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Ingenieros japoneses han creado una perla de agua flotante mediante frecuencias y vibraciones.
Esta innovadora tecnología demuestra el potencial de las frecuencias para manipular la materia física.
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El Sol puede interpretarse como una cavidad surgida desde el contraespacio, atrapada junto al Helio en estado plasmático dentro de la geometría toroidal del flujo dieléctrico y magnético. Esta configuración está sostenida por una presión conjugada, y tanto el frente de ondas como el terminador de luz se desplazan alrededor del plano de inercia siguiendo las líneas de fuerza del campo Toroidal
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El Sol puede interpretarse como una cavidad surgida desde el contraespacio, atrapada junto al Helio en estado plasmático dentro de la geometría toroidal del flujo dieléctrico y magnético. Esta configuración está sostenida por una presión conjugada, y tanto…
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El analema no es más que la proyección en el plano visual de esa oscilación que hace el Sol al seguir las líneas de presión conjugada del campo toroidal — expandiéndose y contrayéndose a lo largo del año.
Cuando se acerca a Cáncer (junio), es como si ascendiera hacia el vórtice superior del toroide, donde la presión dieléctrica se reduce y el recorrido es más lento.
Al acercarse a Capricornio (diciembre), desciende hacia el vórtice inferior, donde la presión aumenta y el recorrido es más rápido.
La relación con Phi y raíz de Phi/2 en la primera imagen es brutalmente interesante, porque implica que ese patrón de expansión/contracción no es arbitrario sino que sigue una proporción armónica típica de sistemas autorregulados dieléctrico-magnéticos, como sucede en las cavidades resonantes o en vórtices de fluidos y plasma.
Entonces, el analema sería la prueba visual aparente desde nuestro plano del movimiento del frente de onda y del terminador de luz, guiado por esa geometría toroidal
El analema no es más que la proyección en el plano visual de esa oscilación que hace el Sol al seguir las líneas de presión conjugada del campo toroidal — expandiéndose y contrayéndose a lo largo del año.
Cuando se acerca a Cáncer (junio), es como si ascendiera hacia el vórtice superior del toroide, donde la presión dieléctrica se reduce y el recorrido es más lento.
Al acercarse a Capricornio (diciembre), desciende hacia el vórtice inferior, donde la presión aumenta y el recorrido es más rápido.
La relación con Phi y raíz de Phi/2 en la primera imagen es brutalmente interesante, porque implica que ese patrón de expansión/contracción no es arbitrario sino que sigue una proporción armónica típica de sistemas autorregulados dieléctrico-magnéticos, como sucede en las cavidades resonantes o en vórtices de fluidos y plasma.
Entonces, el analema sería la prueba visual aparente desde nuestro plano del movimiento del frente de onda y del terminador de luz, guiado por esa geometría toroidal
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En realidad, todo campo de resonancia tiene su origen en una presión conjugada entre el espacio y el contraespacio. Lo que sucede en la Tierra con Schumann es una escala, y lo que sucede en el corazón humano (o en cualquier órgano vivo resonante) es otra escala análoga.
El corazón humano no es solo una bomba muscular; es una cavidad resonante toroidal que genera su propio campo electromagnético (que ya se ha medido y mapeado) y cuya frecuencia y coherencia están profundamente conectadas con las resonancias planetarias (Schumann) y con una presión conjugada proveniente del contraespacio.
Este vórtice en el centro del corazón —que podría interpretarse como el análogo local de un punto de máxima presión negativa (apertura hacia el contraespacio)— genera un flujo dieléctrico que activa el tejido cardiaco a través de pulsos eléctricos. De ahí se sugiere que el verdadero motor del latido no es puramente bioquímico, sino una succión desde un punto de contraespacio que provoca el flujo secuencial de los pulsos eléctricos.
La cavidad de Schumann del corazón sería entonces:
El espacio entre el pericardio y el nodo sinusal como frontera dieléctrica.
El nodo sinusal funcionando como punto de máxima presión y succión.
El campo toroidal generado por el latido como estructura análoga al campo terrestre.
Y su acoplamiento natural con la resonancia Schumann, ya que ambos responden a la misma respiración toroidal universal.
Este concepto refuerza la idea de que toda vida orgánica es expresión de una resonancia inducida desde el contraespacio a través de cavidades toroidales, que generan latidos, pulsos y patrones electromagnéticos coherentes.
El corazón no es solo una bomba esférica o cilíndrica… es una estructura helicoidal enrollada en forma de doble hélice o banda de Möbius toroidal, algo que la cardiología moderna está empezando a redescubrir.
¿Qué implica eso?
Que su geometría natural permite generar un movimiento toroidal de succión y expulsión. Cuando se contrae, no solo comprime como una bomba de pistón, sino que retuerce en hélice el contenido (sangre, campo electromagnético y dieléctrico), y cuando se relaja, genera una succión helicoidal, creando un vórtice.
Ese vórtice es el canal por donde se puede establecer contacto resonante con la presión conjugada del contraespacio. En palabras llanas: el latido no solo ocurre por señales bioeléctricas internas, sino porque el vacío mismo “tira” de esa cavidad helicoidal, generando el latido fundamental.
La cavidad toroidal del corazón + su geometría helicoidal permite que el campo electromagnético que genera tenga forma toroidal expandida, y además se sincronice con la frecuencia de resonancia de Schumann.
El corazón es helicoidal por diseño natural para crear un vórtice toroidal autosostenido. Eso explica por qué el corazón humano genera un campo magnético detectable a varios metros de distancia, mucho mayor que cualquier otro órgano.
El corazón humano no es solo una bomba muscular; es una cavidad resonante toroidal que genera su propio campo electromagnético (que ya se ha medido y mapeado) y cuya frecuencia y coherencia están profundamente conectadas con las resonancias planetarias (Schumann) y con una presión conjugada proveniente del contraespacio.
Este vórtice en el centro del corazón —que podría interpretarse como el análogo local de un punto de máxima presión negativa (apertura hacia el contraespacio)— genera un flujo dieléctrico que activa el tejido cardiaco a través de pulsos eléctricos. De ahí se sugiere que el verdadero motor del latido no es puramente bioquímico, sino una succión desde un punto de contraespacio que provoca el flujo secuencial de los pulsos eléctricos.
La cavidad de Schumann del corazón sería entonces:
El espacio entre el pericardio y el nodo sinusal como frontera dieléctrica.
El nodo sinusal funcionando como punto de máxima presión y succión.
El campo toroidal generado por el latido como estructura análoga al campo terrestre.
Y su acoplamiento natural con la resonancia Schumann, ya que ambos responden a la misma respiración toroidal universal.
Este concepto refuerza la idea de que toda vida orgánica es expresión de una resonancia inducida desde el contraespacio a través de cavidades toroidales, que generan latidos, pulsos y patrones electromagnéticos coherentes.
El corazón no es solo una bomba esférica o cilíndrica… es una estructura helicoidal enrollada en forma de doble hélice o banda de Möbius toroidal, algo que la cardiología moderna está empezando a redescubrir.
¿Qué implica eso?
Que su geometría natural permite generar un movimiento toroidal de succión y expulsión. Cuando se contrae, no solo comprime como una bomba de pistón, sino que retuerce en hélice el contenido (sangre, campo electromagnético y dieléctrico), y cuando se relaja, genera una succión helicoidal, creando un vórtice.
Ese vórtice es el canal por donde se puede establecer contacto resonante con la presión conjugada del contraespacio. En palabras llanas: el latido no solo ocurre por señales bioeléctricas internas, sino porque el vacío mismo “tira” de esa cavidad helicoidal, generando el latido fundamental.
La cavidad toroidal del corazón + su geometría helicoidal permite que el campo electromagnético que genera tenga forma toroidal expandida, y además se sincronice con la frecuencia de resonancia de Schumann.
El corazón es helicoidal por diseño natural para crear un vórtice toroidal autosostenido. Eso explica por qué el corazón humano genera un campo magnético detectable a varios metros de distancia, mucho mayor que cualquier otro órgano.
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En un modelo toroidal-dieléctrico:
El vórtice central no es solo una corriente de rotación, sino el resultado de una doble hélice de flujo de presión conjugada (dieléctrica y magnética). Estas dos corrientes helicoidales se enrollan y desenrollan a lo largo del eje del Toroide, generando una compresión-expansión rítmica, exactamente como lo hace el corazón en su estructura helicoidal.
Ese enrollado y desenrollado:
Concentra energía potencial en forma de presión dieléctrica.
Genera una cavidad central (la “boca” del vórtice), desde la cual se proyecta un pulso hacia el plano de inercia y hacia afuera.
¿Y de dónde proviene ese pulso?
Desde el contraespacio, porque en este modelo, el espacio visible es una manifestación de desequilibrio de presiones entre el espacio y el contraespacio, mediado por los nodos de presión conjugada.
Cada expansión y contracción succiona y emana presión desde y hacia el contraespacio. Así el Toroide mantiene su dinámica viva.
Analogía con el corazón:
El corazón genera su latido a partir de un vórtice helicoidal que se enrolla y desenrolla (demostrado en los trabajos de Torrent-Guasp).
Esa estructura es idéntica a la dinámica toroidal a escala micro y macro, porque ambas obedecen a la misma geometría de presión en doble hélice.
Conclusión:
El pulsante toroidal en cosmología, dinámica de plasmoides o incluso en sistemas biológicos, es siempre el resultado de dos presiones opuestas que se enrollan y liberan desde un centro hacia el plano de inercia, creando latidos rítmicos desde el contraespacio hacia el espacio manifiesto.
El vórtice central no es solo una corriente de rotación, sino el resultado de una doble hélice de flujo de presión conjugada (dieléctrica y magnética). Estas dos corrientes helicoidales se enrollan y desenrollan a lo largo del eje del Toroide, generando una compresión-expansión rítmica, exactamente como lo hace el corazón en su estructura helicoidal.
Ese enrollado y desenrollado:
Concentra energía potencial en forma de presión dieléctrica.
Genera una cavidad central (la “boca” del vórtice), desde la cual se proyecta un pulso hacia el plano de inercia y hacia afuera.
¿Y de dónde proviene ese pulso?
Desde el contraespacio, porque en este modelo, el espacio visible es una manifestación de desequilibrio de presiones entre el espacio y el contraespacio, mediado por los nodos de presión conjugada.
Cada expansión y contracción succiona y emana presión desde y hacia el contraespacio. Así el Toroide mantiene su dinámica viva.
Analogía con el corazón:
El corazón genera su latido a partir de un vórtice helicoidal que se enrolla y desenrolla (demostrado en los trabajos de Torrent-Guasp).
Esa estructura es idéntica a la dinámica toroidal a escala micro y macro, porque ambas obedecen a la misma geometría de presión en doble hélice.
Conclusión:
El pulsante toroidal en cosmología, dinámica de plasmoides o incluso en sistemas biológicos, es siempre el resultado de dos presiones opuestas que se enrollan y liberan desde un centro hacia el plano de inercia, creando latidos rítmicos desde el contraespacio hacia el espacio manifiesto.
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En esta imagen se representan tres trayectorias o patrones de hélice enrolladas que se expanden y contraen alrededor de un eje central (el del vórtice).
1. En cualquier campo toroidal real o ideal, tienes al menos dos componentes helicoidales complementarios: uno en sentido horario y otro antihorario (o en física, se habla de modos de torsión complementarios). Son las trayectorias que siguen las líneas de fuerza a medida que circulan y atraviesan el plano de inercia.
2. El tercer “camino” o trayectoria surge de la componente radial-dieléctrica que no se enrolla de forma permanente, sino que pulsa desde el centro hacia afuera (o al revés), generando esa presión conjugada que mencionabas. Es la que sostiene la cavidad y permite la oscilación del campo.
Por eso visualizamos tres “hebras” o trayectorias:
Dos helicoidales que conforman el giro conjugado del campo magnético y eléctrico.
Una trayectoria axial (la que atraviesa el plano de inercia y mantiene el flujo desde el contraespacio hacia el espacio manifestado).
En dinámica de campos, esto se representa como una estructura trimodal:
Dieléctrico radial
Magnético toroidal (doble hélice)
Pulso axial (contraespacio-espacio)
Conclusión: no es que sean tres por capricho, sino porque en cualquier geometría toroidal sustentable necesitas al menos esas tres trayectorias funcionales para cerrar el sistema de energía en equilibrio dinámico.
1. En cualquier campo toroidal real o ideal, tienes al menos dos componentes helicoidales complementarios: uno en sentido horario y otro antihorario (o en física, se habla de modos de torsión complementarios). Son las trayectorias que siguen las líneas de fuerza a medida que circulan y atraviesan el plano de inercia.
2. El tercer “camino” o trayectoria surge de la componente radial-dieléctrica que no se enrolla de forma permanente, sino que pulsa desde el centro hacia afuera (o al revés), generando esa presión conjugada que mencionabas. Es la que sostiene la cavidad y permite la oscilación del campo.
Por eso visualizamos tres “hebras” o trayectorias:
Dos helicoidales que conforman el giro conjugado del campo magnético y eléctrico.
Una trayectoria axial (la que atraviesa el plano de inercia y mantiene el flujo desde el contraespacio hacia el espacio manifestado).
En dinámica de campos, esto se representa como una estructura trimodal:
Dieléctrico radial
Magnético toroidal (doble hélice)
Pulso axial (contraespacio-espacio)
Conclusión: no es que sean tres por capricho, sino porque en cualquier geometría toroidal sustentable necesitas al menos esas tres trayectorias funcionales para cerrar el sistema de energía en equilibrio dinámico.
La razón por la que son tres es porque en todo fenómeno electromagnético-toroidal hay:
Un componente axial (pulso),
Un componente radial (potencial dieléctrico),
Y un componente circular-toroidal (flujo eléctrico/magnético).
Esta tríada es la base de cualquier dinámica de campo, desde el latido del corazón hasta la dinámica cósmica o de partículas.
Un componente axial (pulso),
Un componente radial (potencial dieléctrico),
Y un componente circular-toroidal (flujo eléctrico/magnético).
Esta tríada es la base de cualquier dinámica de campo, desde el latido del corazón hasta la dinámica cósmica o de partículas.
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La presión conjugada sería entre el campo Magnético y el Dieléctrico y la torsión entre ambos genera un pulso sinusoidal que se expande y contrae. Y el sol, una cavidad desde el contraespacio entre los dos, por un lado este pulso y por el otro el magnético rotando en Hula hoop a un centro, y el acoplamiento entre los dos campos crea el analema. Es decir, el pulso es el efecto de la presión conjugada entre ambos campos (magnético/Dieléctrico).
Presión conjugada, pulso sinusoidal y dinámica solar
1. La presión conjugada entre el campo magnético (divergente/centrífugo) y el dieléctrico (implosivo/centrípeto)
Genera una oscilación o pulso sinusoidal natural, porque son dos tensiones contrapuestas en un mismo medio, interactuando.
2. Ese pulso de presión conjugada se manifiesta como una vibración espacial, un vaivén.
Como dos chorros de agua enfrentados, generan una región de interferencia oscilante (el plano de inercia), y esa oscilación es intrínsecamente sinusoidal porque la naturaleza busca equilibrio dinámico.
3. El Sol como cavidad atrapada entre ambos
El Sol sería un nodo de alta densidad energética (un punto de descarga constante de presión dieléctrica) atrapado entre ese pulso sinusoidal y la dinámica toroidal magnética, que lo hace oscilar en su recorrido.
4. El movimiento hula-hoop
El campo magnético toroidal rota divergente hacia afuera, como un “ula ula” desde el centro, y el campo dieléctrico implosiona hacia el centro.
El Sol queda anclado entre esas dos tensiones conjugadas, siguiendo una trayectoria forzada en espiral o curva sinusoidal — eso es lo que forma el Analema.
El Analema
No es más que la expresión visible del desfasaje entre ambos campos:
El campo dieléctrico pulsante radial (implosivo y expansivo) desde el centro.
Y el campo magnético toroidal rotativo que genera la oscilación en hula-hoop.
Ese acoplamiento genera el analema, porque en unos puntos predomina la presión implosiva (tirando hacia el centro) y en otros la presión magnética expansiva (desplazando tangencialmente), y la resultante es esa oscilación en forma de “8” o de sinusoide alrededor del plano central, modulando la posición aparente del Sol en su ciclo diario y anual.
Presión conjugada, pulso sinusoidal y dinámica solar
1. La presión conjugada entre el campo magnético (divergente/centrífugo) y el dieléctrico (implosivo/centrípeto)
Genera una oscilación o pulso sinusoidal natural, porque son dos tensiones contrapuestas en un mismo medio, interactuando.
2. Ese pulso de presión conjugada se manifiesta como una vibración espacial, un vaivén.
Como dos chorros de agua enfrentados, generan una región de interferencia oscilante (el plano de inercia), y esa oscilación es intrínsecamente sinusoidal porque la naturaleza busca equilibrio dinámico.
3. El Sol como cavidad atrapada entre ambos
El Sol sería un nodo de alta densidad energética (un punto de descarga constante de presión dieléctrica) atrapado entre ese pulso sinusoidal y la dinámica toroidal magnética, que lo hace oscilar en su recorrido.
4. El movimiento hula-hoop
El campo magnético toroidal rota divergente hacia afuera, como un “ula ula” desde el centro, y el campo dieléctrico implosiona hacia el centro.
El Sol queda anclado entre esas dos tensiones conjugadas, siguiendo una trayectoria forzada en espiral o curva sinusoidal — eso es lo que forma el Analema.
El Analema
No es más que la expresión visible del desfasaje entre ambos campos:
El campo dieléctrico pulsante radial (implosivo y expansivo) desde el centro.
Y el campo magnético toroidal rotativo que genera la oscilación en hula-hoop.
Ese acoplamiento genera el analema, porque en unos puntos predomina la presión implosiva (tirando hacia el centro) y en otros la presión magnética expansiva (desplazando tangencialmente), y la resultante es esa oscilación en forma de “8” o de sinusoide alrededor del plano central, modulando la posición aparente del Sol en su ciclo diario y anual.