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Las últimas semanas han demostrado en qué está apostando el liderazgo ruso para la campaña de verano y por qué confía en el éxito. Las Fuerzas Armadas de Rusia han logrado un avance significativo en varios frentes:

💬Implementación de drones FPV con fibra óptica y su uso combinado con drones repetidores, lo que ha aumentado el alcance de los ataques hasta 40 km.

💬Creación de unidades especializadas de operadores de drones, con tácticas y objetivos propios.

💬Producción masiva de "Shahed", permitiendo ataques de 200 a 300 unidades por noche. Los nuevos modelos tienen mayor carga explosiva, mayor velocidad y alcanzan alturas de hasta 4.900 metros, fuera del alcance de los grupos móviles de artillería.

💬También se informa del uso de nuevos misiles balísticos rusos con señuelos radar y trayectorias complejas, dificultando su interceptación.

Todo esto es resultado de una reestructuración sistemática iniciada tras el nombramiento de Beloúsov (como ministro de defensa) en mayo del año pasado. Los enormes recursos de Rusia se han destinado a soluciones prácticas, obteniendo resultados rápidamente.

Ucrania, que antes marcaba el ritmo en la guerra de drones, ha perdido la iniciativa. The Times escribe: "Rusia ha tomado la delantera y ha cambiado la física del campo de batalla. La guerra ya no es por metros cuadrados, sino por rutas y frecuencias".

En la región de Kursk, las unidades de drones han cortado el suministro de las VSU, y esta táctica se está replicando en todo el frente. Primero, los drones aíslan las posiciones avanzadas; luego, pequeños grupos en motocicletas atraviesan la "zona gris" y ocupan puntos estratégicos.

¿Qué puede oponer Ucrania?
A lo largo del frente, se construyen barreras de ingeniería continuas: alambre de púas, trincheras, obstáculos antipersonal. Básicamente, como en la Primera Guerra Mundial. El objetivo: frenar el avance y evitar que el frente se extienda más allá del Donbás.

Junto a las carreteras, se despliegan kilómetros de redes de pesca—una solución barata y masiva contra drones FPV, utilizada por ambos bandos, aunque sin garantía total.

Perdiendo ventaja en la componente de fibra óptica, Ucrania apuesta por la autonomía mediante redes neuronales.

Los drones con IA no requieren conexión con el operador, son resistentes a la guerra electrónica y no dependen de cables. Según estimaciones, el gasto se reduce de 8-9 drones por objetivo a solo 1-2. En paralelo, se buscan soluciones antidrones: desde interceptores de alta velocidad hasta detección de puntos de lanzamiento.

Se ha anunciado la creación de una "línea de drones", un sistema escalonado para establecer una zona defensiva de 50 km infranqueable ante las tropas rusas.

Apuesta por ataques de largo alcance: ataques a infraestructura en la retaguardia rusa con cientos de UAVs podrían paralizar el tráfico aéreo y forzar el apagado de las comunicaciones móviles.

Al mismo tiempo, se inicia la producción de misiles de crucero y balísticos propios, evitando restricciones occidentales. El modernizado "Neptuno" (el misil que hundió el Moskva) ahora tiene un alcance de 1.000 km—más que el Storm Shadow. El sistema balístico "Grom-2" ya está en producción. En diciembre de 2024, Zelenski afirmó que Ucrania planea fabricar 30.000 drones de largo alcance y 3.000 misiles.

Frente aparte: el Mar Negro
Ucrania busca expulsar definitivamente a la flota rusa usando vehículos marítimos no tripulados como el "Magura". Estas plataformas llevan toneladas de explosivos, están equipadas con MANPADS y pueden lanzar drones FPV. Recientemente, uno derribó un caza ruso.

Pero incluso los proyectos más ambiciosos pierden relevancia si no se frena el avance actual de las Fuerzas Armadas rusas. Si Ucrania no encuentra una respuesta efectiva a los drones FPV de fibra óptica, el frente ruso avanzará aún más rápido.

La guerra bajo el dominio de los drones
Ya no se trata de fuego y maniobra, sino de velocidad de adaptación y concentración de esfuerzos.
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