Os dejo la canción para este fin de semana.
"Porque no importa donde se nace, ni donde se muere, sino donde se lucha"
https://youtu.be/cVCtU9s7r-Y?si=YYGlmeDhvod5m41r
"Porque no importa donde se nace, ni donde se muere, sino donde se lucha"
https://youtu.be/cVCtU9s7r-Y?si=YYGlmeDhvod5m41r
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Café y Petróleo - Ana y Jaime
Café y Petróleo, canción de Ana y Jaime
Autor: Manuel J. Laroche
Autor: Manuel J. Laroche
Posmodernidad, posfascismo y el auge de la extrema derecha
La posmodernidad trajo consigo la atomización, un discurso fragmentado donde las identidades se convierten en trincheras y la política se reduce a nichos sin capacidad de transformación estructural.
Se desmoronaron los grandes relatos y con ellos la posibilidad de construir proyectos colectivos que disputaran el poder real.
En este escenario, la extrema derecha ha sabido moverse con destreza, instrumentalizando la crisis de sentido para consolidar una reacción que no necesita de viejos formatos autoritarios, sino que opera desde dentro del sistema. No es casualidad. Enzo Traverso lo define como posfascismo: una mutación del fascismo adaptada a las condiciones del capitalismo global y a la nueva configuración sociopolítica.
A diferencia del fascismo clásico, que surgió en un contexto de crisis del liberalismo y ascenso de las luchas obreras revolucionarias, el posfascismo no se presenta como un asalto frontal al Estado ni a la democracia liberal burguesa. No busca eliminar las instituciones, sino vaciarlas de contenido, socavando derechos en nombre de la seguridad, la identidad y la tradición.
No necesita dictaduras militares, porque el propio sistema ha refinado sus mecanismos de control. No proclama un Estado corporativista, pero impone un capitalismo ultraliberal con políticas autoritarias, racistas y excluyentes, como ocurre en el caso de Argentina. En lugar de suprimir la democracia liberal, la convierte en una farsa funcional a los intereses del poder, como ocurre con Donald Trump y su gobierno tecnofeudal.
La clave de su éxito radica en su capacidad para utilizar las lógicas posmodernas en su propio beneficio. Mientras la izquierda institucional ha quedado atrapada en disputas simbólicas desarticuladas de la lucha de clases, la extrema derecha ha logrado canalizar el descontento social, disfrazando su agenda excluyente con un discurso de resistencia. Así, términos como “defensa de Occidente”, “soberanía nacional” o “libertad de expresión” se convierten en herramientas para justificar la reacción contra el feminismo, los derechos migratorios o cualquier disidencia que cuestione el orden establecido.
En este contexto, el neofascismo se erige como una pieza funcional para los Estados en crisis.
Europa y Estados Unidos atraviesan un colapso estructural: la financiarización de la economía ha precarizado a las clases trabajadoras, la crisis energética y ambiental se agudiza, y los mecanismos de control se endurecen.
Incluso los gobiernos que se presentan como progresistas han asumido la lógica represiva, reforzando el aparato estatal para contener un descontento que ya no pueden gestionar, como ocurre en España.
Así, el neofascismo actúa como un amortiguador del sistema, desviando la rabia social hacia una guerra cultural artificial, donde las posiciones reaccionarias aparecen como “rebeldes” y la izquierda queda relegada al papel de mera defensora del orden establecido, algo falaz y peligroso.
El problema no es solo la extrema derecha, sino la debilidad de una izquierda que ha renunciado a disputar el poder real y la complicidad de los Estados que, en su desesperación por mantener el orden, han encontrado en el neofascismo un aliado útil para su propia supervivencia. Su avance no es un fenómeno espontáneo, sino el resultado de una crisis sistémica donde el capitalismo, incapaz de ofrecer respuestas, se repliega sobre su forma más agresiva y excluyente.
Es por eso que no debemos entrar en esta disputa cultural más que para aplicar una definitiva y necesaria enmienda a la totalidad.
La posmodernidad trajo consigo la atomización, un discurso fragmentado donde las identidades se convierten en trincheras y la política se reduce a nichos sin capacidad de transformación estructural.
Se desmoronaron los grandes relatos y con ellos la posibilidad de construir proyectos colectivos que disputaran el poder real.
En este escenario, la extrema derecha ha sabido moverse con destreza, instrumentalizando la crisis de sentido para consolidar una reacción que no necesita de viejos formatos autoritarios, sino que opera desde dentro del sistema. No es casualidad. Enzo Traverso lo define como posfascismo: una mutación del fascismo adaptada a las condiciones del capitalismo global y a la nueva configuración sociopolítica.
A diferencia del fascismo clásico, que surgió en un contexto de crisis del liberalismo y ascenso de las luchas obreras revolucionarias, el posfascismo no se presenta como un asalto frontal al Estado ni a la democracia liberal burguesa. No busca eliminar las instituciones, sino vaciarlas de contenido, socavando derechos en nombre de la seguridad, la identidad y la tradición.
No necesita dictaduras militares, porque el propio sistema ha refinado sus mecanismos de control. No proclama un Estado corporativista, pero impone un capitalismo ultraliberal con políticas autoritarias, racistas y excluyentes, como ocurre en el caso de Argentina. En lugar de suprimir la democracia liberal, la convierte en una farsa funcional a los intereses del poder, como ocurre con Donald Trump y su gobierno tecnofeudal.
La clave de su éxito radica en su capacidad para utilizar las lógicas posmodernas en su propio beneficio. Mientras la izquierda institucional ha quedado atrapada en disputas simbólicas desarticuladas de la lucha de clases, la extrema derecha ha logrado canalizar el descontento social, disfrazando su agenda excluyente con un discurso de resistencia. Así, términos como “defensa de Occidente”, “soberanía nacional” o “libertad de expresión” se convierten en herramientas para justificar la reacción contra el feminismo, los derechos migratorios o cualquier disidencia que cuestione el orden establecido.
En este contexto, el neofascismo se erige como una pieza funcional para los Estados en crisis.
Europa y Estados Unidos atraviesan un colapso estructural: la financiarización de la economía ha precarizado a las clases trabajadoras, la crisis energética y ambiental se agudiza, y los mecanismos de control se endurecen.
Incluso los gobiernos que se presentan como progresistas han asumido la lógica represiva, reforzando el aparato estatal para contener un descontento que ya no pueden gestionar, como ocurre en España.
Así, el neofascismo actúa como un amortiguador del sistema, desviando la rabia social hacia una guerra cultural artificial, donde las posiciones reaccionarias aparecen como “rebeldes” y la izquierda queda relegada al papel de mera defensora del orden establecido, algo falaz y peligroso.
El problema no es solo la extrema derecha, sino la debilidad de una izquierda que ha renunciado a disputar el poder real y la complicidad de los Estados que, en su desesperación por mantener el orden, han encontrado en el neofascismo un aliado útil para su propia supervivencia. Su avance no es un fenómeno espontáneo, sino el resultado de una crisis sistémica donde el capitalismo, incapaz de ofrecer respuestas, se repliega sobre su forma más agresiva y excluyente.
Es por eso que no debemos entrar en esta disputa cultural más que para aplicar una definitiva y necesaria enmienda a la totalidad.
Reflexión de domingo en lunes:
Una polémica absurda con un punto de interés
Un gran número de carreteras en Europa se construyeron siguiendo el trazado de las calzadas romanas. De ahí que eso de "todos los caminos conducen a Roma" no sea del todo falso ni siquiera hoy en día (al menos en Europa). Y aunque no podemos hablar de "carreteras romanas", técnicamente tampoco sería un absurdo completo.
El puente de Talavera se construye en el siglo XVI, pero sobre el trazado de un puente romano, y además, lo que se desplomó ni siquiera fue eso sino una restauración aún más reciente.
El punto de interés que yo le veo a todo esto se resume en dos aristas: por un lado, en medio de esencialismos ridículos, lo que se pone de manifiesto es como la cultura de los pueblos -como los puentes o carreteras, pero también otros rasgos- se construyen históricamente, no existe en ese sentido ninguna "pureza" cultural ajena a la historia que defina a los pueblos. Los pueblos y su cultura se definen y transforman en su propia historia y pueden ser romanos, medievales, islámicos, y seguir siendo de Talavera.
Por otro lado, ya si con un carácter un poco más reivindicativo, yo fui a Talavera hace unos años y estaba que se caía literalmente. La perdida de actividad económica conlleva degradación. Las inversiones en infraestructura decaen y al final las consecuencias de la degradación, de la falta de inversión, pueden ser dramáticas a nivel humano (como ocurrió en Valencia), y también, por supuesto, en el sentido del Patrimonio cultural como ha ocurrido en este caso.
Ahora quieren "rearmar" Europa los mismos que impusieron políticas que hace que los pueblos europeos se caigan en pedazos. Y ahí si debería haber mínimo polémica.
Una polémica absurda con un punto de interés
Un gran número de carreteras en Europa se construyeron siguiendo el trazado de las calzadas romanas. De ahí que eso de "todos los caminos conducen a Roma" no sea del todo falso ni siquiera hoy en día (al menos en Europa). Y aunque no podemos hablar de "carreteras romanas", técnicamente tampoco sería un absurdo completo.
El puente de Talavera se construye en el siglo XVI, pero sobre el trazado de un puente romano, y además, lo que se desplomó ni siquiera fue eso sino una restauración aún más reciente.
El punto de interés que yo le veo a todo esto se resume en dos aristas: por un lado, en medio de esencialismos ridículos, lo que se pone de manifiesto es como la cultura de los pueblos -como los puentes o carreteras, pero también otros rasgos- se construyen históricamente, no existe en ese sentido ninguna "pureza" cultural ajena a la historia que defina a los pueblos. Los pueblos y su cultura se definen y transforman en su propia historia y pueden ser romanos, medievales, islámicos, y seguir siendo de Talavera.
Por otro lado, ya si con un carácter un poco más reivindicativo, yo fui a Talavera hace unos años y estaba que se caía literalmente. La perdida de actividad económica conlleva degradación. Las inversiones en infraestructura decaen y al final las consecuencias de la degradación, de la falta de inversión, pueden ser dramáticas a nivel humano (como ocurrió en Valencia), y también, por supuesto, en el sentido del Patrimonio cultural como ha ocurrido en este caso.
Ahora quieren "rearmar" Europa los mismos que impusieron políticas que hace que los pueblos europeos se caigan en pedazos. Y ahí si debería haber mínimo polémica.
⚠️ Advertencia: No tengo autocontrol con los spoilers, así que si no has visto la serie, mejor deja de leer. Intentaré contenerme, pero no prometo nada.
La serie Adolescencia se compone de cuatro capítulos en plano secuencia que funcionan como una exploración profunda de algunos de los conflictos más relevantes en la sociedad actual. Voy a señalar algunos aspectos, que aunque pueden parecer secundarios, creo que son relevantes y además considero que con ellos puedo sortear el spoiler.
1. Incomunicación: dos mundos en paralelo
La serie pone en evidencia la ruptura total entre el mundo adulto y el adolescente. Este abismo se hace evidente cuando un joven debe explicarle a su padre, un policía, el significado de ciertos emoticonos que transforman completamente la interpretación de un caso. Lo que los adultos entienden como amistad, en realidad es acoso.
Pero esta desconexión no implica que los adultos tengan las respuestas. De hecho, uno de los elementos más interesantes es que ellos también están atrapados en sus propias inseguridades, en su incapacidad de manejar las situaciones que enfrentan. No es solo que los jóvenes no confíen en ellos; es que, muchas veces, tampoco hay razones para hacerlo.
2. Un ambiente de acoso constante
Antes de los hechos que desencadenan la historia, ya se percibe un entorno de violencia sistemática entre los adolescentes. No hay víctimas ni victimarios absolutos: todos participan de alguna manera en dinámicas de agresión y exclusión. La escuela, en lugar de ofrecer un refugio, se presenta como un espacio sin control ni disciplina, donde la desconexión con el mundo adulto solo perpetúa el caos.
3. La falta de confianza en los adultos
La serie refleja con crudeza cómo los jóvenes no encuentran en los adultos figuras de apoyo. La historia de la amiga de Katie es un ejemplo claro: enfrenta situaciones difíciles, pero no confía en nadie lo suficiente como para denunciarlas. Ni en su familia, ni en los profesores. La desprotección es total y los lleva a enfrentar solos realidades que los superan.
Pero esta desconfianza no es irracional. Los adultos que los rodean tampoco parecen saber cómo manejar sus propias vidas, y eso se convierte en una cadena de incertidumbre que se transmite de una generación a otra.
4. La autoestima y la presión social
El episodio tres nos da uno de los momentos más reveladores: la conversación de Jamie con la psicóloga. Su temor de no estar a la altura de las expectativas de su padre es evidente. Su angustia por ser "malo en los deportes" y la vergüenza que percibe en su padre nos muestran cómo la validación externa moldea su identidad. Pero hay una contradicción poderosa: a pesar de esta inseguridad, elige a su padre como el adulto responsable que conocerá el peor acto de su vida.
Pero Jamie no es el único. En la serie, la exposición pública, el escarnio y la vida paralela (pero no por ello irreal) de las redes sociales refuerzan este conflicto de autoestima. La imagen que proyectan hacia los demás pesa más que la realidad interna.
5. Una perspectiva diferente
En medio de este panorama, la figura de la hermana de Jamie representa un punto de inflexión. No porque reconcilie ambos mundos, sino porque es la única que no se deja arrastrar por la presión. Mientras el resto de los personajes están atrapados en sus propias inseguridades y conflictos, ella es capaz de ver más allá. No está paralizada por la culpa, la vergüenza o el miedo. Su madurez no radica en una conexión idealizada entre adultos y jóvenes, sino en su capacidad para observar la situación con distancia, sin perderse en el torbellino emocional que consume a los demás.
Así que aunque mi primera sensación tras ver la serie fue de absoluta devastación, lo cierto es que en realidad la serie deja abierta una ventana a la esperanza, siempre y cuándo seamos capaces de asumir la crítica.
La serie Adolescencia se compone de cuatro capítulos en plano secuencia que funcionan como una exploración profunda de algunos de los conflictos más relevantes en la sociedad actual. Voy a señalar algunos aspectos, que aunque pueden parecer secundarios, creo que son relevantes y además considero que con ellos puedo sortear el spoiler.
1. Incomunicación: dos mundos en paralelo
La serie pone en evidencia la ruptura total entre el mundo adulto y el adolescente. Este abismo se hace evidente cuando un joven debe explicarle a su padre, un policía, el significado de ciertos emoticonos que transforman completamente la interpretación de un caso. Lo que los adultos entienden como amistad, en realidad es acoso.
Pero esta desconexión no implica que los adultos tengan las respuestas. De hecho, uno de los elementos más interesantes es que ellos también están atrapados en sus propias inseguridades, en su incapacidad de manejar las situaciones que enfrentan. No es solo que los jóvenes no confíen en ellos; es que, muchas veces, tampoco hay razones para hacerlo.
2. Un ambiente de acoso constante
Antes de los hechos que desencadenan la historia, ya se percibe un entorno de violencia sistemática entre los adolescentes. No hay víctimas ni victimarios absolutos: todos participan de alguna manera en dinámicas de agresión y exclusión. La escuela, en lugar de ofrecer un refugio, se presenta como un espacio sin control ni disciplina, donde la desconexión con el mundo adulto solo perpetúa el caos.
3. La falta de confianza en los adultos
La serie refleja con crudeza cómo los jóvenes no encuentran en los adultos figuras de apoyo. La historia de la amiga de Katie es un ejemplo claro: enfrenta situaciones difíciles, pero no confía en nadie lo suficiente como para denunciarlas. Ni en su familia, ni en los profesores. La desprotección es total y los lleva a enfrentar solos realidades que los superan.
Pero esta desconfianza no es irracional. Los adultos que los rodean tampoco parecen saber cómo manejar sus propias vidas, y eso se convierte en una cadena de incertidumbre que se transmite de una generación a otra.
4. La autoestima y la presión social
El episodio tres nos da uno de los momentos más reveladores: la conversación de Jamie con la psicóloga. Su temor de no estar a la altura de las expectativas de su padre es evidente. Su angustia por ser "malo en los deportes" y la vergüenza que percibe en su padre nos muestran cómo la validación externa moldea su identidad. Pero hay una contradicción poderosa: a pesar de esta inseguridad, elige a su padre como el adulto responsable que conocerá el peor acto de su vida.
Pero Jamie no es el único. En la serie, la exposición pública, el escarnio y la vida paralela (pero no por ello irreal) de las redes sociales refuerzan este conflicto de autoestima. La imagen que proyectan hacia los demás pesa más que la realidad interna.
5. Una perspectiva diferente
En medio de este panorama, la figura de la hermana de Jamie representa un punto de inflexión. No porque reconcilie ambos mundos, sino porque es la única que no se deja arrastrar por la presión. Mientras el resto de los personajes están atrapados en sus propias inseguridades y conflictos, ella es capaz de ver más allá. No está paralizada por la culpa, la vergüenza o el miedo. Su madurez no radica en una conexión idealizada entre adultos y jóvenes, sino en su capacidad para observar la situación con distancia, sin perderse en el torbellino emocional que consume a los demás.
Así que aunque mi primera sensación tras ver la serie fue de absoluta devastación, lo cierto es que en realidad la serie deja abierta una ventana a la esperanza, siempre y cuándo seamos capaces de asumir la crítica.
"800.000 millones de euros inyecta Bruselas al negocio de las armas. El plan “ReArm Europe” suspenderá temporalmente las reglas fiscales para que los Estados puedan endeudarse más para comprar drones, misiles o cañones autopropulsados. Se ofrecerán préstamos por valor de 150.000 millones, se reorientarán fondos europeos y se obligará al Banco Europeo de Inversiones a financiar el sector armamentístico. No se hizo para educación, no se hizo para sanidad, ni tampoco para pensiones; pero se hará para afrontar invasiones inexistentes a la UE. ¿O a lo mejor para que la UE acabe llevando a cabo invasiones realmente existentes?"
https://insurgente.org/m-caracol-o-tanques-o-pensiones-bruselas-en-guerra-contra-su-pueblo/?fbclid=IwY2xjawJP-aBleHRuA2FlbQIxMQABHYyaqXdORgnLyr_8jYuCn1fKTlpxdjDKvFBthxNY8pW8OzBxvPIRNKg0yw_aem_v0gDzZgR4ya8BaNOdUA0NQ
https://insurgente.org/m-caracol-o-tanques-o-pensiones-bruselas-en-guerra-contra-su-pueblo/?fbclid=IwY2xjawJP-aBleHRuA2FlbQIxMQABHYyaqXdORgnLyr_8jYuCn1fKTlpxdjDKvFBthxNY8pW8OzBxvPIRNKg0yw_aem_v0gDzZgR4ya8BaNOdUA0NQ
Insurgente.org
M. CARACOL. O tanques o pensiones: Bruselas en guerra contra su pueblo
"La historia se repite, primero como tragedia, después como farsa", escribió Marx. Ahora Ursula von der Leyen anuncia, sin rubor,
Miriam Makeba, quien había cosechado un importante éxito con temas como "Pata Pata" pagó un alto precio por mantenerse fiel a sus principios: el exilio, la persecución y el ostracismo en Occidente .
Mientras otros artistas optaban por la neutralidad o incluso por acomodarse al poder, Makeba utilizó su voz y su fama para denunciar el apartheid en Sudáfrica y apoyar las luchas de liberación africanas, a pesar de las consecuencias.
En 1960, el régimen del apartheid revocó su pasaporte después de que denunciara en la ONU la brutalidad del gobierno sudafricano. Así comenzó un exilio que duró más de 30 años, en los que su música siguió resonando como un grito de libertad, pero sin poder pisar su tierra natal. Lejos de rendirse, Makeba encontró apoyo en otros países africanos y se convirtió en un símbolo del panafricanismo, respaldando movimientos de liberación en toda África. Cómo con el tema que comparto a continuación dedicado al Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) y a su líder y posterior presidente del país, Samora Machel.
En Estados Unidos, donde había logrado una gran popularidad, fue boicoteada por la industria musical tras casarse con el activista negro Stokely Carmichael (Kwame Ture) figura clave del movimiento de derechos civiles, vinculado al partido de las Panteras Negras. Sus contratos se cancelaron, los medios dejaron de promocionarla y tuvo que trasladarse exiliada a Guinea junto a su marido.
A pesar de las pérdidas personales y profesionales, Makeba nunca cedió. Su arte fue inseparable de su militancia, y su legado es el de una mujer que no claudicó ante el dinero ni ante el poder. Regresó a Sudáfrica en 1990, tras la caída del apartheid, pero su historia sigue estando presente en África y en el mundo. #ALutaContinua
https://youtu.be/5zhlIvZZtfA?si=Sen7icTyCaUmvRTC
Mientras otros artistas optaban por la neutralidad o incluso por acomodarse al poder, Makeba utilizó su voz y su fama para denunciar el apartheid en Sudáfrica y apoyar las luchas de liberación africanas, a pesar de las consecuencias.
En 1960, el régimen del apartheid revocó su pasaporte después de que denunciara en la ONU la brutalidad del gobierno sudafricano. Así comenzó un exilio que duró más de 30 años, en los que su música siguió resonando como un grito de libertad, pero sin poder pisar su tierra natal. Lejos de rendirse, Makeba encontró apoyo en otros países africanos y se convirtió en un símbolo del panafricanismo, respaldando movimientos de liberación en toda África. Cómo con el tema que comparto a continuación dedicado al Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) y a su líder y posterior presidente del país, Samora Machel.
En Estados Unidos, donde había logrado una gran popularidad, fue boicoteada por la industria musical tras casarse con el activista negro Stokely Carmichael (Kwame Ture) figura clave del movimiento de derechos civiles, vinculado al partido de las Panteras Negras. Sus contratos se cancelaron, los medios dejaron de promocionarla y tuvo que trasladarse exiliada a Guinea junto a su marido.
A pesar de las pérdidas personales y profesionales, Makeba nunca cedió. Su arte fue inseparable de su militancia, y su legado es el de una mujer que no claudicó ante el dinero ni ante el poder. Regresó a Sudáfrica en 1990, tras la caída del apartheid, pero su historia sigue estando presente en África y en el mundo. #ALutaContinua
https://youtu.be/5zhlIvZZtfA?si=Sen7icTyCaUmvRTC
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Ella es Hadja Lahbib, la comisaria europea de igualdad. Si esto no es la decadencia de occidente no sé yo ya qué lo será.
Resultan tan patéticos que daría risa, el problema es que en realidad sabemos que son una gente muy peligrosa.
Resultan tan patéticos que daría risa, el problema es que en realidad sabemos que son una gente muy peligrosa.
El kit de supervivencia que necesitamos es salud y educación universal, pública y de calidad, acceso a una vivienda digna, salarios dignos, que la carestía de la vida no se lleve todo nuestro sueldo.
La UE lleva años trabajando contra nuestro kit de supervivencia.
*La fotito me la hizo la IA, no le dije nada de la hoz y el martillo lo puso sola... Va a ser que sí que es inteligente 😅
La UE lleva años trabajando contra nuestro kit de supervivencia.
*La fotito me la hizo la IA, no le dije nada de la hoz y el martillo lo puso sola... Va a ser que sí que es inteligente 😅
La presidenta mexicana ,Claudia Sheinbaum, reafirmó hace unos días el control estatal sobre Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) durante los actos conmemorativos de la expropiación petrolera de 1938.
Escribo sobre ello en RT ⤵️
https://esrt.space/opinion/carmen-parejo/544414-cardenas-sheinbaum-soberania-energetica-mexico
Escribo sobre ello en RT ⤵️
https://esrt.space/opinion/carmen-parejo/544414-cardenas-sheinbaum-soberania-energetica-mexico
Las universidades andaluzas han decidido tomar partido, y lo hacen bajo la coartada de la defensa del Estado de derecho, la democracia, las libertades y los derechos humanos. Un manifiesto a favor de la Unión Europea que, más allá de la retórica, deja en evidencia el verdadero propósito detrás de la campaña del miedo y del rearme europeo: sostener un mundo unipolar donde las reglas no son más que instrumentos de dominación al servicio de unos pocos.
La soberbia y la mentira convergen en este discurso. No se trata de principios democráticos, ni de la defensa de un modelo basado en reglas, sino de la reacción de una élite que ve tambalearse su hegemonía. Lo que realmente les aterra no es el auge de los llamados "autoritarismos", sino la pérdida de su capacidad de imposición. Porque dictaduras ha habido siempre, y muchas de ellas han sido aliadas estratégicas de Occidente cuando la coyuntura lo requería. ¿O acaso Franco fue un problema para el "mundo libre" cuando servía de contención al avance del socialismo en Europa?
No lo fue. Como tampoco lo han sido Arabia Saudí o Marruecos, regímenes que han contado con la complicidad y el respaldo de las mismas potencias que hoy se rasgan las vestiduras en defensa de la "democracia".
La hipocresía es aún más evidente cuando se observa el silencio cómplice del mundo académico frente al genocidio televisado que Israel ejecuta impunemente sobre Palestina. Para esto, ni manifiestos, ni condenas, ni apelaciones al derecho internacional.
Pese a que entre los "abajo firmantes" de este documento haya académicos del derecho, profesionales que no pueden ignorar que si bien la legalidad internacional reconoce el derecho de los pueblos colonizados a la defensa armada, no contempla el derecho a la limpieza étnica por parte de una potencia ocupante. Naciones Unidas acumula resoluciones que condenan el apartheid israelí, pero, ¿de qué sirven cuando los "guardianes del orden internacional" las incumplen sistemáticamente sin consecuencia alguna?
La verdad es otra. No hay un mundo basado en reglas, sino en el expolio. Y para que existan reglas justas, es necesario equilibrio. Lo que denuncian como "amenaza" es, en realidad, la redistribución del poder global. La UE y EE.UU. han socavado cualquier posibilidad de un orden internacional justo y ahora enfrentan las consecuencias. No es una cuestión de democracia contra autoritarismo, sino de una hegemonía en declive resistiéndose al cambio.
La soberbia y la mentira convergen en este discurso. No se trata de principios democráticos, ni de la defensa de un modelo basado en reglas, sino de la reacción de una élite que ve tambalearse su hegemonía. Lo que realmente les aterra no es el auge de los llamados "autoritarismos", sino la pérdida de su capacidad de imposición. Porque dictaduras ha habido siempre, y muchas de ellas han sido aliadas estratégicas de Occidente cuando la coyuntura lo requería. ¿O acaso Franco fue un problema para el "mundo libre" cuando servía de contención al avance del socialismo en Europa?
No lo fue. Como tampoco lo han sido Arabia Saudí o Marruecos, regímenes que han contado con la complicidad y el respaldo de las mismas potencias que hoy se rasgan las vestiduras en defensa de la "democracia".
La hipocresía es aún más evidente cuando se observa el silencio cómplice del mundo académico frente al genocidio televisado que Israel ejecuta impunemente sobre Palestina. Para esto, ni manifiestos, ni condenas, ni apelaciones al derecho internacional.
Pese a que entre los "abajo firmantes" de este documento haya académicos del derecho, profesionales que no pueden ignorar que si bien la legalidad internacional reconoce el derecho de los pueblos colonizados a la defensa armada, no contempla el derecho a la limpieza étnica por parte de una potencia ocupante. Naciones Unidas acumula resoluciones que condenan el apartheid israelí, pero, ¿de qué sirven cuando los "guardianes del orden internacional" las incumplen sistemáticamente sin consecuencia alguna?
La verdad es otra. No hay un mundo basado en reglas, sino en el expolio. Y para que existan reglas justas, es necesario equilibrio. Lo que denuncian como "amenaza" es, en realidad, la redistribución del poder global. La UE y EE.UU. han socavado cualquier posibilidad de un orden internacional justo y ahora enfrentan las consecuencias. No es una cuestión de democracia contra autoritarismo, sino de una hegemonía en declive resistiéndose al cambio.
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Distintas organizaciones y partidos políticos de la izquierda revolucionaria boliviana lanzan un comunicado de apoyo a la candidatura de Evo Morales y de denuncia a la traición del gobierno de Luis Arce en medio de la embestida reaccionaria que se inició contra el país en el año 2019.
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"Conspiranoicos", el más otanista de todos los programas de la Tele OTAN (también conocida como La Sexta), lo mismo un día te señala a los "putinistas" en España, que al día siguiente te mandan directamente al frente.
¿Por qué no se van ellos?
¿Por qué no se van ellos?
Debemos contar la historia desde el principio: La OTAN entró en Ucrania antes que Rusia
La intervención de la OTAN en Ucrania no comenzó con la guerra de 2022 ni con la anexión de Crimea en 2014, como suelen usar a modo de justificación, sino mucho antes, a través de una estrategia de cercamiento político, económico y militar a la Federación Rusa.
Rusia justificó su actuación en Crimea como una respuesta a la injerencia occidental, ¿Existía esa injerencia?
Lo cierto es que Estados Unidos y sus aliados ya estaban operando en el país.
Desde los años 90, la OTAN ha promovido la integración de Ucrania en su órbita, con programas de cooperación, entrenamientos militares y la promesa de un futuro acercamiento a la Alianza. Este proceso fue interpretado por Rusia como una amenaza directa a su seguridad, dado que la expansión de la OTAN hacia el este ponía a las fuerzas de la Alianza más cerca de sus fronteras. Para Moscú, este acercamiento de Ucrania a la OTAN significaba un cerco estratégico.
En 2014, el apoyo activo de la OTAN a las protestas y posterior golpe de Estado del Euromaidán, y las declaraciones y visitas de figuras clave como Victoria Nuland y John McCain, mostraron un respaldo claro a la oposición contra el presidente Yanukóvich, que fue derrocado.
La famosa conversación filtrada de Nuland dejó en evidencia la injerencia estadounidense en la política interna de Ucrania, al discutir quién debería formar el nuevo gobierno. Esta intervención, sumada a los planes de acercamiento a la OTAN profundizó la desconfianza de Rusia, que interpretó estos movimientos como una agresión.
El proceso de integración de Ucrania a la OTAN no solo involucraba apoyo político y económico, sino también la militarización progresiva del país. Aunque la OTAN no desplegó tropas en Ucrania antes de 2022, los entrenamientos conjuntos, los suministros de armas y la asistencia militar fueron elementos clave que impulsaron una confrontación directa con Rusia.
Además, en 2022, el presidente ucraniano, Zelensky, provocó aún más tensiones al declarar en la Conferencia de Seguridad de Múnich que Ucrania no cumpliría los acuerdos de Budapest de 1994, bajo los cuales el país renunció a sus armas nucleares a cambio de garantías de seguridad por parte de las potencias nucleares. Zelensky insinuó que, dadas las circunstancias de "agresión rusa", Ucrania podría reconsiderar su compromiso con el desarme nuclear, lo que fue interpretado por Moscú como una amenaza directa. Esta declaración fue vista como un desafío a los acuerdos internacionales y un punto álgido en las relaciones con Rusia, que percibió esta postura como un incremento de la confrontación.
A pesar de las advertencias de Rusia, los intentos diplomáticos de evitar la escalada fueron infructuosos. Las conversaciones entre el presidente de EE.UU., Joe Biden, y el presidente ruso, Vladimir Putin, en 2021-2022, no lograron frenar la tensión. Rusia planteó de manera explícita que la expansión de la OTAN hacia Ucrania sería una "línea roja", pidiendo garantías de que el país no se uniría a la Alianza. Sin embargo, estas preocupaciones fueron ignoradas por la OTAN y Estados Unidos, lo que contribuyó a la sensación de amenaza existencial de Rusia, y finalmente llevó a la intervención en Ucrania en 2022.
Mientras los medios occidentales presentan la intervención rusa como el inicio del conflicto, lo cierto es que la OTAN ya había entrado en Ucrania mucho antes, allanando el camino para la confrontación actual. La falta de una solución diplomática que abordara las preocupaciones de seguridad de Rusia permitió que las tensiones se transformaran en un conflicto armado a gran escala.
También podríamos analizar como está intervención de la OTAN repercutió internamente en Ucrania, pero quería centrar este texto en cómo interpeló de forma directa a Rusia.
En medio de la posverdad y la mentira directa, debemos empezar por contar las cosas tal y como son.
Si la escalada en Ucrania no fue porque Putin se volviera loco, ¿Por qué iba a querer invadir Badajoz?
La intervención de la OTAN en Ucrania no comenzó con la guerra de 2022 ni con la anexión de Crimea en 2014, como suelen usar a modo de justificación, sino mucho antes, a través de una estrategia de cercamiento político, económico y militar a la Federación Rusa.
Rusia justificó su actuación en Crimea como una respuesta a la injerencia occidental, ¿Existía esa injerencia?
Lo cierto es que Estados Unidos y sus aliados ya estaban operando en el país.
Desde los años 90, la OTAN ha promovido la integración de Ucrania en su órbita, con programas de cooperación, entrenamientos militares y la promesa de un futuro acercamiento a la Alianza. Este proceso fue interpretado por Rusia como una amenaza directa a su seguridad, dado que la expansión de la OTAN hacia el este ponía a las fuerzas de la Alianza más cerca de sus fronteras. Para Moscú, este acercamiento de Ucrania a la OTAN significaba un cerco estratégico.
En 2014, el apoyo activo de la OTAN a las protestas y posterior golpe de Estado del Euromaidán, y las declaraciones y visitas de figuras clave como Victoria Nuland y John McCain, mostraron un respaldo claro a la oposición contra el presidente Yanukóvich, que fue derrocado.
La famosa conversación filtrada de Nuland dejó en evidencia la injerencia estadounidense en la política interna de Ucrania, al discutir quién debería formar el nuevo gobierno. Esta intervención, sumada a los planes de acercamiento a la OTAN profundizó la desconfianza de Rusia, que interpretó estos movimientos como una agresión.
El proceso de integración de Ucrania a la OTAN no solo involucraba apoyo político y económico, sino también la militarización progresiva del país. Aunque la OTAN no desplegó tropas en Ucrania antes de 2022, los entrenamientos conjuntos, los suministros de armas y la asistencia militar fueron elementos clave que impulsaron una confrontación directa con Rusia.
Además, en 2022, el presidente ucraniano, Zelensky, provocó aún más tensiones al declarar en la Conferencia de Seguridad de Múnich que Ucrania no cumpliría los acuerdos de Budapest de 1994, bajo los cuales el país renunció a sus armas nucleares a cambio de garantías de seguridad por parte de las potencias nucleares. Zelensky insinuó que, dadas las circunstancias de "agresión rusa", Ucrania podría reconsiderar su compromiso con el desarme nuclear, lo que fue interpretado por Moscú como una amenaza directa. Esta declaración fue vista como un desafío a los acuerdos internacionales y un punto álgido en las relaciones con Rusia, que percibió esta postura como un incremento de la confrontación.
A pesar de las advertencias de Rusia, los intentos diplomáticos de evitar la escalada fueron infructuosos. Las conversaciones entre el presidente de EE.UU., Joe Biden, y el presidente ruso, Vladimir Putin, en 2021-2022, no lograron frenar la tensión. Rusia planteó de manera explícita que la expansión de la OTAN hacia Ucrania sería una "línea roja", pidiendo garantías de que el país no se uniría a la Alianza. Sin embargo, estas preocupaciones fueron ignoradas por la OTAN y Estados Unidos, lo que contribuyó a la sensación de amenaza existencial de Rusia, y finalmente llevó a la intervención en Ucrania en 2022.
Mientras los medios occidentales presentan la intervención rusa como el inicio del conflicto, lo cierto es que la OTAN ya había entrado en Ucrania mucho antes, allanando el camino para la confrontación actual. La falta de una solución diplomática que abordara las preocupaciones de seguridad de Rusia permitió que las tensiones se transformaran en un conflicto armado a gran escala.
También podríamos analizar como está intervención de la OTAN repercutió internamente en Ucrania, pero quería centrar este texto en cómo interpeló de forma directa a Rusia.
En medio de la posverdad y la mentira directa, debemos empezar por contar las cosas tal y como son.
Si la escalada en Ucrania no fue porque Putin se volviera loco, ¿Por qué iba a querer invadir Badajoz?
Digo esto también para ayudar a frenar la histeria de los medios de comunicación, no obstante, si analizamos está historia podemos observar como actúa la OTAN, y es a ellos a los que debemos parar.
El régimen actual en Rusia es exactamente el qué querían los mismos que vienen a cada rato a recordarnos que "Rusia no es la URSS"... Pero es que acaso a ustedes os gustaba la URSS?
A mí sí me gustaba más la URSS. Pero es que encima, aún sin gustarme el régimen que vosotros apoyasteis para destruir la URSS, si Rusia tiene razón pues tiene razón y en Ucrania es así.
Porque al final de lo que se trata es de apoyar la verdad o mejor dicho de apoyarnos en la realidad para emitir cualquier análisis.
A mí sí me gustaba más la URSS. Pero es que encima, aún sin gustarme el régimen que vosotros apoyasteis para destruir la URSS, si Rusia tiene razón pues tiene razón y en Ucrania es así.
Porque al final de lo que se trata es de apoyar la verdad o mejor dicho de apoyarnos en la realidad para emitir cualquier análisis.
EE.UU. opta por medidas cada vez más agresivas que, paradójicamente, aceleran la transición hacia un mundo multipolar. La agresión contra Venezuela es solo una muestra más de una realidad ineludible.
Escribo sobre ello en RT ⤵️
https://esrt.space/opinion/carmen-parejo/545206-venezuela-disputa-global-claves-geopoliticas
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