Solo quiero recordaros que entre nosotros se mueve una escoria miserable, cobarde, capaz de atacar a una niña inocente sin motivo alguno. Si no despertamos y tomamos conciencia de inmediato, todos acabaremos siendo víctimas de la misma injusticia. ¡Es hora de actuar y poner fin a esta indignidad!

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A aquellas que afirman vivir sin derechos, les recuerdo que en 1911 fueron 3000 hombres los que se pusieron en pie para aplaudir y honrar a una mujer, la primera persona en lograr dos premios Nobel. El verdadero problema de las feministas y demás miserables es que buscan arrastrar a todas las mujeres hacia su propia mediocridad intelectual, incapaces de aportar algo valioso al mundo, envidiosas de quienes sí son capaces de brillar por mérito propio.

¿Piensas que entiendes a los socialistas? 🤨 Te equivocas. En este breve vídeo te lo explico 👇

Queda claro, ¿no? Mientras tú te dejas el sueldo en hipoteca, alquiler, luz, agua y demás facturas, a este, por la cara, le acaban de regalar un piso solo para que deje de causar disturbios. ¿Qué más se puede decir? Seguid callados, seguid pagando y dejad que os sigan tomando el pelo.

Por este tipo de cosas, la pena capital debería ser reinstaurada en toda Europa. Hay crímenes que no merecen indulgencia, solo justicia implacable. Una sociedad que protege a los peores mientras abandona a los inocentes está condenada a su propia destrucción.

Esta es la España socialista: donde unos salvajes, que jamás debieron pisar nuestra tierra, agreden a un español y encima le dicen que se largue de su propio país. La inversión total de la realidad, donde la víctima es humillada y los invasores se sienten dueños de lo que no les pertenece.

El pelobrócoli encapuchado con voz distorsionada intentando amedrentar a los españoles en su propia tierra. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar esto? Ellos no respetan nuestra cultura ni religión, ni nuestros valores ni leyes. Vienen a imponernos su forma de vida, su ideología, su intolerancia. Pisotean la libertad que tanto nos costó conseguir. Si no les gusta que nos manifestemos en nuestro propio país, que se larguen de vuelta a su país.

Nos quieren callados, nos quieren sumisos, nos quieren con miedo. Pero España no se rinde. Hay que exigir lo que es nuestro: nuestra casa, nuestra patria, nuestro futuro.

El pueblo español no se somete aunque el rey moro ate bien al perro. La olla a presión está a punto de reventar...

Otro episodio más de la cobardía impuesta, de la sumisión obligada por un sistema que prefiere proteger al criminal antes que a sus propios ciudadanos. Un salvaje de morolandia propina una brutal paliza a una mujer en plena calle, y el pueblo español, domesticado por la propaganda del miedo y la culpa, solo mira. ¿Hasta cuándo?

¿Cuánto más tiene que soportar España antes de despertar? ¿Cuántas vidas destrozadas, cuántas calles tomadas, cuántas familias aterrorizadas hacen falta para que la respuesta sea contundente? No es solo un crimen más; es un símbolo de lo que nos han impuesto: la pasividad ante la invasión, el silencio ante la humillación, la impotencia convertida en norma.

Nos han vendido la mentira de la tolerancia, pero la realidad es que los extranjeros ya dictan las reglas en nuestras propias tierras. Mientras nosotros seguimos esperando que alguien más nos defienda, ellos avanzan, conquistan, imponen. O despertamos, o desaparecemos. No hay término medio.

“Se prorrogan los Presupuestos, sin ninguna duda”, dicen ahora, cuando antes lo calificaban de desastre democrático. Son gilipollas, sí, pero lo más grave es que saben que su rebaño no les va a exigir coherencia, porque viven de la fe ciega, no de la razón.

Una escena digna del colapso de una civilización. Una turba indocumentada, africanos sin arraigo ni respeto por la tierra que pisan, irrumpe en el hospital de Son Espases (Mallorca) como si fuese suyo, agrediendo al personal sanitario, ese mismo que sostiene con uñas y dientes un sistema desbordado por la miseria importada. ¿Y qué hacen las autoridades? Nada. Silencio cómplice, sumisión cobarde.

Estos individuos exigen “derechos” como si hubiesen construido algo, como si hubiesen cotizado un solo céntimo o aportado una gota de sudor al bien común. No han pagado IRPF, no han contribuido a la sanidad, y sin embargo exigen trato preferente, recursos, protección. No como huéspedes, sino como invasores que creen tener derecho a saquear la casa que no ayudaron a levantar.

Están envalentonados, sí, porque saben que el Estado ha abdicado. Porque han visto que aquí, quien viola la ley recibe subsidios, y quien la respeta recibe desprecio.

Hoy presentamos la canción oficial de FNE, y qué mejor manera de acompañarla que con un vídeo que ilustra, con claridad, las bondades del feminismo. Sí, ese que no lucha por la igualdad, sino que odia abiertamente al hombre.

Alimañas sin honor, sin alma y sin compasión. Eso es lo que está engendrando el socialismo moderno: una masa embrutecida, sin valores, sin respeto por la vida ni por la dignidad humana. Esto es lo que promueve la izquierda con su ingeniería social y su discurso de “igualdad” que solo protege al delincuente y olvida a la víctima.

Agreden a una persona en silla de ruedas, con parálisis cerebral, y el mundo mira hacia otro lado. ¿Dónde están los defensores de los “derechos humanos”? ¿Dónde están los que tanto hablan de justicia social? Callan. Porque su justicia es selectiva. Porque su empatía es ideológica.

Este tipo de actos no son simples delitos, son ataques a la esencia misma de lo humano. Y las penas deben ser implacables, ejemplares, sin matices, sin excusas. Porque quien levanta la mano contra un indefenso no merece reinserción.

AL DÉBIL NO SE TOCA. A LOS INDEFENSOS NO SE TOCAN. Eso debería estar escrito en piedra, y el que lo olvide, que lo pague caro. Porque una sociedad que no defiende a sus más vulnerables no merece perdurar. Pero una que sí lo hace… se convierte en invencible.

La raíz del problema no está en la policía como cuerpo, sino en el Estado podrido que los dirige. Vivimos bajo un régimen donde se premia al delincuente, se subvenciona al invasor y se persigue a la víctima. Un sistema que ha convertido la justicia en un circo y al español de bien en enemigo público.

Pero, los agentes de policía no son engranajes ciegos. Son personas, juraron defender la Constitución y proteger al ciudadano, no servir de brazo armado para políticos traidores. Pueden y deben negarse a cumplir órdenes que violen los derechos del pueblo. Porque cuando una orden es ilegítima, desobedecerla se convierte en un acto de honor.

La función de la policía no es blindar a ministros ni reprimir al que protesta por la ruina de su patria. Su misión es estar del lado del ciudadano, del lado de la ley verdadera, la que emana del pueblo, no la que redactan en los despachos del poder corrupto.

Porque si un día se rompe el equilibrio (y se está rompiendo) los españoles no olvidarán quién se mantuvo firme y quién obedeció por comodidad.

Parece un chiste, pero no lo es. Es la triste realidad del wokismo comunista: absurda, decadente y peligrosamente real. Una ideología que convierte la incoherencia en virtud y la ruina en bandera.

Siempre ha sido igual: tachan a la derecha y a los patriotas de locos, de conspiranoicos, de peligrosos… hasta que la pesadilla que anunciaban se vuelve carne y ruina ante los ojos de todos. No, esto no ha terminado: apenas estamos viendo los primeros temblores. Lo que se avecina será devastador, un colapso de todo lo que creíais inquebrantable. Y cuando la noche caiga sobre las ciudades, sólo quedará en pie la derecha auténtica: los únicos que tuvieron la visión, el coraje y la sangre fría para resistir mientras los demás se arrastraban en su ceguera. Vendrá el caos, pero también la redención para los que nunca agacharon la cabeza.

La RAE debería poner su cara en “honestidad”, solo para que la gente entienda lo que no es.

España no necesita más "reformas" controladas por quienes ya han destruido la credibilidad del sistema. Lo que necesita es una ruptura total con la corrupción estructural que el PSOE ha convertido en norma de gobierno. Este artículo revela cómo Sánchez y su maquinaria han pervertido la justicia para blindarse, comprar voluntades y garantizar impunidad a costa de la dignidad nacional.

Lo que se está discutiendo no es una simple reforma técnica, sino si queremos una Justicia que proteja al pueblo… o una que proteja al poder. Mientras millones de españoles cumplen la ley, luchan por llegar a fin de mes y mantienen vivo el país con su esfuerzo, las élites políticas diseñan una justicia a medida: una que calla, protege y exonera a los suyos. Lo llaman "democracia avanzada", pero huele a régimen, a traición.

No es solo un problema de partidos. Es un síntoma de que el Estado ha sido secuestrado por quienes desprecian a su propio pueblo. Frente a este cáncer, urge restaurar la soberanía del pueblo, desmantelar las redes de impunidad y reconstruir la justicia desde sus cimientos.

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