Historia de AA en la Argentina
Charlando un día por la tardecita, allá por la década del 70 en la casa de la calle Garay, con el fundador de AA en nuestro país, Don Héctor G., en una conversación informal, le pedí que me contara un poco acerca de cómo había fundado nuestra Comunidad y cuáles fueron sus principios.
Por aquel entonces, hacía dos o tres años que había dejado el alcohol y me picaba la curiosidad del tesonero trabajo que hacía la confraternidad y que hoy, con más conocimiento de la misma, hacen que me sienta orgulloso de pertenecer a ella. Don Héctor, un hombre del que me llamó la atención su particular serenidad y calma, con un decir sereno y pausado, me contó muy sucintamente los principios de AA en la Argentina.
No me pregunten por qué; en esos momentos anoté algunos datos de lo que me contó que me dan la pauta del esfuerzo que costó la creación de lo que hoy gozamos un sinnúmero de alcohólicos recuperados. Me contó entonces que comenzó a gustarle la bebida alrededor de los 15 o 17 años, dentro de su familia de origen irlandés. Poco a poco, alrededor de cinco años más tarde, recordaba que el alcohol se había convertido en algo insustituible para su carácter un poco tímido e inseguro. Como a cualquier alcohólico, a medida que pasaba el tiempo, comenzó a tener problemas en la casa. En ese entonces decidió irse de la misma al conseguir un trabajo en la Patagonia. Su enfermedad hizo que fuera trasladado en corto tiempo hacia otra ciudad más cercana y ante un llamado de atención por su manera de beber dejó este trabajo y retornó a vivir con sus padres. A través del requerimiento de su familia fue a ver a un médico y allí tomó conocimiento que lo que le pasaba: no era un vicio sino una enfermedad. Este médico le dio folletos de Alcohólicos Anónimos y le dijo de hacer una psicoterapia para ayudarlo. Durante un tiempo se mantuvo sin beber hasta que decidió que ya podría controlar la bebida y allí fue el acabose. Se quedó completamente solo, muy angustiado en su casa. Se dio cuenta que no quería beber y al mismo tiempo que no podía prescindir de hacerlo. Hasta que se sintió tan mal que decidió terminar con su vida y con un cinturón se colgó. Para bien de él y de todos nosotros, los alcohólicos, el cinturón se rompió y salvó su vida.
Fue internado en un sanatorio privado. Lo fue a ver el Dr. Roberto Pochat. con quien siguió un tratamiento y, al mismo tiempo, le sugirió que, una vez desintoxicado, le escribiera a Alcohólicos Anónimos para averiguar cuál era el tratamiento a seguir. Fue ahí donde Héctor escribe a esta entidad en Nueva York y desde allí le dan las primeras pautas. Don Héctor, que hablaba perfectamente el inglés, lee el “Libro Grande de AA”. Se puso en contacto reiteradas veces con Ann M., quien le contó que también era alcohólica y se había recuperado en AA. La primera carta que escribió fue el 18 de Diciembre de 1952. A partir de ese momento podríamos decir que se comenzó a gestar el nacimiento de AA en nuestro país.
También podríamos decir que AA en la Argentina nació el día que don Héctor tomó la última copa, el 13 de septiembre de 1952. Pero esto puede servir sólo como una referencia histórica ya que en la práctica Don Héctor G. tuvo que realizar una tarea constante para llegar a realizar el fin propuesto que era el de llevar a la práctica una institución similar a la de EEUU. ¿Por dónde comenzar?
Charlando un día por la tardecita, allá por la década del 70 en la casa de la calle Garay, con el fundador de AA en nuestro país, Don Héctor G., en una conversación informal, le pedí que me contara un poco acerca de cómo había fundado nuestra Comunidad y cuáles fueron sus principios.
Por aquel entonces, hacía dos o tres años que había dejado el alcohol y me picaba la curiosidad del tesonero trabajo que hacía la confraternidad y que hoy, con más conocimiento de la misma, hacen que me sienta orgulloso de pertenecer a ella. Don Héctor, un hombre del que me llamó la atención su particular serenidad y calma, con un decir sereno y pausado, me contó muy sucintamente los principios de AA en la Argentina.
No me pregunten por qué; en esos momentos anoté algunos datos de lo que me contó que me dan la pauta del esfuerzo que costó la creación de lo que hoy gozamos un sinnúmero de alcohólicos recuperados. Me contó entonces que comenzó a gustarle la bebida alrededor de los 15 o 17 años, dentro de su familia de origen irlandés. Poco a poco, alrededor de cinco años más tarde, recordaba que el alcohol se había convertido en algo insustituible para su carácter un poco tímido e inseguro. Como a cualquier alcohólico, a medida que pasaba el tiempo, comenzó a tener problemas en la casa. En ese entonces decidió irse de la misma al conseguir un trabajo en la Patagonia. Su enfermedad hizo que fuera trasladado en corto tiempo hacia otra ciudad más cercana y ante un llamado de atención por su manera de beber dejó este trabajo y retornó a vivir con sus padres. A través del requerimiento de su familia fue a ver a un médico y allí tomó conocimiento que lo que le pasaba: no era un vicio sino una enfermedad. Este médico le dio folletos de Alcohólicos Anónimos y le dijo de hacer una psicoterapia para ayudarlo. Durante un tiempo se mantuvo sin beber hasta que decidió que ya podría controlar la bebida y allí fue el acabose. Se quedó completamente solo, muy angustiado en su casa. Se dio cuenta que no quería beber y al mismo tiempo que no podía prescindir de hacerlo. Hasta que se sintió tan mal que decidió terminar con su vida y con un cinturón se colgó. Para bien de él y de todos nosotros, los alcohólicos, el cinturón se rompió y salvó su vida.
Fue internado en un sanatorio privado. Lo fue a ver el Dr. Roberto Pochat. con quien siguió un tratamiento y, al mismo tiempo, le sugirió que, una vez desintoxicado, le escribiera a Alcohólicos Anónimos para averiguar cuál era el tratamiento a seguir. Fue ahí donde Héctor escribe a esta entidad en Nueva York y desde allí le dan las primeras pautas. Don Héctor, que hablaba perfectamente el inglés, lee el “Libro Grande de AA”. Se puso en contacto reiteradas veces con Ann M., quien le contó que también era alcohólica y se había recuperado en AA. La primera carta que escribió fue el 18 de Diciembre de 1952. A partir de ese momento podríamos decir que se comenzó a gestar el nacimiento de AA en nuestro país.
También podríamos decir que AA en la Argentina nació el día que don Héctor tomó la última copa, el 13 de septiembre de 1952. Pero esto puede servir sólo como una referencia histórica ya que en la práctica Don Héctor G. tuvo que realizar una tarea constante para llegar a realizar el fin propuesto que era el de llevar a la práctica una institución similar a la de EEUU. ¿Por dónde comenzar?
En principio comunicó que deseaba tener un grupo de AA en nuestro país, recibiendo entonces información sobre el trabajo a realizar y un Libro Grande donde encontró las bases e ideas en que se basaba la confraternidad. Una de las primeras tareas era la de tener alcohólicos que quisieran dejar de beber o, en un principio, llegar a “curarse” del problema que padecían. No recuerdo la fecha de un artículo aparecido en Selecciones de Reader´s Digest sobre la tarea de la institución por el cual mucha gente escribió para enterarse de la ayuda hacia los alcohólicos. En un comienzo, le dieron a Don Héctor direcciones de los que habían escrito a la Alcohólicos Anónimos de EEUU para que se pusiera en contacto con los mismos, les contara su historia y experiencia y tratara de ayudarlos reuniéndose en grupos para iniciar el movimiento en el país.
Con permiso de la Oficina de Servicio Mundial en Nueva York, él se presentaba como representante de la misma y contaba su historia lo más detalladamente posible, incluyendo los desastres y problemas que le trajo su adicción al alcohol. Pero todo esto lo contaba como "desde el lugar de un familiar" y no desde el de enfermo alcohólico que realmente era, por lo cual la mayoría de las veces lo despedían cordialmente pensando que no estaba en sus cabales.
Estuvo varios meses trabajando así sin lograr que nadie quisiera integrar el grupo que deseaba formar. Allí fue donde Don Héctor me hizo hincapié en lo positivo que le dejó esta experiencia de continuos fracasos y que generó su propio cambio de actitud. Empezó a considerar que estos fracasos eran algo positivo y que la vida comenzaba a ser algo importante para vivirla de esta manera, dejando de lado sus angustias y depresiones. A partir de ese momento encontró la base de su recuperación, el cambio de actitud necesario ante la propia vida.
Esto representó un paso adelante muy importante. Por otra parte, observó que sus familiares y amigos le hacían notar sus cambios de actitud, comparados con su etapa anterior de angustias y depresiones.
Comenzó a trabajar entonces con un mayor temple para lograr su objetivo de lograr la formación de un grupo en el país. Verdaderamente, al contarme el trabajo que tuvo que realizar para lograr lo propuesto, me di cuenta que me encontraba ante una persona que, aparte de su serenidad y tono mesurado, fue alguien con una tremenda fe y una actitud muy fuerte y consecuente para llegar a su objetivo, teniendo en cuenta también que lo estaba haciendo solo. Al estar frente a él -y dándome cuenta de que gracias a este hombre yo estaba vivo, sin ninguna duda- sentí una profunda emoción y agradecimiento y se lo hice saber. Me contestó con mucha humildad que hizo simplemente lo que correspondía hacer.
Siguió con mucho entusiasmo en su tarea y logró por fin reunirse con dos alcohólicos en la confitería "Londres" en Flores. Uno de ellos estaba en continuas recaídas y lo llamaba permanentemente después que tomaba. Finalmente desapareció y no lo volvió a ver.
Mantenía relación con algún que otro alcohólico por medio de correspondencia y luego perdía el rastro de los mismos ignorando si lograban mantenerse sobrios. Le pregunté cuándo realmente cree que fue la fundación de AA en nuestro país y no lo recordaba bien. Creía que fue un alcohólico que apareció en 1953 y permaneció sobrio un año hasta que falleció en 1954. Este alcohólico, residente en nuestro país, en un viaje que realizó a EEUU, conoció e integró un grupo de AA y, al regresar, se puso en contacto con él. Comenzaron a trabajar juntos logrando formar un grupo que se reunía en Olivos en la casa de Arthur M. -que era el nombre de este alcohólico- y también una vez por semana en el consultorio del Dr. Pochat. A este pequeño grupo de alcohólicos le dieron el nombre de “Arthur”, en homenaje a él, cuando falleció y así figura en la Oficina de Nueva York, con su inscripción como "Grupo Arthur". Don Héctor lo consideraba, junto con él, como cofundador en la Argentina de los grupos de Alcohólicos Anónimos.
Con permiso de la Oficina de Servicio Mundial en Nueva York, él se presentaba como representante de la misma y contaba su historia lo más detalladamente posible, incluyendo los desastres y problemas que le trajo su adicción al alcohol. Pero todo esto lo contaba como "desde el lugar de un familiar" y no desde el de enfermo alcohólico que realmente era, por lo cual la mayoría de las veces lo despedían cordialmente pensando que no estaba en sus cabales.
Estuvo varios meses trabajando así sin lograr que nadie quisiera integrar el grupo que deseaba formar. Allí fue donde Don Héctor me hizo hincapié en lo positivo que le dejó esta experiencia de continuos fracasos y que generó su propio cambio de actitud. Empezó a considerar que estos fracasos eran algo positivo y que la vida comenzaba a ser algo importante para vivirla de esta manera, dejando de lado sus angustias y depresiones. A partir de ese momento encontró la base de su recuperación, el cambio de actitud necesario ante la propia vida.
Esto representó un paso adelante muy importante. Por otra parte, observó que sus familiares y amigos le hacían notar sus cambios de actitud, comparados con su etapa anterior de angustias y depresiones.
Comenzó a trabajar entonces con un mayor temple para lograr su objetivo de lograr la formación de un grupo en el país. Verdaderamente, al contarme el trabajo que tuvo que realizar para lograr lo propuesto, me di cuenta que me encontraba ante una persona que, aparte de su serenidad y tono mesurado, fue alguien con una tremenda fe y una actitud muy fuerte y consecuente para llegar a su objetivo, teniendo en cuenta también que lo estaba haciendo solo. Al estar frente a él -y dándome cuenta de que gracias a este hombre yo estaba vivo, sin ninguna duda- sentí una profunda emoción y agradecimiento y se lo hice saber. Me contestó con mucha humildad que hizo simplemente lo que correspondía hacer.
Siguió con mucho entusiasmo en su tarea y logró por fin reunirse con dos alcohólicos en la confitería "Londres" en Flores. Uno de ellos estaba en continuas recaídas y lo llamaba permanentemente después que tomaba. Finalmente desapareció y no lo volvió a ver.
Mantenía relación con algún que otro alcohólico por medio de correspondencia y luego perdía el rastro de los mismos ignorando si lograban mantenerse sobrios. Le pregunté cuándo realmente cree que fue la fundación de AA en nuestro país y no lo recordaba bien. Creía que fue un alcohólico que apareció en 1953 y permaneció sobrio un año hasta que falleció en 1954. Este alcohólico, residente en nuestro país, en un viaje que realizó a EEUU, conoció e integró un grupo de AA y, al regresar, se puso en contacto con él. Comenzaron a trabajar juntos logrando formar un grupo que se reunía en Olivos en la casa de Arthur M. -que era el nombre de este alcohólico- y también una vez por semana en el consultorio del Dr. Pochat. A este pequeño grupo de alcohólicos le dieron el nombre de “Arthur”, en homenaje a él, cuando falleció y así figura en la Oficina de Nueva York, con su inscripción como "Grupo Arthur". Don Héctor lo consideraba, junto con él, como cofundador en la Argentina de los grupos de Alcohólicos Anónimos.
Al fallecimiento de Arthur, el grupo se disgregó. Tampoco, por indicación del Dr. Pochat, se reunían más en el consultorio de él ya que consideraba que no correspondía que el grupo funcionara allí. Comenzaron a hacerse las reuniones los días sábados en las casas de los alcohólicos, abocándose Don Héctor a conseguir un lugar que se prestara para eso. Así fue que en el transcurso de 1955 se reunían en la casa de Esteban W. en Hurlingham. Consiguieron luego permiso para reunirse todos los martes a las 19:30 en Maipú 820, en la Obra del Cardenal Ferrari. El Grupo comenzó a crecer y, al demolerse el edificio de la Obra, se trasladaron a la Parroquia de La Merced, en Viamonte 318, lugar cedido por Monseñor Tato. Tuvieron que pasar luego a Reconquista 341, sede de la Dirección Nacional de Asistencia Social por gentileza de Director del mismo. Tomé nota también, segun Don Hèctor, de los compañeros que integraban el Grupo como Leonardo, Saavedra, Sussin, Raymundo, Carlos F., Peggy, Dora, Betty y otros . Yo conocí en ese entonces a Sussin, que se recibió de médico cuando entró en sobriedad y a Saavedra, que para mí fue ejemplo de humildad y trabajo. Recuerdo que, estando con los compañeros en la casa de la calle Garay conformando el Intergrupo Capital, Saavedra nos preparaba el café, a veces hasta las dos de la madrugada. Años después. se radicó en Rosario donde fundó algunos grupos. Cuando Saavedra falleció, era el alcohólico que llevaba más años de sobriedad exceptuando a Don Héctor.
Estando ya en la calle Viamonte, Don Héctor conoció a su esposa, Beba T., que era asistente social y visitadora de higiene. Visitó AA para ver cómo le podrían ayudar en su trabajo con los alcohólicos. A Beba le llamó la atención que no tuviera AA una sede permanente y. desde su puesto en la Municipalidad, se puso en campaña para conseguir un lugar fijo para los AA. Le cedieron un lugar en Avenida Córdoba 1556, adonde fueron a fines de 1961. El local era muy grande y presentaba el inconveniente de que era muy frío en invierno. Por otra parte tenían unas pocas sillas, que se utilizaban para las mujeres. Entre el frío y el tener la mayoría de los alcohólicos que mantenerse parados, hacía que muchos de ellos casi no vinieran o dejaran de hacerlo definitivamente. Tenían que buscar una solución para este problema pero los aportes de los que concurrían eran muy pocos. Fue así que Don Héctor G. conoció por intermedio de alguien a la Fundación Kaiser que hizo una donación de dinero. Fue Don Héctor quien aceptó a regañadientes tratando de que fuera sólo a los elementos que hacían falta como muebles, sillas, ventiladores y estufas. No lo consiguió y tuvo que aceptar el dinero a pesar de que sabía que estaba violando una de las Doce Tradiciones de AA. Para ese entonces ya comenzaba a ser conocida la Institución por comentarios en revistas y diarios, recibiendo muchas cartas -sobre todo del interior- a la Casilla de Correos que disponían en el Correo Central. Don Héctor se ocupaba de recibir la correspondencia y toda la administración además de visitas de "Paso Doce" que realizaba diariamente. Como es lógico, necesitaba elementos para la administración y el dinero no alcanzaba.
Entonces el Dr. Pochat le presenta al Sr. Williams, titular de la fundación que lleva su nombre. Este señor decidió ayudarlo con una suma fija por mes que sería hasta que tuvieran el número suficiente de alcohólicos para sostener la confraternidad. A Don Héctor le preocupaba bastante el hecho de quebrar las Tradiciones y el mismo Sr. Williams -que era norteamericano y conocía mucho de AA- le mostró el folleto “Las Tradiciones de AA, cómo se desarrollaron” en el que Bill W. -uno de sus dos cofundadores- explica que, en un principio, necesitaron ayuda ajena.
Estando ya en la calle Viamonte, Don Héctor conoció a su esposa, Beba T., que era asistente social y visitadora de higiene. Visitó AA para ver cómo le podrían ayudar en su trabajo con los alcohólicos. A Beba le llamó la atención que no tuviera AA una sede permanente y. desde su puesto en la Municipalidad, se puso en campaña para conseguir un lugar fijo para los AA. Le cedieron un lugar en Avenida Córdoba 1556, adonde fueron a fines de 1961. El local era muy grande y presentaba el inconveniente de que era muy frío en invierno. Por otra parte tenían unas pocas sillas, que se utilizaban para las mujeres. Entre el frío y el tener la mayoría de los alcohólicos que mantenerse parados, hacía que muchos de ellos casi no vinieran o dejaran de hacerlo definitivamente. Tenían que buscar una solución para este problema pero los aportes de los que concurrían eran muy pocos. Fue así que Don Héctor G. conoció por intermedio de alguien a la Fundación Kaiser que hizo una donación de dinero. Fue Don Héctor quien aceptó a regañadientes tratando de que fuera sólo a los elementos que hacían falta como muebles, sillas, ventiladores y estufas. No lo consiguió y tuvo que aceptar el dinero a pesar de que sabía que estaba violando una de las Doce Tradiciones de AA. Para ese entonces ya comenzaba a ser conocida la Institución por comentarios en revistas y diarios, recibiendo muchas cartas -sobre todo del interior- a la Casilla de Correos que disponían en el Correo Central. Don Héctor se ocupaba de recibir la correspondencia y toda la administración además de visitas de "Paso Doce" que realizaba diariamente. Como es lógico, necesitaba elementos para la administración y el dinero no alcanzaba.
Entonces el Dr. Pochat le presenta al Sr. Williams, titular de la fundación que lleva su nombre. Este señor decidió ayudarlo con una suma fija por mes que sería hasta que tuvieran el número suficiente de alcohólicos para sostener la confraternidad. A Don Héctor le preocupaba bastante el hecho de quebrar las Tradiciones y el mismo Sr. Williams -que era norteamericano y conocía mucho de AA- le mostró el folleto “Las Tradiciones de AA, cómo se desarrollaron” en el que Bill W. -uno de sus dos cofundadores- explica que, en un principio, necesitaron ayuda ajena.
Tiempo después Richard P, ya recuperado, visitó la Oficina de Servicio Mundial en Nueva York. Estuvo con Bill W. y le comentó lo ocurrido: el mismo Bill le respondió que "las Tradiciones deben respetarse y es muy importante que así se haga, pero también hay que tener tolerancia por las necesidades y los problemas de los grupos en otros países”.
Después de conseguir lo indispensable para la calle Córdoba, el Grupo comenzó a crecer. Legaron entonces María Marta, Ketty, Coca S., Jorge M., Sergio R., Víctor y Richard P.
A partir de ese momento es cuando AA comienza a expandirse, creándose los Grupos Pasco, San Isidro, Morón y Quilmes. Asimismo, el nacimiento de los Intergrupos, las distintas Aéreas con sus respectivos delegados -y quienes no lo eran-, creándose discusiones -muchas veces agraviantes- pero fue necesario para conformar la estructura de AA y ponerse en marcha. Fue entonces cuando asumió la Presidencia de la Asociación Sergio R. Tiempo después, cuando se tuvo que dejar el local de Avenida Córdoba, se pasó a la vieja casa de la calle Garay.
Y esto fue lo que me contó Don Héctor G., lo cual puede darles una idea más formal del sacrificio que costó llegar a ser lo que es la comunidad hoy día. Po ejemplo... que contamos con la Conferencia -de Servicios Generales-, con Áreas en todo el país, gran cantidad de Grupos en todas las provincias, distintos Comités y una estructura que se mantiene y ayuda a la base de la misma que es la de "transmitir el mensaje" hacia cualquier alcohólico que desee dejar de beber.
Víctor P.
Revista el Sendero Para cualquier duda o incripcion comuníquese al te (011) 5263-8621o a suscripcionrnaa@aa.org.ar
Fuente: https://revistaelsendero.com.ar/publicacion/historia-de-aa-en-la-argentina
Después de conseguir lo indispensable para la calle Córdoba, el Grupo comenzó a crecer. Legaron entonces María Marta, Ketty, Coca S., Jorge M., Sergio R., Víctor y Richard P.
A partir de ese momento es cuando AA comienza a expandirse, creándose los Grupos Pasco, San Isidro, Morón y Quilmes. Asimismo, el nacimiento de los Intergrupos, las distintas Aéreas con sus respectivos delegados -y quienes no lo eran-, creándose discusiones -muchas veces agraviantes- pero fue necesario para conformar la estructura de AA y ponerse en marcha. Fue entonces cuando asumió la Presidencia de la Asociación Sergio R. Tiempo después, cuando se tuvo que dejar el local de Avenida Córdoba, se pasó a la vieja casa de la calle Garay.
Y esto fue lo que me contó Don Héctor G., lo cual puede darles una idea más formal del sacrificio que costó llegar a ser lo que es la comunidad hoy día. Po ejemplo... que contamos con la Conferencia -de Servicios Generales-, con Áreas en todo el país, gran cantidad de Grupos en todas las provincias, distintos Comités y una estructura que se mantiene y ayuda a la base de la misma que es la de "transmitir el mensaje" hacia cualquier alcohólico que desee dejar de beber.
Víctor P.
Revista el Sendero Para cualquier duda o incripcion comuníquese al te (011) 5263-8621o a suscripcionrnaa@aa.org.ar
Fuente: https://revistaelsendero.com.ar/publicacion/historia-de-aa-en-la-argentina
Historia de AA en la Argentina
"... al contarme el trabajo que tuvo que realizar para lograr lo propuesto, me di cuenta que me encontraba ante una persona que, aparte de su serenidad y tono mesurado, fue -Héctor G.- alguien con una tremenda fe y una actitud muy fuerte y consecuente para…
Reflexiones Diarias
20 de ABRIL
AUTOEXAMEN
Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de autoconmiseración y de motivos falsos y egoístas.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 86
Esta oración, cuando la digo sinceramente, me enseña a ser verdaderamente generoso y humilde, porque aun al hacer buenas acciones, a menudo buscaba aprobación y gloria para mi persona. Si examino mis motivos en todo lo que yo hago, puedo ser servicial a Dios y a otros, ayudándolos a hacer lo que ellos desean hacer. Muchas preocupaciones innecesarias son eliminadas cuando dejo a Dios a cargo de mis pensamientos y creo que Él me guía durante el transcurso del día. Cuando elimino los sentimientos de autoconmiseración, de deshonestidad y de egocentrismo, tan pronto como entran en mi mente, encuentro paz con Dios, con mis semejantes y conmigo mismo.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 by Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
20 de ABRIL
AUTOEXAMEN
Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de autoconmiseración y de motivos falsos y egoístas.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 86
Esta oración, cuando la digo sinceramente, me enseña a ser verdaderamente generoso y humilde, porque aun al hacer buenas acciones, a menudo buscaba aprobación y gloria para mi persona. Si examino mis motivos en todo lo que yo hago, puedo ser servicial a Dios y a otros, ayudándolos a hacer lo que ellos desean hacer. Muchas preocupaciones innecesarias son eliminadas cuando dejo a Dios a cargo de mis pensamientos y creo que Él me guía durante el transcurso del día. Cuando elimino los sentimientos de autoconmiseración, de deshonestidad y de egocentrismo, tan pronto como entran en mi mente, encuentro paz con Dios, con mis semejantes y conmigo mismo.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 by Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
20 de abril
*Pensamiento del Día.*
_La satisfacción que se obtiene viviendo una vida sobria está compuesta de muchas cosas pequenas, pero que se suman para formar una vida feliz y satisfactoria. Se obtiene de la vida lo que en ella se pone. Por eso tengo que decir a las personas que llegan a A.A.: "No se preocupen de lo que pueda parecer la vida sin alcohol. Solamente perseveren, y les sucederán multitud de cosas buenas. Y tendrán aquel sentimiento de tranquila satisfacción, de paz y de serenidad, y se llenarán de una enorme gratitud por la gracia de Dios._
_*-"¿Estará mi vida llegando a ser digna de vivirse?"*_
*Meditación del Día.*
_Hay dos sendas que seguir: una es ascendente y la otra descendente. Se nos ha concedido el libre albedrío para escoger entre una y otra sendas. Somos capitanes de nuestras almas hasta este grado solamente. Podemos escoger el bien o el mal. Una vez que hemos escogido el camino equivocado, vamos cada vez más hacia abajo, a la muerte con el tiempo. Pero si elegimos el camino justo, subimos y subimos hasta que llegamos al día de la resurrección. Por el camino equivocado no tenemos fuerza para el bien, porque no deseamos solicitarlo. Pero por el caminojusto, nos hallamos del lado del bien y tenemos detrás de nosotros toda la fuerza del espíritu de Dios._
*Oración del Día.*
_*Ruego porque pueda hallarme en la corriente de la bondad.*_
_*Pido poder estar del lado justo, del lado de todo lo bueno del universo.*_
_(Veinticuatro Horas al Día, Copyright ©1976, Hazelden Foundation, All Rights Reserved, Under Pan American Convention, con permiso de AAWS)_
🌷
*Pensamiento del Día.*
_La satisfacción que se obtiene viviendo una vida sobria está compuesta de muchas cosas pequenas, pero que se suman para formar una vida feliz y satisfactoria. Se obtiene de la vida lo que en ella se pone. Por eso tengo que decir a las personas que llegan a A.A.: "No se preocupen de lo que pueda parecer la vida sin alcohol. Solamente perseveren, y les sucederán multitud de cosas buenas. Y tendrán aquel sentimiento de tranquila satisfacción, de paz y de serenidad, y se llenarán de una enorme gratitud por la gracia de Dios._
_*-"¿Estará mi vida llegando a ser digna de vivirse?"*_
*Meditación del Día.*
_Hay dos sendas que seguir: una es ascendente y la otra descendente. Se nos ha concedido el libre albedrío para escoger entre una y otra sendas. Somos capitanes de nuestras almas hasta este grado solamente. Podemos escoger el bien o el mal. Una vez que hemos escogido el camino equivocado, vamos cada vez más hacia abajo, a la muerte con el tiempo. Pero si elegimos el camino justo, subimos y subimos hasta que llegamos al día de la resurrección. Por el camino equivocado no tenemos fuerza para el bien, porque no deseamos solicitarlo. Pero por el caminojusto, nos hallamos del lado del bien y tenemos detrás de nosotros toda la fuerza del espíritu de Dios._
*Oración del Día.*
_*Ruego porque pueda hallarme en la corriente de la bondad.*_
_*Pido poder estar del lado justo, del lado de todo lo bueno del universo.*_
_(Veinticuatro Horas al Día, Copyright ©1976, Hazelden Foundation, All Rights Reserved, Under Pan American Convention, con permiso de AAWS)_
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Cita Diaria con La Viña Abril 19
“Se gane o se pierda”. ESCONDIDO, CALIFORNIA, AGOSTO DE 2001. De Emotional Sobriety
“Mi padrino ... me dio un buen consejo: ‘Elimina las palabras éxito y fracaso de tu vocabulario. Reemplázalas por honestidad y esfuerzo’”.
“Se gane o se pierda”. ESCONDIDO, CALIFORNIA, AGOSTO DE 2001. De Emotional Sobriety
‘Los hijos del caos’: El nacimiento de las Tradiciones de A.A.
“Los aprovechados se aprovechaban, los solitarios se lamentaban de su soledad, los comités disputaban, los nuevos clubs tenían dificultades inauditas, los oradores charlataneaban, los grupos se veían desgarrados por controversias, los miembros se convertían en profesionales y vendían el movimiento; a veces grupos enteros se emborrachaban, las relaciones públicas locales llegaron a ser un escándalo”. ( El lenguaje del corazón , p. 150)
Así eran las circunstancias, según Bill W., cofundador de A.A., en algunos de los grupos de la incipiente Comunidad en la época pionera de A.A. Con poca experiencia o ninguna en la nueva y exigente aventura de la sobriedad, los grupos de A.A. estaban volando a ciegas.
El programa de recuperación de A.A., principalmente según quedaba expresado en los Doce Pasos expuestos en el Libro Grande, se iba propagando como el fuego — de un alcohólico a otro, por todo el país e incluso en los países de ultramar. Con reportajes favorecedores en los diversos medios de comunicación y el creciente apoyo de la medicina y la religión, A.A. llegó a ser cada vez más conocida. La gente estaba logrando su sobriedad y las buenas nuevas se iban difundiendo rápidamente.
No obstante, los recién nacidos grupos de A.A. a menudo tenían muy poco en que apoyarse y orientarse aparte del deseo profundo de los miembros individuales de mantenerse sobrios. Todo tenía que definirse día a día y a base de experiencia personal e individual por medio de un sistema de tanteos y de aprender de los errores para así descubrir lo que funcionaba y no funcionaba. Las reglas fueron sentadas y rotas; se establecieron normas para luego descartarlas, e inevitablemente estallaron disputas, a veces enconadas, referentes a las relaciones entre los miembros de A.A., unos con otros, y con el mundo de afuera.
Había muchísimos problemas con que enfrentarnos en las primeras décadas de A.A. y a medida que la cantidad de miembros seguía aumentando anualmente, los desafíos supuestos por vivir y trabajar juntos, no sólo como individuos sino también como grupos, se iban amontonando. Los éxitos y la mayor visibilidad venían acompañados de sospechas, celos y resentimiento. Había conflictos relacionados con todo asunto imaginable: el uso del dinero, la operación de los clubs, el uso inapropiado del nombre de A.A., el liderazgo y los romances.
Las costumbres de las reuniones varían de grupo en grupo; algunas reuniones estaban compuestas principalmente de borrachos de bajo fondo; otras de borrachos de alto fondo; algunas dejaban volver al grupo a los que tenían recaídas; otros creían que deberían ser excomulgados.
Como Bill contó en A.A. llega a su mayoría de edad (p. 203): “Nos parecía como si cada participante en cada desacuerdo de los grupos de todo el país nos escribiera durante este confuso y apasionado período”. Los problemas planteados por esos miembros de A.A. amenazaban con abrumar a la Comunidad naciente y en una carta de 1950 dirigida a un miembro de A.A. de Michigan, Bill dijo: “Cuando llegaban a mi despacho las cartas en que se describían los dolores de crecimiento de los primeros grupos... pasaba la noche tumbado en la cama sin poder conciliar el sueño. Me parecía que las fuerzas de la desintegración iban a desgarrar a nuestros grupos pioneros....”
A.A. no fue la primera comunidad que se hubiera encontrado zozobrando en los escollos del conflicto y del éxito peligroso. La Sociedad Washingtoniana, un movimiento dedicado un siglo antes al rescate de los borrachos casi había descubierto la solución al problema del alcoholismo. Al comienzo, la sociedad, que se originó en Baltimore, estaba compuesta solamente de alcohólicos que se esforzaban por ayudarse, unos a otros. Tuvieron un éxito considerable y el movimiento prosperó. Había más de 500,000 miembros.
“Los aprovechados se aprovechaban, los solitarios se lamentaban de su soledad, los comités disputaban, los nuevos clubs tenían dificultades inauditas, los oradores charlataneaban, los grupos se veían desgarrados por controversias, los miembros se convertían en profesionales y vendían el movimiento; a veces grupos enteros se emborrachaban, las relaciones públicas locales llegaron a ser un escándalo”. ( El lenguaje del corazón , p. 150)
Así eran las circunstancias, según Bill W., cofundador de A.A., en algunos de los grupos de la incipiente Comunidad en la época pionera de A.A. Con poca experiencia o ninguna en la nueva y exigente aventura de la sobriedad, los grupos de A.A. estaban volando a ciegas.
El programa de recuperación de A.A., principalmente según quedaba expresado en los Doce Pasos expuestos en el Libro Grande, se iba propagando como el fuego — de un alcohólico a otro, por todo el país e incluso en los países de ultramar. Con reportajes favorecedores en los diversos medios de comunicación y el creciente apoyo de la medicina y la religión, A.A. llegó a ser cada vez más conocida. La gente estaba logrando su sobriedad y las buenas nuevas se iban difundiendo rápidamente.
No obstante, los recién nacidos grupos de A.A. a menudo tenían muy poco en que apoyarse y orientarse aparte del deseo profundo de los miembros individuales de mantenerse sobrios. Todo tenía que definirse día a día y a base de experiencia personal e individual por medio de un sistema de tanteos y de aprender de los errores para así descubrir lo que funcionaba y no funcionaba. Las reglas fueron sentadas y rotas; se establecieron normas para luego descartarlas, e inevitablemente estallaron disputas, a veces enconadas, referentes a las relaciones entre los miembros de A.A., unos con otros, y con el mundo de afuera.
Había muchísimos problemas con que enfrentarnos en las primeras décadas de A.A. y a medida que la cantidad de miembros seguía aumentando anualmente, los desafíos supuestos por vivir y trabajar juntos, no sólo como individuos sino también como grupos, se iban amontonando. Los éxitos y la mayor visibilidad venían acompañados de sospechas, celos y resentimiento. Había conflictos relacionados con todo asunto imaginable: el uso del dinero, la operación de los clubs, el uso inapropiado del nombre de A.A., el liderazgo y los romances.
Las costumbres de las reuniones varían de grupo en grupo; algunas reuniones estaban compuestas principalmente de borrachos de bajo fondo; otras de borrachos de alto fondo; algunas dejaban volver al grupo a los que tenían recaídas; otros creían que deberían ser excomulgados.
Como Bill contó en A.A. llega a su mayoría de edad (p. 203): “Nos parecía como si cada participante en cada desacuerdo de los grupos de todo el país nos escribiera durante este confuso y apasionado período”. Los problemas planteados por esos miembros de A.A. amenazaban con abrumar a la Comunidad naciente y en una carta de 1950 dirigida a un miembro de A.A. de Michigan, Bill dijo: “Cuando llegaban a mi despacho las cartas en que se describían los dolores de crecimiento de los primeros grupos... pasaba la noche tumbado en la cama sin poder conciliar el sueño. Me parecía que las fuerzas de la desintegración iban a desgarrar a nuestros grupos pioneros....”
A.A. no fue la primera comunidad que se hubiera encontrado zozobrando en los escollos del conflicto y del éxito peligroso. La Sociedad Washingtoniana, un movimiento dedicado un siglo antes al rescate de los borrachos casi había descubierto la solución al problema del alcoholismo. Al comienzo, la sociedad, que se originó en Baltimore, estaba compuesta solamente de alcohólicos que se esforzaban por ayudarse, unos a otros. Tuvieron un éxito considerable y el movimiento prosperó. Había más de 500,000 miembros.
Pero los Washingtonianos dejaron que los políticos y reformadores, alcohólicos y no-alcohólicos, hicieran uso de la sociedad para sus propios fines y, a pesar de sus intenciones expresadas de no meterse en la política, la religión y el comercio, muchos miembros tomaron posturas opuestas ante el público en cuestiones de reforma del alcoholismo y otros asuntos del día. En un plazo de ocho o nueve años, los Washingtonianos, según un reportaje, habían perdido su atractivo. En el banquete anual de A.A. en la ciudad de Nueva York, el 7 de noviembre de 1945, Bill W. dijo: “En resumidas palabras, los Washingtonianos se pusieron a resolver los problemas del mundo antes de aprender a solucionar los suyos. No tenían capacidad alguna para ocuparse de sus asuntos”.
El Grupo Oxford, una organización religiosa de la cual brotaron las semillas de A.A. y que fue el origen de algunos de los principios y preceptos espirituales básicos de la Comunidad, también ofrece un ejemplo de lo que no se debe hacer. En A.A. llega a su mayoría de edad (p. 39), Bill escribió: “Los A.A. pioneros sacaron sus ideas de autoexamen, reconocimiento de los defectos de carácter, reparaciones para daños causados y trabajo con otros, directa y únicamente de los Grupos Oxford y directamente de Sam Shoemaker, su líder en los Estados Unidos”. No obstante, aunque los Grupos Oxford se preocupaban profundamente por la suerte de los alcohólicos, algunas costumbres de ese Grupo le hacían sentirse incómodo a Bill. Aunque el Grupo Oxford parece haber dado su primer impulso a muchos de los principios espirituales de A.A., las diferencias acabaron causando una separación entre los dos movimientos. Como Bill una vez dijo: “El Grupo Oxford quería salvar al mundo y yo solo quería salvar a los borrachos”.
Aprovechándose del ejemplo de los grupos precursores y de la cada vez más amplia experiencia sacada de sus propias luchas internas durante su primera década, A.A. se iba acercando día a día a un conjunto de principios prácticos que pudieran orientar y proteger la vida de grupo de A.A.
En 1946 en el Grapevine de A.A. los fundadores y miembros pioneros codificaron dichos principios y los publicaron con el título de “Doce puntos para asegurar nuestro futuro”. En la Convención Internacional de A.A. de Cleveland, Ohio, en 1950, la Comunidad en su totalidad los aceptó y aprobó. Más tarde, en abril de 1950, apareció el libro Doce Pasos y Doce Tradiciones , obra que ofrece a la Comunidad una guía para la recuperación personal y para la supervivencia colectiva.
“Hijos del caos,” escribió Bill en el ensayo sobre la Cuarta Tradición, “de manera desafiadora hemos jugado con fuego repetidas veces, pero hemos salido ilesos y, según nos parece a nosotros, más sabios que antes. Esas mismas desviaciones constituyeron un vasto proceso de pruebas y tanteos, el cual, por la gracia de Dios, nos ha traído a donde nos encontramos hoy”.
Según Bill, la acogida que tenían las Tradiciones en los años 40 no fue de las más calurosas. “Únicamente los grupos con graves dificultades se las tomaron en serio. En algunas partes hubo una reacción violenta, especialmente en aquellos grupos que tenían largas listas de reglas y reglamentos ‘protectores’. Había mucha apatía e indiferencia”.
Pero con el paso del tiempo todo eso cambió y unos pocos años más tarde, en la Convención de Cleveland de 1950, varios miles de miembros de A.A. declararon que las Tradiciones de A.A. constituyeron “la plataforma sobre la cual nuestra Comunidad podría funcionar mejor y mantener- se unida para siempre. Se dieron cuenta de que nuestras Tradiciones resultarían tan necesarias para nuestra Sociedad como lo eran los Doce Pasos para la vida de cada miembro.
Según la opinión de la Convención de Cleveland, las Tradiciones eran la clave de la unidad, del funcionamiento e incluso de la supervivencia de todos nosotros”.
El Grupo Oxford, una organización religiosa de la cual brotaron las semillas de A.A. y que fue el origen de algunos de los principios y preceptos espirituales básicos de la Comunidad, también ofrece un ejemplo de lo que no se debe hacer. En A.A. llega a su mayoría de edad (p. 39), Bill escribió: “Los A.A. pioneros sacaron sus ideas de autoexamen, reconocimiento de los defectos de carácter, reparaciones para daños causados y trabajo con otros, directa y únicamente de los Grupos Oxford y directamente de Sam Shoemaker, su líder en los Estados Unidos”. No obstante, aunque los Grupos Oxford se preocupaban profundamente por la suerte de los alcohólicos, algunas costumbres de ese Grupo le hacían sentirse incómodo a Bill. Aunque el Grupo Oxford parece haber dado su primer impulso a muchos de los principios espirituales de A.A., las diferencias acabaron causando una separación entre los dos movimientos. Como Bill una vez dijo: “El Grupo Oxford quería salvar al mundo y yo solo quería salvar a los borrachos”.
Aprovechándose del ejemplo de los grupos precursores y de la cada vez más amplia experiencia sacada de sus propias luchas internas durante su primera década, A.A. se iba acercando día a día a un conjunto de principios prácticos que pudieran orientar y proteger la vida de grupo de A.A.
En 1946 en el Grapevine de A.A. los fundadores y miembros pioneros codificaron dichos principios y los publicaron con el título de “Doce puntos para asegurar nuestro futuro”. En la Convención Internacional de A.A. de Cleveland, Ohio, en 1950, la Comunidad en su totalidad los aceptó y aprobó. Más tarde, en abril de 1950, apareció el libro Doce Pasos y Doce Tradiciones , obra que ofrece a la Comunidad una guía para la recuperación personal y para la supervivencia colectiva.
“Hijos del caos,” escribió Bill en el ensayo sobre la Cuarta Tradición, “de manera desafiadora hemos jugado con fuego repetidas veces, pero hemos salido ilesos y, según nos parece a nosotros, más sabios que antes. Esas mismas desviaciones constituyeron un vasto proceso de pruebas y tanteos, el cual, por la gracia de Dios, nos ha traído a donde nos encontramos hoy”.
Según Bill, la acogida que tenían las Tradiciones en los años 40 no fue de las más calurosas. “Únicamente los grupos con graves dificultades se las tomaron en serio. En algunas partes hubo una reacción violenta, especialmente en aquellos grupos que tenían largas listas de reglas y reglamentos ‘protectores’. Había mucha apatía e indiferencia”.
Pero con el paso del tiempo todo eso cambió y unos pocos años más tarde, en la Convención de Cleveland de 1950, varios miles de miembros de A.A. declararon que las Tradiciones de A.A. constituyeron “la plataforma sobre la cual nuestra Comunidad podría funcionar mejor y mantener- se unida para siempre. Se dieron cuenta de que nuestras Tradiciones resultarían tan necesarias para nuestra Sociedad como lo eran los Doce Pasos para la vida de cada miembro.
Según la opinión de la Convención de Cleveland, las Tradiciones eran la clave de la unidad, del funcionamiento e incluso de la supervivencia de todos nosotros”.
Haciendo eco de estas palabras, J.B., un miembro de Modesto, California, escribió en el Grapevine de abril de 1984: “Las Doce Tradiciones no son una mera colección de guías establecidas por ‘ellos’ y transmitidas a nosotros con la directiva incondicional: ‘Eso es lo que tienen que hacer, punto...’
Las Tradiciones son el fruto de la experiencia de los errores que casi dejaron desgarrada a nuestra Comunidad, y las aceptamos de buen gusto.
“Al hablar de las Tradiciones, hablamos de la vida y la muerte. No puedo vivir sin A.A. Pero tú y yo somos A.A. A pesar de nosotros mismos, tenemos que ser responsables de nosotros mismos. A pesar de mí mismo, tengo que ser responsable, y la responsabilidad es de lo que tratan las Tradiciones.”
Reimpreso de Box 4-5-9 (Edición Primavera 2011) con permiso de A.A. World Services, Inc.
Las Tradiciones son el fruto de la experiencia de los errores que casi dejaron desgarrada a nuestra Comunidad, y las aceptamos de buen gusto.
“Al hablar de las Tradiciones, hablamos de la vida y la muerte. No puedo vivir sin A.A. Pero tú y yo somos A.A. A pesar de nosotros mismos, tenemos que ser responsables de nosotros mismos. A pesar de mí mismo, tengo que ser responsable, y la responsabilidad es de lo que tratan las Tradiciones.”
Reimpreso de Box 4-5-9 (Edición Primavera 2011) con permiso de A.A. World Services, Inc.
Reflexiones Diarias
21 de ABRIL
CULTIVAR LA FE
“No creo que podamos hacer algo muy bien en este mundo a menos que lo practiquemos… Debemos practicar adquirir el espíritu de servicio y debemos adquirir alguna fe, lo que no se hace fácilmente, en particular si la persona ha sido muy materialista, siguiendo la moda de la sociedad de hoy. Pero creo que la fe puede ser adquirida, tiene que ser cultivada; eso no fue fácil para mí y asumo que es difícil para cualquier otro…”
— EL DR. BOB Y LOS BUENOS VETERANOS, p. 322-323
El temor es frecuentemente la fuerza que me impide adquirir y cultivar el poder de la fe. El temor bloquea mi apreciación de la belleza, de la tolerancia, del perdón, del servicio y de la serenidad.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 by Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
21 de ABRIL
CULTIVAR LA FE
“No creo que podamos hacer algo muy bien en este mundo a menos que lo practiquemos… Debemos practicar adquirir el espíritu de servicio y debemos adquirir alguna fe, lo que no se hace fácilmente, en particular si la persona ha sido muy materialista, siguiendo la moda de la sociedad de hoy. Pero creo que la fe puede ser adquirida, tiene que ser cultivada; eso no fue fácil para mí y asumo que es difícil para cualquier otro…”
— EL DR. BOB Y LOS BUENOS VETERANOS, p. 322-323
El temor es frecuentemente la fuerza que me impide adquirir y cultivar el poder de la fe. El temor bloquea mi apreciación de la belleza, de la tolerancia, del perdón, del servicio y de la serenidad.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 by Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
21 de Abril
*Pensamiento del Día*
Después de llevar algún tiempo en A.A., descubrimos que, si vamos a seguir conservándonos sobrios, tenemos que ser personas humildes. Las personas que vemos en A.A. que realmente han logrado la meta, son todas ellas humildes. Cuando dejo de pensar que a no ser por la gracia de Dios podría estar borracho ahora mismo, no puedo evitar el sentirme humilde. La gratitud a Dios por su gracia me torna humilde. Cuando pienso en la clase de persona que era no hace mucho, cuando pienso en el ser que dejé detrás de mí, no hallo nada de qué estar orgulloso. – “¿Soy agradecido y humilde?”.
*Meditación del Día*
Tengo que surgir de la muerte del pecado y del egoísmo, y emprender una vida nueva de integridad. Todos los antiguos pecados y tentaciones tienen que ser enterrados, y de las cenizas tiene que surgir una nueva existencia. El ayer ha desaparecido. Todos mis pecados han sido perdonados, so hoy estoy tratando honradamente de cumplir con la voluntad de Dios. El hoy está aquí, y es ahora el tie3mpo de la resurrección y de la renovación. Tengo que empezar ahora, hoy, a levantar una nueva vida de fe y confianza plenas en Dios, y con la determinación de hacer su voluntad en todas las cosas.
*Oración del Día*
Ruego poder cumplir con mi parte para hacer del mundo un mejor lugar para vivir. Pido poder hacer lo que pueda para traer la bondad un poco más cerca de la tierra.
_(Veinticuatro Horas al Día, Copyright ©1976, Hazelden Foundation, All Rights Reserved, Under Pan American Convention, con permiso de AAWS)_
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*Pensamiento del Día*
Después de llevar algún tiempo en A.A., descubrimos que, si vamos a seguir conservándonos sobrios, tenemos que ser personas humildes. Las personas que vemos en A.A. que realmente han logrado la meta, son todas ellas humildes. Cuando dejo de pensar que a no ser por la gracia de Dios podría estar borracho ahora mismo, no puedo evitar el sentirme humilde. La gratitud a Dios por su gracia me torna humilde. Cuando pienso en la clase de persona que era no hace mucho, cuando pienso en el ser que dejé detrás de mí, no hallo nada de qué estar orgulloso. – “¿Soy agradecido y humilde?”.
*Meditación del Día*
Tengo que surgir de la muerte del pecado y del egoísmo, y emprender una vida nueva de integridad. Todos los antiguos pecados y tentaciones tienen que ser enterrados, y de las cenizas tiene que surgir una nueva existencia. El ayer ha desaparecido. Todos mis pecados han sido perdonados, so hoy estoy tratando honradamente de cumplir con la voluntad de Dios. El hoy está aquí, y es ahora el tie3mpo de la resurrección y de la renovación. Tengo que empezar ahora, hoy, a levantar una nueva vida de fe y confianza plenas en Dios, y con la determinación de hacer su voluntad en todas las cosas.
*Oración del Día*
Ruego poder cumplir con mi parte para hacer del mundo un mejor lugar para vivir. Pido poder hacer lo que pueda para traer la bondad un poco más cerca de la tierra.
_(Veinticuatro Horas al Día, Copyright ©1976, Hazelden Foundation, All Rights Reserved, Under Pan American Convention, con permiso de AAWS)_
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Cita Diaria con La Viña Abril 21
“Lo verdadero”. NUEVA YORK, NUEVA YORK, FEBRERO DE 2001. De Voices of Long-Term Sobriety
“Como individuo, soy tan pequeño que, prácticamente, no tengo razón de ser en el universo; es casi como si no existiera. Pero sí existo. Si bien soy pequeño, no estoy totalmente desprovisto de significado”.
“Lo verdadero”. NUEVA YORK, NUEVA YORK, FEBRERO DE 2001. De Voices of Long-Term Sobriety