La Batalla Cultural
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Canal alternativo de La Batalla Cultural y la Revista Hegemonía.
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Siguen apareciendo evidencias escandalosas de que a Milei lo hicieron ganar para usarlo como un chivo expiatorio.

Observe esta imagen críticamente y lo verá, ahí está: expusieron la figura presidencial a un show televisivo armado con el fin representar una contradicción.

No la figura de un ministro, que es un fusible al que podrían reemplazar fácilmente y sin demasiado costo en caso de que el operativo fracase. No, no, pusieron directamente la cara del presidente.

En primer plano, en vivo. Es como si lo viéramos a Fernando de la Rúa dirigiendo la represión del 2001. Es cine.

Patricia Bullrich está atrás, parada y en segundo plano. La desmarcaron.

Es un escándalo, hacen el truco a la luz del día y a la vista de todos con la absoluta seguridad de que nadie será capaz de entender lo que está viendo.

Algo de razón tienen, no obstante, lo más probable es que muchos no comprendan esta puesta en escena. Y entonces el resultado será el siguiente: ahora es Milei contra los zurdos.

Milei en persona, no es el Estado ni un ministro. Es Milei.

Y si los zurdos solitos desbordan a la policía en la calle, Milei habrá sido derrotado por una secta minoritaria de delirantes que no llegan al 2% del electorado.

¿Qué queda para un presidente después de eso?

Queda la precariedad de estar a la espera de que alguna fuerza política más numerosa que el zurdaje sople para que Milei se caiga.

Pues si los troscos entran todos en un remis y le ganaron, entonces por lógica cualquiera lo voltea en cualquier momento.

Ahí está la operación de sentido al desnudo.
Guillermo Moreno, un vez más y como de costumbre, tiene razón: el peronismo debe reorganizarse con el fin de crear una representación política real para los de abajo.

Sí, porque hoy el pueblo no tiene representación política, ningún dirigente representa sus intereses colectivos.

Para eso tiene que sacar carpiendo del movimiento nacional justicialista a los usurpadores que condujeron el peronismo a una catástrofe y trajeron a Milei: progres, zurdos alérgicos al agua y al jabón, troscas con flequillo, socialdemócratas de Weimar, evitistas antimilico, jacobinos ateos, alfonsinistas del más variado pelaje, pobristas, gorilas en general.

Pero hay un inconveniente: esos son la gran mayoría entre los dirigentes y militantes “peronistas” en la actualidad. La inmensa mayoría.

Ese es el resultado de décadas de entrismo y parasitismo ideológico, un fenómeno lamentable que describíamos ya en 2020, como puede verse aquí:

revistahegemonia.com/la-semiologia-

¿Cómo desparasitar el cuerpo cuando el propio cuerpo está tomado y gobernado por los parásitos? Más bien han echado a los no parásitos del cuerpo.

Es muy lindo y auspicioso hablar de la reconstrucción del peronismo, es un horizonte que sirve para caminar. Pero alguien va a tener que elaborar un plan viable que permita pensar en echar al gorilaje del movimiento.

Porque si dicho no plan no aparece, después de Milei va a venir Massa a continuar con el péndulo infernal.

Hay que juntar a todos los que creen que Farrell y Perón son mejores que Roca-Runciman, a todos los que conocen la verdad y saben que en Semana Santa al pueblo le conviene más un Seineldín que un Alfonsín.

Y ver qué pasa una vez que estén juntos todos esos.
Esta es la verdadera casta: la judicial.

La señora de la foto es Ana Clara Pérez Ballester. Ella es partícipe necesaria del crimen del niño Lucio Dupuy y por eso debió ser juzgada y condenada.

Pérez Ballester entregó a Lucio a sus asesinas sin miramientos. Por vaga, por sobreideologizada o simplemente por forra, da igual. El asunto es que envió a la tortura y al martirio a un indefenso de cinco años.

Pero el poder judicial no quiso ni siquiera separarla de su cargo de juez. El poder judicial hoy la encontró inocente de mal desempeño en sus funciones. Ni eso, ni una condena liviana pudieron darle los jueces a esta criminal.

Así que los Pérez Ballester de la vida quedaron todos habilitados de aquí en más a hacer mal su trabajo y a seguir mandando nenes al muere si se les canta.

Son pares y eso es todo. Entre pares van a cuidarse las espaldas y que la sociedad se joda.

Nosotros les pagamos altísimos salarios, privilegios, prebendas, todo con la de los impuestos. Con la nuestra.

Ellos hacen lo que ellos quieren. ¿Para qué les pagamos?

He ahí la casta con la que nadie se mete, ninguno se le anima a ese poder fáctico bien vestido y perfumado a cuyos miembros los llamamos “doctores”.
Debe conducir Guillermo Moreno y debe rescatar lo que queda del peronismo, sacarlo de las garras de los progres moral floja y los jázaros entristas que hoy lo tienen de rehén.

Pero para hacer eso Moreno tendrá que ser el anti-Laclau.

En la lógica de Laclau, un movimiento político hegemónico es la articulación de todas las demandas existentes en la sociedad, esto es, no debe tener un programa predefinido sino incorporar esas demandas a su programa y darles representación política, armando el propio programa con esa multitud de retazos.

Eso equivale a decir que al movimiento hegemónico de Laclau uno llega con la idea que tenga y el movimiento, con el solo fin de incorporarlo a uno, toma la idea de uno y la integra a su programa. “Hay que sumar”, dicen los exégetas de Laclau.

Parece la política de abajo arriba, pero es un error. Y lo es porque las demandas de la sociedad son virtualmente infinitas: hay tantas demandas como individuos si se les permite a estos imponer su opinión individual.

El peronismo nunca fue eso, nunca fue hegemónico por intentar ajustarse cual contorsionista a la ideología particular de cada individuo, sino más bien lo opuesto. El peronismo siempre fue hegemónico por tener un programa al que los individuos debían adherir.

¿Qué programa es ese? Es el programa de los intereses concretos de la mayoría del pueblo en un sentido estrictamente colectivo, nunca en un sentido sectorial ni mucho menos sectario o individual.

Cuando Laclau se convirtió en el intelectual orgánico del kirchnerismo, el gobierno kirchnerista empezó a incorporar a su programa las demandas liberales por izquierda de las sectas progresistas. Y ahí empezó a romperse porque muy a menudo esas demandas eran contradictorias con el peronismo e incluso, véase bien, contradictorias entre sí.

De ahí en más todo fue Laclau. El macrismo fue Laclau, el albertismo lo fue hasta el paroxismo y ahora lo es también el mileísmo. El kirchnerismo formateó finalmente todas las movidas posteriores a sí mismo, todo lo que vino después del kirchnerismo es kirchnerismo con otro color de camiseta.

Al mileísmo, a propósito, llegaron individuos muy variopintos cada cual con su idea, aunque a la hora de gobernar quedó claro que una sola idea iba a predominar en las políticas de Estado: la idea del poder fáctico de las corporaciones.

Por eso a menos de un mes del comienzo del nuevo gobierno hay tanto mileísta arrepentido. Y los habrá cada vez más, porque el gobierno de Milei representa concretamente los intereses del poder fáctico más allá del discurso demagógico que haga en cada momento.

No hay que caer en eso, Moreno debe ser firme al establecer los criterios de participación. Debe decir: “Estos son los criterios, es la doctrina de Perón. Al que le guste esta doctrina que se suba al camión y el que tenga una idea distinta que siga su camino”.

La prosaica noción de que “hay que sumar” a cualquier costo es una idiotez y una maldad. Hay que sumar a quienes estén dispuestos a someter sus intereses y opiniones particulares al proyecto político y no al revés.

Porque si es al revés el resultado es el caos, la fragmentación y la inevitable disolución. No hay nada más antiperonista que la lógica “populista de izquierda” de Laclau porque esta prioriza al individuo y eso, como se sabe, es liberalismo a secas.
Comprendemos que este es el deseo de unos cuantos para este 2024, pero hay que tener paciencia. La política va a fletar a Milei en un cohete cuando Milei termine de hacer lo que el poder y la política le encargaron.

Ni un minuto antes ni un minuto después.

Mientras tanto a ponerse bien el casco y reorganizarse en las catacumbas, no queda otra. Todo esto es resultado también de nuestra incapacidad en eso de ponerles un límite a los socialdemócratas y demás progres eunucos.

Nosotros los dejamos destruir y ellos trajeron a Milei. Ahora a tener paciencia.

Por un 2024 de fortaleza espiritual. La vamos a necesitar para soportar la destrucción material mileísta.
Aparece hoy la 71ª. edición de nuestra Revista Hegemonía, correspondiente a este mes de enero del nuevo año, el que marca el décimo aniversario de La Batalla Cultural y el sexto de Hegemonía. Esta edición está dedicada a exponer al escrutinio público a un personaje oscuro del poder fáctico con gran ascendencia sobre la política de nuestro país y más allá también: Eduardo Elsztain, el llamado “dueño de la Argentina”.

La presente edición es totalmente exclusiva para suscriptores. No hemos publicado ningún adelanto por razones de tiempo y también para evitar la fatiga de recibir los embates por parte de quienes defienden a Elsztain por razones prosaicas de ideología religiosa sectaria y otras adulaciones.

Aquí veremos a Eduardo Elsztain desde sus comienzos en los años 1980, cuando financiado inicialmente por George Soros y acompañado por su amigo Marcelo Mindlin este personaje empezó a construir un verdadero imperio. Y además veremos cómo se conectan Soros, Elsztain y Milei alrededor de la secta neoyorkina de fanáticos religiosos Jabad Lubavitch en una promiscuidad entre el poder fáctico y la política con la que los sectarios ganan fortunas a costilla del pueblo-nación.

Y de ahí las conexiones del actual gobierno nacional con el escándalo de los túneles en la sede de la Jabad Lubavitch, con el genocidio que está llevando a cabo el Estado de Israel en territorio palestino y el peligro que supone esa promiscuidad para nuestro país. Veremos cómo a través de Elsztain el poder fáctico global tiene a Javier Milei en el bolsillo y para qué puede estar usándolo.

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En esta edición escriben los compatriotas Dante Palma, Pablo Yurman, Mustafá Ibrahim, Rosario Meza y el editor. Cada uno de ellos llega con un tema o un enfoque de interés político e histórico, material de lectura esencial para comprender la realidad mirando el reverso de la trama.

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Aparece hoy la 72ª. edición de nuestra Revista Hegemonía, la que es una edición de aniversario: este mes de febrero Hegemonía cumple 6 años. Son 72 meses de presencia desde principios de 2018 en el análisis del reverso de la trama que no se ve en ningún otro medio de comunicación. Y es además una edición clave que mete el dedo en la llaga de una “oposición” que deja hacer a Milei y a Caputo por tener interés en el resultado de su plan.

La observación fría del comportamiento de los dirigentes políticos indica que estos se aprovechan de sendos factoides y operaciones de sentido para simular oposición mientras permiten que Milei y Caputo sigan adelante, a toda velocidad, con un plan de desposesión fulminante contra el pueblo, pero fundamentalmente contra la mal llamada “clase media”.

Esa es la observación que hacemos en detalle y mucha profundidad en la presente edición y que coincide con una hipótesis sobre la que hemos trabajado desde mediados del año pasado, la de un Milei como chivo expiatorio de la catástrofe económica que la política argentina ocasionó a partir de enero de 2014, esto es, en los últimos diez años. Milei viene a “resetear” después de la década perdida y el costo de ese reseteo no lo pagan los de arriba, sino el pueblo-nación en su conjunto.

La mira de los dirigentes está puesta en lo que viene después de la masacre, en la “tabula rasa” que va a quedar y en la que todos los pretendientes al trono están interesados porque sería una situación inmejorable para hacer el rebote y con ello construir una hegemonía de décadas.

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Lo prometido es deuda.

Empieza a aparecer la 73ª. edición de Hegemonía con este análisis en profundidad del golpe sobre la mesa que dio Milei al anunciar en dos tablas y diez mandamientos el “Pacto del 25 de mayo”.

He aquí la explicación en detalle de toda la maniobra, simbología incluida.

https://revistahegemonia.com/los-diez-mandamientos-en-las-tablas-de-milei/
Hoy es 21 de marzo y en La Batalla Cultural cumplimos 10 años. Una década al servicio de los intereses comunitarios de los de abajo.

Brindamos y agradecemos emocionados a todos los que con su apoyo nos siguen permitiendo existir contra todo pronóstico.

No sólo no hubiéramos sido nada sin ustedes, como decía Cerati, sino con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo. Algunos siguen hasta hoy.

¡Gracias totales!
El atentado de hoy en Moscú confirma lo que habíamos estado preparando en este adelanto de la 74ª. edición de Hegemonía. Occidente está desesperado y se aceleran los tiempos.

Esta es una nota esencial, de lectura obligada para entender de qué se trata.

https://revistahegemonia.com/el-heredero-del-zar/
Los amigos de la casa saben que no nos gustan mucho los memes, pero este es un memazo. Este es uno de aquellos que sintetizan toda la verdad en una baldosa.
Ayer, hoy y siempre, gloria y honor a los héroes de Malvinas. No fueron “pibes” ni “pobrecitos”, fueron unos valientes que ofrecieron su vida en el altar de la soberanía intentando recuperar la llave del Atlántico Sur y la Antártida.

La recuperaremos.

Britannia delenda est.
En medio a un clima de indefinición aparece hoy la 74ª. edición de nuestra Revista Hegemonía con un intento de ir directo a lo que está detrás de todo lo que se ve en términos de conflictos proxy por el mundo: la partida de ajedrez geopolítico en la que uno de los jugadores es Vladimir Putin y de la que el premio para el campeón será la prerrogativa de establecer el nuevo orden mundial a su imagen y semejanza.

Mientras las noticias hablan de Ucrania, Palestina, Irán e Israel, en el reverso de la trama pasan cosas por fuera de la vista de la opinión pública. Y solo con una observación fría del comportamiento de Putin es posible atar cabos para relacionar todos los hechos que se presentan como aislados y tienen, en realidad, un mismo origen.

Aquí hay, por lo tanto, una radiografía de Putin y un análisis profundo del nuevo ordenamiento multipolar que no termina de nacer porque lo viejo, que es la hegemonía unipolar de Occidente, no quiere morir.

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Esta es una edición con mucho contenido y en la que además inauguramos los infográficos como método para sintetizar la información en un esquema visual que el lector puede aprehender con más facilidad.

Escriben los compatriotas Dante Palma, César Lerena, Pablo Yurman, Rosario Meza, Mustafá Ibrahim y el editor en una gran variedad de artículos. Cada uno de ellos llega con un tema o un enfoque de interés político e histórico, material de lectura esencial para comprender la realidad mirando el reverso de la trama.

También aparece la segunda entrega de “Citius, altius, fortius”, la serie dedicada al estudio del olimpismo como factor determinante en la lucha geopolítica.

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