Disidente incontrolado
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SIEMPRE HA SIDO EL SOL

En un artículo en el Journal of Climate, sus autores demuestran que el periodo de enfriamiento 1945-75 tuvo un momento angular de la atmósfera (AAM) muy bajo, mientras que el periodo de calentamiento 1976-1997 lo tuvo muy alto, y el de calentamiento ártico 1998-2025 lo tiene intermedio. Estos cambios de AAM se deben a cambios en la circulación atmosférica de los vientos zonales (Oeste-Este) que se compensan con cambios en la velocidad de rotación de la Tierra para conservar el momento angular.

Nada de esto puede deberse al incremento homogéneo de gases de efecto invernadero. Numerosos estudios, como el que analizamos recientemente, apuntan a que los cambios en la circulación y rotación son debidos a los cambios de actividad del sol.

Los autores de este estudio estiman que la mitad del calentamiento desde 1977 se debe a esta causa natural. Ello haría que el calentamiento no pueda llegar a ser peligroso y que los esfuerzos por reducir las emisiones de CO₂ sean absolutamente ineficaces.
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Peter Brabeck > Nestlé > Foro Económico Mundial
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Gim Neo, director general del FEM: "Más allá de los impuestos al carbono, pensemos en otros aspectos de la naturaleza que son más fáciles de cuantificar. ¿Qué pasa con el agua? Es muy posible que empecemos a integrarla sistemáticamente en los actuales mecanismos comerciales de fijación de precios del carbono"

#Agenda2030

https://sociable.co/government-and-policy/nature-balance-sheet-business-dead-planet-wef-summer-davos/
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2019 | Peter Thiel

Futuros posibles para Europa occidental:

1. Ley Sharía
2. IA Totalitaria
3. Hiperambientalismo
〈 1/3 〉“Guerra cognitiva: el nuevo campo de batalla que se aprovecha de nuestro cerebro” por Bernard Claverie desde Polytechnique insights vía TN

[“ Hay un microcosmos de Omniguerra en torno a la guerra contra tu cerebro que implica tecnología no invasiva (“ciencia blanda”) y tecnología “dura” cada vez más invasiva. La tecnocracia se propuso en 1933 crear la «Ciencia de la Ingeniería Social» y hoy prácticamente domina el dominio humano. La tecnología actual hace que MK-Ultra y Tavistock parezcan primitivos en comparación”. - Patrick Wood, TN Editor]

Puntos clave

◯ La guerra cognitiva explora la potencial manipulación por parte de actores hostiles utilizando la ciencia cognitiva, como la propaganda y la desinformación.
◯ Abarca las operaciones destinadas a corromper los procesos de pensamiento del adversario y alterar su capacidad de toma de decisiones utilizando un enfoque científico.
◯ Afecta a las capacidades cognitivas de los individuos mediante el uso de tecnologías, que pueden influir en la atención y las reacciones a corto plazo, y en la estructura cognitiva a largo plazo.
◯ Para hacer frente a esta situación, tenemos que proteger físicamente a las personas en situaciones estratégicas y fomentar el uso sensato de la tecnología digital, a pesar de los desafíos.
◯ El proyecto Gecko pretende desarrollar sistemas para explorar la guerra cognitiva en el contexto de crisis ficticias, con el fin de preparar a quienes intervienen en operaciones de seguridad nacional.

«Guerra cognitiva», una expresión que apareció en 2017 en los discursos públicos de los generales estadounidenses y fue rápidamente asumida por científicos y politólogos, es tan preocupante como fascinante. ¿Qué significa exactamente? Analizamos este nuevo concepto con Bernard Claverie, catedrático de ciencias cognitivas del Instituto Politécnico de Burdeos y fundador de la École nationale supérieure de cognitique.

El concepto de guerra cognitiva está ahora muy de moda en el mundo de la defensa. ¿Cómo se originó?
Bernard Claverie: El concepto es doble -civil y militar- y también se conoce como “dominio cognitivo” o “superioridad cognitiva”. Surgió hace unos quince años en Estados Unidos. En un principio, se denunció el potencial que se abría en el campo de la manipulación gracias a los considerables avances de la ciencia cognitiva, y se expresó la sospecha de que pudieran ser puestos en práctica por Estados u organizaciones hostiles. Hasta hace poco, las psy-ops (operaciones psicológicas), incluidas la propaganda y la desinformación, así como el marketing ofensivo en el sector civil, se basaban en conceptos bastante vagos de los procesos cognitivos, que aún no se comprendían bien. Así pues, estas operaciones intentaban controlar lo que podían controlar, por ejemplo, la información difundida a enemigos, competidores o consumidores, con la esperanza de influir en sus decisiones y comportamientos.

Pero el desarrollo de las llamadas ciencias cognitivas «duras» -es decir, no interpretativas, verificables y cuantificables- ha cambiado todo eso. Estas disciplinas estudian el pensamiento como objeto material, desde los puntos de vista convergentes de diversos campos del saber: neurociencia, lingüística, psicología, filosofía analítica y ciencias digitales, incluida la IA. Sus resultados demuestran que es posible apuntar con precisión a los propios procesos cognitivos y, de este modo, modificar directamente los procesos de pensamiento del adversario.

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〈 2/3 〉¿Cómo podemos definir hoy la guerra cognitiva?

Nos enfrentamos a una nueva amenaza, cuyos límites y capacidades aún estamos tratando de comprender. Si tenemos que definirla, podemos decir que la guerra cognitiva es, como mínimo, un campo de investigación -y probablemente una forma de contribuir a la preparación y conducción de la guerra o de una acción hostil- puesta en práctica por actores estatales o no estatales. Abarca las operaciones destinadas a distorsionar, impedir o aniquilar los procesos de pensamiento, el conocimiento de la situación y la capacidad de decisión del adversario, utilizando un enfoque científico y medios tecnológicos, y en particular digitales.

¿Podrías darnos algunos ejemplos de acciones que podrían incluirse en este concepto?

La guerra cognitiva utiliza la tecnología como arma. Puede utilizar tecnologías invasivas para alterar el medio del pensamiento, el cerebro y, más ampliamente, el sistema nervioso que sustenta su funcionamiento. En otoño de 2016, por ejemplo, unos cuarenta empleados del Departamento de Defensa en la embajada de Estados Unidos en Cuba desarrollaron repentinamente extraños síntomas incapacitantes, que desde entonces han sido bautizados como “síndrome de La Habana”. Se sospechó que una maniobra selectiva de una fuerza enemiga había expuesto a estas personas a alteraciones neurobiológicas mediante radiaciones selectivas.

La guerra cognitiva puede, sobre todo, aprovechar las tecnologías digitales para perturbar funciones cognitivas específicas (memoria, atención, comunicación, emociones, etc.) en los individuos objetivo. Algunos ejemplos son el envío de mensajes de texto personalizados a parlamentarios atrapados en una votación sobre sus familiares, o el envío de fotos de niños muertos a responsables militares implicados en una operación. El objetivo es perturbar el pensamiento a corto plazo influyendo en la atención, la toma de decisiones y la reacción.

Sin embargo, y este es el aspecto más preocupante, existe la sospecha de que estas operaciones se han llevado a cabo silenciosamente durante un largo periodo de tiempo. Utilizando sesgos cognitivos, modifican los hábitos de pensamiento de las víctimas y tienen efectos duraderos, incluso irreversibles, en la personalidad cognitiva, es decir, la forma en que un individuo procesa la información. Por ejemplo, se puede condicionar a un piloto para que reaccione de forma equivocada en una situación concreta, se puede subvertir gradualmente la motivación de un técnico encargado del mantenimiento de una máquina mediante influencias «digito-sociales», o se puede radicalizar a individuos dentro de grupos basados en la identidad a través de plataformas sociales, con el fin de convencerles, aparentemente por voluntad propia, de la legitimidad moral de operaciones letales. Se trata de acciones generalizadas, que afectan tanto al mundo digital como al real. La prueba de un ataque deliberado puede ser mucho más difícil de establecer, sobre todo porque la detección de un efecto cognitivo suele ser demasiado tardía y la persona atacada tiende naturalmente a minimizar el efecto, o incluso a ocultar el hecho de que ha sido atacada.

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〈 3/3 〉Como has señalado antes, los recursos digitales parecen omnipresentes en la guerra cognitiva…

Ya no podemos vivir sin la tecnología digital: moldea nuestra forma de pensar desde una edad muy temprana, por lo que influye poderosamente en nuestra inteligencia y nuestras emociones, en nuestra mente y nuestro placer, en nuestra manera de pensar y de planificar.

Además, la hegemonía de las empresas depredadoras en la organización del cibermundo, unida a la fragilidad de los sistemas jurídicos que controlan las nuevas prácticas, ha atraído muy rápidamente el interés de dirigentes e ideólogos, que se han aprovechado de ello para encontrar los medios para llevar a cabo sus proyectos. Los atacantes se apoyan en las competencias y recursos de estas empresas privadas o en los proxies de Estados sin escrúpulos, a menudo con la ayuda de cómplices ideológicos, es decir, personas sometidas a un pensamiento distorsionado que se convierten en enlaces para alterar el pensamiento de los demás.

Las herramientas de la hiperconectividad digital convierten así el cibermundo en un gigantesco teatro de operaciones, desgraciadamente con la complacencia, incluso la dependencia, de unos usuarios que, en su mayoría, prefieren el riesgo a la razón.

¿Cómo podemos protegernos de estos ataques?

Tenemos que intentar actuar de forma proactiva. Más allá de la protección física de las personas en situaciones estratégicas, parte de la solución sería liberarnos de nuestra adicción a la tecnología digital o aprender a utilizarla con sensatez y objetividad. No obstante, este objetivo parece hoy inalcanzable... El desarrollo del pensamiento crítico, la comprobación de la información, la desconfianza ante los contenidos compartidos en Internet y la desconexión en la medida de lo posible ofrecen otra protección, falible pero útil... sin embargo, ¿se podría imponer? Para el personal militar, las personalidades políticas y los actores industriales estratégicos, que son los primeros destinatarios de las acciones cognitivas a corto plazo, es posible recurrir a campañas de sensibilización específicas y personalizadas. El proyecto Gecko1 pretende desarrollar sistemas de exploración de la guerra cognitiva en situaciones de crisis ficticias, con el fin de preparar a los responsables civiles y militares y al personal operativo implicado en operaciones de seguridad nacional en Francia y en el extranjero para los riesgos que conlleva.
En algunos casos, el uso de herramientas digitales de apoyo a la toma de decisiones o de supervisión de las mismas también podría resultar eficaz. Todavía estamos en las primeras fases de la identificación de armas y, por tanto, de la lucha contra esta nueva forma de guerra. Debemos debatir las dimensiones éticas de este tipo de acción cognitiva. (...)

➨ Link a nota completa vía Polytechnique insights

➨ Link a nota vía Technocracy News
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