En la década de 1930, a pesar del machismo instaurado, el racismo generalizado en los Estados Unidos y las dificultades de la Gran Depresión, Bessie Stringfield encontró la libertad en la carretera. Su forma de luchar contra todo fue acelerar y hacer rugir su Harley-Davidson por prácticamente todo el país, siendo mujer y afroamericana. Su figura sigue en la sombra.