Parroquia San Francisco de Asís - El Tocuyo
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🙏Canal Católico - Evangelio del Día
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Lectura del santo Evangelio según san Juan 16,20-23. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada». Palabra del Señor.
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Si la alegría es un fruto característico de la Pascua que estamos celebrando, podemos preguntarnos cómo estamos de alegría interior en nuestra vida. ¿Es una asignatura aprobada o suspendida en nuestra comunidad?, ¿de veras creemos nosotros mismos la Buena Noticia de la Pascua del Señor?, ¿es ese el motor que nos mueve en nuestra vida cristiana? ¿O vivimos resignados, indolentes, desalentados, apáticos?, ¿se nota que hace seis semanas que estamos celebrando y viviendo la Pascua? También tendríamos que recordar qué clase de alegría nos propone Jesús: la misma que la de Él, que supuso fidelidad y solidaridad hasta la muerte, pero que luego engendró nueva vida. Como el grano de trigo que muere para dar vida. Como la mujer que sufre pero luego se llena de alegría ante la nueva vida que ha brotado de ella. Así la Iglesia ha ido dando a luz nuevos hijos a lo largo de la historia, y muchas veces lo ha hecho con sacrificio. Nosotros queremos alegría a corto plazo. O alegría sin esfuerzo. Y nada válido se consigue, ni en el orden humano ni en el cristiano, sin esfuerzo, y muchas veces sin dolor y cruz. Ojalá se pueda decir de nosotros, ahora que estamos terminando la vivencia de la Pascua, que “se alegrará su corazón y nadie les quitará su alegría”.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 18, 9-18
Salmo: Sal 46

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 18, 9-18. Tengo un pueblo numeroso en esta ciudad.

Cuando estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: «No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».

Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo: «Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley».

Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos: «Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».

Y les ordenó despejar el tribunal.

Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.

Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 46

℟. Dios es el rey del mundo.

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. ℟

Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. ℟

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1,39-56. En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo:

-«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
-como lo habla prometido a nuestros padres -
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. Palabra del Señor.
*
*
La vida es un camino, es una peregrinación, donde a veces nos caemos, y también nos ponemos de pie. Pero no somos los únicos que caminamos. Hoy María, en el Evangelio que hemos leído, también realizó una larga peregrinación a visitar a su prima Isabel y nos quiere mostrar que como buena Madre, quiere recorrer este camino con nosotros, a nuestro lado y llenarlo de sentido y de profunda alegría.


¿Qué fue lo que motivó a María, mujer que estaba embarazada, a emprender este camino?: que llevaba a Jesús en su interior, y no sólo en su vientre, sino en su corazón. Llevar a Jesús en su interior la convierte en embajadora del amor de Dios a los demás. La convierte en mediadora del amor de Jesucristo. Ella pudo haberse quedado tranquila en su casa, es más, tenía todo el derecho, pero decide ponerse en pie, ponerse en marcha.

Tener a Jesús en el corazón es lo que nos lleva a hacer actos más grandes de nuestras vidas. Con Jesús en el corazón podemos ser realmente generosos. Con Jesús en el corazón es que podemos realizar la peregrinación de salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, y encaminarnos hacia el otro, hacia el que sufre, hacia el que nos necesita. Sólo con Él podemos emprender la peregrinación más grande e importante de la vida, que es la lucha por la propia la santidad.

Eso es lo que hace nuestra Madre, ¿y cuál es el fruto?: la alegría. Dice el Evangelio que la criatura saltó de gozo en su vientre. Y la respuesta de Isabel es querer seguir irradiando esa alegría, le responde a María: dichosa tú que has creído. Nosotros también estamos invitados a ser como María, llenarnos del amor de Dios y así ser embajadores suyos, embajadores de la auténtica alegría. P. Juan J. Paniagua.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: So 3, 14-18a o bien Rm 12, 9-16b
Salmo: Sal: Is 12

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Rm 12, 9-16. Compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Hermanos:

Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.

Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.

Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.

Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.

Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.
Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL. Lectura Sálmica. Is 12, 2-6

℟. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.

«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. ℟

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». ℟

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24,46-53. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.» Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios. Palabra del Señor.
*
*
La Ascensión es sin duda un misterio de la vida de Cristo poco meditado. Sin embargo, adquiere especial consideración porque es parte de la resurrección de Cristo. No se entendería la resurrección sin la ascensión. De entre las muchas enseñanzas de la Ascensión podríamos considerar estas dos: Cristo fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia Él (Jn 12, 32) y para sentarse a la derecha del Padre, como profesamos en la oración del credo. La elevación de Cristo en la cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo. Por ello encontramos en la cruz el inicio de su ascensión. Y todo con este único fin, atraer a todos los hombres hacia Él. Jesús aceptó subir a la cruz para mantenernos unidos a Él, para que ninguno se perdiera. He aquí la grande y única aspiración de Cristo en la tierra. Su amor a cada hombre incluso por los que se resistirían a creer en Él. Sin embargo, así como aceptó subir a la cruz, sube al cielo para que disfrutemos de su gloria. Como lo hicieron sus apóstoles que después de verlo resucitado lo fueron a adorar al cenáculo. Nosotros, ¿cuándo fue la última vez dirigimos una oración de alabanza, de gloria, de adoración como lo hicieron los apóstoles?

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 1,1-11
Salmo: Sal 46
2ª Lectura: Ef 1,17-23 o bien Hb 9,24-28:10,19-23

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 1, 1-11. A la vista de ellos, fue elevado al cielo.

En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo.

Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».

Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».

Les dijo: «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y "hasta el confín de la tierra"».

Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios

Salmo Responsorial
Sal 46, 2-3.6-9
℟. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. ℟

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. ℟

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. ℟

SEGUNDA LECTURA. Ef 1, 17-23. Lo sentó a su derecha en el cielo.

Hermanos: El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.

Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16,29-33. En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: - «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.» Les contestó Jesús: - «¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.» Palabra del Señor
*
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No se puede ser cristiano, sin trabajar continuamente para ser justos. Una cosa que nos ayudaría mucho sería preguntarnos si ¿creo o no creo? Si creo un poco y un poco no. ¿Soy un poco mundano y un poco creyente? Sin fe no se puede seguir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús. Necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos lanza flores sino flechas en llamas para matarnos. Hay que tomar el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Los invito a rezar constantemente, a velar con oraciones y súplicas. La vida es una milicia. La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría porque el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco vagos en la lucha y nos dejamos llevar adelante por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores, ¡todos! Pero no se desanimen. Valentía y fuerza, porque el Señor está con nosotros. Papa Francisco.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 19,1-8
Salmo: Sal 67

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 19, 1-8. ¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?».

Contestaron: «Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo».

Él les dijo: «Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?».

Respondieron: «El bautismo de Juan».

Pablo les dijo: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús».

Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 67.

℟. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios. ℟

En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor. ℟

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17,1-11: En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.» Palabra del Señor.
*
*
La oración que Jesús hace por sí mismo es la petición de su propia glorificación, de su propia «elevación» en su «Hora». En realidad es más que una petición y que una declaración de plena disponibilidad a entrar, libre y generosamente, en el designio de Dios Padre que se cumple al ser entregado y en la muerte y resurrección. La glorificación que Jesús pide para sí mismo, en calidad de Sumo Sacerdote, es el ingreso en la plena obediencia al Padre, una obediencia que lo conduce a su más plena condición filial: «Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese» (Jn 17, 5). Esta disponibilidad y esta petición constituyen el primer acto del sacerdocio nuevo de Jesús, que consiste en entregarse totalmente en la cruz, y precisamente en la cruz —el acto supremo de amor— él es glorificado, porque el amor es la gloria verdadera, la gloria divina. El segundo momento de esta oración es la intercesión que Jesús hace por los discípulos que han estado con él. Son aquellos de los cuales Jesús puede decir al Padre: «He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra» (Jn 17, 6). «Manifestar el nombre de Dios a los hombres» es la realización de una presencia nueva del Padre en medio del pueblo, de la humanidad. Este «manifestar» no es sólo una palabra, sino que es una realidad en Jesús; Dios está con nosotros, y así el nombre —su presencia con nosotros, el hecho de ser uno de nosotros— se ha hecho una «realidad». Por lo tanto, esta manifestación se realiza en la encarnación del Verbo. En Jesús Dios entra en la carne humana, se hace cercano de modo único y nuevo. Y esta presencia alcanza su cumbre en el sacrificio que Jesús realiza en su Pascua de muerte y resurrección. Benedicto XVI (Audiencia General 25 de enero de 2012.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 20, 17-27.
Salmo: Sal 67

#PSanFrancisco #ElTocuyo #EvangelilDeHoy
PRIMERA LECTURA. Hch 20, 17-27. Completo mi carrera, y cumplo el encargo que me dio el Señor Jesús.

En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo: «Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu.

No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios».
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 67.

℟. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. ℟

Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17,11b-19. En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.» Palabra del Señor.
*
*
El evangelio de hoy comprende la segunda sección de la “oración sacerdotal” de Jesús, intercediendo por sus amigos ante el Padre antes de ausentarse. Previamente Cristo les ha prometido un defensor, el Espíritu de la verdad, que será su presencia permanente entre ellos. Ahora pide al Padre que santifique a los discípulos en la verdad, lo mismo que Él se consagra por ellos. La efusión del Espíritu, cuyo cometido se acentúa a medida que nos acercamos al día de Pentecostés, será la consagración de los discípulos en la verdad. Esta consagración da al creyente acceso a la santidad de Dios y a la alegría cumplida, plena y rebosante de Jesús glorificado. Dos condiciones para lograr esta meta: 1ª. Mantenerse unidos los discípulos entre sí por el amor, como Cristo con el Padre y el Espíritu, pues el amor forma parte esencial de la verdad de Dios: “Padre, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros”. 2ª. Aguantar y vencer con ese amor el odio del mundo, en medio del cual tendrán que vivir los cristianos: “Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal”. Hemos de probar, gustar y ensayar con entusiasmo la nueva vida pascual, convirtiendo el corazón a los bienes de arriba, aunque sin desentendernos de la gente y del mundo. Considerémonos muertos al pecado y a sus obras, y resucitados con Cristo para Dios. Dos tiempos o movimientos de una misma melodía, con apariencia negativa el primero y con nombre positivo el segundo, pero inseparables y en el fondo iguales. Para vencer el odio del mundo, en medio del cual hemos de vivir, no hay medio mejor y más convincente que el testimonio de la verdad por el amor.


Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 20,28-38
Salmo: Sal 67


#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 20, 28-38. Os encomiendo a Dios, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia.

En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: «Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.

Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.

Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Hay más dicha en dar que en recibir"».

Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 67.

℟. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh, Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. ℟

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos;
que lanza su voz, su voz poderosa.
«Reconoced el poder de Dios». ℟

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! ℟
Novena a San Antonio De Padua

Hacer la Señal de la Cruz.

Oración Inicial

¡Amadísimo Protector mío, San Antonio! Heme aquí, a tus pies, plenamente confiado en tu poderosa intercesión. Mírame con aquel espíritu de dulce y tierna compasión con que mirabas a los pobres. ¡Pobre soy yo, Santo mío! Me veo lleno de miserias. La vida para mi es continua lucha. Pan de felicidad, de alegría, de salud, de paz, de virtud... ¡cuánto me hace falta y cuánto espero de tu amorosa protección! Otórgamelo, te lo pido humildemente, para que tu nombre de Taumaturgo sea nuevamente glorificado. Creo en tu poder, espero en tu bondad, amo tu corazón de padre y bendigo a Nuestro Señor, que te hizo grande en la tierra y en el cielo. Amén.

Día 1

Admirable fe de San Antonio.

La vida del santo Taumaturgo es un continuo pregón de la fe cristiana. Por ella, muy joven, ansía derramar su sangre a la vista de los mártires franciscanos de Marruecos. Por ella se entrega completamente a Dios en vida santa y perfectísima de evangelización que fue pasmo del mundo, rica en portentos y maravillas... ¿Qué vida de fe es la mía?

Hacer un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria

Oración Final

Alegre, Señor, a vuestra Iglesia la devota y humilde oración del glorioso San Antonio, vuestro siervo; para que seamos siempre socorridos en esta vida con los auxilios de la gracia y merezcamos conseguir después los gozos eternos de la gloria; por Nuestro Señor Jesucristo, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.