Parroquia San Francisco de Asís - El Tocuyo
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🙏Canal Católico - Evangelio del Día
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Lectura del santo Evangelio según San Marcos 16,9-15. Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: - «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.» Palabra del Señor.
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La dificultad mayor no viene de fuera, sino de dentro. Si un cristiano no siente dentro la llama de la fe y no está lleno de la Pascua, no habla, no da testimonio. Cada vez que celebramos la Eucaristía, después de haber escuchado la Palabra salvadora de Dios y haber recibido a Cristo mismo como alimento, tendríamos que salir a la vida –a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestra comunidad religiosa– con esta actitud misionera y decidida: aunque, como a la Magdalena o a los de Emaús, no nos crean. No por eso debemos perder la esperanza ni dejar de intentar hacer creíble nuestro testimonio de palabra y de obra en el mundo de hoy. “Todos los evangelios resaltan el papel de las mujeres. María Magdalena y las demás como primeras testigos de la Resurrección. Los hombres asustados estaban encerrados en el cenáculo. Pedro y Juan advertidos por María Magdalena hacen solo una rápida salida, en la que constatan que la tumba está abierta y vacía, pero fueron las mujeres las primeras que se encuentran con el Resucitado y las que llevan el anuncio de que Él está vivo. Hoy, queridos hermanos y hermanas, también resuenan para nosotros las palabras de Jesús dirigidas a las mujeres. ‘No tengan miedo, vayan a anunciar’” (Papa Francisco).

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 4,13-21
Salmo: Sal 117

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 4, 13-21 • No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.

En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín y se pusieron a deliberar entre ellos, diciendo:

«¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a nadie de ese nombre».

Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo:

«¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído».

Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 117.

℟. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
El Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. ℟

«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. ℟

Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20,19-31. Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: -Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: -Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: -Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: -Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: -¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: -¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre. Palabra del Señor.
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Celebramos hoy el segundo domingo de Pascua, también llamado «de la Divina Misericordia». Qué hermosa es esta realidad de fe para nuestra vida: la misericordia de Dios. Un amor tan grande, tan profundo el que Dios nos tiene, un amor que no decae, que siempre aferra nuestra mano y nos sostiene, nos levanta, nos guía. En el Evangelio de hoy, el apóstol Tomás experimenta precisamente esta misericordia de Dios, que tiene un rostro concreto, el de Jesús, el de Jesús resucitado. Tomás no se fía de lo que dicen los otros Apóstoles: «Hemos visto el Señor»; no le basta la promesa de Jesús, que había anunciado: al tercer día resucitaré. Quiere ver, quiere meter su mano en la señal de los clavos y del costado. ¿Cuál es la reacción de Jesús? La paciencia: Jesús no abandona al terco Tomás en su incredulidad; le da una semana de tiempo, no le cierra la puerta, espera. Y Tomás reconoce su propia pobreza, la poca fe: «Señor mío y Dios mío»: con esta invocación simple, pero llena de fe, responde a la paciencia de Jesús. Se deja envolver por la misericordia divina, la ve ante sí, en las heridas de las manos y de los pies, en el costado abierto, y recobra la confianza: es un hombre nuevo, ya no es incrédulo sino creyente. Dios es paciente con nosotros porque nos ama, y quien ama comprende, espera, da confianza, no abandona, no corta los puentes, sabe perdonar. Recordémoslo en nuestra vida de cristianos: Dios nos espera siempre, aun cuando nos hayamos alejado. Él no está nunca lejos, y si volvemos a Él, está preparado para abrazarnos. Dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de volver a su casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que Él nos ame, de encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa, sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de paciencia, de perdón y de amor. Papa Francisco.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 5, 12-16
Salmo: Sal 117
2ª Lectura: Ap 1, 9-11a-13.17-19

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 5, 12-16. Crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor.

Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor.

La gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.

Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 117.

℟. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia. ℟

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. ℟

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina. ℟

SEGUNDA LECTURA. Ap 1, 9-11a-13.17-19. Estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos.

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía:

«Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias».

Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro.

Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome:

«No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto».
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según San Juan 3,1-8. Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: - «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.» Jesús le contestó: - «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.» Nicodemo le pregunta: - «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? » Jesús le contestó: - «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.» Palabra del Señor.
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El evangelio de hoy nos presenta a un personaje que siente la inquietud por el Maestro, las cosas que oye de Él, los milagros y predicación, por eso le admira y cree que Él es de verdad el Mesías. Nicodemo fue a ver a Jesús de noche, por miedo, por respeto humano a todos los judíos. Tenía hambre de vivir en esa verdad que buscaba y anhelaba, pero le faltaba el nacer de nuevo no en la carne sino en el Espíritu Santo. “Te lo aseguro”, esta afirmación la repite Jesús por dos veces: Primero dice “el que no nazca de nuevo”, después “el que no nazca del agua y del Espíritu”. La pregunta desconcertante de Nicodemo es “¿cómo puede nacer un hombre siendo viejo?”. No se trata, le dice Jesús, de nacer en la carne sino en el espíritu. Aquí comienza la conversión profunda del corazón y se empieza a vivir la vida nueva que Jesús proclama, a vivir en el Espíritu Santo, a nacer del agua purificadora del bautismo que nos hace hijos de Dios y deja su huella en el alma para que podamos ir creciendo en la fe y el amor. “El viento sopla donde quiere y oyes su ruido”, igual que el soplo del Espíritu Santo en nuestras almas nos va dirigiendo casi sin darnos cuenta, pero modela nuestro ser y nos va transformando en esa imagen viva de Dios. ¡Ojalá ese Espíritu fuera en nuestra sociedad y en todos los rincones el que moviera los corazones de todos para poder vivir en justicia y paz, en igualdad de hermanos, borrando todo egoísmo y deseo de poder y mirando el bien del otro!

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 4,23-31
Salmo: Sal 2

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 4, 23-3. Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios.

En aquellos días, puestos en libertad, Pedro y Juan volvieron al grupo de los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.

Al oírlo, todos juntos invocaron a Dios en voz alta: «Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen; tú inspiraste a tu siervo, nuestro padre David, para que dijera: "¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías."

Así fue: en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu Ungido, para realizar cuanto tu poder y tu voluntad habían determinado. Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan, y da a tus siervos valentía para anunciar tu palabra; mientras tu brazo realiza curaciones, signos y prodigios, por el nombre de tu santo siervo Jesús».

Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 2.

℟. Dichosos los que se refugian en ti, Señor.

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo». ℟

El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi rey
en Sion, mi monte santo». ℟

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia as naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». ℟
Lectura del Santo Evangelio según san Juan 3,5a.7b-15. En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: - «Te lo aseguro, tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu. Nicodemo le preguntó: - ¿Cómo puede suceder eso? Le contestó Jesús: - «Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.» Palabra del Señor.
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El diálogo un poco misterioso entre Jesús y Nicodemo, sobre el segundo nacimiento, sobre tener una vida nueva, diferente de la primera. En este itinerario de la franqueza, el verdadero protagonista es precisamente el Espíritu Santo, porque Él es el único capaz de darnos esta gracia de la valentía de anunciar a Jesucristo. Y esta valentía del anuncio es lo que nos distingue del simple proselitismo. Nosotros no hacemos publicidad para tener más 'socios' en nuestra 'sociedad espiritual', ¿no? Esto no sirve. No sirve, no es cristiano. Lo que el cristiano hace es anunciar con valentía y el anuncio de Jesucristo provoca, a través del Espíritu Santo, el asombro que nos hace avanzar. Papa Francisco.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 4,32-37
Salmo: Sal 92

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 4, 32-37. Todos pensaban y sentían lo mismo.

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de os apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa Consolado, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 92.

℟. El Señor reina, vestido de majestad.

El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. ℟

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. ℟

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3,16-21. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz y para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Palabra del Señor.
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El Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo: “Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito”. Escuchando esta Palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resumen todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. San Pablo nos recuerda: “Pero Dios, que es rico en misericordia --no olvidarlo nunca, es rico en misericordia-- por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo”. La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre. Papa Francisco.

Lecturas de Hoy:
1ª Lectura: Hch 5,17-26
Salmo: Sal 33

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 5, 17-26. Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo.

En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:

«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».

Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:

«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».

Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:

«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».

Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 33.

℟. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. ℟

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. ℟

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. ℟

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. ℟
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3,31-36. El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él. Palabra del Señor
*
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Hoy concluimos el relato del encuentro de Jesús con Nicodemo. Y el Señor ha estado repitiéndole una idea muy importante: "el que cree en el Hijo del hombre, tiene vida eterna". Es decir, creer en Dios. Y hoy nos va a mostrar que creer significa reconocer la veracidad de Dios, reconocer que Dios nos habla siempre con la verdad, que es fiable, que sus palabras son verdad. Hoy nos podemos preguntar: ¿le creemos a Dios? ¿Nos fiamos de sus palabras y de sus promesas? Jesús le dice a Nicodemo: "el que es de la tierra, habla de la tierra". "El que viene del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta". A veces nos pasa que pensamos mucho según el mundo. ¿Cuántos criterios mundanos se nos meten y vivimos según ellos? Criterios que nos llevan a ser codiciosos, apegados a lo material, egoístas, vanidosos, etc. Y esto ocurre porque aún le creemos mucho al mundo. Soñamos con el mundo, pensamos que nos va a dar la plenitud que tanto anhelamos. Por eso también pensamos según el mundo. Creámosle entonces a Jesús. Creamos que Él es veraz. Creámosle a Dios, para que pensemos según Dios. Para que vivamos según los criterios del Evangelio. Para que nos convirtamos cada vez más. P. Juan José Paniagua.

Lecturas de hoy:
1ª Lectura: Hch 5,27-33
Salmo: Sal 33

#PSanFrancisco #EvangelioDeHoy #ElTocuyo
PRIMERA LECTURA. Hch 5, 27-33. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo.

En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:

«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados.

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».

Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL. Sal 33.

℟. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. ℟

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. ℟

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. ℟