Viernes 23 de septiembre + Memoria san Pio de Pieltrecina + XXV Viernes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 18-22
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
«El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
«El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
Comentario a Lucas 9, 18-22:
El que ama nunca se quedará solo, todo lo contrario, siempre estará acompañado de uno modo u otro, siempre tendrá alguien que lo reciba en su casa. Terminando esta linda semana que nos regaló el Señor, me parecía oportuno finalizar con la reflexión que fuimos hilvanando con respecto, a la actitud deshonesta del administrador de la parábola del domingo, pero mostrando, de algún modo, la otra cara de la moneda. Quise mostrarte que, en el fondo, este hombre se equivocó, como nos pasa a todos, porque no supo amar, no supo elegir el verdadero amor ante su temor de quedar solo. Me animo a decir que la mayoría de nuestros errores en la vida tienen que ver con este trasfondo, nuestra necesidad y deseos genuinos de ser amados, de ser sostenidos y tenidos en cuenta. Esto se comprende con la afirmación que hace Jesús luego de contar la parábola: «Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas» ¿Qué quiso decir Jesús con esto? Gánense amigos amando, gánense amigos siendo generosos, no siendo deshonestos, no buscando su propio interés, ahí está la clave. Por eso te decía al comienzo que el que ama jamás se quedará solo, porque siempre encontrará alguien a quien amar, y siempre en mayor o menor medida mtendrá alguien que le corresponda su amor.
Alguna vez te habrás preguntado porqué al empezar digo: Recemos con el evangelio según… y ahí nombro el evangelista que toca cada día. Sé que no es una manera muy «marketinera» de empezar, estoy convencido de eso, lo tengo claro, y justamente por eso sigo haciéndolo así. Pero en realidad, no es la razón principal, no es que lo hago simplemente para ir contra la corriente, sino porque es lo que quiero, es mi finalidad, es la finalidad de la Iglesia cada día. Si quisiera que estos audios lleguen a más gente, podría decir otra cosa, un poco más atractiva. Quiero que «recemos» cada día con la palabra, vos escuchando y meditando, y yo escuchando, meditando y predicando. Una vez un oyente diario me dijo algo gracioso, pero profundo, a modo de testimonio: «Tengo 25 años y soy católico, la primera vez que me llegó su audio fue de casualidad y de una persona que no esperaba, como prejuicioso que soy pensé ¿Escuchar seis minutos un audio que explica el Evangelio?, ni loco» Me hizo reír, por su sinceridad, porque finalmente por gracia de Dios empezó a escuchar y terminó enamorándose más de Jesús. Muchas personas pensarán lo mismo al recibirlo y por ahí no lo escuchan, pero sé que hay muchísimos más que comprenden el «mensaje» y quieren rezar con la Palabra de Dios. No tengamos miedo de mandarle este audio «por casualidad» como me dijo ese joven, no tengamos miedo de cansar por ahí a alguien. Son muchísimos los que me contaron que los que menos pensaron al enviárselos, se fueron ablandando, Jesús amasa el corazón, casi inevitablemente, Él es muy bueno y nos sorprende cada día.
¿Quién es para vos Jesús? ¿Quién es realmente? No me respondas con la cabeza solamente, respondamos también con el corazón. Tampoco respondamos solo con el corazón, respondamos junto con la cabeza, razón que Dios nos la dio para usarla.
Una vez un profesor nos decía a los alumnos, algo gracioso, pero que es verdad: «Los católicos a veces dejamos el cerebro al entrar al templo, y nos quitamos el corazón para entrar a un aula a estudiar. ¡No! Las dos cosas juntas» Nosotros diríamos, fe y razón, ambas.
En Algo del Evangelio, ayer escuchábamos que Herodes preguntaba por Jesús, por curiosidad, por lo menos lo atraía la curiosidad. Hoy ya no es Herodes el que pregunta qué dice la gente de Jesús, sino que es el mismo Jesús el que quiere saber qué dice la gente de Él y qué dicen sus amigos, sus discípulos. Él no lo pregunta por debilidad, o como algunos comentaristas dicen por ahí, por no saber todavía bien quién era y necesitaba la opinión ajena, nada más alejado del evangelio que eso. Jesús sabía perfectamente quién era y cuál era su misión. Pregunta para ayudar a sus discípulos y a nosotros hoy.
El que ama nunca se quedará solo, todo lo contrario, siempre estará acompañado de uno modo u otro, siempre tendrá alguien que lo reciba en su casa. Terminando esta linda semana que nos regaló el Señor, me parecía oportuno finalizar con la reflexión que fuimos hilvanando con respecto, a la actitud deshonesta del administrador de la parábola del domingo, pero mostrando, de algún modo, la otra cara de la moneda. Quise mostrarte que, en el fondo, este hombre se equivocó, como nos pasa a todos, porque no supo amar, no supo elegir el verdadero amor ante su temor de quedar solo. Me animo a decir que la mayoría de nuestros errores en la vida tienen que ver con este trasfondo, nuestra necesidad y deseos genuinos de ser amados, de ser sostenidos y tenidos en cuenta. Esto se comprende con la afirmación que hace Jesús luego de contar la parábola: «Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas» ¿Qué quiso decir Jesús con esto? Gánense amigos amando, gánense amigos siendo generosos, no siendo deshonestos, no buscando su propio interés, ahí está la clave. Por eso te decía al comienzo que el que ama jamás se quedará solo, porque siempre encontrará alguien a quien amar, y siempre en mayor o menor medida mtendrá alguien que le corresponda su amor.
Alguna vez te habrás preguntado porqué al empezar digo: Recemos con el evangelio según… y ahí nombro el evangelista que toca cada día. Sé que no es una manera muy «marketinera» de empezar, estoy convencido de eso, lo tengo claro, y justamente por eso sigo haciéndolo así. Pero en realidad, no es la razón principal, no es que lo hago simplemente para ir contra la corriente, sino porque es lo que quiero, es mi finalidad, es la finalidad de la Iglesia cada día. Si quisiera que estos audios lleguen a más gente, podría decir otra cosa, un poco más atractiva. Quiero que «recemos» cada día con la palabra, vos escuchando y meditando, y yo escuchando, meditando y predicando. Una vez un oyente diario me dijo algo gracioso, pero profundo, a modo de testimonio: «Tengo 25 años y soy católico, la primera vez que me llegó su audio fue de casualidad y de una persona que no esperaba, como prejuicioso que soy pensé ¿Escuchar seis minutos un audio que explica el Evangelio?, ni loco» Me hizo reír, por su sinceridad, porque finalmente por gracia de Dios empezó a escuchar y terminó enamorándose más de Jesús. Muchas personas pensarán lo mismo al recibirlo y por ahí no lo escuchan, pero sé que hay muchísimos más que comprenden el «mensaje» y quieren rezar con la Palabra de Dios. No tengamos miedo de mandarle este audio «por casualidad» como me dijo ese joven, no tengamos miedo de cansar por ahí a alguien. Son muchísimos los que me contaron que los que menos pensaron al enviárselos, se fueron ablandando, Jesús amasa el corazón, casi inevitablemente, Él es muy bueno y nos sorprende cada día.
¿Quién es para vos Jesús? ¿Quién es realmente? No me respondas con la cabeza solamente, respondamos también con el corazón. Tampoco respondamos solo con el corazón, respondamos junto con la cabeza, razón que Dios nos la dio para usarla.
Una vez un profesor nos decía a los alumnos, algo gracioso, pero que es verdad: «Los católicos a veces dejamos el cerebro al entrar al templo, y nos quitamos el corazón para entrar a un aula a estudiar. ¡No! Las dos cosas juntas» Nosotros diríamos, fe y razón, ambas.
En Algo del Evangelio, ayer escuchábamos que Herodes preguntaba por Jesús, por curiosidad, por lo menos lo atraía la curiosidad. Hoy ya no es Herodes el que pregunta qué dice la gente de Jesús, sino que es el mismo Jesús el que quiere saber qué dice la gente de Él y qué dicen sus amigos, sus discípulos. Él no lo pregunta por debilidad, o como algunos comentaristas dicen por ahí, por no saber todavía bien quién era y necesitaba la opinión ajena, nada más alejado del evangelio que eso. Jesús sabía perfectamente quién era y cuál era su misión. Pregunta para ayudar a sus discípulos y a nosotros hoy.
Pongámonos en el lugar de los apóstoles y escuchemos que Jesús nos pregunta a cada uno: «¿Quién decís que soy?» No me contestes con una respuesta de catecismo. No me respondas con una afirmación teológica por más verdad que sea. No respondas con una respuesta infantil o con una frase hecha, armada. Contestame con todo el corazón y con toda la razón, no son enemigas. Sentate un rato a rezar y a pensar. Arrodillate un rato para encontrarme hoy en algún sagrario. Arrodillate hoy un momento frente a mi presencia real en la Eucaristía. Estoy en miles y miles de sagrarios abandonados, sin visitas, y en miles de misas celebradas. Arrodillate y escuchá lo que te pregunto hoy: «¿Quién decís que soy? ¿Hablás de mí a los demás? ¿Cómo hablás de mí a los demás?»
Debemos decir que no nos alcanzará la vida para responder a estas preguntas, porque a pesar de que «sepamos» con la cabeza quién fue y que hizo Jesús, en la medida que seguimos buscando y amándolo todos los días, seguiremos descubriendo quién es realmente y qué es lo que quiere de cada uno de nosotros. Eso es lo lindo. Eso es lo que anima a no detenerse. No se termina ni hoy, ni mañana, sino cuando lo tengamos cara a cara y explotemos de gozo. Mientras tanto, sigamos rezando con el evangelio de cada día así no «paramos» de conocerlo y amarlo, para no decir jamás «ni loco» escucho el evangelio durante seis u ocho minutos, sino al contrario, desear con toda el alma escucharlo, desear con toda el alma que sean muchos más los que lo conozcan y sepan realmente quien fue, quien es Jesús y qué es lo que puede hacer en nuestras vidas.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
Debemos decir que no nos alcanzará la vida para responder a estas preguntas, porque a pesar de que «sepamos» con la cabeza quién fue y que hizo Jesús, en la medida que seguimos buscando y amándolo todos los días, seguiremos descubriendo quién es realmente y qué es lo que quiere de cada uno de nosotros. Eso es lo lindo. Eso es lo que anima a no detenerse. No se termina ni hoy, ni mañana, sino cuando lo tengamos cara a cara y explotemos de gozo. Mientras tanto, sigamos rezando con el evangelio de cada día así no «paramos» de conocerlo y amarlo, para no decir jamás «ni loco» escucho el evangelio durante seis u ocho minutos, sino al contrario, desear con toda el alma escucharlo, desear con toda el alma que sean muchos más los que lo conozcan y sepan realmente quien fue, quien es Jesús y qué es lo que puede hacer en nuestras vidas.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
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p. Rodrigo Aguilar
Sábado 24 de Septiembre + Memoria Bienaventurada Virgen María de la Merced + XXV Sábado durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 43b-45
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
Palabra del Señor.
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
Palabra del Señor.
Comentario a Lucas 9, 43b-45:
La escucha de la Palabra de Dios no debe carecer de algo fundamental… la «constancia». La constancia es una de las virtudes humanas que más escasean en los corazones de los que se proponen alcanzar una meta y por supuesto, de los que nos propusimos seguir a Jesús, nuestro Maestro. Son muchas las situaciones, o los textos de la Palabra de Dios en los que se menciona esta virtud. Recuerdo ahora cuando Jesús les dijo a sus discípulos: «Gracias a la constancia salvarán sus vidas» o bien cuando les explicó la parábola del sembrador y les dijo: «…pero no la deja echar raíces, porque es inconstante». No vamos a explicar esos textos, pero me gustaría que nos quedemos con esta idea de fondo en este sábado, en el que intentamos perseverar, ser constantes en la escucha diaria de la maravillosa aventura, de conocer lo que Dios desea de nosotros. Son muchísimos los testimonios de personas, de corazones que gracias a la «constancia» fueron encontrando el camino de Jesús, van descubriendo lo linda que es su propuesta y lo equivocado que estamos a veces por no saber interpretar sus palabras y enseñanzas. En realidad, no necesito contarte testimonios, incluso si te animás podés dejarlos en nuestra página, www.algodelevangelio.org, porque es algo que podés comprobar vos mismo, vos misma con la experiencia de tu vida. ¿Cuántas cosas alcanzaste gracias a tu constancia, gracias a no haber bajado los brazos, a seguir luchando y confiando? Si logramos tantas cosas materiales, o proyectos, o sueños gracias a la constancia, a la tenacidad… ¿Cómo bajar los brazos al escuchar la palabra de Dios? ¿Cómo rendirse cuando vamos descubriendo que solo Él puede darnos la alegría del corazón, el gozo eterno?
Recuerdo que en una caminata que hicimos con mi comunidad en la montaña, una de las mujeres que se animó a desafiar la naturaleza, bastante más grande que los jóvenes que caminaban, en un momento sintió que no podía más, que sus piernas no le respondían, y entonces, con mucho dolor, incluso llorando, decidió quedarse. Sin embargo, seguíamos mirándola mientras subíamos, con la esperanza de que se iba a levantar, que iba a animarse a seguir, a ser constante en sus pasos, en su decisión. Y sabés, fue así… de repente nos dimos vuelta y vimos que agarró su bastón para seguir, y llegó nomás, con lágrimas en los ojos, pero llena de felicidad de haber podido lograr lo que soñaba, llegar a la cumbre. Esa debe ser nuestra actitud para seguir y amar a Jesús, no bajar los brazos, volver a levantarnos si nos caímos, volver a confiar, ser constantes.
Lo mismo hizo Jesús en su vida, en su paso por la tierra, lo mismo sigue haciendo con nosotros, por nosotros; jamás baja los brazos, siempre desea buscarnos, que lo busquemos, no se cansa de esperarnos, es constante, incluso en el dolor.
Algo del Evangelio de hoy es un anticipo de la constancia que tuvo Jesús en su vida, hasta el final, incluso sabiendo lo que le esperaba. Las palabras de Jesús, parecen ser pesimistas, o extrañas, son un anuncio de –pájaro de mal agüero–, como dice el dicho: «Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”». En medio de la admiración, no se guardó el vaticinio de lo que vendría, todo parecía muy lindo, todos lo elogiaban, los discípulos iban felices y orgullos de ser sus amigos, seguro que con el pecho inflado, pero Él no tuvo problema de decirles la verdad… en algún momento llegaría la cruz.
¿Por qué Jesús actúo de esa manera? podríamos preguntarnos. ¿Porqué en medio de la euforia y la fascinación por los prodigios que hacía les dio tan mala noticia? Bueno, pueden ser varias las respuestas… La más simple y concreta es por la sencilla razón que les dijo la Verdad, quería que sepan la Verdad, no tenía porqué ocultarla.
El espanto ante la cruz hubiese sido mucho peor de lo que fue, si Jesús les hubiera ocultado lo que iba a pasar, lo que las autoridades y el mismo pueblo le iban a hacer.
La escucha de la Palabra de Dios no debe carecer de algo fundamental… la «constancia». La constancia es una de las virtudes humanas que más escasean en los corazones de los que se proponen alcanzar una meta y por supuesto, de los que nos propusimos seguir a Jesús, nuestro Maestro. Son muchas las situaciones, o los textos de la Palabra de Dios en los que se menciona esta virtud. Recuerdo ahora cuando Jesús les dijo a sus discípulos: «Gracias a la constancia salvarán sus vidas» o bien cuando les explicó la parábola del sembrador y les dijo: «…pero no la deja echar raíces, porque es inconstante». No vamos a explicar esos textos, pero me gustaría que nos quedemos con esta idea de fondo en este sábado, en el que intentamos perseverar, ser constantes en la escucha diaria de la maravillosa aventura, de conocer lo que Dios desea de nosotros. Son muchísimos los testimonios de personas, de corazones que gracias a la «constancia» fueron encontrando el camino de Jesús, van descubriendo lo linda que es su propuesta y lo equivocado que estamos a veces por no saber interpretar sus palabras y enseñanzas. En realidad, no necesito contarte testimonios, incluso si te animás podés dejarlos en nuestra página, www.algodelevangelio.org, porque es algo que podés comprobar vos mismo, vos misma con la experiencia de tu vida. ¿Cuántas cosas alcanzaste gracias a tu constancia, gracias a no haber bajado los brazos, a seguir luchando y confiando? Si logramos tantas cosas materiales, o proyectos, o sueños gracias a la constancia, a la tenacidad… ¿Cómo bajar los brazos al escuchar la palabra de Dios? ¿Cómo rendirse cuando vamos descubriendo que solo Él puede darnos la alegría del corazón, el gozo eterno?
Recuerdo que en una caminata que hicimos con mi comunidad en la montaña, una de las mujeres que se animó a desafiar la naturaleza, bastante más grande que los jóvenes que caminaban, en un momento sintió que no podía más, que sus piernas no le respondían, y entonces, con mucho dolor, incluso llorando, decidió quedarse. Sin embargo, seguíamos mirándola mientras subíamos, con la esperanza de que se iba a levantar, que iba a animarse a seguir, a ser constante en sus pasos, en su decisión. Y sabés, fue así… de repente nos dimos vuelta y vimos que agarró su bastón para seguir, y llegó nomás, con lágrimas en los ojos, pero llena de felicidad de haber podido lograr lo que soñaba, llegar a la cumbre. Esa debe ser nuestra actitud para seguir y amar a Jesús, no bajar los brazos, volver a levantarnos si nos caímos, volver a confiar, ser constantes.
Lo mismo hizo Jesús en su vida, en su paso por la tierra, lo mismo sigue haciendo con nosotros, por nosotros; jamás baja los brazos, siempre desea buscarnos, que lo busquemos, no se cansa de esperarnos, es constante, incluso en el dolor.
Algo del Evangelio de hoy es un anticipo de la constancia que tuvo Jesús en su vida, hasta el final, incluso sabiendo lo que le esperaba. Las palabras de Jesús, parecen ser pesimistas, o extrañas, son un anuncio de –pájaro de mal agüero–, como dice el dicho: «Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”». En medio de la admiración, no se guardó el vaticinio de lo que vendría, todo parecía muy lindo, todos lo elogiaban, los discípulos iban felices y orgullos de ser sus amigos, seguro que con el pecho inflado, pero Él no tuvo problema de decirles la verdad… en algún momento llegaría la cruz.
¿Por qué Jesús actúo de esa manera? podríamos preguntarnos. ¿Porqué en medio de la euforia y la fascinación por los prodigios que hacía les dio tan mala noticia? Bueno, pueden ser varias las respuestas… La más simple y concreta es por la sencilla razón que les dijo la Verdad, quería que sepan la Verdad, no tenía porqué ocultarla.
El espanto ante la cruz hubiese sido mucho peor de lo que fue, si Jesús les hubiera ocultado lo que iba a pasar, lo que las autoridades y el mismo pueblo le iban a hacer.
Lo increíble es que, aun sabiendo la verdad, sus amigos, en el momento del dolor huyeron, no pudieron soportar su miedo y se escondieron. Otra respuesta, enlazada con la primera, es que Jesús quiso prepararlos para el momento de dolor, aunque parezca que por los hechos no valió la pena, que no sirvió para nada. Sin embargo, no es así, porque el discípulo amado sí estuvo en la cruz con María y las mujeres, y a pesar de que todos se escaparon, e incluso lo negaron como Pedro, esas palabras quedaron grabadas en sus corazones como enseñanzas para sus propias vidas, la vida de la Iglesia, la tuya y la mía.
No deberíamos tener problema en decir que tarde o temprano a todos nos tocará pasar por la cruz de esta vida, sino la estamos pasando ya. Sería de necios ocultar o pintarrajear la vida de «color de rosas» cuando la experiencia, nos dice que cierto sufrimiento es inevitable, tengamos fe o no, ese es otro cantar. Ver y entender la vida con toda su belleza y crudeza es necesario. Es falsa la espiritualidad cristiana de un optimismo mal entendido, de una alegría sin fin, sin cruces, sin entrega, sin sacrificios, y esto es algo que lamentablemente muchos hoy lo proponen creyendo que será más atractiva la decisión de seguir a Jesús, sin embargo, es un engaño y no da frutos. También es falsa la espiritualidad cristiana casi masoquista, que habla exclusivamente del dolor y el sacrificio, olvidándose de la belleza de la vida, y que, además, la cruz para el que ama, termina siendo gozosa y llena de vida.
Conclusión… como siempre, ambas dimensiones van de la mano y no se pueden separar, lo vivió Jesús, lo anunció, lo anticipó, y por eso quiere que nosotros también lo comprendamos, aunque a veces nuestro entendimiento parezca velado.
Que tengamos un buen sábado y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
No deberíamos tener problema en decir que tarde o temprano a todos nos tocará pasar por la cruz de esta vida, sino la estamos pasando ya. Sería de necios ocultar o pintarrajear la vida de «color de rosas» cuando la experiencia, nos dice que cierto sufrimiento es inevitable, tengamos fe o no, ese es otro cantar. Ver y entender la vida con toda su belleza y crudeza es necesario. Es falsa la espiritualidad cristiana de un optimismo mal entendido, de una alegría sin fin, sin cruces, sin entrega, sin sacrificios, y esto es algo que lamentablemente muchos hoy lo proponen creyendo que será más atractiva la decisión de seguir a Jesús, sin embargo, es un engaño y no da frutos. También es falsa la espiritualidad cristiana casi masoquista, que habla exclusivamente del dolor y el sacrificio, olvidándose de la belleza de la vida, y que, además, la cruz para el que ama, termina siendo gozosa y llena de vida.
Conclusión… como siempre, ambas dimensiones van de la mano y no se pueden separar, lo vivió Jesús, lo anunció, lo anticipó, y por eso quiere que nosotros también lo comprendamos, aunque a veces nuestro entendimiento parezca velado.
Que tengamos un buen sábado y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
Domingo 25 de septiembre - Lucas 16, 19-31 – XXVI domingo durante el año(C) + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 19-31
Jesús dijo a los fariseos:
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan».
«Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí».
El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento».
Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen».
«No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán».
Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán».
Palabra del Señor
Jesús dijo a los fariseos:
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan».
«Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí».
El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento».
Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen».
«No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán».
Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán».
Palabra del Señor
Comentario a Lucas 16, 19-31:
¿Cuándo nos vamos a convencer de que estamos hechos, creados para la generosidad, para compartir? ¿Cuándo nos vamos a convencer de que no podemos vivir en paz plena mientras veamos a un hijo de Dios que sufre el hambre y la injusticia de este mundo tan egoísta, del cual también vos y yo somos parte? ¿Qué estamos esperando? ¿Estamos esperando que nos aparezca un muerto para decidirnos lo que tenemos que hacer? ¿Estamos esperando que venga Jesús en persona para que comprendamos que no podemos pasar de largo ante alguien que está sufriendo? ¿Estamos esperando tener un poco más para ser generosos? ¿Estamos esperando sufrir para darnos cuenta lo que significa el sufrimiento? Si somos cristianos, ¿cómo a veces nos da la cara y el corazón para pasar de largo ante tantos Lázaros que nos cruzamos por el camino de la vida, casi todos los días? ¿Nos dimos cuenta de que el pobre de la parábola tiene nombre y el rico no? Será por algo, me parece.
El tiempo es hoy, Algo del Evangelio nos enseña que la generosidad empieza ahora, no hay que esperar a mañana. Desde el momento en que nos decidamos a amar vos y yo, la generosidad empieza a generar en nosotros algo distinto. ¿Qué habrá pensado ese rico que todos los días veía a Lázaro ahí tirado, en la puerta de su casa? ¿Qué pensamos nosotros cada vez que vemos a alguien que anda tirado por la vida? ¿Qué pensarán los que tienen tanto de más en este mundo? ¿Qué piensan y sienten los corruptos y los deshonestos que se enriquecen a costa de los demás? ¿Qué piensan los que explotan y someten a los demás, qué piensan los que buscan con la droga, las armas, el aborto y tantas cosas más, enriquecerse a costa del sufrimiento? ¿Qué les pasará por la cabeza y el corazón? Pero… no miremos a los otros, miremos nuestro propio corazón. ¿Qué nos pasa a nosotros cuando estamos viviendo aferrados a las cosas, a nuestros autos, a nuestras casas, nuestra ropa en exceso, nuestros hobbies tan costosos, mientras hay gente y niños que pasan hambre y no tienen techo ni comida? ¿Pensamos que no es culpa nuestra? Bueno, puedo ser. ¿Pensamos que por algo estarán así? ¿Pensaremos que el sistema es el que los corrompe? ¿Pensaremos que son ellos los que prefieren vivir así y tantas cosas más? ¿Qué pensamos?
Estamos hechos para ser generosos, vos y yo estamos creados y fuimos creados para la generosidad, está en nuestro ADN espiritual, te lo aseguro, somos hijos del mismo Padre. Nos vamos haciendo avaros, calculadores, agarrados, mezquinos, racionalistas de la vida, a medida que crecemos, lamentablemente, y el mundo adulto nos corrompe sin querer el corazón y nosotros también colaboramos con eso.
Quiero recordar algo que me pasó una vez mientras predicaba en una de las capillas de mi parroquia. El Espíritu no soplaba tanto en mi corazón ese día para la prédica, estaba cansado, tratando de explicar esto que estoy diciendo, hasta que me interrumpió un niño de catequesis, con la sencillez y la frescura que tienen ellos. Y me dijo algo así: «Sí, padre, es como usted dice, mi mamá cada vez que me da algo para comer se enoja porque yo lo doy, yo lo comparto con otros y ella me dice: “Te lo di para vos, es para vos”. No me deja compartir. ¿Por qué no me deja? Yo le quiero dar a otros», terminó diciéndome este niño. Fue tan iluminador, como gracioso y al mismo tiempo lapidario. Porque la madre estaba al lado de él y de algún modo se quería esconder por la vergüenza que estaba pasando, ya que el niño la había expuesto, pero el niño tenía razón. Él quería ser generoso y la madre no lo dejaba.
¿Cuándo nos vamos a convencer de que estamos hechos, creados para la generosidad, para compartir? ¿Cuándo nos vamos a convencer de que no podemos vivir en paz plena mientras veamos a un hijo de Dios que sufre el hambre y la injusticia de este mundo tan egoísta, del cual también vos y yo somos parte? ¿Qué estamos esperando? ¿Estamos esperando que nos aparezca un muerto para decidirnos lo que tenemos que hacer? ¿Estamos esperando que venga Jesús en persona para que comprendamos que no podemos pasar de largo ante alguien que está sufriendo? ¿Estamos esperando tener un poco más para ser generosos? ¿Estamos esperando sufrir para darnos cuenta lo que significa el sufrimiento? Si somos cristianos, ¿cómo a veces nos da la cara y el corazón para pasar de largo ante tantos Lázaros que nos cruzamos por el camino de la vida, casi todos los días? ¿Nos dimos cuenta de que el pobre de la parábola tiene nombre y el rico no? Será por algo, me parece.
El tiempo es hoy, Algo del Evangelio nos enseña que la generosidad empieza ahora, no hay que esperar a mañana. Desde el momento en que nos decidamos a amar vos y yo, la generosidad empieza a generar en nosotros algo distinto. ¿Qué habrá pensado ese rico que todos los días veía a Lázaro ahí tirado, en la puerta de su casa? ¿Qué pensamos nosotros cada vez que vemos a alguien que anda tirado por la vida? ¿Qué pensarán los que tienen tanto de más en este mundo? ¿Qué piensan y sienten los corruptos y los deshonestos que se enriquecen a costa de los demás? ¿Qué piensan los que explotan y someten a los demás, qué piensan los que buscan con la droga, las armas, el aborto y tantas cosas más, enriquecerse a costa del sufrimiento? ¿Qué les pasará por la cabeza y el corazón? Pero… no miremos a los otros, miremos nuestro propio corazón. ¿Qué nos pasa a nosotros cuando estamos viviendo aferrados a las cosas, a nuestros autos, a nuestras casas, nuestra ropa en exceso, nuestros hobbies tan costosos, mientras hay gente y niños que pasan hambre y no tienen techo ni comida? ¿Pensamos que no es culpa nuestra? Bueno, puedo ser. ¿Pensamos que por algo estarán así? ¿Pensaremos que el sistema es el que los corrompe? ¿Pensaremos que son ellos los que prefieren vivir así y tantas cosas más? ¿Qué pensamos?
Estamos hechos para ser generosos, vos y yo estamos creados y fuimos creados para la generosidad, está en nuestro ADN espiritual, te lo aseguro, somos hijos del mismo Padre. Nos vamos haciendo avaros, calculadores, agarrados, mezquinos, racionalistas de la vida, a medida que crecemos, lamentablemente, y el mundo adulto nos corrompe sin querer el corazón y nosotros también colaboramos con eso.
Quiero recordar algo que me pasó una vez mientras predicaba en una de las capillas de mi parroquia. El Espíritu no soplaba tanto en mi corazón ese día para la prédica, estaba cansado, tratando de explicar esto que estoy diciendo, hasta que me interrumpió un niño de catequesis, con la sencillez y la frescura que tienen ellos. Y me dijo algo así: «Sí, padre, es como usted dice, mi mamá cada vez que me da algo para comer se enoja porque yo lo doy, yo lo comparto con otros y ella me dice: “Te lo di para vos, es para vos”. No me deja compartir. ¿Por qué no me deja? Yo le quiero dar a otros», terminó diciéndome este niño. Fue tan iluminador, como gracioso y al mismo tiempo lapidario. Porque la madre estaba al lado de él y de algún modo se quería esconder por la vergüenza que estaba pasando, ya que el niño la había expuesto, pero el niño tenía razón. Él quería ser generoso y la madre no lo dejaba.
Esto daría para mucho más, pero… ¿No será que fuimos creados para la generosidad, pero el egoísmo de nuestra cultura en el mundo adulto que a veces nos rodea nos fue estrechando el corazón hasta llegar a ser lo que somos y que eso se va transmitiendo de algún modo de generación en generación? ¿No será que muchas veces nosotros hacemos lo mismo que hizo la madre de este niño e intervenimos en el corazón de los niños no dejando que ellos sean lo que en realidad ya son, generosos? ¿No será que nosotros de niños, éramos así, generosos en potencia y que el mundo, el entorno y nosotros mismos hicimos todo lo posible para ser ricos, con mucho o pocos bienes, y ricos que miran a tantos Lázaros de este mundo, que pasamos a veces de largo sin compasión? ¿No será que tenemos que dejar que el niño de nuestro corazón salga a la luz?
El tiempo es hoy, tenemos tiempo para convertirnos. Mañana no lo sabemos, no sabremos lo que pasará, lo que sí sabemos es que los pobres, los más sufridos, los que no recibieron nada en esta vida, seguramente serán aquellos que nos abran las puertas del cielo o bien los que nos miren desde arriba, eso dependerá de nuestra generosidad.
Que tengamos un buen domingo y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
El tiempo es hoy, tenemos tiempo para convertirnos. Mañana no lo sabemos, no sabremos lo que pasará, lo que sí sabemos es que los pobres, los más sufridos, los que no recibieron nada en esta vida, seguramente serán aquellos que nos abran las puertas del cielo o bien los que nos miren desde arriba, eso dependerá de nuestra generosidad.
Que tengamos un buen domingo y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
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Lunes 26 de septiembre + Memoria santos Cosme y Damián + XXVI Lunes durante el año † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 46-50
A los discípulos de Jesús se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande».
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros».
Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».
Palabra del Señor.
A los discípulos de Jesús se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande».
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros».
Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».
Palabra del Señor.
Comentario a Lucas 9, 46-50:
Hay que empezar este lunes con todo, con todo el corazón. Miremos para adelante, miremos todo lo que tenemos por delante. Miremos todo lo que podemos hacer en este día, veamos con ojos de fe que planeamos hacer en estos días. Hay que volver a entusiasmarse. Sí, entiendo, por ahí estás empezando este día con cara y cuerpo de cansancio, pero se puede cambiar, se puede decir: «Quiero otra cosa» «Quiero transmitir alegría por donde ande, por donde me toque estar».
Retomando algo de la parábola de ayer, podemos intentar en esta semana también desmenuzarla un poco, porque tiene mucho para aprender. Puede resultar chocante escuchar que el rico se fue al infierno, al lugar de lo muertos y el pobre Lázaro al cielo, al lugar de los santos, de los salvados. Porque una interpretación reductiva y sin profundidad, puede llevar a pensar que los ricos, por ser ricos se irán al infierno, y los pobres por ser pobres irán al cielo. Jesús, es necesario aclararlo, no pregonaba la grieta social, no buscó nunca etiquetar a las personas, o juzgar por lo exterior, por los bienes. Todo lo contrario, fue siempre más al hueso, al meollo de las cuestiones. El pobre fue al cielo, porque vivió dignamente su pobreza, porque aun siendo excluido por el rico, aun sufriendo las injusticias de este mundo, se mantuvo bueno, sin resentimientos, sin odios. El rico se fue al infierno, no por ser rico, no porque tenía muchos bienes, sino porque no tuvo compasión, porque no se hizo cargo del dolor de Lázaro, que deseaba comer lo que caí de su mesa, se fue al infierno por egoísta y avaro. Seguiremos con esto estos días.
La vida de Jesús es una invitación a la alegría y a superar dificultades. Esta semana de audios la dedicaré a que contemplemos a un Jesús incomprendido, por propios y extraños. ¿Vos pensás que sos el único o la única que no te comprenden a veces? ¿Vos pensás que a Jesús se le hizo fácil? Vamos a ver como Jesús habla un «idioma» en el que casi nadie lo entiende, no logran penetrar su corazón. Esto no es para resignarnos, sino para animarnos y sentirnos acompañados. Además, si al mismo Dios le pasó y le pasa ¿Por qué no a nosotros?
En Algo del Evangelio de hoy, a los discípulos se les ocurrió «cualquier cosa», ellos estaban en cualquiera, como se dice, en realidad estaban en la de ellos, estaban en ellos mismos. A vos y a mí se nos hubiera ocurrido lo mismo. Pensar quién es el mejor, el más grande y, además, poner barreras a otros para que se hagan cercanos a Jesús. Las dos grandes tentaciones, el «poder» y el «exclusivismo». Todos de una manera u otra buscamos «ser alguien» en este mundo, y el poder en todas sus dimensiones es un medio para lograrlo, más o menos oculto, pero es la gran debilidad de todos. Por si no te enteraste, así nacemos, así vinimos a este mundo, «fallados de fábrica», con la mancha original de la desobediencia a nuestro Creador, esa imperceptible tentación de creernos dioses, y así, sin «querer, queriendo», disimuladamente, deseamos ponernos en el lugar de Dios, buscamos lugares de poder en el que nos sintamos bien, apreciados y queridos por otros, poniendo nuestra seguridad en opiniones pasajeras y cambiantes. Somos así de raros e ingenuos. Igual que los discípulos que mientras Jesús les hablaba de humildad y entrega, ellos iban pensando por dentro quién sería el más grande.
Lo peor que nos puede pasar hoy, es que nosotros pensemos para adentro: «Ay, ¿cómo se les va a ocurrir semejante cosa a los discípulos?» Como si fuera que a nosotros no nos pasa a veces lo mismo. Pobre Jesús, incomprendido ayer, hoy y siempre. Jesús en vida humilde y sencillo, hoy en cada Eucaristía humilde, sencillo e incomprendido, mientras nosotros nos entristecemos o nos enojamos cuando somos dejados de lado, o cuando no estamos en el lugar que queremos estar, por las luchas de poder que se dan en todos los ámbitos.
El que quiere andar con Jesús tiene que andar como Él anduvo, no hay otro camino.
Hay que empezar este lunes con todo, con todo el corazón. Miremos para adelante, miremos todo lo que tenemos por delante. Miremos todo lo que podemos hacer en este día, veamos con ojos de fe que planeamos hacer en estos días. Hay que volver a entusiasmarse. Sí, entiendo, por ahí estás empezando este día con cara y cuerpo de cansancio, pero se puede cambiar, se puede decir: «Quiero otra cosa» «Quiero transmitir alegría por donde ande, por donde me toque estar».
Retomando algo de la parábola de ayer, podemos intentar en esta semana también desmenuzarla un poco, porque tiene mucho para aprender. Puede resultar chocante escuchar que el rico se fue al infierno, al lugar de lo muertos y el pobre Lázaro al cielo, al lugar de los santos, de los salvados. Porque una interpretación reductiva y sin profundidad, puede llevar a pensar que los ricos, por ser ricos se irán al infierno, y los pobres por ser pobres irán al cielo. Jesús, es necesario aclararlo, no pregonaba la grieta social, no buscó nunca etiquetar a las personas, o juzgar por lo exterior, por los bienes. Todo lo contrario, fue siempre más al hueso, al meollo de las cuestiones. El pobre fue al cielo, porque vivió dignamente su pobreza, porque aun siendo excluido por el rico, aun sufriendo las injusticias de este mundo, se mantuvo bueno, sin resentimientos, sin odios. El rico se fue al infierno, no por ser rico, no porque tenía muchos bienes, sino porque no tuvo compasión, porque no se hizo cargo del dolor de Lázaro, que deseaba comer lo que caí de su mesa, se fue al infierno por egoísta y avaro. Seguiremos con esto estos días.
La vida de Jesús es una invitación a la alegría y a superar dificultades. Esta semana de audios la dedicaré a que contemplemos a un Jesús incomprendido, por propios y extraños. ¿Vos pensás que sos el único o la única que no te comprenden a veces? ¿Vos pensás que a Jesús se le hizo fácil? Vamos a ver como Jesús habla un «idioma» en el que casi nadie lo entiende, no logran penetrar su corazón. Esto no es para resignarnos, sino para animarnos y sentirnos acompañados. Además, si al mismo Dios le pasó y le pasa ¿Por qué no a nosotros?
En Algo del Evangelio de hoy, a los discípulos se les ocurrió «cualquier cosa», ellos estaban en cualquiera, como se dice, en realidad estaban en la de ellos, estaban en ellos mismos. A vos y a mí se nos hubiera ocurrido lo mismo. Pensar quién es el mejor, el más grande y, además, poner barreras a otros para que se hagan cercanos a Jesús. Las dos grandes tentaciones, el «poder» y el «exclusivismo». Todos de una manera u otra buscamos «ser alguien» en este mundo, y el poder en todas sus dimensiones es un medio para lograrlo, más o menos oculto, pero es la gran debilidad de todos. Por si no te enteraste, así nacemos, así vinimos a este mundo, «fallados de fábrica», con la mancha original de la desobediencia a nuestro Creador, esa imperceptible tentación de creernos dioses, y así, sin «querer, queriendo», disimuladamente, deseamos ponernos en el lugar de Dios, buscamos lugares de poder en el que nos sintamos bien, apreciados y queridos por otros, poniendo nuestra seguridad en opiniones pasajeras y cambiantes. Somos así de raros e ingenuos. Igual que los discípulos que mientras Jesús les hablaba de humildad y entrega, ellos iban pensando por dentro quién sería el más grande.
Lo peor que nos puede pasar hoy, es que nosotros pensemos para adentro: «Ay, ¿cómo se les va a ocurrir semejante cosa a los discípulos?» Como si fuera que a nosotros no nos pasa a veces lo mismo. Pobre Jesús, incomprendido ayer, hoy y siempre. Jesús en vida humilde y sencillo, hoy en cada Eucaristía humilde, sencillo e incomprendido, mientras nosotros nos entristecemos o nos enojamos cuando somos dejados de lado, o cuando no estamos en el lugar que queremos estar, por las luchas de poder que se dan en todos los ámbitos.
El que quiere andar con Jesús tiene que andar como Él anduvo, no hay otro camino.
El que quiere ir con Jesús tiene que comprender que no es cuestión de grandeza humana, tiene que comprender que estar con Él no da «poder» mundano, que no es para tener poder y ser reconocido como grande por otros. El que anda con Jesús tiene que aceptar que el verdadero poder es el servicio, que lo lindo es poder servir, no servirnos de los otros. El que ande con Jesús tiene que aceptar que hay «otros» que pueden hacer cosas buenas también en su nombre, que el bien no se reduce a nuestras cuatro paredes. Estar con Él no nos hace exclusivos, sino que nos hace inclusivos, nos debería hacer inclusivos con los demás. Todo lo demás, todo aire de poder mundano, de grandeza pasajera, de creer que tenemos el «monopolio» del bien, de pensar que porque tenemos un lugar de servicio somos más que otros, de pensar que, en nuestros grupos, parroquias, movimientos, congregaciones, hacemos las cosas mejores que en otros lugares, todo eso… no es el Evangelio. Todo eso no es de Jesús. Eso no es el Evangelio. Eso es nuestro corazón herido por el pecado original, inclinado a las cosas que nos dejan finalmente vacíos. Y mientras pensemos así no estaremos todavía completamente convertidos hacia Él.
Que no se nos ocurra preguntar esas cosas que preguntaron los discípulos. Aunque las pensemos. No repitamos errores viejos. No todo lo que pensamos hay que decirlo, pero sí hay que ser sinceros con nosotros mismos y con los demás, reconociendo lo que siente nuestro corazón, para purificarlo. Preguntémonos hoy… ¿Qué busco estando con Jesús? ¿Me busco a mí o lo busco a Él? ¿Quién es verdaderamente el más grande? Deberíamos responder que Jesús, el que se hizo pequeño. Todo lo demás no vale la pena preguntarlo.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
P. Rodrigo Aguilar
Que no se nos ocurra preguntar esas cosas que preguntaron los discípulos. Aunque las pensemos. No repitamos errores viejos. No todo lo que pensamos hay que decirlo, pero sí hay que ser sinceros con nosotros mismos y con los demás, reconociendo lo que siente nuestro corazón, para purificarlo. Preguntémonos hoy… ¿Qué busco estando con Jesús? ¿Me busco a mí o lo busco a Él? ¿Quién es verdaderamente el más grande? Deberíamos responder que Jesús, el que se hizo pequeño. Todo lo demás no vale la pena preguntarlo.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.
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P. Rodrigo Aguilar