pensabas?”».
   ¿Cuántas veces andamos como Marta? ¿Cuántas veces parece que ser como María es «perder el tiempo»? ¿Cuántas veces el mundo se burla de nosotros porque parece que «estar a los pies de Jesús» no es necesario? Entendiendo que estar a los pies de Jesús es un símbolo de rezar, de adorar, de tomarse un tiempo de silencio, de escuchar su palabra, leerla, puede ser no hacer lo que el mundo piensa que tenemos que hacer. Sin embargo, «estar a los pies de Jesús», pero para escucharlo, es lo más necesario; en definitiva, Jesús no desprecia la «actividad», no está despreciando a Marta por lo que hace; lo que le quiere enseñar es que haciendo cosas no tiene que olvidarse de lo más importante, que aun haciendo cosas tenía que hacerlo escuchándolo a él, que aun sirviéndolo tenía que haberlo escuchado primero a él.
   Marta invita a Jesús a su casa y termina poniéndose a trabajar. ¿Cuántas veces nosotros también hacemos lo mismo? Queremos abrirle el corazón a Dios, y le hemos abierto el corazón para que entre a nuestra vida: teniendo algún servicio, alguna actividad comunitaria, solidaria, caritativa de la Iglesia; y sin embargo, sin querer, lo dejamos de escuchar. Si estamos sirviendo a Dios y lo dejamos de escuchar, es porque en el fondo no lo estamos sirviendo, nos estamos sirviendo a nosotros mismos, estamos sirviendo a nuestros caprichos y por eso terminamos quejándonos y podemos quejarnos como Marta de la actitud de María, que en el fondo fue la más inteligente y la de corazón más grande.
   Qué bueno que hoy en este domingo podamos aprovechar para serenarnos un poco y decirnos a nosotros mismos: «Rodrigo, Rodrigo, te inquietas por tantas cosas».
Decí tu nombre, o también dejá que Jesús te lo diga a vos mismo: «¿Por qué te inquietas, por qué andas corriendo?, ¿qué necesidad tenés? ¿No te das cuenta que de un día para el otro tu vida puede terminar, puede llegar el final, a su mejor final que es encontrarte con Jesús? ¿Y vos crees que te va a preguntar cuántas cosas hiciste, o cuánto amaste, cuánto lo escuchaste? ¿O con cuánto amor hiciste lo que hiciste?
   Ojalá que vivamos este día en familia, escuchando a Jesús, que no son dos cosas distintas. Se puede escuchar a Jesús haciendo lo que tenemos que hacer, amando a los que tenemos a nuestro alrededor. Se puede escuchar a Jesús en la actividad en medio del mundo, pero para eso necesitamos cada tanto decir: «Tengo que frenar, tengo que estar a tus pies».
   Disfrutemos de la Palabra de Dios, la Palabra de Dios escuchada, transmitida en la Iglesia, que es la que nos alimenta cada día y nos ayuda a que no terminemos siendo «Martas» sin corazón.
   ¡Tengamos el corazón de María y las manos de Marta para ser unos verdaderos discípulos de Jesús!
   Que tengamos un buen domingo y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
P. Rodrigo Aguilar
Lunes 18 de julio + XVI Lunes durante el año × Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 38-42
 
  Algunos escribas y fariseos le dijeron a Jesús: «Maestro, queremos que nos hagas ver un signo».
  Él les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
  El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás.
  El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón».
 
Palabra del Señor.
 
 
Comentario a Mateo 12, 38-42:
 
  Sería lindo que empecemos esta semana retomando una imagen del Evangelio de ayer, que es una maravilla, que atrae tanto y da para tanto, y la conservemos como hilo conductor de todas las reflexiones de estos días. Acordémonos que para la escucha diaria de la Palabra de Dios, hace muy bien acordarse de imágenes, o podríamos decirlo al revés, no olvidarlas. Recordar la imagen de ayer, «María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra». Esta es la imagen que quiero que conservemos en estos días, por lo menos te lo propongo. De Marta ya tenemos mucho, tenemos demasiado.
   Me acuerdo a la salida de misa una vez un joven me dijo: «Padre, la misa de hoy fue para mí, parecía que era para mí (se refería a la Palabra), yo soy muy Marta». Me reí y le dije: «No te preocupes, que todos somos un poco Marta, nadie se salva de esa Marta que de algún modo llevamos en el corazón». Pero por eso, no nos quedemos con Marta, sino te propongo que nos quedemos con María. Estemos esta semana a los pies de Jesús, como actitud interior, como deseo del corazón. Escúchemos su Palabra, no demos tantas vueltas, dejemos un poco lo que tenemos que hacer, no busquemos excusas. «Una sola es necesaria», aprendamos a elegir la mejor parte, aprendamos a elegir todos los días lo mejor, lo que nos hace bien, lo que más nos acerca a Jesús, lo que más nos acerca a los demás, lo que más nos acerca a nosotros mismos. No esperemos a estar mal para darnos cuenta que hay «una sola cosa necesaria», no esperemos a estar a las corridas, andando como sin sentido para darnos cuenta que solo hay una cosa que tiene verdadero y pleno sentido.
   No seamos como los fariseos que viendo tanto y todo, lo cuestionaban todo, todo lo criticaban. No seamos como los fariseos de Algo del Evangelio de hoy, que viendo milagros piden más. ¿Es posible tanta cerrazón, tanta dureza y tanta insatisfacción? Es posible. Es posible ser así de cerrado, es posible no ver lo que todos ven, es posible vivir en nuestro propio mundo y no ver más allá. Todo es posible en este mundo y en la condición de debilidad en la que vivimos.
   Este tipo de personas abundan en esta tierra, también abundan en la Iglesia. Podemos ser vos y yo, porque somos débiles. Nosotros, los católicos, podemos también ser los fariseos de ahora. Nosotros podemos ser parte de este estilo de personas, de esta generación, que no se conforma con nada y como cree que tiene todo, nunca le alcanza nada, es como una contradicción, siempre mirando el vaso vacío. En cambio, aquel que sabe que le falta mucho, todo lo que recibe de algún modo le alcanza. ¡Qué lindo es encontrar personas que no reclaman nada, que aprenden a vivir con lo que tienen, y Dios les dio! Y no me refiero a lo material, sino también a los bienes espirituales, a las capacidades humanas. Son las personas que saben amar, porque saben recibir lo que el otro les puede dar, que no siempre es lo que hubiesen querido recibir. En cambio, el fariseo, el fariseísmo, busca siempre más, pero justamente porque no valora lo que tiene. Lo tiene a Jesús, y pretende algo más todavía.
Es la ceguera de la soberbia. Jesús se enoja con ellos. No le gusta este pedido innecesario. Y nosotros, ¿qué andamos pidiendo? ¿Qué le estamos reclamando a Dios? ¿No será que ya nos dio bastante, pero nosotros por necios y quejosos, por andar como Martas, todavía no nos damos cuenta?
   Elijamos la mejor parte, la de María. El que sabe andar por la vida a los pies de Jesús y los demás, no pretendiendo que los demás estén a sus pies, es el que sabe amar y escuchar, sabe servir. Es el que no se queja, porque todo es oportunidad para escuchar y amar. Es el que no mira lo que no hace o debería hacer el otro, sino que es feliz con lo que él hace por amor a Jesús. Ahí está la diferencia. Que hoy cuando nos encuentren, todos los que nos vean, sientan que vale la pena «estar a los pies de Jesús», porque da serenidad para andar por la vida olvidándonos de lo que nos falta y disfrutando lo que ya tenemos.
   Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
Martes 19 de julio + XVI Martes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 46-50

Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».
Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor.
Comentario a Mateo 12, 46-50:

Esta semana vamos a continuar con la escena del evangelio del domingo, no te olvides. Marta y María. Las hermanas que parecen opuestas, pero que conviven en nuestro corazón. Es un evangelio tan lindo que daría para meditar todos los días, pero no te voy a cansar. Solo retomo algunas cosas, para que de a poquito nos vayan dando ganas de ser más Marías, de tener el corazón y las ganas de María para vivir la vida, aún en medio de tantas cosas, a los pies de Jesús. Se puede, se puede ser como María. Ayer te decía que Marta, que para Marta ya tenemos demasiados, «la Marta» del corazón nos sale casi espontáneamente, hasta a veces sin querer nos llaman «Marta». Ayer a la mañana me llegó un testimonio de alguien que le hizo muy bien la palabra de Dios en estos días. Me hizo reír al principio, vos también te vas a reír pero es muy profundo. Así me lo contaron, literalmente: el viernes termine una semana de trabajo realmente agotadora y súper frustrante, volví a casa llorando todos los días estresada con el trabajo. Voy a adoración un rato y lo dejo todo en manos de Dios, un poco para tener más paz y me muestre como seguir. El evangelio de Marta siempre resuena en mi de una forma especial, viste que yo ando de acá para allá con mil actividades. ¡Hoy a la mañana venía para el trabajo meditando ese evangelio y el de hoy...llegó al trabajo y el de seguridad, que me súper conoce y me saluda todos los días por mi nombre, hoy me dice...hola Marta! «¡Ay perdón no sé porque te dije Marta!» Bueno, creo que no hace falta más comentario. Es gracioso, es gracioso pero sacá tus propias conclusiones, encontrá en ese testimonio lo que genera la palabra de Dios, es un espejo de la vida, y la vida diaria la confirma, solo hay que andar atento por la vida. Y del Evangelio de hoy me gustaría detenernos en un detalle muy lindo de esta escena donde María se acerca a Jesús junto con otros parientes queriendo hablar con Él. Y mientras Jesús está hablando, otros lo interrumpen para avisarle. Sin embargo Jesús hace algo importante: señala a sus discípulos —y esto es importante—, señala a «sus discípulos»; no a todos. No señala a la multitud; sino que señala a sus discípulos que cumplían la voluntad del Padre y dice esta frase tan importante: «Estos son mi madre y mis hermanos: los que cumplen la voluntad de mi Padre».
Quiere decir que Jesús de alguna manera «distingue», reconoce una diferencia: no es lo mismo la multitud que sus discípulos. No es lo mismo cumplir la voluntad del Padre que no cumplirla. Para Jesús todos somos hermanos, con esta distinción que hace, no quiere decir que está rechazando a los otros; a los que no cumplen la voluntad del Padre, sin embargo, unos se comportan como hermanos y otros no.
No todos los que estaban cerca de Jesús cumplían la voluntad del Padre, sino sólo sus discípulos a los que Jesús «señala». No todos los que hoy estamos cerca de Jesús cumplimos la voluntad del Padre, no todos los que escuchan la Palabra todos los días cumplen la voluntad del Padre, no todos los que nos decimos ser cristianos cumplimos la voluntad del Padre; ¡no!, de hecho, muchas veces nuestro comportamiento es más bien un anti testimonio; no parecemos hermanos, no siempre cumplimos la voluntad del Padre...que vivamos como hermanos justamente.
Entonces Jesús hoy distingue no para que te asustes sino para invitarte a algo más: para invitarnos a ser y hacernos más hermanos de los otros , no sólo por un vínculo de sangre, tan mezquino; sino que ese «hacerte hermano» tenga que ver con tus actitudes, con lo que hacés con los otros, hacerte hermano porque querés vivir eso. No porque te tocó.
Entonces lo que al principio o en principio parecería una respuesta dura de Jesús —incluso hasta de desprecio— hacia María y sus parientes, es todo lo contrario; al revés, está exaltando a María, la que siempre cumplió la voluntad, porque ella la aceptó y la vivió siempre y al mismo tiempo está abriendo el corazón a miles y miles de hombres de toda la historia que cumplirán la voluntad del Padre eso podemos ser vos y yo, que se harán hijos del mismo Padre, viviremos como hijos y seremos hermanos de Jesús. Es como los vínculos humanos de relación filial: siempre se es hijo de un padre, porque el padre no puede renunciar a la paternidad de aquel que es su hijo; sin embargo, no siempre somos buenos hijos o nos comportamos como verdaderos hijos.
Por eso ser hermano de Jesús te amplía el horizonte, como cuando levantás la cabeza y ves un paisaje, como cuando estás en la playa y mirás el mar hasta el fondo..., ser hermano de Jesús te amplía el horizonte y te hace incluir a muchísimas personas, ser hermano de Jesús te abre el corazón a una familia mucho más grande y universal; mirá lo que es la Iglesia, mirá la cantidad de personas que seguro conociste en este camino de la Fe que nos lleva a Jesús y que ahora son hermanos tuyos gracias al vínculo con Jesús.
Que tengas un buen día, que puedas mirar a los demás como hermanos que te puedas dar cuenta que tu familia es mucho más grande de lo que pensás y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre tu corazón y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
Miércoles 20 de julio - XVI Miércoles durante el año + San Apolinar obispo y mártir + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 1-9

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.
Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!»

Palabra del Señor.