Esta reflexión es de Good News Ministries @ https://buenasnuevascatolicas.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/2024-10-10
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LAS BUENAS NOTICIAS DE HOY: La verdadera fe nos da la satisfacción de convertir nuestros fracasos en victorias.
Jueves de la 27ma. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 10, 2024
Gálatas 3, 1-5
Lucas 1, (68) 69-75
Lucas 11, 5-13
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101024.cfm
Recibir y difundir la verdadera fe
San Pablo ofrece un sermón fuerte en la primera lectura de hoy. Los Gálatas están piadosamente allí sentados, todos prolijamente alineados en sus bancos, atendiendo a la misa obedientemente, habiéndose bendecido con agua bendita en la puerta y, luego, habiendo hecho la genuflexión correspondiente cuando pasaron frente al Tabernáculo, en su camino a reclamar los mismos asientos que han utilizado todas las semanas. Mientras Pablo predica la homilía, sus mentes están planificando las tareas que tienen que hacer, antes de volver a trabajar el lunes.
Vaya. Eso no es Galacia. Mi mente se deslizó hacia adelante 2000 años.
¿No sería genial si Pablo llegara a nuestras iglesias hoy en día para hablar a los calentadores de bancas que hacen poco más por la parroquia que llegar a la iglesia con su religiosidad autocomplaciente? ¿No te encantaría verlo cómo los saca de su complacencia con voz alta: "Mi buena gente se han vuelto locos"?
Hacer todo de la manera "correcta" está mal sin verdadera fe, es decir, sin amor profundo y constante por Dios y por todos los demás (todos, sí, incluso ex-esposos, jefes irritantes y políticos que realmente no se preocupan por las libertades religiosas). Hacer todo de la manera "correcta" obedeciendo las reglas de la Iglesia, sin amor, es legalismo y a los legalistas Pablo les dice: "¿Cómo pueden ser tan estúpidos?" Bueno, por lo visto él no tenía tacto.
El Pasaje del Evangelio de hoy nos dice cómo recibir la verdadera fe. La parábola no es una invitación a pedir todas las cosas que queremos. "Todo aquel que pide, recibe" es seguido, inmediatamente, por lo que está garantizado que recibiremos: el Espíritu Santo.
Si tenemos el Espíritu de Dios viviendo en nosotros, entonces nosotros sólo queremos lo que es santo y bueno, así que, por supuesto, sólo vamos a pedir todo lo que Dios quiere que recibamos y luego, por supuesto, lo conseguiremos -- incluyendo la verdadera fe (ver 1 Cor 12, 9).
Es muy fácil de practicar "la fe" legalista cuando no tenemos una relación animada, activa y dependiente del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios es lo que hace que nuestra fe se vuelva real y convierte nuestra obediencia de las leyes de la Iglesia en actos de amor.
¿Por qué Jesús usó el ejemplo de pedir pan? Porque Jesús es el Pan de Vida y él quiere que seamos distribuidores de este pan. Todos conocemos personas que tienen hambre de verdadera fe. Si no dejamos que el Espíritu Santo nos transforme en el Pan Eucarístico de Vida que recibimos en la Misa, no podemos salir y compartir a Jesús con los demás: nuestra fe no es suficiente para satisfacer su hambre y no tenemos suficiente Jesús en nosotros para dirigirlos hacia la conversión.
El legalismo no nos da nada más que la satisfacción de saber que hemos sido obedientes. Esto sólo nos alimenta hasta que fallamos. La verdadera fe nos da la satisfacción de convertir nuestros fracasos en victorias, aumentando la santidad de Dios dentro de nosotros. Llamemos nuevamente y pidamos más de la vida del Espíritu Santo en nuestras vidas -- ¡esta puerta se abrirá!
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© 2024 por Terry A. Modica (Por favor, compártelo intacto.)
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LAS BUENAS NOTICIAS DE HOY: La verdadera fe nos da la satisfacción de convertir nuestros fracasos en victorias.
Jueves de la 27ma. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 10, 2024
Gálatas 3, 1-5
Lucas 1, (68) 69-75
Lucas 11, 5-13
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Recibir y difundir la verdadera fe
San Pablo ofrece un sermón fuerte en la primera lectura de hoy. Los Gálatas están piadosamente allí sentados, todos prolijamente alineados en sus bancos, atendiendo a la misa obedientemente, habiéndose bendecido con agua bendita en la puerta y, luego, habiendo hecho la genuflexión correspondiente cuando pasaron frente al Tabernáculo, en su camino a reclamar los mismos asientos que han utilizado todas las semanas. Mientras Pablo predica la homilía, sus mentes están planificando las tareas que tienen que hacer, antes de volver a trabajar el lunes.
Vaya. Eso no es Galacia. Mi mente se deslizó hacia adelante 2000 años.
¿No sería genial si Pablo llegara a nuestras iglesias hoy en día para hablar a los calentadores de bancas que hacen poco más por la parroquia que llegar a la iglesia con su religiosidad autocomplaciente? ¿No te encantaría verlo cómo los saca de su complacencia con voz alta: "Mi buena gente se han vuelto locos"?
Hacer todo de la manera "correcta" está mal sin verdadera fe, es decir, sin amor profundo y constante por Dios y por todos los demás (todos, sí, incluso ex-esposos, jefes irritantes y políticos que realmente no se preocupan por las libertades religiosas). Hacer todo de la manera "correcta" obedeciendo las reglas de la Iglesia, sin amor, es legalismo y a los legalistas Pablo les dice: "¿Cómo pueden ser tan estúpidos?" Bueno, por lo visto él no tenía tacto.
El Pasaje del Evangelio de hoy nos dice cómo recibir la verdadera fe. La parábola no es una invitación a pedir todas las cosas que queremos. "Todo aquel que pide, recibe" es seguido, inmediatamente, por lo que está garantizado que recibiremos: el Espíritu Santo.
Si tenemos el Espíritu de Dios viviendo en nosotros, entonces nosotros sólo queremos lo que es santo y bueno, así que, por supuesto, sólo vamos a pedir todo lo que Dios quiere que recibamos y luego, por supuesto, lo conseguiremos -- incluyendo la verdadera fe (ver 1 Cor 12, 9).
Es muy fácil de practicar "la fe" legalista cuando no tenemos una relación animada, activa y dependiente del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios es lo que hace que nuestra fe se vuelva real y convierte nuestra obediencia de las leyes de la Iglesia en actos de amor.
¿Por qué Jesús usó el ejemplo de pedir pan? Porque Jesús es el Pan de Vida y él quiere que seamos distribuidores de este pan. Todos conocemos personas que tienen hambre de verdadera fe. Si no dejamos que el Espíritu Santo nos transforme en el Pan Eucarístico de Vida que recibimos en la Misa, no podemos salir y compartir a Jesús con los demás: nuestra fe no es suficiente para satisfacer su hambre y no tenemos suficiente Jesús en nosotros para dirigirlos hacia la conversión.
El legalismo no nos da nada más que la satisfacción de saber que hemos sido obedientes. Esto sólo nos alimenta hasta que fallamos. La verdadera fe nos da la satisfacción de convertir nuestros fracasos en victorias, aumentando la santidad de Dios dentro de nosotros. Llamemos nuevamente y pidamos más de la vida del Espíritu Santo en nuestras vidas -- ¡esta puerta se abrirá!
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LAS BUENAS NOTICIAS DE HOY: Tenemos que ser vencedores, trabajando en nuestra santidad diaria.
Viernes de la 27ma. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 11, 2024
Gálatas 3, 7-14
Salmo 110, 1b-6
Lucas 11, 15-26
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101124.cfm
La lucha contra la ley del Caos
¿Qué sucede después que una persona acepta la salvación de Jesús? ¿Puede una persona vivir una buena vida cristiana sin tener que trabajar duro para crecer en la santidad de cada día? Es fácil volverse perezoso en el camino al cielo. También es fácil ceder a los impulsos de nuestra naturaleza carnal. Se necesita un impulso riguroso para avanzar en el camino de acercarnos a Dios.
Mientras estamos aquí, en este mundo pecaminoso, sufrimos de la Ley del Caos. Todo se desintegra, el trastorno es natural, el orden es antinatural y se necesita un gran esfuerzo. Así también sucede en nuestra vida espiritual. El crecimiento en la santidad requiere esfuerzo y, sin ese esfuerzo, nuestra santidad decae, diariamente, y los demonios tratan, de maneras sutiles y no tan sutiles, de atraernos hacia el camino fácil. Diariamente. Como señala Jesús en la lectura del Evangelio de hoy, podemos terminar peor que antes de nuestra conversión.
Jesús es el "alguien más fuerte". Él aplastó a Satanás al morir en la cruz por nuestros pecados y al vencer a la muerte. Era nuestra muerte que llevó a la cruz y era su vida la que nos dio en su resurrección, pero sólo podemos beneficiarnos de esto si elegimos vivir en él, con él y por él. Jesús ha barrido nuestras casas, pero ahora nos toca a nosotros - con su ayuda, por supuesto - mantenerlas limpias.
Jesús nos dio la autoridad, a través de nuestro bautismo, para atar y expulsar demonios lejos de nosotros. Sin embargo, la mejor y más eficaz manera para derrotarlos es hacer lo contrario de lo que quieren que hagamos. ¿Sientes la tentación de enojarte? Perdona entonces, incluso si no sientes hacerlo. ¿Sientes la tentación de exigir tu propio camino? En cambio, haz lo que la otra persona está exigiendo de ti (siempre y cuando no sea pecaminoso).
Tenemos que dejar de vivir en el modo automático e identificar las formas en que nuestras vidas están regidas por la Ley del Caos, entonces podremos elegir vivir por la Ley del Amor de Dios. Esforzarnos en elegir la santidad es tan eternamente y vitalmente importante que el costo de nuestro tiempo y energía no debería parecer un precio demasiado alto.
Tenemos que ser vencedores, trabajando diariamente en nuestra santidad, eligiendo conscientemente los comportamientos que resistan la Ley del Caos. Uno de los ejemplos más tristes de esto, que yo presencié y que me hizo discernir los principios espirituales que he compartido en esta reflexión, fue el caso de un viejo amigo que era sacerdote pero con adicciones. Aunque él deseaba crecer espiritualmente, no estaba dispuesto a pagar el precio de la recuperación. Lo vi marchitarse emocional y, luego, espiritualmente. Terminó encerrado por su obispo sirviendo en un ministerio muy pequeño y, poco después, se marchitó físicamente también y tuvo una muerte temprana.
Él había cobrado vida en el Espíritu Santo durante el seminario y Dios le regaló el don fantástico de la sanación milagrosa y la buena predicación. Sin embargo, a pesar de que una conversión inicial a Cristo siempre convierte la destrucción en resurrección, no puede mantener la fe viva. Las adicciones satisfacen la naturaleza-carnal, entonces el espíritu de la persona se desconecta del Espíritu Santo y de ahí en adelante decae.
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LAS BUENAS NOTICIAS DE HOY: Tenemos que ser vencedores, trabajando en nuestra santidad diaria.
Viernes de la 27ma. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 11, 2024
Gálatas 3, 7-14
Salmo 110, 1b-6
Lucas 11, 15-26
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101124.cfm
La lucha contra la ley del Caos
¿Qué sucede después que una persona acepta la salvación de Jesús? ¿Puede una persona vivir una buena vida cristiana sin tener que trabajar duro para crecer en la santidad de cada día? Es fácil volverse perezoso en el camino al cielo. También es fácil ceder a los impulsos de nuestra naturaleza carnal. Se necesita un impulso riguroso para avanzar en el camino de acercarnos a Dios.
Mientras estamos aquí, en este mundo pecaminoso, sufrimos de la Ley del Caos. Todo se desintegra, el trastorno es natural, el orden es antinatural y se necesita un gran esfuerzo. Así también sucede en nuestra vida espiritual. El crecimiento en la santidad requiere esfuerzo y, sin ese esfuerzo, nuestra santidad decae, diariamente, y los demonios tratan, de maneras sutiles y no tan sutiles, de atraernos hacia el camino fácil. Diariamente. Como señala Jesús en la lectura del Evangelio de hoy, podemos terminar peor que antes de nuestra conversión.
Jesús es el "alguien más fuerte". Él aplastó a Satanás al morir en la cruz por nuestros pecados y al vencer a la muerte. Era nuestra muerte que llevó a la cruz y era su vida la que nos dio en su resurrección, pero sólo podemos beneficiarnos de esto si elegimos vivir en él, con él y por él. Jesús ha barrido nuestras casas, pero ahora nos toca a nosotros - con su ayuda, por supuesto - mantenerlas limpias.
Jesús nos dio la autoridad, a través de nuestro bautismo, para atar y expulsar demonios lejos de nosotros. Sin embargo, la mejor y más eficaz manera para derrotarlos es hacer lo contrario de lo que quieren que hagamos. ¿Sientes la tentación de enojarte? Perdona entonces, incluso si no sientes hacerlo. ¿Sientes la tentación de exigir tu propio camino? En cambio, haz lo que la otra persona está exigiendo de ti (siempre y cuando no sea pecaminoso).
Tenemos que dejar de vivir en el modo automático e identificar las formas en que nuestras vidas están regidas por la Ley del Caos, entonces podremos elegir vivir por la Ley del Amor de Dios. Esforzarnos en elegir la santidad es tan eternamente y vitalmente importante que el costo de nuestro tiempo y energía no debería parecer un precio demasiado alto.
Tenemos que ser vencedores, trabajando diariamente en nuestra santidad, eligiendo conscientemente los comportamientos que resistan la Ley del Caos. Uno de los ejemplos más tristes de esto, que yo presencié y que me hizo discernir los principios espirituales que he compartido en esta reflexión, fue el caso de un viejo amigo que era sacerdote pero con adicciones. Aunque él deseaba crecer espiritualmente, no estaba dispuesto a pagar el precio de la recuperación. Lo vi marchitarse emocional y, luego, espiritualmente. Terminó encerrado por su obispo sirviendo en un ministerio muy pequeño y, poco después, se marchitó físicamente también y tuvo una muerte temprana.
Él había cobrado vida en el Espíritu Santo durante el seminario y Dios le regaló el don fantástico de la sanación milagrosa y la buena predicación. Sin embargo, a pesar de que una conversión inicial a Cristo siempre convierte la destrucción en resurrección, no puede mantener la fe viva. Las adicciones satisfacen la naturaleza-carnal, entonces el espíritu de la persona se desconecta del Espíritu Santo y de ahí en adelante decae.
Recuerda que con Dios todas las cosas son posibles. Todo el mundo puede ser rescatado de la Ley del Caos pero, a menudo, esto no sucede hasta que se vuelven suficientemente miserables en su decadencia como para desear el cambio. A veces esto sucede después de la muerte, en el Purgatorio. Debemos orar siempre por los que están en el camino de la destrucción. Debemos darnos tiempo para discernir lo que Dios nos está pidiendo que hagamos para ayudarles a buscar la recuperación. Debemos elegir confiar en el deseo de Dios de resucitar a todos aquellos que acercamos a él.
© Terry A. Modica, Good News Ministries (Por favor, compártelo intacto.)
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Esta reflexión es de Good News @ https://buenasnuevascatolicas.org/reflexiones-de-las-buenas-nuevas/2024-10-14/
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LAS BUENAS NOTICIAS DE HOY: Nos volvemos miserables y frustrados al confiar en lo que vemos, en vez de mantener nuestros ojos en Jesús.
Lunes de la 28va. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 14, 2024
Gálatas 4, 22-24.26-27.31--5, 1
Salmo 112, 1b-7
Lucas 11, 29-32
bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101424.cfm
¿Qué señal estás buscando?
¿Qué tipo de señal necesitas que te dé Dios para que puedas estar seguro de que tus oraciones están siendo respondidas?
Al reflexionar sobre la primera lectura de hoy, recordemos por qué Abraham tuvo dos hijos. Dios le había prometido un hijo, nacido de su esposa, Sarah. Pero Sarah se rió de esa idea debido a que las señales de su cuerpo envejecido le dijeron que su fertilidad ya había pasado. Luego, a medida que pasaba el tiempo sin un embarazo milagroso, tanto Sarah como Abraham tomaron esto como una señal de que Dios quería que el bebé naciera a través de medios humanos, es decir, a través de una madre sustituta, la sierva de Sara, Agar.
Esta decisión provocó rivalidad y animosidad entre los dos grupos de descendientes de Abraham. Cuatro mil años después, el Medio Oriente sigue sufriendo las consecuencias de esta decisión (Agar dio a luz a Ismael, que se casó con una mujer egipcia, según la Biblia. Según los árabes, también se casó con una hija del jeque Mudad, que dio a luz a Adnan, el antepasado de Mahoma, fundador del Islam). Los musulmanes y los judíos han luchado entre sí a lo largo de la historia. ¿Qué hubiera pasado si Abraham y Sara hubieran continuado esperando a que Dios cumpliera su promesa, en lugar de tomar el asunto en sus propias manos?
En la lectura del Evangelio, Jesús dice: "Esta es una era de maldad en busca de una señal." ¿Por qué son malas las señales? Porque inventamos nuestras propias señales. Buscamos señales que no son de Dios.
¿Qué ayuda de Dios sigues esperando? ¿Qué solución para qué problema, qué nuevo trabajo, qué reconciliación para una relación? Jesús dice que él es la señal que se nos da. ¡Y él es suficiente! Él es el que es "más grande que Jonás".
La señal de Jonás fue su salida desde el vientre del pez gigante después de tres días. La misión de Jonás, después de ser arrojado a la playa, (y, presumiblemente, después de limpiarse a sí mismo un poco) fue llamar a los ninivitas al arrepentimiento. Jesús salió de las entrañas de la tierra al final de su odisea de tres días. Su resurrección llama a todo el mundo al arrepentimiento.
Aquí está la señal que se nos da y es la única señal que realmente importa: ya que Dios Padre resucitó a Jesús de entre los muertos, por supuesto que también nos dará la nueva vida que necesitamos. Por supuesto que va a proporcionar la solución adecuada a nuestros problemas, el trabajo que sea adecuado para nosotros, o las relaciones reconciliadas. Sin embargo, no nos damos cuenta de esta señal porque el tiempo de Dios no suele ser el mismo que nuestro tiempo. Mientras esperamos, ponemos nuestra esperanza en cualquier señal que aparece a nuestra vista. Nos sentimos miserables y frustrados por confiar en lo que vemos en lugar de mantener la mirada en Jesús.
Las tormentas en nuestras vidas podrían ser tan grandes como un huracán pero si miramos a Jesús en lugar de mirar las señales de que la tormenta va a calmarse, lo encontramos en el ojo de la tormenta. Cuando nos alejamos de él, nos golpea la pared del ojo del huracán y nos levanta por los aires. ¡Mantén tus ojos en Jesús!
Y mientras esperas el alivio de la tormenta toma tantos descansos como necesites. Ir de vacaciones o de retiro, asistir a un servicio de oración que levante tu ánimo, hablar con amigos llenos de inspiración optimista del Espíritu Santo, ir a Misa todos los días y dejar que ese lugar sea un oasis para ti.
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Lunes de la 28va. Semana del Tiempo Ordinario
Octubre 14, 2024
Gálatas 4, 22-24.26-27.31--5, 1
Salmo 112, 1b-7
Lucas 11, 29-32
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¿Qué señal estás buscando?
¿Qué tipo de señal necesitas que te dé Dios para que puedas estar seguro de que tus oraciones están siendo respondidas?
Al reflexionar sobre la primera lectura de hoy, recordemos por qué Abraham tuvo dos hijos. Dios le había prometido un hijo, nacido de su esposa, Sarah. Pero Sarah se rió de esa idea debido a que las señales de su cuerpo envejecido le dijeron que su fertilidad ya había pasado. Luego, a medida que pasaba el tiempo sin un embarazo milagroso, tanto Sarah como Abraham tomaron esto como una señal de que Dios quería que el bebé naciera a través de medios humanos, es decir, a través de una madre sustituta, la sierva de Sara, Agar.
Esta decisión provocó rivalidad y animosidad entre los dos grupos de descendientes de Abraham. Cuatro mil años después, el Medio Oriente sigue sufriendo las consecuencias de esta decisión (Agar dio a luz a Ismael, que se casó con una mujer egipcia, según la Biblia. Según los árabes, también se casó con una hija del jeque Mudad, que dio a luz a Adnan, el antepasado de Mahoma, fundador del Islam). Los musulmanes y los judíos han luchado entre sí a lo largo de la historia. ¿Qué hubiera pasado si Abraham y Sara hubieran continuado esperando a que Dios cumpliera su promesa, en lugar de tomar el asunto en sus propias manos?
En la lectura del Evangelio, Jesús dice: "Esta es una era de maldad en busca de una señal." ¿Por qué son malas las señales? Porque inventamos nuestras propias señales. Buscamos señales que no son de Dios.
¿Qué ayuda de Dios sigues esperando? ¿Qué solución para qué problema, qué nuevo trabajo, qué reconciliación para una relación? Jesús dice que él es la señal que se nos da. ¡Y él es suficiente! Él es el que es "más grande que Jonás".
La señal de Jonás fue su salida desde el vientre del pez gigante después de tres días. La misión de Jonás, después de ser arrojado a la playa, (y, presumiblemente, después de limpiarse a sí mismo un poco) fue llamar a los ninivitas al arrepentimiento. Jesús salió de las entrañas de la tierra al final de su odisea de tres días. Su resurrección llama a todo el mundo al arrepentimiento.
Aquí está la señal que se nos da y es la única señal que realmente importa: ya que Dios Padre resucitó a Jesús de entre los muertos, por supuesto que también nos dará la nueva vida que necesitamos. Por supuesto que va a proporcionar la solución adecuada a nuestros problemas, el trabajo que sea adecuado para nosotros, o las relaciones reconciliadas. Sin embargo, no nos damos cuenta de esta señal porque el tiempo de Dios no suele ser el mismo que nuestro tiempo. Mientras esperamos, ponemos nuestra esperanza en cualquier señal que aparece a nuestra vista. Nos sentimos miserables y frustrados por confiar en lo que vemos en lugar de mantener la mirada en Jesús.
Las tormentas en nuestras vidas podrían ser tan grandes como un huracán pero si miramos a Jesús en lugar de mirar las señales de que la tormenta va a calmarse, lo encontramos en el ojo de la tormenta. Cuando nos alejamos de él, nos golpea la pared del ojo del huracán y nos levanta por los aires. ¡Mantén tus ojos en Jesús!
Y mientras esperas el alivio de la tormenta toma tantos descansos como necesites. Ir de vacaciones o de retiro, asistir a un servicio de oración que levante tu ánimo, hablar con amigos llenos de inspiración optimista del Espíritu Santo, ir a Misa todos los días y dejar que ese lugar sea un oasis para ti.
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