Devocionales Diarios †
145 subscribers
Devocionales... Para tiempos difíciles
Download Telegram
“Mas él respondió: Sea como fuere, yo correré. Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ahimaas por el camino de la llanura, y pasó delante del etíope”. 2 Samuel 18:23 RV 60

Correr no es todo, hay otras cosas en el camino que hemos elegido. El que corre velozmente por los valles y montañas no avanzará más que el viaje lentamente por un camino llano. ¿Cómo va mi viaje espiritual? ¿Estoy subiendo fatigosamente el collado de mis propias obras y descendiendo por las barrancas de mis humillaciones y resoluciones o corro por el camino llano de “cree y vive”? ¡Cuan bienaventurado es esperar en el Señor por fe! El alma corre sin cansancio y marcha sin fatiga por el camino de la fe. Jesucristo es el camino de la vida, un camino llano, placentero, apropiado para los pies vacilantes y para las rodillas débiles de los temblorosos pecadores. ¿Me hallo yo en este camino o estoy ansiosamente buscando otra senda como la que me promete la superchería o la metafísica?

Amén.
“También vino esta palabra del SEÑOR por medio del profeta Hageo: ¿Acaso es el momento apropiado para que ustedes residan en casas techadas mientras que esta casa está en ruinas?”. Hageo 1:3, 4 NVI

Esta palabra de Dios emitida por el profeta Hageo en el tiempo de la reconstrucción del templo, recobra tanta vigencia y es tan oportuna cuando observamos nuestro estado espiritual y el de la iglesia en general. En aquel tiempo, el pueblo de Israel tenía la tarea de reconstruir el templo bajo el liderazgo de Zorobabel. Sin embargo, en medio de la faena, el ánimo comienza a decaer y las prioridades comienzan a invertirse. Habían abandonado la obra y se habían reclutado en sus casas, preocupados de hermosear sus viviendas y de ocuparse en sus propios proyectos. La casa de Dios estaba desierta. Esta triste realidad que vivió Israel es la misma que está invadiendo al pueblo de Dios. El adormecimiento espiritual que existe hoy en día, parece ser producto de una anestesia tan espesa y prolongada, que los efectos saltan a la vista y son evidentes. Existe una desidia tal en el pueblo de Dios, que muchos inclusive, ya han desertado de las filas de Cristo y están amando más al mundo. Cada uno preocupado de sus proyectos personales, de hermosear sus casas, cambiar todos los años el auto, seguir perfeccionando su carrera para mejorar el estatus, etc. Y para que todo este inventario no suene tan frívolo, se mantiene una vida religiosa y exclusivamente dominical, pensando que con ello está todo saldado. Nos hemos olvidado de que Dios nos ha dotado al menos con un don espiritual para ponerlo en servicio de la iglesia y nos hemos transformado en vegetales “calienta bancas”. Es fuerte y crudo decir todo esto, pero es necesario remecer nuestras conciencias en medio de un sopor que nos está arrastrando a todos. Recordemos que nos solo el pueblo se quedó dormido en el tiempo del profeta Hageo, sino que también los líderes. Dios debió despertar primeramente a Zorobabel, a Josué sumo sacerdote y finalmente al resto del pueblo. Sea nuestro ruego en este tiempo, que Dios despierte nuestros espíritus para dejar en segundo lugar nuestros intereses, nuestras metas exitistas y nuestros logros materiales, para ponernos a trabajar nuevamente en la obra de Dios, porque a veces la vemos tan desierta debido a que el pueblo está más preocupado de artesonar sus viviendas que de poner en servicio de la iglesia el don que ha recibido. Amados hermanos, que Dios nos ayude a acoger con hidalguía esta reprensión del profeta Hageo, porque no es palabra de hombre, sino palabra de Dios. El Señor despierte nuestros espíritus para consumirnos verdaderamente en sus intereses y podamos así, huir de la vanagloria de la vida que nos envilece y nos enfría a tal punto, que nos olvidamos de que somos peregrinos y de que Cristo vuelve pronto por nosotros.

Amén.
“Los llamaron y les ordenaron terminantemente que dejaran de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan replicaron: --¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos! Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído. Hechos 4:18-20 NVI

No quiero ser reiterativo ni parecer “pesado” en estas cuestiones, pero si existe el celo santo en los hijos de Dios, me temo que sufro en parte de ello ante circunstancias que puedo ver y oír a diario. Si pudiera, tomaría esa pregunta que Pedro y Juan, (¡Nada menos!) efectúan a los jerarcas religiosos de su tiempo, y la colocaría en un plástico que cada uno de mis hermanos agredidos, injuriados y vilipendiados por causa de Su Palabra debería llevar en sus solapas para que las jerarquías eclesiásticas lo vean sin esfuerzo. ¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? Si estás en la certeza de que lo que has leído es lo que verdaderamente dice la Biblia y en el lugar donde te congregas se están haciendo cosas contrarias a eso, puedes hablar con tranquilidad. Siempre habrá un ángel dispuesto a defenderte.

Amén.
“Satanás replicó: ¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio?”. Job 1:9 NVI

Esta es la perversa pregunta de Satanás tocante a este hombre recto de la antigüedad, pero hay muchos hoy en cuanto a quienes se puede con justicia formular esta pregunta, pues aman a Dios por costumbre, porque él los prospera, pero si las cosas les fueran mal, abandonarían toda la fe en Dios de la que hacen alarde. Si pueden ver claramente que, desde el momento de su supuesta conversión, el mundo los ha prosperado, entonces seguirán amando al Dios en una pobre forma carnal, pero si tienen que hacer frente a la adversidad, entonces se rebelan contra el Señor, el amor de los tales es el amor a la comida, no al que les da alojamiento, un amor a la despensa, no al dueño de casa. El verdadero cristiano espera recibir su galardón en la vida venidera y en este mundo, espera lo que venga conforme a la voluntad de Dios, así sean durezas. La promesa del antiguo pacto era prosperidad, pero la promesa del nuevo pacto, es adversidad.

Amén.
“El diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a sus hijos y su propia casa”. 1 Timoteo 3:12 NVI

Es evidente que el tema tenía y tiene suma importancia por las razones lógicas del testimonio. Sin embargo, lo que dice al principio de este verso, ha servido para ser utilizado en contra del nombramiento de diáconos a personas divorciadas. Todavía se utiliza y se esgrime para negar esa posibilidad. ¿Dice eso que se entiende y se enseña, o se refiere a la posibilidad de tener más de una esposa al mismo tiempo, algo que era costumbre antigua y luego fue dejando de practicarse dentro del cristianismo?

Amén.
“En otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil tanto a ti como a mí. Te lo envío de vuelta, y con él va mi propio corazón”. Filemón 1:11, 12 NVI

Este texto, si lo lees bajo una óptica humanista y de un modo superficial, se le puede interpretar como fuera del contexto de amor que se respira en la Biblia. Porque da la sensación de que Pablo evalúa a Onésimo (indudablemente un joven creyente) con una óptica utilitaria. Algo así como: - Si me sirve lo admito, si no me sirve lo desecho. Esto quizás justificaría millares de actitudes que en efecto son de este tenor a lo largo y ancho de nuestro planeta eclesiástico. Sin embargo, no es así. Pablo sabe separar muy bien lo afectivo de lo espiritual, cosa que nosotros todavía no hemos aprendido a estimar. Él ama a Onésimo, pero eso no es factor que lo lleve a elevarlo espiritualmente. Sólo lo hace cuando su discernimiento se lo muestra. Si nosotros actuáramos de la misma manera, las posiciones jerárquicas eclesiásticas siempre estarían ocupadas por ungidos en lugar de amigos.

Amén.
“De este evangelio he sido yo designado heraldo, apóstol y maestro. Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que he dejado a su cuidado”. 2 Timoteo 1:11, 12 NVI

Es notable. Y al mismo tiempo, es curioso. Porque en la mayoría de las congregaciones suele medirse el estado espiritual de sus miembros en función de cómo está su vida. Si el hombre o la mujer están pasando por tremendas pruebas de cualquier calibre, no faltará quien diga que indudablemente ha dado lugar al diablo y este lo está arruinando. Si, por el contrario, su vida es serena y sin mayores sobresaltos, se dirá que Dios lo protege y que es un buen siervo y fiel. Tú lees esto y puedo entenderte, casi como que lo crees y hasta lo apoyas. Pero si es así como parece ¿qué me cuentas de este Pablo que asegura estar sufriendo todo lo que está sufriendo por causa de haber sido designado heraldo (proclamador) apóstol (enviado) y maestro (enseñador) de este evangelio. No de cualquier imitación, sino de este, que es el único.

Amén.
“Ya desde antes había en esa ciudad un hombre llamado Simón que, jactándose de ser un gran personaje, practicaba la hechicería y asombraba a la gente de Samaria. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y exclamaban: ¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios!”. Hechos 8:9, 10 NVI

¿Tú crees que la historia de Simón se ha quedado en eso, en simple historia? Tendré que decirte que no, que este tiempo es altamente prolífico en “simones” de distinta catadura, barniz y vestimenta. Hay simones seculares, sin pretensiones espirituales, que andan por los teatros asombrando a mucha gente con el poder de los demonios. Hipnosis, cucharitas que se doblan solas, telekinesia y todo ese bagaje que todavía impacta a muchos. Hay simones espiritualistas que también ocupan escenarios pero con otras características, incitando e invitando a la gente a creer en supuestos dioses provenientes de milenarias culturas orientales que gozan, en este tiempo, de excelente prestigio social. Y están los simones “cristianos”. Estos son hombres que también se jactan de ser grandes personajes, que permiten ser llamados el Gran Poder de Dios y que también viven a expensas de la hechicería, que en este caso es religiosa. A ellos evita…

Amén.
“… ¡Más bien, hemos estado hablando delante de Dios en Cristo! Todo lo que hacemos, queridos hermanos, es para su edificación. En realidad, me temo que cuando vaya a verlos no los encuentre como quisiera, ni ustedes me encuentren a mí como quisieran. Temo que haya peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes, insultos y alborotos”. 2 Corintios 12:19, 20 NVI

Pablo sigue su defensa frente a la desconfianza de la iglesia de Corinto. Habla en plural ahora en nombre de él, de Tito y de otro hermano, quienes, parece, sufren el mismo desprecio. La reacción desfavorable fue en parte porque Pablo había escrito palabras fuertes sobre aspectos de la conducta de los corintios. Sin embargo, la defensa de Pablo fue siempre que lo había dicho todo en el espíritu del amor. Esta actitud se manifiesta en nuestro pasaje de tres maneras. Primero, afirma que como base común, los corintios, como Pablo y Tito, pertenecen a Cristo. Lo que dicen y hacen no es sólo un diálogo entre los dos partidos, sino que Dios también participa. Segundo, Pablo los acepta como hermanos y hermanas en el Señor. Como dice Pablo en otro lugar, todos somos miembros de un solo cuerpo. Las palabras y acciones nos afectan personalmente, por supuesto. Pero, aún más importante es el efecto que tienen para los demás. La aceptación mutua como personas amadas por el mismo Señor provee una base firme para la reconciliación. Finalmente viene el propósito y la meta de lo que decimos y hacemos. Crecer espiritualmente significa vivir una vida plena de pureza, de entrega, de servicio, de amor, para con Dios y el prójimo. Quizás podríamos avanzar en la misión de comunicar el evangelio, si atendiéremos a estos principios… reconocer el carácter sagrado de todas nuestras relaciones humanas, aceptar a las demás personas como hechas por el mismo creador y como miembros potenciales del cuerpo de Cristo y actuar para hacer posible una vida plena para todos.

Amén.
“Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia”. 1 Juan 3:13 NVI

Este pequeño texto, créeme, ha pasado casi desapercibido para las miles y miles de predicaciones que en todos los púlpitos del mundo intentan alimentar espiritualmente al pueblo de Dios. Y no sólo que no se ha predicado demasiado el concepto, sino que incluso, la mayor parte de las congregaciones hace lo indecible para resultarles simpáticas a la sociedad que las rodea. Entonces programan festivales, teatros y cuanto entretenimiento sano encuentren con el fin de que ese mundo los acepte y pasado cierto tiempo, se atrevan a venir un día al templo. Allí, se cree que con el simple hecho de predicar algo bien evangelístico, será suficiente para que alguien acepte a Cristo. Hermano… dice que no te extrañes si el mundo te odia por el simple hecho de ser creyente. ¡No es intelectual ni religioso, es espiritual!

Amén.
“Desconcertados y maravillados, decían: ¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en su lengua materna?”. Hechos 2:7, 8 NVI

Esto sucedió, te recuerdo, a partir del shock que el Espíritu Santo produjo en esos hombres reunidos en unanimidad de fe en ese recinto durante el Pentecostés. Yo comencé a creer en las lenguas y dejar de suponer que sólo era glosolalia, cuando una empleada no creyente, de origen hebreo que conocía el Idish, preguntó el motivo por el cual una hermana había orado en ese idioma durante una reunión en la que yo estaba presente. Ella lo preguntó con naturalidad, sin darse cuenta de que Dios la había utilizado para confirmar las lenguas de esa hermana, que casi se desmaya y la de todos nosotros allí presentes que decíamos creer en eso, pero que obviamente casi nos desmayamos junto con ella. A veces Dios hace esas cosas porque como él nos creó, sabe muy bien que en muchas ocasiones somos creyentes incrédulos.

Amén.
“Les manda saludos Epafras, que es uno de ustedes. Este siervo de Cristo Jesús está siempre luchando en oración por ustedes, para que, plenamente convencidos, se mantengan firmes, cumpliendo en todo la voluntad de Dios. A mí me consta que él se preocupa mucho por ustedes y por los que están en Laodicea y en Hierápolis. Los saludan Lucas, el querido médico, y Demas”. Colosenses 4:12-14 NVI

Epafras compartió el encarcelamiento de Pablo en Roma. Se dedicó a la obra en Colosas, su ciudad. Es descrito no solamente en este texto sino también en otros, como un excelente siervo de Cristo siempre rogando encarecidamente por los creyentes. Fíjate que notable, Pablo selecciona como colaboradores y ayudantes suyos, preponderantemente, a hombres que estuvieron prisioneros junto a él. ¿Por qué hace esto? Porque ellos habían pagado el mismo precio que él debió pagar para servir al reino. Muchos se ufanan de no tener que pagar nada por ser salvos y es cierto. La salvación es gratuita y por gracia. Pero para servir al reino de Dios, es otra cosa, allí sí hay que pagar un precio que, generalmente, comienza por lo más amado por el hombre… su propia reputación. Epafras es, de alguna manera, el máximo intercesor delineado en esa labor desde la Biblia, lo que demuestra que orar por los demás, lejos de ser una costumbre o un simple apoyo, es un elemento de base para la difusión del evangelio.

Amén.
“Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: —Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel? —No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre —les contestó Jesús”. Hechos 1:6, 7 NVI

Observa que ellos, los seguidores de Jesús mantenían en gran medida, todavía, la concepción religiosa en las connotaciones naturales.

No podían, -por ceguera espiritual, no por mala voluntad-, ver a Jesús como el Hijo de Dios encarnado.

Sí lo estaban viendo como un Mesías presto a hacerse cargo del reinado de Israel destrozando, en ese instante, la opresión romana.

Hoy sucede exactamente la misma cosa.

Y no se trata de que los hombres no hayan crecido o aprendido, se trata de que el espíritu de ceguera que anda operando dentro de los templos, es el mismo que operaba en el tiempo de Jesús.

Y créeme que el resultado de sus operaciones, por poco o por mucho, si debo serte franco, parecería ser igual de exitoso.

Amén.
“Pero ahora, Jacob, mi siervo, Israel, a quien he escogido, ¡escucha! Así dice el SEÑOR, el que te hizo, el que te formó en el seno materno y te brinda su ayuda: “No temas…”. Isaías 44:1, 2 NVI

El que ha creado todo y que nos ha incorporado a su pueblo, llamado a ser bendición de todas las naciones, el que nos ayuda en nuestras penurias, no se cansa en recordarnos una y otra vez su intención liberadora.

Y es comprensible que así lo haga.

¿Cómo podríamos llegar a ser bendición, si nuestra propia condición no deja de ser tantas y repetidas veces, una desgracia?

Gente quejosa, que vive de lamentos o de pura nostalgia.

Personas que ante las dificultades, la opresión y la injusticia no hace más que acobardarse, olvidarse de las promesas de Dios, olvidarse de la comunidad de fe y acomodarse a las circunstancias como si ya no hubiera más nada que hacer.

Pero nuestro Dios insiste y lo hace de una manera clara, pide ser escuchado.

Porque es con su palabra que recrea la esperanza y reaviva sus promesas, para que nosotros… su pueblo, volvamos a caminar confiados hacia un futuro mejor.

Amén.
“Su cabellera lucía blanca como la lana, como la nieve; y sus ojos resplandecían como llama de fuego”. Apocalipsis 1:14 NVI

Juan está describiendo, tal como se lo han ordenado, la fisonomía del Hijo de Dios visible para él en ese momento.

Cabellera inmaculadamente blanca y ojos resplandecientes como llama de fuego.

¿Alguna vez has tenido esta visión de Cristo?

No, muy probablemente has sido uno de los tantos que adoptó la que a los demonios les interesaba que consumiéramos… el Jesús colgado de una cruz, vencido, sufriente y sangriento.

El Jesús derrotado.

Nada que ver.

No podemos confundirnos, pueblo santo.

El Hijo de Dios es este que aquí describe Juan.

El otro, un hombre judío que sirvió de vehículo para la redención.

La importancia de cada uno, está muy clara en la Biblia, sólo tienes que leerla.

Amén.
“… en esto pensad”. Filipenses 4:8 RV60

Es impresionante la velocidad con que viajan los pensamientos.

A veces nuestra voluntad está dirigida hacia un objetivo noble y agradable a Dios, pero en fracción de microsegundos algún fugaz e indeseado pensamiento lo arruina todo.

Dios escudriña hasta lo más profundo de nuestra mente.

Él sabe lo que pensamos y por más que ocultemos nuestros pensamientos, Dios ya conoce el estímulo de tal o cual obra que hacemos.

Él no puede ser burlado.

Antes que los hombrecitos hablen, Dios ya lo sabe todo.

Nuestros pensamientos nos confirman día a día lo pecadores que somos.

Es tan importante y necesario pedir perdón cada día al Señor, porque solo con un leve pensamiento impuro, deshonesto o poco amable, ya lo hemos ofendido.

Amados hermanos, Dios quiere que aún nuestros pensamientos estén cautivos a su voluntad.

Sin duda que la ociosidad nos lleva a divagar con pensamientos pecaminosos y desagradables a Dios.

A veces estamos presentes en cuerpo en la iglesia, pero nuestra mente está ausente.

A veces estamos como aquel somnoliento Eutico sentados en la ventana, con un ojo afuera y otro adentro de la iglesia, con un oído en el mundo y el otro en el predicador o con un pensamiento inmundo y otro santo (Hechos 20:6 RV60).

El profeta Elías decía…

“… ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? ... ”. 1 Reyes 18:21 RV60

Dios nos ayude a sujetar nuestra mente y a desechar de inmediato aquellos fugaces pensamientos que entorpecen y limitan nuestra plena relación con Dios.

Él quiere no solo nuestra voluntad, sino la plenitud de nuestra mente.

Amados, cuando vengan pensamientos indeseados, acordémonos de aquel llamado imperativo de Dios…

En esto pensad y desechemos lo demás.

Amén.
“Había entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo. Éste fue de noche a visitar a Jesús. —Rabí —le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él”. Juan 3:1, 2 NVI

Nicodemo era algo más que un dirigente de los judíos era un doctor de la ley muy respetado y considerado.

Imagínate hoy, a ti mismo, siendo visitado (a escondidas, claro está, como en este caso), por un ministro de alto prestigio, esto es, lo que yo suelo llamar con humor “mini-astro”.

¿Y qué es lo que le dice Nicodemo a ese muchacho pretencioso que avanza por encima de sus propias venerables autoridades eclesiásticas?

Le dice que ellos (en realidad está hablando por él mismo), se han dado cuenta que Jesús es un maestro enviado por Dios, ya que las señales que está realizando, (no sólo los milagros sobrenaturales, sino también las revelaciones profundas), así lo corroboran.

Me pregunto porque si esto estaba en el cerebro de Nicodemo, no lo estaba de igual manera en el de todos sus compatriotas de Sanedrín.

Amén.
“Entonces él se incorporó y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? —Nadie, Señor. —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar”. Juan 8:10, 11 NVI

Cuántos de los que tenemos o tienen responsabilidades en las congregaciones, deberían leer atentamente este pasaje y como corresponde a creyentes genuinos, inmediatamente poner por obra lo que está escrito.

Porque es suficiente con que aparezca alguien que ha tenido la desgracia de caer en alguna clase de pecado, adentro de una iglesia, para que el resto de sus “hermanos” le caigan encima por poco, dispuestos a devorárselo, tal cual como si en lugar de pecar, lo que esta persona hubiera hecho, hubiese sido crucificar otra vez a Jesús.

Aquí, sin quitarle la entidad al pecado, que la tiene, sin dudas, lo que debemos ver con claridad es como lo evaluó, consideró y ejecutó Jesús.

Con firmeza, sin comprometerse en nada raro, pero con mucho amor.

Amén.
“Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo”. 1 Juan 2:1, 2 NVI

A partir de este pasaje, no son pocos los que han creído que pueden pecar alegremente todo lo que quieran, total luego vendrá Jesucristo el Justo y los sacará del problema.

Si les queda alguna duda en sus mentes retorcidas por el infierno, apelan al texto que habla de que en la abundancia de pecado sobreabundó la gracia y así se engañan a sí mismos y caen en las garras de Satanás que, a corto o mediano plazo, los destruirá espiritualmente y porque no, hasta físicamente llegado el caso.

Esto que acabas de leer, es un seguro para esa clase de pecado que de pronto es más rápido que tu mente o que se te produce por ignorancia.

Dios te conoce por dentro y sabe como piensas.

Ahora, si tú piensas en pecar, lo imaginas, lo planificas, lo fantaseas y finalmente lo consumas, no puedes hablar de ignorancia, ni error.

Es más, ni siquiera puedes hablar de pecado, ya que lo tuyo habrá sido prevaricación.

Y sobre ese punto, la Biblia jamás habla de perdón, sólo de lago de azufre, fuego y crujir de dientes.

Amén.
“Pero tan cierto como que Dios es fiel, el mensaje que les hemos dirigido no es “sí” y “no”. Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, no fue “sí” y “no”; en él siempre ha sido “sí”. 2 Corintios 1:18, 19 NVI

En otras versiones, este “sí” final, está como “amén”.

Los cristianos somos, mayoritariamente, gente de “amén” fácil.

Le decimos “amén” a todo y a todos dentro del templo.

Hasta cuando se habla del diablo se nos escapa un “amén”.

Sin embargo, la realidad nos dice que los creyentes estamos en el lado positivo de las cosas y no en el negativo.

Somos personas llamadas para ver el medio vaso lleno, no el medio vaso vacío.

Somos gente que cuando sale el sol por la mañana, se pone a cantar Aleluya, no a despotricar sobre la malignidad de los rayos gamma o ultravioletas, o sobre los riesgos de la capa de ozono.

Definitivamente, el día en que los cristianos tomemos conciencia de quien provenimos y que calidad y volumen tiene ese Dios en el cual aseguramos creer, entonces será ese día cuando el mundo incrédulo comenzará a mirarnos con otra idea que la de estar viendo a gente ridícula o falta de cerebro.

Amén.