Parroquia San Francisco de Asís - El Tocuyo
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🙏Canal Católico - Evangelio del Día
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PRIMERA LECTURA. Hch 13, 13-25. Dios sacó de la descendencia de David un salvador: Jesús.

Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran:

«Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad».

Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:

«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años "los cuidó en el desierto", "aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia" su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: "Encontré a David", hijo de Jesé, "hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos".

Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies"».
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 88.

℟. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. ℟

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. ℟

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14,1-6. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, «estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» Tomás le dice: - «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: - «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.» Palabra del Señor.
*
*
Decía San Agustín en el libro de las Confesiones: «Nos hiciste, Señor, para Ti e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti». ¡Cuánta razón tiene! Todo hombre anhela una felicidad que no se acabe con la muerte y la tumba. Como cristianos sabemos que esa felicidad es el cielo, el estar con Cristo glorioso para siempre. Lo que sucede es que no todos los hombres descubren la Verdad con mayúsculas. Muchos de ellos, -quizá también nosotros- se quedan atrapados en los cielos ficticios y los caminos tortuosos de este mundo. Aquí está nuestra labor como seguidores de Cristo: hacer que todos los hombres lleguen a experimentar ya en esta tierra el auténtico. cielo: Jesucristo, camino, verdad y vida.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 13,26-33
Salmo: Sal 2

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 13, 26-33. Dios ha cumplido su promesa resucitando a Jesús.

En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:

«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:

"Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy"».
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 2.

℟. Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy.

«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sion, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy. ℟

Pídemelo:
te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». ℟

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. ℟
Lectura del Santo Evangelio según san Juan 14,7-14. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.» Felipe le dice: - «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Jesús le replica: - «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.» Palabra del Señor.
*
*
Hoy, estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que se nos revela. Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y permanecer allí para siempre. Allí se encuentran todos los bienes que podamos desear: la vida, la luz, el amor, la paz… Lo que Jesús dice y hace encuentra su fuente en el Padre, y el Padre se expresa plenamente en Jesús. Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18). La fe humilde y fiel en Jesús, la elección de seguirle y obedecerle día tras día, nos pone en contacto misterioso pero real con el mismo misterio de Dios, y nos hace beneficiarios de todas las riquezas de su benevolencia y misericordia. Esta fe permite al Padre llevar adelante, a través de nosotros, la obra de la gracia que empezó en su Hijo: «El que crea en mí, hará él también las obras que yo hago» (Jn 14,12). P. Jacques Philippe.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 13,44-52
Salmo: Sal 97

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 13, 44-52. Sabed que nos dedicamos a los gentiles.

El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.

Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio.

Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Palabra de Dios

Salmo Responsorial. Sal 97.

℟. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. ℟

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. ℟

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. ℟
Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35. Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos’’. Palabra del Señor.
*
*
El Evangelio de hoy nos conduce al Cenáculo para hacernos escuchar algunas palabras que Jesús dirigió a sus discípulos en el “discurso de despedida” antes de su Pasión. Después de haber lavado los pies a los Doce, Él les dijo: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Juan 13, 34). ¿Pero en qué sentido Jesús llama “nuevo” a este mandamiento? Porque sabemos que ya en el Antiguo Testamento, Dios había mandado a los miembros de su pueblo amar al prójimo como a sí mismos (cf. Levítico 19, 18). Jesús mismo, a quién le preguntaba cuál era el mandamiento más importante de la Ley, respondía que el primero es amar a Dios con todo el corazón y el segundo amar al prójimo como a sí mismo (cf. Mateo 22, 38-39). Entonces, ¿cuál es la novedad de este mandamiento que Jesús encomienda a sus discípulos? ¿Por qué lo llama “mandamiento nuevo”? El antiguo mandamiento del amor se ha convertido en nuevo porque ha sido completado con este añadido: «como yo os he amado a vosotros», «amaos los unos a los otros como yo os he amado». La novedad está completamente en el amor de Jesucristo, ese con el que Él ha dado la vida por nosotros. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra el ápice sobre la cruz. En ese momento de extremo abajamiento, en ese momento de abandono al Padre, el Hijo de Dios ha mostrado y donado al mundo la plenitud del amor. Repensando en la Pasión y en la agonía de Cristo, los discípulos comprendieron el significado de esas palabras suyas: «Que como yo os he amado a vosotros, así os améis también vosotros los unos a los otros». Papa Francisco.


Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 14,21-27
Salmo: Sal 144
2ª Lectura: Ap 21,1-5

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PRIMERA LECTURA. Hch 14, 21b-27. Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos.

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir.

Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 144.

℟. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. ℟

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. ℟

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. ℟

SEGUNDA LECTURA. Ap 21, 1-5. Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.

Y oí una gran voz desde el trono que decía: «He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el "Dios con ellos" será su Dios».

Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. Y dijo el que está sentado en el trono: «Mira, hago nuevas todas las cosas».
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14,21-26. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.» Le dijo judas, no el Iscariote: - «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?» Respondió Jesús y le dijo: - «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.» Palabra del Señor.
*
*
El Evangelio que hemos escuchado hoy, está situado en la despedida de Jesús. El Señor está con sus apóstoles en la Última Cena y les está anunciando que va a partir, que pronto tendrá que morir. Sin embargo parece una despedida un poco curiosa, porque a continuación les dice que Él y el Padre van a habitar dentro de nosotros. Jesús se despide, pero anuncia que va a habitar en lo más profundo. ¡Qué gran consuelo es escuchar esto! Cuántas veces nos sentimos lejos de Dios, algunas veces pensamos que Dios nos ha abandonado cuando las cosas nos van mal, pensamos que Dios no nos escucha. Sin embargo Él nos dice que ha venido para quedarse, no lejos, no cerca, ¡sino dentro!
Qué gran misterio, que gran privilegio. Dios dentro de ti. Así de cerca quiere vivir Dios con nosotros, así nos ama. Es por eso que San Pablo cuando les escribía cartas a los primeros cristianos los llamaba los santos de Dios. Los llamaba santos. Y yo también podría decir que nosotros somos los santos de Dios, tú y yo. ¿Por qué santos? Porque santo viene de la palabra sagrado y si Dios habita en ti y en mí, somos sagrados. Si Dios nos creado a su imagen y semejanza, ¿cómo no vamos a ser santos? Nada menos que algo sagrado puede salir de las manos de Dios. ¡Realmente somos santos! Somos templo del Espíritu Santo. P. Juan J. Paniagua.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 14,5-18
Salmo: Sal 113

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 14, 5-18. Os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo.

En aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio.

Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca había podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta: «Levántate, ponte derecho sobre tus pies».

El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: «Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos».

A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio. Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo: «Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo "que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen". En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera por su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia».

Con estas palabras, a duras penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran un sacrificio.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 113B.

℟. No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria.

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? ℟

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. ℟

Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se les ha dado a los hombres. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14,27-31. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago.» Palabra del Señor.
*
*
Las palabras de Jesús en el evangelio de hoy las recordamos cada día en la misa, antes de comulgar: “Señor Jesucristo, que dijiste a los apóstoles: la paz les dejo, mi paz les doy...”. También ahora necesitamos esta paz. Porque puede haber tormentas y desasosiegos más o menos graves en nuestra vida personal o comunitaria. Como en la de los apóstoles contemporáneos de Jesús. Y solo nos puede ayudar a recuperar la verdadera serenidad interior la conciencia de que Jesús está presente en nuestra vida. Esta presencia siempre activa del Resucitado en nuestra vida la experimentamos de un modo privilegiado en la comunión. Pero también en los demás momentos de nuestra jornada: “Yo estoy con ustedes todos los días”, “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo”, “lo que hagan a uno de ellos, a mí me lo hacen”. La presencia del Señor es misteriosa y solo se entiende a partir de su ida al Padre, de su existencia pascual de Resucitado: “Me voy y vuelvo a su lado”. A veces podemos experimentar más la ausencia de Cristo que su presencia. Puede haber “eclipses” que nos dejan desconcertados y llenos de temor y cobardía. Como también en el horizonte de la Última Cena se cernía la “hora del príncipe de este mundo”, que llevaría a Cristo a la muerte. Pero la muerte no es la última palabra. (José Aldazabal. El Tiempo Pascual Día tras Día. Vol. 3)

Lecturas de hoy
1ª Lectura: Hch 14,19-28
Salmo: Sal 144

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PRIMERA LECTURA. Hch 14, 19-28. Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos.

En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándole ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.

Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 144.

℟. Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. ℟

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. ℟

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15,1-8. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.» Palabra del Señor.

*
*
El Evangelio de hoy es muy gráfico para entender cuál es nuestra relación con Dios. El Señor toma la figura de la vid (el tronco) y los sarmientos (las ramas). Es una figura que no es la primera vez que Dios la utiliza. Ya en el Antiguo Testamento se había utilizado muchas veces para referirse al pueblo escogido por Dios, al Pueblo de Israel. Este pueblo era la viña plantada por Dios, cuidada por Dios y que se esperaba que de mucho fruto. Pero por diferentes motivos nunca da el fruto que debería, más bien se convierte en un pueblo incrédulo, duro de corazón, que traiciona la fidelidad a Dios. "¿Qué más puedo hacer por mi viña que no haya hecho ya? ¿Por qué cuando esperaba uvas dulces, me ha dado uvas amargas?", nos dirá el libro de Isaías. Dios va a plantar entonces la vid verdadera, que es su hijo Jesucristo, que se hizo carne. Jesús es la vid verdadera. Pero no lo hace Dios como un desprecio para los hombres, sino que la planta en medio del mundo para que los hombres formemos parte de ella. Por eso nos dice que somos los sarmientos. Así, los sarmientos, unidos a la vid, siempre darán frutos buenos, ya no frutos malos ni amargos, porque están nutridos del mismo Jesucristo, que es Dios, que es eternamente fiel. Y no sólo eso, sino que nos dice también el Evangelio: "Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto". A veces el Señor nos corta, y la poda duele, uno sufre. Quizá nos quitará algunas cosas, válidas pero secundarias, para que veamos mejor lo esencial. Quizá permitirá el dolor, el sufrimiento, que sintamos la injusticia, la incomprensión, para que nos adherimos más a Él, para que amemos más, para que demos fruto abundante. Y si tenemos la mirada fija en Jesús, esto es para crecer, para dar más frutos aún. Jesús es quien nos permite dar los frutos buenos, y no sólo buenos, sino abundantes nos dice el Evangelio. Porque así son las obras de Dios, Dios siempre da en abundancia. Confiemos siempre en el Señor, aunque a veces la poda nos duela un poco. P. Juan J. Paniagua.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 15,1-6
Salmo: Sal 121

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 15, 1-6. Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia.

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.

Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo: «Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».

Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 121.

℟. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. ℟

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. ℟

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. ℟