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Oración y Liturgia Fidel de Sigmaringa, mártir (1577-1622)
Santos: Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir; Roberto, Benito Menni Figini, fundadores; María Eufrasia Pelletier, fundadora; Sabas, Alejandro, Eusebio, Neón, Leoncio, Longinos, mártires; Melito, Gregorio, Honorio, obispos; Egberto, presbítero; Diosdado, abad; Bova y Dova, abadesas; Daniel, anacoreta; Wilfrido, arzobispo; Francisco Colmenario, beato.
Fidel vivió en esa época de luchas, llena de recelo e inseguridad por motivos religiosos y políticos que sembraron el furor, las represiones violentas y la muerte en el corazón de Europa.
Sigmaringa es una ciudad de Suabia, a orillas del Danubio. Allí nació Fidel en el año 1577. Hijo de Juan Rey y Genoveva Rosemberger; un piadoso matrimonio católico con solera. Le pusieron por nombre Marcos, cuando lo bautizaron. Como estudió en la Academia Archiducal de Friburgo, de donde salió con dominio de latín, francés e italiano, se colige que su familia era noble o estaba cercana a la clase «top» del país. Se hizo doctor en ambos derechos.Un viaje organizado por el barón de Stotzingen para que sus hijos y otros conocieran Europa le dio a Marcus Roy la oportunidad de ponerse en contacto con el protestantismo, conocer su desorientación y descubrir los manejos con los que la nueva ola religiosa iba adquiriendo prosélitos. Abrió despacho de abogado en Ensisheim (Alsacia), pero lo abandonó muy pronto porque el modo de trabajar impuesto era a base de «arreglos» tan inmorales como injustos; la conducta de determinados colegas embaucadores le hizo aborrecer la profesión. ¿Cómo era posible ser al mismo tiempo cristiano y abogado?
Decide entrar en los capuchinos que, en ese momento, están en alza y muy extendidos por Alemania y Suiza. La lucha debió de ser dura contra sí mismo, porque todos los que le conocían bien le advierten que aquella decisión era enterrar talentos que había recibido de Dios, pero pudo más la llamada superior: «Quiero vivir en humildad, penitencia y sufrimiento. Salí desnudo del seno de mi madre y me despojo de todo para abandonarme desnudo en los brazos del Salvador». Tomó el hábito en Friburgo –ahora es fray Fidel– y se ordenó sacerdote en 1612.
Su predicación, mientras es responsable de los conventos de Friburgo, Rheimfeldem y Feldkirch, hace mella en los oyentes; es un sacerdote sereno, piadoso y documentado. Recorre Suiza, Austria y el sur de Alemania.
En 1622 se va a producir un cambio notable en su vida por la petición que hizo el archiduque Leopoldo de Austria a la Santa Sede, solicitando el envío de misioneros. La verdad es que hacían falta por la labor herética que habían realizado Zwinglio, Calvino y Ecolampadio; era una zona infectada por la herejía; Suiza fue uno de los países que más sufrió las consecuencias del protestantismo, llegando a la división del país: Berna, Zurich y Ginebra eran ciudades protestantes, mientras que Lucerna, Zug y Friburgo permanecían católicas, y en la región de los grisones estaban mezclados. El caso fue que en aquella coyuntura cayó muy bien la petición en Roma, donde se acababa de fundar la Congregación de Propaganda Fide.
Fidel fue comisionado para realizar aquella labor evangelizadora y catequética al frente de diez misioneros capuchinos. Tan sabía a dónde iba que se despidió de los suyos antes de partir a los sitios ya trabajados anteriormente por Carlos Borromeo y Pedro Canisio. Comenzó a misionar el 14 de abril y murió el día 24, ¡diez días!
¿Cómo se desarrollaron los acontecimientos? Le invitaron unos herejes de Seewis; era domingo; decían que querían oír la Palabra d[...]
Santos: Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir; Roberto, Benito Menni Figini, fundadores; María Eufrasia Pelletier, fundadora; Sabas, Alejandro, Eusebio, Neón, Leoncio, Longinos, mártires; Melito, Gregorio, Honorio, obispos; Egberto, presbítero; Diosdado, abad; Bova y Dova, abadesas; Daniel, anacoreta; Wilfrido, arzobispo; Francisco Colmenario, beato.
Fidel vivió en esa época de luchas, llena de recelo e inseguridad por motivos religiosos y políticos que sembraron el furor, las represiones violentas y la muerte en el corazón de Europa.
Sigmaringa es una ciudad de Suabia, a orillas del Danubio. Allí nació Fidel en el año 1577. Hijo de Juan Rey y Genoveva Rosemberger; un piadoso matrimonio católico con solera. Le pusieron por nombre Marcos, cuando lo bautizaron. Como estudió en la Academia Archiducal de Friburgo, de donde salió con dominio de latín, francés e italiano, se colige que su familia era noble o estaba cercana a la clase «top» del país. Se hizo doctor en ambos derechos.Un viaje organizado por el barón de Stotzingen para que sus hijos y otros conocieran Europa le dio a Marcus Roy la oportunidad de ponerse en contacto con el protestantismo, conocer su desorientación y descubrir los manejos con los que la nueva ola religiosa iba adquiriendo prosélitos. Abrió despacho de abogado en Ensisheim (Alsacia), pero lo abandonó muy pronto porque el modo de trabajar impuesto era a base de «arreglos» tan inmorales como injustos; la conducta de determinados colegas embaucadores le hizo aborrecer la profesión. ¿Cómo era posible ser al mismo tiempo cristiano y abogado?
Decide entrar en los capuchinos que, en ese momento, están en alza y muy extendidos por Alemania y Suiza. La lucha debió de ser dura contra sí mismo, porque todos los que le conocían bien le advierten que aquella decisión era enterrar talentos que había recibido de Dios, pero pudo más la llamada superior: «Quiero vivir en humildad, penitencia y sufrimiento. Salí desnudo del seno de mi madre y me despojo de todo para abandonarme desnudo en los brazos del Salvador». Tomó el hábito en Friburgo –ahora es fray Fidel– y se ordenó sacerdote en 1612.
Su predicación, mientras es responsable de los conventos de Friburgo, Rheimfeldem y Feldkirch, hace mella en los oyentes; es un sacerdote sereno, piadoso y documentado. Recorre Suiza, Austria y el sur de Alemania.
En 1622 se va a producir un cambio notable en su vida por la petición que hizo el archiduque Leopoldo de Austria a la Santa Sede, solicitando el envío de misioneros. La verdad es que hacían falta por la labor herética que habían realizado Zwinglio, Calvino y Ecolampadio; era una zona infectada por la herejía; Suiza fue uno de los países que más sufrió las consecuencias del protestantismo, llegando a la división del país: Berna, Zurich y Ginebra eran ciudades protestantes, mientras que Lucerna, Zug y Friburgo permanecían católicas, y en la región de los grisones estaban mezclados. El caso fue que en aquella coyuntura cayó muy bien la petición en Roma, donde se acababa de fundar la Congregación de Propaganda Fide.
Fidel fue comisionado para realizar aquella labor evangelizadora y catequética al frente de diez misioneros capuchinos. Tan sabía a dónde iba que se despidió de los suyos antes de partir a los sitios ya trabajados anteriormente por Carlos Borromeo y Pedro Canisio. Comenzó a misionar el 14 de abril y murió el día 24, ¡diez días!
¿Cómo se desarrollaron los acontecimientos? Le invitaron unos herejes de Seewis; era domingo; decían que querían oír la Palabra d[...]
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Oración y Liturgia Fidel de Sigmaringa, mártir (1577-1622) Santos: Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir; Roberto, Benito Menni Figini, fundadores; María Eufrasia Pelletier, fundadora; Sabas, Alejandro, Eusebio, Neón, Leoncio, Longinos, mártires; Melito…
e Dios de labios del famoso misionero. Fidel se confesó, celebró la Misa y marchó escoltado. Se encontró con la iglesia abarrotada de gente, pero mataron a la escolta e irrumpieron en el templo armados de espadas, mazas, trabucos y bombardas. Un golpe de espada en la cabeza lo dejó de rodillas, cuando se trasladaba de lugar le oyeron rezar «Jesús, María, valedme» y no le permitieron decir más porque le destrozaron el cráneo y le atravesaron con espadas.
Su sepulcro está en la catedral de Coira y su cráneo en el convento de Feldkirch. Los dos lugares fueron un manantial de milagros. Benedicto XIV lo canonizó el 26 de junio de 1746.
El misionero es el hombre que, por amor a Dios, ha dejado de lado lo que más puede atarle: la familia, el idioma, las costumbres… y voluntariamente se ha entregado para servirle todo lo que pueda y sin condición. Dejar la vida –algunas veces de modo violento– entra en su guión.
➖ @CatolicosBolivia ➖
Su sepulcro está en la catedral de Coira y su cráneo en el convento de Feldkirch. Los dos lugares fueron un manantial de milagros. Benedicto XIV lo canonizó el 26 de junio de 1746.
El misionero es el hombre que, por amor a Dios, ha dejado de lado lo que más puede atarle: la familia, el idioma, las costumbres… y voluntariamente se ha entregado para servirle todo lo que pueda y sin condición. Dejar la vida –algunas veces de modo violento– entra en su guión.
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Oración y Liturgia El Resucitado nos convierte en testigos
Los discípulos de Emaús vuelven convertidos en apóstoles, “contando todo lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”. Contar su experiencia preparará al resto para sobreponerse a algo inaudito: el mismo Jesús que murió en la Cruz ahora vive. Para superar el terror y “el miedo, creían ver un fantasma” les ofrece pruebas de que es el Señor, no es un “fantasma”. Es el mismo que fue traspasado por los clavos. “Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona”. Les invita a tocarle para que se convenzan ¡Tocar la carne glorificada de Cristo! Qué gran anticipo del cielo.
Además, les ayuda, como a nosotros tantas veces, haciéndonos caer en la cuenta, que todo lo que le sucedió – y lo que nos sucede a nosotros – está dentro de los planes de Dios: “Era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley y en los Profetas y Salmos acerca de mí”. Les abre el entendimiento para que comprendan, para que su fe sea más operativa. Señor, ayuda nuestra falta de fe. Mira, Señor, que tenemos que ser tus testigos. Pon en cada uno la certeza que pusiste en tus Apóstoles.
Cristo vive. Se le puede ver y escuchar. Ningún hecho histórico cuenta con tantos testimonios: se apareció a la vez a más de 500 hermanos, la mayoría de los cuales viven aún (cf. 1 Co 15, 6). También llama a las puertas de nuestro corazón y, si se lo abrimos, nos hace lentamente capaces de ver (cf. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret II, 321). Él irá poniendo una certeza cada vez más firme en nuestro corazón, en nuestro entendimiento. Cuando se vive cerca de Jesús, se frecuenta su compañía y su trato en la oración, la Eucaristía, la meditación de la Palabra de Dios… vamos siendo capacitados para reconocer su presencia en cualquier lugar y circunstancia de nuestra vida. La mirada se “agudiza” para reconocer las intervenciones de Dios en nuestra vida. Y sin que sepamos muy bien cómo, la convicción interior de que está con nosotros y actuante se nos hace “evidente”, más segura. Y ello nos capacita para vivir con mayor confianza, a asumir los desafíos que surjan en nuestra vida llenos de optimismo y esperanza. El Papa Francisco nos invita a “soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios, atreverse a más, querer comerse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas desafiantes” (Francisco, Exhortación Apostólica, “Christus vivit”, n. 15).
Quienes hemos conocido al Señor siglos después no le hemos visto físicamente, pero sabemos que está con nosotros y, como dijo a sus Apóstoles en la última cena antes de su pasión y muerte, nuestra tristeza se convertirá en gozo (Jn 16, 20). Estad alegres, os lo repito, estad alegres en el Señor (2 Co 13,11), pase lo que pase. “La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza” (Benedicto XVI, “Spe salvi”, 49).
Madre, causa de nuestra alegría, llena nuestro corazón de esperanza, de fe en la resurrección de tu Hijo y de la caridad que el Espíritu Santo derrama en nuestro corazón.
➖ @CatolicosBolivia ➖
Los discípulos de Emaús vuelven convertidos en apóstoles, “contando todo lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan”. Contar su experiencia preparará al resto para sobreponerse a algo inaudito: el mismo Jesús que murió en la Cruz ahora vive. Para superar el terror y “el miedo, creían ver un fantasma” les ofrece pruebas de que es el Señor, no es un “fantasma”. Es el mismo que fue traspasado por los clavos. “Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona”. Les invita a tocarle para que se convenzan ¡Tocar la carne glorificada de Cristo! Qué gran anticipo del cielo.
Además, les ayuda, como a nosotros tantas veces, haciéndonos caer en la cuenta, que todo lo que le sucedió – y lo que nos sucede a nosotros – está dentro de los planes de Dios: “Era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley y en los Profetas y Salmos acerca de mí”. Les abre el entendimiento para que comprendan, para que su fe sea más operativa. Señor, ayuda nuestra falta de fe. Mira, Señor, que tenemos que ser tus testigos. Pon en cada uno la certeza que pusiste en tus Apóstoles.
Cristo vive. Se le puede ver y escuchar. Ningún hecho histórico cuenta con tantos testimonios: se apareció a la vez a más de 500 hermanos, la mayoría de los cuales viven aún (cf. 1 Co 15, 6). También llama a las puertas de nuestro corazón y, si se lo abrimos, nos hace lentamente capaces de ver (cf. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret II, 321). Él irá poniendo una certeza cada vez más firme en nuestro corazón, en nuestro entendimiento. Cuando se vive cerca de Jesús, se frecuenta su compañía y su trato en la oración, la Eucaristía, la meditación de la Palabra de Dios… vamos siendo capacitados para reconocer su presencia en cualquier lugar y circunstancia de nuestra vida. La mirada se “agudiza” para reconocer las intervenciones de Dios en nuestra vida. Y sin que sepamos muy bien cómo, la convicción interior de que está con nosotros y actuante se nos hace “evidente”, más segura. Y ello nos capacita para vivir con mayor confianza, a asumir los desafíos que surjan en nuestra vida llenos de optimismo y esperanza. El Papa Francisco nos invita a “soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios, atreverse a más, querer comerse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas desafiantes” (Francisco, Exhortación Apostólica, “Christus vivit”, n. 15).
Quienes hemos conocido al Señor siglos después no le hemos visto físicamente, pero sabemos que está con nosotros y, como dijo a sus Apóstoles en la última cena antes de su pasión y muerte, nuestra tristeza se convertirá en gozo (Jn 16, 20). Estad alegres, os lo repito, estad alegres en el Señor (2 Co 13,11), pase lo que pase. “La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza” (Benedicto XVI, “Spe salvi”, 49).
Madre, causa de nuestra alegría, llena nuestro corazón de esperanza, de fe en la resurrección de tu Hijo y de la caridad que el Espíritu Santo derrama en nuestro corazón.
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Saludo al Señor Arzobispo Mons. René Leigue Cesarí en su Tercer Aniversario de nombramiento
Una fecha de gracia para el pueblo cruceño https://campanas.iglesiasantacruz.org/wp-content/uploads/2025/04/111-1024x700.jpeg En la memoria de la Iglesia cruceña, el 22 de abril del año 2022 quedará siempre como un día de gracia: el anuncio del Santo Padre Francisco, designando a Mons. René Leigue Cesari como nuevo Arzobispo de Santa Cruz, fue recibido con alegría, esperanza y gratitud por esta comunidad de fe que peregrina en el oriente boliviano. Tres años de una presencia que interpela y brinda un pastoreo cercano y evangélico
https://campanas.iglesiasantacruz.org/wp-content/uploads/2025/04/6-3.jpg
A tres años de aquel anuncio providencial, queremos expresar nuestro saludo fraterno y agradecido a quien, desde entonces, ha asumido el pastoreo con sencillez, cercanía y firmeza evangélica. Su ministerio, arraigado en el amor por los más pobres y en la escucha del Pueblo de Dios, ha sido para nosotros un signo del Reino que ya germina en medio de las tensiones y esperanzas de nuestra historia. Un proceso pastoral que aún se construye con el Pueblo de Dios
https://campanas.iglesiasantacruz.org/wp-content/uploads/2025/01/IMG-20250127-WA0002-576x1024.jpg
Hoy, celebramos este aniversario como parte de un camino que continúa. Nos preparamos también para conmemorar el 23 de junio, fecha en que Mons. René fue solemnemente instalado en la Catedral Metropolitana, asumiendo plenamente la misión de conducir esta Iglesia particular con espíritu sinodal, en comunión con sus sacerdotes, religiosas, agentes pastorales y fieles laicos. Un ministerio confiado al Buen Pastor
https://campanas.iglesiasantacruz.org/wp-content/uploads/2025/04/IMG_8009-1024x683.jpg
Confiamos al Buen Pastor la vida y el ministerio de nuestro Arzobispo, y le pedimos que lo siga fortaleciendo en esta misión que es, al mismo tiempo, servicio y entrega, guía y aprendizaje, palabra y silencio orante.
¡Gracias, Mons. René, por caminar con nosotros!
¡Que el Señor resucitado lo siga colmando de luz, alegría y esperanza!
https://campanas.iglesiasantacruz.org/wp-content/uploads/2025/04/Diapositiva2-8-1024x576.jpg ➖ @CatolicosBolivia ➖
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Saludo al Señor Arzobispo Mons. René Leigue Cesarí en su Tercer Aniversario de nombramiento
Una fecha de gracia para el pueblo cruceño https://campanas.iglesiasantacruz.org/wp-content/uploads/2025/04/111-1024x700.jpeg En la memoria de la Iglesia cruceña, el 22 de abril del año 2022 quedará siempre como un día de gracia: el anuncio del Santo Padre Francisco, designando a Mons. René Leigue Cesari como nuevo Arzobispo de Santa Cruz, fue recibido con alegría, esperanza y gratitud por esta comunidad de fe que peregrina en el oriente boliviano. Tres años de una presencia que interpela y brinda un pastoreo cercano y evangélico
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A tres años de aquel anuncio providencial, queremos expresar nuestro saludo fraterno y agradecido a quien, desde entonces, ha asumido el pastoreo con sencillez, cercanía y firmeza evangélica. Su ministerio, arraigado en el amor por los más pobres y en la escucha del Pueblo de Dios, ha sido para nosotros un signo del Reino que ya germina en medio de las tensiones y esperanzas de nuestra historia. Un proceso pastoral que aún se construye con el Pueblo de Dios
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Hoy, celebramos este aniversario como parte de un camino que continúa. Nos preparamos también para conmemorar el 23 de junio, fecha en que Mons. René fue solemnemente instalado en la Catedral Metropolitana, asumiendo plenamente la misión de conducir esta Iglesia particular con espíritu sinodal, en comunión con sus sacerdotes, religiosas, agentes pastorales y fieles laicos. Un ministerio confiado al Buen Pastor
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Confiamos al Buen Pastor la vida y el ministerio de nuestro Arzobispo, y le pedimos que lo siga fortaleciendo en esta misión que es, al mismo tiempo, servicio y entrega, guía y aprendizaje, palabra y silencio orante.
¡Gracias, Mons. René, por caminar con nosotros!
¡Que el Señor resucitado lo siga colmando de luz, alegría y esperanza!
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Lecturas diarias de la Leccionario de la Misa
Jueves de la octava de Pascua
Primera lectura Hechos 3, 11-26
Como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro les dirigió la palabra:
"Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en él es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud, como pueden observar.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche al profeta, será expulsado del pueblo. Todos los profetas, a partir de Samuel, anunciaron igualmente estos días.
Ustedes son herederos de los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus iniquidades''. Salmo Responsorial Salmo 8, 2a y 5. 6-7. 8-9
R. (2ab) ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro,
tu poder en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes,
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
y todo lo sometiste bajo sus pies.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas,
todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar,
que recorren los caminos de las aguas.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya. Secuencia -- opcional Victimae paschali laudes
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?’’
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua’’.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Aclamación antes del Evangelio Salmo 117, 24
R. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
R.[...]
Jueves de la octava de Pascua
Primera lectura Hechos 3, 11-26
Como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro les dirigió la palabra:
"Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en él es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud, como pueden observar.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche al profeta, será expulsado del pueblo. Todos los profetas, a partir de Samuel, anunciaron igualmente estos días.
Ustedes son herederos de los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus iniquidades''. Salmo Responsorial Salmo 8, 2a y 5. 6-7. 8-9
R. (2ab) ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro,
tu poder en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes,
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
y todo lo sometiste bajo sus pies.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas,
todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar,
que recorren los caminos de las aguas.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya. Secuencia -- opcional Victimae paschali laudes
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?’’
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua’’.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Aclamación antes del Evangelio Salmo 117, 24
R. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
R.[...]
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Lecturas diarias de la Leccionario de la Misa Jueves de la octava de Pascua Primera lectura Hechos 3, 11-26 Como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre…
Aleluya. Evangelio Lucas 24, 35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto".
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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.
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Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto".
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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.
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Santa María de Santa Eufrasia Pelletier, 24 de abril
Rosa Virginia (santa María de Santa Eufrasia Pelletier) nació el 31 de julio de 1796 en la isla de Noirmoutier, Francia, en medio de la Revolución francesa. Fue el lugar elegido por sus padres para refugiarse al producirse el levantamiento de La Vendée. Estos valientes defensores de sacerdotes y religiosos, por cuyas acciones en su favor debieron abandonar su lugar de origen, la bautizaron por su cuenta de forma clandestina.
Cuando la niña tenía un año, el primer presbítero que desembarcó en la costa confirmó el sacramento. El estrecho vínculo que la familia continuó manteniendo con estos confesores de la fe hizo que Rosa creciera bajo el sólido fundamento de la misma. Al recibir la primera comunión sintió la llamada a la consagración.
En 1805 murió una de sus hermanas y al año siguiente su padre. Entonces su madre decidió enviarla a Tours. Quedó bajo el amparo de la madre Pulchérie, fundadora de la Asociación católica. Era una persona estricta con las alumnas. Pero este trato riguroso fue conveniente para la santa, quien a los 17 años, siendo una joven bien parecida, eligió seguir a Cristo.
Desde el principio supo que debía salvar el escollo de su fuerte temperamento. Impulsiva y poco dada a la contención verbal, su tendencia a responder con salidas de tono y un apego al propio criterio ponían su voluntad y vocación en peligroso disparadero. El arrepentimiento y la aflicción que llegaban después, unido a las penitencias que se imponía, revelaban su nobleza.
Pero eran caballos de batalla que le dominaban y si deseaba unirse a Cristo tenía que purificar sus tendencias. Su determinación a luchar era incontestable, y así se lo dijo a su hermana: “Será necesario doblegarme, lo sé, pero seré religiosa”. Lo que vivió en el centro junto a la madre Pulchérie fue un entrenamiento para lo que tendría que asumir.
En esta época tuvo noticias de la existencia del Instituto de Nuestra Señora de la Caridad y del Refugio. San Juan Eudes lo había fundado en 1641 con objeto de proporcionar una vida digna a las mujeres descarriadas (llamadas Magdalenas), y a las que podían caer en redes mafiosas movidas por desaprensivos.
Rosa ingresó en el convento de Tours en 1814 y se le encomendó ser catequista de las jóvenes. En el momento de profesar decidió tomar el nombre de Teresa. Es lógico pensar que la imponente y arrebatadora personalidad de esta mujer castellana que volcó su pasión en Cristo le sedujese.
Que le hiciese creer que con este referente, junto a la gracia, también ella podría escalar las altas cimas de la santidad. Por eso quiso unirla a su persona. Pero a la superiora le pareció excesivo. Teresa de Jesús había sido una santa de tal calibre que juzgó presunción que Rosa Virginia pensase en él para llevarlo en su honor.
“¿Teresa? ¿Tú, Teresa? ¿Una mujer tan grande?¡ ¿Por quién te tienes?! ¿Pretendes igualarla, pobrecita aspirante a la perfección religiosa? Ve a buscar en la ‘Vida de los Santos’ el nombre más humilde y escondido que haya”. Sin mostrar resistencia alguna, humilde y generosa, abrió las páginas del santoral y eligió el nombre de una sencilla mujer que había conquistado la santidad: Eufrasia.
A los 29 años santa María de Santa Eufrasia Pelletier fue designada superiora de la Orden. Pero, poco a poco, iba viendo que la Institución no era para ella. Intuía que debía moverse con horizontes más amplios. “Yo no quiero que se diga que soy francesa. Yo soy italiana, inglesa, alemana, española, americana, africana o hindú.
Yo soy de todos los países donde hay personas que salvar”. En Angers habían solicitado una nueva fundación, y allí se trasladó para vivir en una casa refugio existente en la ciudad denominada “El Buen Pastor”. Su ímpetu apostólico hizo de este centro un lugar fecundo desde el p[...]
Santa María de Santa Eufrasia Pelletier, 24 de abril
Rosa Virginia (santa María de Santa Eufrasia Pelletier) nació el 31 de julio de 1796 en la isla de Noirmoutier, Francia, en medio de la Revolución francesa. Fue el lugar elegido por sus padres para refugiarse al producirse el levantamiento de La Vendée. Estos valientes defensores de sacerdotes y religiosos, por cuyas acciones en su favor debieron abandonar su lugar de origen, la bautizaron por su cuenta de forma clandestina.
Cuando la niña tenía un año, el primer presbítero que desembarcó en la costa confirmó el sacramento. El estrecho vínculo que la familia continuó manteniendo con estos confesores de la fe hizo que Rosa creciera bajo el sólido fundamento de la misma. Al recibir la primera comunión sintió la llamada a la consagración.
En 1805 murió una de sus hermanas y al año siguiente su padre. Entonces su madre decidió enviarla a Tours. Quedó bajo el amparo de la madre Pulchérie, fundadora de la Asociación católica. Era una persona estricta con las alumnas. Pero este trato riguroso fue conveniente para la santa, quien a los 17 años, siendo una joven bien parecida, eligió seguir a Cristo.
Desde el principio supo que debía salvar el escollo de su fuerte temperamento. Impulsiva y poco dada a la contención verbal, su tendencia a responder con salidas de tono y un apego al propio criterio ponían su voluntad y vocación en peligroso disparadero. El arrepentimiento y la aflicción que llegaban después, unido a las penitencias que se imponía, revelaban su nobleza.
Pero eran caballos de batalla que le dominaban y si deseaba unirse a Cristo tenía que purificar sus tendencias. Su determinación a luchar era incontestable, y así se lo dijo a su hermana: “Será necesario doblegarme, lo sé, pero seré religiosa”. Lo que vivió en el centro junto a la madre Pulchérie fue un entrenamiento para lo que tendría que asumir.
En esta época tuvo noticias de la existencia del Instituto de Nuestra Señora de la Caridad y del Refugio. San Juan Eudes lo había fundado en 1641 con objeto de proporcionar una vida digna a las mujeres descarriadas (llamadas Magdalenas), y a las que podían caer en redes mafiosas movidas por desaprensivos.
Rosa ingresó en el convento de Tours en 1814 y se le encomendó ser catequista de las jóvenes. En el momento de profesar decidió tomar el nombre de Teresa. Es lógico pensar que la imponente y arrebatadora personalidad de esta mujer castellana que volcó su pasión en Cristo le sedujese.
Que le hiciese creer que con este referente, junto a la gracia, también ella podría escalar las altas cimas de la santidad. Por eso quiso unirla a su persona. Pero a la superiora le pareció excesivo. Teresa de Jesús había sido una santa de tal calibre que juzgó presunción que Rosa Virginia pensase en él para llevarlo en su honor.
“¿Teresa? ¿Tú, Teresa? ¿Una mujer tan grande?¡ ¿Por quién te tienes?! ¿Pretendes igualarla, pobrecita aspirante a la perfección religiosa? Ve a buscar en la ‘Vida de los Santos’ el nombre más humilde y escondido que haya”. Sin mostrar resistencia alguna, humilde y generosa, abrió las páginas del santoral y eligió el nombre de una sencilla mujer que había conquistado la santidad: Eufrasia.
A los 29 años santa María de Santa Eufrasia Pelletier fue designada superiora de la Orden. Pero, poco a poco, iba viendo que la Institución no era para ella. Intuía que debía moverse con horizontes más amplios. “Yo no quiero que se diga que soy francesa. Yo soy italiana, inglesa, alemana, española, americana, africana o hindú.
Yo soy de todos los países donde hay personas que salvar”. En Angers habían solicitado una nueva fundación, y allí se trasladó para vivir en una casa refugio existente en la ciudad denominada “El Buen Pastor”. Su ímpetu apostólico hizo de este centro un lugar fecundo desde el p[...]
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El escritor religioso de corazón combatiente
Una vez más frente a Kierkegaard (1813-1855). Esta vez a propósito del libro El filósofo del corazón: la inquieta vida de Kierkegaard (Taurus, 2021, Kindle edition) de Claire Carlisle. Una biografía del filósofo danés al hilo de sus diarios, testimonios de quienes le conocieron y sus diversos escritos que nos dan una idea más cercana del contenido y sentido de su pensamiento. Carlisle nos muestra un Kierkegaard de carne y hueso en sus luces y desasosiegos. Consideró que debía volver cristiana a la cristiandad de su época en la que observaba mucha fachada, comodidad y escasa vivencia de fe. Su espíritu se modeló a base de golpe y verso: la sabiduría y severidad de su padre, de un lado y, de otro, la juventud y benevolencia de su querida Regine.
Regine está presente en el principio y fin de su obra escrita en los diez años finales de su corta vida. Le pidió que se casara con él en 1940, un año después rompía su compromiso. Admite que le hizo daño a Regine porque él no se conocía, admite Kierkegaard. No comprendió, en ese tramo de su vida, que ya estaba comprometido con el cristianismo siendo “incapaz de ver que su propia naturaleza le impedía convertirse en marido, en padre, en un burgués convencional, y saber cual sería su lugar en el mundo (p. 246)”. Ella -anota nuestro filósofo- era toda alegría, él, en cambio, estaba aherrojado por su melancolía; con tendencia a sumergirse en el “auténtico sufrimiento cristiano”. “Ella habría perdido pronto su buen humor. Y yo, bueno, nunca habría llegado a ser yo mismo (p. 247)”.
Llegar a ser uno mismo es una de las categorías claves en el pensamiento de Kierkegaard. Nada de hombre-masa, lo que importa es el individuo en particular. Estar en el mundo, sí, pero sin ser mundano. El caballero de la fe vive su relación con Dios en su interior, invisible a la muchedumbre. Vive en el mundo, no se atrinchera en un rincón, actúa como levadura entre sus iguales, sin amoldarse a los valores burgueses convencionales (cfr. p, 79). La desesperación, enfermedad mortal que campea en la sociedad, acecha a toda persona. “Cierta gente -anota Kierkegaard- no puede afrontar su tarea existencial y sucumbe a la melancolía, no quieren llegar a ser ellos; mientras que otros desesperan afirmándose a sí mismos con rebeldía, negándose a reconocer su necesidad de Dios (p. 281)”.
Llegar a ser él mismo es para Kierkegaard un verdadero Via Crucis: renuncia desgarradora al amor de Regine, objeto de burlas por el periódico El Corsario, incomprensión por parte de sus pares, notoria fragilidad de su salud física y anímica. Muy a su pesar, acepta el encargo que Dios le da: “llamar la atención sobre el precio de convertirse en cristiano empezando por Dinamarca, donde todo (la Iglesia estatal, los cargos oficiales, los salarios) se ha ido a pique (p. 286)”. Esta misión lo convierte en el escritor religioso que, pluma en mano, pone en jaque los valores e ideas de la religión luterana de su tiempo, demasiado complaciente a su entender.
Pienso, ahora, en Santa Teresa de Calcuta quien decía que hemos de amar a Cristo, al prójimo desamparado, hasta que duela. Kierkegaard comprendió esta radicalidad del amor. “El cristianismo -dice- no es una doctrina, sino un mensaje de la existencia. (De la ignorancia de esto brotan todos los incordios de la ortodoxia, sus disputas, mientras la existencia se queda exactamente igual que estaba). El cristianismo es un mensaje de la existencia y solo puede manifestarse mediante ella (p. 182)”. Vida, existencia, no sólo mensaje. “Ningún sistema filosófico, ningún acercamiento meramente intelectual, ayuda a un ser humano a vivir en el mundo, a tomar decisiones, a convertirse en sí mismo (p. 189)”. De ahí sus críticas duras contra el stablisment religioso de su época. Mynster le parecía un hombre sin carácter, [...]
El escritor religioso de corazón combatiente
Una vez más frente a Kierkegaard (1813-1855). Esta vez a propósito del libro El filósofo del corazón: la inquieta vida de Kierkegaard (Taurus, 2021, Kindle edition) de Claire Carlisle. Una biografía del filósofo danés al hilo de sus diarios, testimonios de quienes le conocieron y sus diversos escritos que nos dan una idea más cercana del contenido y sentido de su pensamiento. Carlisle nos muestra un Kierkegaard de carne y hueso en sus luces y desasosiegos. Consideró que debía volver cristiana a la cristiandad de su época en la que observaba mucha fachada, comodidad y escasa vivencia de fe. Su espíritu se modeló a base de golpe y verso: la sabiduría y severidad de su padre, de un lado y, de otro, la juventud y benevolencia de su querida Regine.
Regine está presente en el principio y fin de su obra escrita en los diez años finales de su corta vida. Le pidió que se casara con él en 1940, un año después rompía su compromiso. Admite que le hizo daño a Regine porque él no se conocía, admite Kierkegaard. No comprendió, en ese tramo de su vida, que ya estaba comprometido con el cristianismo siendo “incapaz de ver que su propia naturaleza le impedía convertirse en marido, en padre, en un burgués convencional, y saber cual sería su lugar en el mundo (p. 246)”. Ella -anota nuestro filósofo- era toda alegría, él, en cambio, estaba aherrojado por su melancolía; con tendencia a sumergirse en el “auténtico sufrimiento cristiano”. “Ella habría perdido pronto su buen humor. Y yo, bueno, nunca habría llegado a ser yo mismo (p. 247)”.
Llegar a ser uno mismo es una de las categorías claves en el pensamiento de Kierkegaard. Nada de hombre-masa, lo que importa es el individuo en particular. Estar en el mundo, sí, pero sin ser mundano. El caballero de la fe vive su relación con Dios en su interior, invisible a la muchedumbre. Vive en el mundo, no se atrinchera en un rincón, actúa como levadura entre sus iguales, sin amoldarse a los valores burgueses convencionales (cfr. p, 79). La desesperación, enfermedad mortal que campea en la sociedad, acecha a toda persona. “Cierta gente -anota Kierkegaard- no puede afrontar su tarea existencial y sucumbe a la melancolía, no quieren llegar a ser ellos; mientras que otros desesperan afirmándose a sí mismos con rebeldía, negándose a reconocer su necesidad de Dios (p. 281)”.
Llegar a ser él mismo es para Kierkegaard un verdadero Via Crucis: renuncia desgarradora al amor de Regine, objeto de burlas por el periódico El Corsario, incomprensión por parte de sus pares, notoria fragilidad de su salud física y anímica. Muy a su pesar, acepta el encargo que Dios le da: “llamar la atención sobre el precio de convertirse en cristiano empezando por Dinamarca, donde todo (la Iglesia estatal, los cargos oficiales, los salarios) se ha ido a pique (p. 286)”. Esta misión lo convierte en el escritor religioso que, pluma en mano, pone en jaque los valores e ideas de la religión luterana de su tiempo, demasiado complaciente a su entender.
Pienso, ahora, en Santa Teresa de Calcuta quien decía que hemos de amar a Cristo, al prójimo desamparado, hasta que duela. Kierkegaard comprendió esta radicalidad del amor. “El cristianismo -dice- no es una doctrina, sino un mensaje de la existencia. (De la ignorancia de esto brotan todos los incordios de la ortodoxia, sus disputas, mientras la existencia se queda exactamente igual que estaba). El cristianismo es un mensaje de la existencia y solo puede manifestarse mediante ella (p. 182)”. Vida, existencia, no sólo mensaje. “Ningún sistema filosófico, ningún acercamiento meramente intelectual, ayuda a un ser humano a vivir en el mundo, a tomar decisiones, a convertirse en sí mismo (p. 189)”. De ahí sus críticas duras contra el stablisment religioso de su época. Mynster le parecía un hombre sin carácter, [...]
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¿Qué es un cónclave? El proceso que elige al nuevo Papa
La Iglesia Católica vive momentos de profunda reflexión y oración cada vez que la Sede Apostólica queda vacante, ya sea por la muerte o la renuncia del Papa. Este periodo, lejos de ser un vacío, es una oportunidad para que la Iglesia se abra a la acción del Espíritu Santo, confiando en Su guía para elegir al nuevo líder de la comunidad cristiana. La muerte de un Papa, como bien expresaba San Juan Pablo II, es un momento de transición, pero no de desesperanza: “El Papa muere, Cristo no muere”. En este artículo, exploraremos el significado profundo del cónclave, el proceso de elección del Papa, y cómo esta tradición ancestral sigue siendo un acto de fe, esperanza y unidad en la Iglesia. La muerte de un Papa: un tiempo de oración, esperanza y discernimiento
El reciente fallecimiento del Papa Francisco, el 21 de abril de 2025, ha sumido a la Iglesia en un periodo de sede vacante. Este es un momento de dolor, pero también de profunda reflexión, en el que los católicos del mundo entero se unen en oración, pidiendo al Espíritu Santo que ilumine a los cardenales en su tarea de elegir al nuevo Pontífice. La muerte de un Papa, lejos de representar un vacío de liderazgo, es vista por la Iglesia como una invitación a discernir, rezar y esperar con esperanza el nuevo sucesor de San Pedro.
Este proceso de oración y discernimiento es central en el cónclave, donde los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina para buscar la voluntad de Dios en la elección del próximo Papa. ¿Qué es un cónclave?
La palabra «cónclave» proviene del latín cum clave, que significa “con llave”, y hace referencia al hecho de que los cardenales, durante el proceso de elección, son confinados en un espacio cerrado y vigilado, con el fin de garantizar la confidencialidad y el secreto del proceso. Este acto simbólico refleja la seriedad con que la Iglesia se enfrenta a la responsabilidad de elegir al líder espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo. El proceso del cónclave 1. Inicio del período de sede vacante
El Papa Francisco falleció a los 88 años debido a complicaciones por una neumonía bilateral que derivó en un ictus. Tras su muerte, el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, verificó el fallecimiento y destruyó el anillo del pescador y el sello papal, marcando el fin del pontificado. Durante la sede vacante, el camarlengo, junto con el penitenciario mayor, se encarga de la administración de la Santa Sede y de preparar la celebración del cónclave. La Iglesia entra en un período de oración, reflexión y preparación espiritual para la elección del nuevo Papa. 2. Congregaciones generales
Antes de que comience el cónclave, los cardenales se reúnen en las congregaciones generales. Estas reuniones no son vinculantes para la elección del Papa, pero permiten a los cardenales discutir sobre los desafíos de la Iglesia y las cualidades que debería tener el próximo Pontífice. Durante este tiempo, los cardenales oran por la dirección del Espíritu Santo y buscan la unidad en la visión que deben tener del futuro de la Iglesia. 3. Convocatoria del cónclave
El cónclave se convoca formalmente por el decano del Colegio Cardenalicio. La elección debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa, para permitir la llegada de todos los cardenales electores a Roma. Este período de espera, más que un vacío, es una oportunidad para que la Iglesia se prepare espiritualmente, reforzando su confianza en que el Espíritu Santo guiará la elección de un nuevo Papa. 4. El proceso de votación
El cónclave tiene lugar en la Capilla Sixtina, un lugar cargado de historia y espiritualidad. Durante el cónclave, los cardenales se encierran y realizan hasta cuatro votaciones diarias (dos por [...]
¿Qué es un cónclave? El proceso que elige al nuevo Papa
La Iglesia Católica vive momentos de profunda reflexión y oración cada vez que la Sede Apostólica queda vacante, ya sea por la muerte o la renuncia del Papa. Este periodo, lejos de ser un vacío, es una oportunidad para que la Iglesia se abra a la acción del Espíritu Santo, confiando en Su guía para elegir al nuevo líder de la comunidad cristiana. La muerte de un Papa, como bien expresaba San Juan Pablo II, es un momento de transición, pero no de desesperanza: “El Papa muere, Cristo no muere”. En este artículo, exploraremos el significado profundo del cónclave, el proceso de elección del Papa, y cómo esta tradición ancestral sigue siendo un acto de fe, esperanza y unidad en la Iglesia. La muerte de un Papa: un tiempo de oración, esperanza y discernimiento
El reciente fallecimiento del Papa Francisco, el 21 de abril de 2025, ha sumido a la Iglesia en un periodo de sede vacante. Este es un momento de dolor, pero también de profunda reflexión, en el que los católicos del mundo entero se unen en oración, pidiendo al Espíritu Santo que ilumine a los cardenales en su tarea de elegir al nuevo Pontífice. La muerte de un Papa, lejos de representar un vacío de liderazgo, es vista por la Iglesia como una invitación a discernir, rezar y esperar con esperanza el nuevo sucesor de San Pedro.
Este proceso de oración y discernimiento es central en el cónclave, donde los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina para buscar la voluntad de Dios en la elección del próximo Papa. ¿Qué es un cónclave?
La palabra «cónclave» proviene del latín cum clave, que significa “con llave”, y hace referencia al hecho de que los cardenales, durante el proceso de elección, son confinados en un espacio cerrado y vigilado, con el fin de garantizar la confidencialidad y el secreto del proceso. Este acto simbólico refleja la seriedad con que la Iglesia se enfrenta a la responsabilidad de elegir al líder espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo. El proceso del cónclave 1. Inicio del período de sede vacante
El Papa Francisco falleció a los 88 años debido a complicaciones por una neumonía bilateral que derivó en un ictus. Tras su muerte, el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, verificó el fallecimiento y destruyó el anillo del pescador y el sello papal, marcando el fin del pontificado. Durante la sede vacante, el camarlengo, junto con el penitenciario mayor, se encarga de la administración de la Santa Sede y de preparar la celebración del cónclave. La Iglesia entra en un período de oración, reflexión y preparación espiritual para la elección del nuevo Papa. 2. Congregaciones generales
Antes de que comience el cónclave, los cardenales se reúnen en las congregaciones generales. Estas reuniones no son vinculantes para la elección del Papa, pero permiten a los cardenales discutir sobre los desafíos de la Iglesia y las cualidades que debería tener el próximo Pontífice. Durante este tiempo, los cardenales oran por la dirección del Espíritu Santo y buscan la unidad en la visión que deben tener del futuro de la Iglesia. 3. Convocatoria del cónclave
El cónclave se convoca formalmente por el decano del Colegio Cardenalicio. La elección debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa, para permitir la llegada de todos los cardenales electores a Roma. Este período de espera, más que un vacío, es una oportunidad para que la Iglesia se prepare espiritualmente, reforzando su confianza en que el Espíritu Santo guiará la elección de un nuevo Papa. 4. El proceso de votación
El cónclave tiene lugar en la Capilla Sixtina, un lugar cargado de historia y espiritualidad. Durante el cónclave, los cardenales se encierran y realizan hasta cuatro votaciones diarias (dos por [...]
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Exaudi Santa María de Santa Eufrasia Pelletier, 24 de abril Rosa Virginia (santa María de Santa Eufrasia Pelletier) nació el 31 de julio de 1796 en la isla de Noirmoutier, Francia, en medio de la Revolución francesa. Fue el lugar elegido por sus padres para…
rincipio.
Movida por él, solía decir: “Nuestra vida debe ser siempre el celo; y este celo debe abrazar al mundo entero”. A los cuatro meses tenían más de ochenta nuevas vocaciones, una comunidad de contemplativas y una segunda rama que ha perdurado hasta nuestros días.
Debía volver a Tours, pero la gente que la quería se opuso a su partida. Entre tanto, se percató de la conveniencia de fundar un generalato. Salía al paso de eventuales dificultades que podrían surgir si cada casa dependía de un prelado distinto. Además, juzgó que si existía una superiora general podría cubrir las necesidades que surgieran trasladando a las religiosas donde fuese conveniente.
No tardaron en saltar a la palestra murmuraciones, incomprensiones y signos de desaprobación de quienes no compartían la obra. Fueron especialmente ácidos al ser elegida unánimemente por todas las religiosas como superiora general. “Me habéis nombrado superiora: soy indigna de ello, estoy confusa; pero en fin, ya que soy la superiora, fundaremos las ‘Magdalenas’”.
La acusaron, entre otras cosas, de ambición personal, afán de poder, espíritu de innovación… Fueron momentos de gran dolor, una prueba que afrontaba confiada en Dios. Una noche escribió al Papa: “Si el Santo Padre encuentra dificultad en que yo sea la superiora general, me someto humildemente”.
Las peticiones para que abriera fundaciones en otros lugares, incluida Roma, no cesaban y el pontífice Gregorio XVI le dio su bendición en 1835: “Ahora voy a ser yo quien va a sostener vuestro Instituto”. Con su aquiescencia puso en marcha la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor.
Erigió en vida más de cien casas en casi todos los continentes, sin viajar y sin los medios de comunicación que existirían después. Como aquello que se ama es por lo que se lucha y se da la vida, sus hermanas eran sostén y aliento en su dulce caminar junto a Cristo:
“Como he dado a luz a mis hijas en la cruz, las quiero más que a mí misma. Mi amor tiene sus raíces en Dios y en el conocimiento de mi propia miseria, pues comprendo que a la edad en que hacen la profesión, yo no hubiese sido capaz de soportar tantas privaciones y un trabajo tan duro”. Murió en Angers el 24 abril de 1868. Pío X la beatificó el 30 de abril de 1933. Y Pío XII la canonizó el 2 de mayo de 1940.
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© Isabel Orellana Vilches, 2018
Autora vinculada a
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Obra protegida por derechos de autor.
Inscrita en el Registro de la Propiedad Intelectual el 24 de noviembre de 2014.
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Derechos de edición reservados:
Fundación Fernando Rielo
Goya 20, 4.º izq. int. 28001 Madrid
Tlf.: (34) 91 575 40 91
Correo electrónico: fundacion@rielo.com
Depósito legal: M-18664-2020
ISBN: 978-84-946646-6-3
La entrada Santa María de Santa Eufrasia Pelletier, 24 de abril se publicó primero en Exaudi.
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Movida por él, solía decir: “Nuestra vida debe ser siempre el celo; y este celo debe abrazar al mundo entero”. A los cuatro meses tenían más de ochenta nuevas vocaciones, una comunidad de contemplativas y una segunda rama que ha perdurado hasta nuestros días.
Debía volver a Tours, pero la gente que la quería se opuso a su partida. Entre tanto, se percató de la conveniencia de fundar un generalato. Salía al paso de eventuales dificultades que podrían surgir si cada casa dependía de un prelado distinto. Además, juzgó que si existía una superiora general podría cubrir las necesidades que surgieran trasladando a las religiosas donde fuese conveniente.
No tardaron en saltar a la palestra murmuraciones, incomprensiones y signos de desaprobación de quienes no compartían la obra. Fueron especialmente ácidos al ser elegida unánimemente por todas las religiosas como superiora general. “Me habéis nombrado superiora: soy indigna de ello, estoy confusa; pero en fin, ya que soy la superiora, fundaremos las ‘Magdalenas’”.
La acusaron, entre otras cosas, de ambición personal, afán de poder, espíritu de innovación… Fueron momentos de gran dolor, una prueba que afrontaba confiada en Dios. Una noche escribió al Papa: “Si el Santo Padre encuentra dificultad en que yo sea la superiora general, me someto humildemente”.
Las peticiones para que abriera fundaciones en otros lugares, incluida Roma, no cesaban y el pontífice Gregorio XVI le dio su bendición en 1835: “Ahora voy a ser yo quien va a sostener vuestro Instituto”. Con su aquiescencia puso en marcha la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor.
Erigió en vida más de cien casas en casi todos los continentes, sin viajar y sin los medios de comunicación que existirían después. Como aquello que se ama es por lo que se lucha y se da la vida, sus hermanas eran sostén y aliento en su dulce caminar junto a Cristo:
“Como he dado a luz a mis hijas en la cruz, las quiero más que a mí misma. Mi amor tiene sus raíces en Dios y en el conocimiento de mi propia miseria, pues comprendo que a la edad en que hacen la profesión, yo no hubiese sido capaz de soportar tantas privaciones y un trabajo tan duro”. Murió en Angers el 24 abril de 1868. Pío X la beatificó el 30 de abril de 1933. Y Pío XII la canonizó el 2 de mayo de 1940.
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Exaudi El escritor religioso de corazón combatiente Una vez más frente a Kierkegaard (1813-1855). Esta vez a propósito del libro El filósofo del corazón: la inquieta vida de Kierkegaard (Taurus, 2021, Kindle edition) de Claire Carlisle. Una biografía del…
un orador, un retórico. Martensen no queda mejor. “Jugó a ser cristiano de la misma manera que los niños juegan a ser soldados, completamente a salvo de cualquier peligro (p. 316)”.
Kierkegaard, en cambio, puso toda la carne en el asador, consumiendo su vida en el combate de la autenticidad. Dedicó su vida a la empresa quijotesca de despertar la conciencia de lo que significa ser humano y cristiano. Hacia el final de su vida, enfermo, pobre, deja como beneficiaria a Regine del poco patrimonio que le quedaba. Al filo de la muerte le dice a su amigo Emil: “ruega por mí para que termine pronto… Lo más importante es estar lo más cerca de Dios (p. 329)”. Así vivió Kierkegaard, el filósofo del corazón, caballero de la fe, Sócrates de la cristiandad, defensor del individuo en particular, amante sufrido, testigo de la autenticidad hasta que duela.
https://www.exaudi.org/wp-content/uploads/2025/04/Francisco-Bobadilla-1.jpg
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Kierkegaard, en cambio, puso toda la carne en el asador, consumiendo su vida en el combate de la autenticidad. Dedicó su vida a la empresa quijotesca de despertar la conciencia de lo que significa ser humano y cristiano. Hacia el final de su vida, enfermo, pobre, deja como beneficiaria a Regine del poco patrimonio que le quedaba. Al filo de la muerte le dice a su amigo Emil: “ruega por mí para que termine pronto… Lo más importante es estar lo más cerca de Dios (p. 329)”. Así vivió Kierkegaard, el filósofo del corazón, caballero de la fe, Sócrates de la cristiandad, defensor del individuo en particular, amante sufrido, testigo de la autenticidad hasta que duela.
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Info católica 📳🇧🇴
Exaudi ¿Qué es un cónclave? El proceso que elige al nuevo Papa La Iglesia Católica vive momentos de profunda reflexión y oración cada vez que la Sede Apostólica queda vacante, ya sea por la muerte o la renuncia del Papa. Este periodo, lejos de ser un vacío…
la mañana y dos por la tarde). Para que un candidato sea elegido, debe obtener dos tercios de los votos. Si no se alcanza este umbral, se siguen realizando votaciones hasta que se logre el consenso.
Este proceso no es solo un acto político o administrativo. Cada voto, cada deliberación, está envuelta en oración y discernimiento. La elección del Papa no se basa únicamente en las cualidades humanas de los candidatos, sino también en la sensibilidad espiritual de los cardenales, que buscan la voluntad de Dios. 5. El anuncio de la elección
Una vez elegido el nuevo Papa, se le pregunta si acepta la elección y qué nombre desea adoptar. Si acepta, en ese momento se convierte oficialmente en el nuevo Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro. La noticia de la elección se anuncia a través del famoso rito del habemus Papam, cuando el Protodiácono se presenta en el balcón de la Basílica de San Pedro y proclama al mundo: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam” (“Os anuncio una gran alegría: ¡tenemos Papa!”). Lo que ocurre después de la elección: el primer acto del nuevo Papa
Una vez que el cónclave ha elegido al nuevo Papa, se inicia un profundo momento de oración y reflexión. Aunque el proceso de elección haya culminado, el momento más solemne del pontificado comienza con los primeros pasos del nuevo Papa. La Sala de las Lágrimas
Tras la proclamación de su elección, el nuevo Papa es llevado a la Sala de las Lágrimas en el Palacio Apostólico. Este lugar es de gran significancia, pues se dice que es donde el Papa se retira brevemente para reflexionar sobre la inmensa responsabilidad que acaba de asumir. Se dice que es el espacio en el que, al asumir el poder papal, el Papa tiene un momento privado para llorar y pedir al Espíritu Santo la gracia necesaria para guiar a la Iglesia. Es un rito lleno de simbolismo, un momento de humildad ante la carga de su misión. Visita a la Capilla Paulina
Después de este tiempo de recogimiento en la Sala de las Lágrimas, el Papa se dirige a la Capilla Paulina, que se encuentra dentro del Vaticano. En este santuario, el nuevo Papa se toma un tiempo para rezar y poner su pontificado bajo la protección de Dios. La Capilla Paulina es especialmente significativa debido a que en ella se celebran las primeras misas papales y es un lugar de intensa oración en el corazón de la Iglesia. Es en este espacio donde el Papa se encomienda a Dios, buscando la fuerza espiritual necesaria para afrontar los retos que se le presentarán durante su pontificado. El saludo al pueblo desde el balcón de la Basílica de San Pedro
Finalmente, después de estos momentos de oración, el Papa emerge al balcón central de la Basílica de San Pedro para saludar al pueblo reunido en la Plaza de San Pedro. Es un momento histórico, no solo porque se confirma oficialmente su elección, sino porque es el primer contacto del Papa con el pueblo cristiano. Desde allí, el Papa se dirige a los fieles con un mensaje de unidad, esperanza y misión. Este acto representa la presencia del Papa como guía espiritual de la Iglesia universal, y su primer acto público marca el inicio de su pontificado. La importancia del cónclave
El cónclave, más allá de ser un proceso técnico, es un acto de fe en el que la Iglesia se somete a la acción del Espíritu Santo. La elección del Papa no es simplemente una cuestión de administración eclesiástica, sino un momento de renovación espiritual para la Iglesia. Como afirma San Juan Pablo II, “El Papa muere, Cristo no muere”. La muerte de un Papa no es el final, sino una invitación a la renovación y a la esperanza en Cristo, quien es el fundamento inquebrantable de la Iglesia.
Durante el cónclave, los cardenales se entregan a la oración, buscando la voluntad de Dios y asegurándose de que el elegido sea verdaderamente el hombre que guiará a la Iglesia con sabiduría, fortaleza y humildad. El Espíritu Santo, presente en cada votación, es el que, al final, lleva a la Iglesia a elegir al nuevo Sucesor de Pedro, quien to[...]
Este proceso no es solo un acto político o administrativo. Cada voto, cada deliberación, está envuelta en oración y discernimiento. La elección del Papa no se basa únicamente en las cualidades humanas de los candidatos, sino también en la sensibilidad espiritual de los cardenales, que buscan la voluntad de Dios. 5. El anuncio de la elección
Una vez elegido el nuevo Papa, se le pregunta si acepta la elección y qué nombre desea adoptar. Si acepta, en ese momento se convierte oficialmente en el nuevo Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro. La noticia de la elección se anuncia a través del famoso rito del habemus Papam, cuando el Protodiácono se presenta en el balcón de la Basílica de San Pedro y proclama al mundo: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam” (“Os anuncio una gran alegría: ¡tenemos Papa!”). Lo que ocurre después de la elección: el primer acto del nuevo Papa
Una vez que el cónclave ha elegido al nuevo Papa, se inicia un profundo momento de oración y reflexión. Aunque el proceso de elección haya culminado, el momento más solemne del pontificado comienza con los primeros pasos del nuevo Papa. La Sala de las Lágrimas
Tras la proclamación de su elección, el nuevo Papa es llevado a la Sala de las Lágrimas en el Palacio Apostólico. Este lugar es de gran significancia, pues se dice que es donde el Papa se retira brevemente para reflexionar sobre la inmensa responsabilidad que acaba de asumir. Se dice que es el espacio en el que, al asumir el poder papal, el Papa tiene un momento privado para llorar y pedir al Espíritu Santo la gracia necesaria para guiar a la Iglesia. Es un rito lleno de simbolismo, un momento de humildad ante la carga de su misión. Visita a la Capilla Paulina
Después de este tiempo de recogimiento en la Sala de las Lágrimas, el Papa se dirige a la Capilla Paulina, que se encuentra dentro del Vaticano. En este santuario, el nuevo Papa se toma un tiempo para rezar y poner su pontificado bajo la protección de Dios. La Capilla Paulina es especialmente significativa debido a que en ella se celebran las primeras misas papales y es un lugar de intensa oración en el corazón de la Iglesia. Es en este espacio donde el Papa se encomienda a Dios, buscando la fuerza espiritual necesaria para afrontar los retos que se le presentarán durante su pontificado. El saludo al pueblo desde el balcón de la Basílica de San Pedro
Finalmente, después de estos momentos de oración, el Papa emerge al balcón central de la Basílica de San Pedro para saludar al pueblo reunido en la Plaza de San Pedro. Es un momento histórico, no solo porque se confirma oficialmente su elección, sino porque es el primer contacto del Papa con el pueblo cristiano. Desde allí, el Papa se dirige a los fieles con un mensaje de unidad, esperanza y misión. Este acto representa la presencia del Papa como guía espiritual de la Iglesia universal, y su primer acto público marca el inicio de su pontificado. La importancia del cónclave
El cónclave, más allá de ser un proceso técnico, es un acto de fe en el que la Iglesia se somete a la acción del Espíritu Santo. La elección del Papa no es simplemente una cuestión de administración eclesiástica, sino un momento de renovación espiritual para la Iglesia. Como afirma San Juan Pablo II, “El Papa muere, Cristo no muere”. La muerte de un Papa no es el final, sino una invitación a la renovación y a la esperanza en Cristo, quien es el fundamento inquebrantable de la Iglesia.
Durante el cónclave, los cardenales se entregan a la oración, buscando la voluntad de Dios y asegurándose de que el elegido sea verdaderamente el hombre que guiará a la Iglesia con sabiduría, fortaleza y humildad. El Espíritu Santo, presente en cada votación, es el que, al final, lleva a la Iglesia a elegir al nuevo Sucesor de Pedro, quien to[...]