Jorge Moruno
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Diputado de Más Madrid. “La política se parece más al álgebra que a la aritmética y todavía más a las matemáticas superiores que a las matemáticas simples.”
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En la política, como en la vida, al igual que ocurre en una película judicial, es más importante la demostración de una verdad consistente que el modo en que haya sucedido algo realmente: en la película Anatomía de una caída, el abogado le explica a la clienta que, de cara a demostrar su inocencia, no importa que su marido se haya caído por la ventana porque eso no era creíble y, por lo tanto, solo existen dos opciones: suicidio o asesinato. Así que si quiere tener opciones de salir absuelta tiene que centrarse en la opción del suicidio.

Para que algo sea considerado una verdad política, y para que pueda ser aceptada como tal, es necesario construir ficciones verosímiles que conecten y den sentido racional y relacional a los sucesos, ya que, como recuerda Aristóteles en su Poética, “el elemento más importante de todos es la trama de los hechos”.

https://www.infolibre.es/opinion/ideas-propias/ficcion-libertad_129_1690007.html
Romper la tríada que concentra el poder, la riqueza y el saber: los que mandan son los que tienen y son los que saben. Esa es la base del orden de la desigualdad.

La igualdad, en cambio, es también la libertad de quienes están excluidos para hacer lo que supuestamente no deben, no pueden y no quieren hacer: tener, saber y mandar.

No se trata de sustituir a unas viejas élites por otras nuevas, porque, incluso si eso ocurre, lo central sucede por debajo cuando esa tríada se disuelve y se democratiza, permitiendo el acceso de los vetados a lo que tienen prohibido: ser vistos, oídos, reconocidos.

Gracias a que pueden hacerse valer (poder) y tienen tiempo libre (riqueza), consiguen desarrollar su potencial y capacidad de obrar (saber). Por eso la libertad, la capacidad y la amistad sólo pueden ejercerse plenamente entre iguales.
La política de vivienda no es únicamente una cuestión de cantidad, es sobre todo una cuestión de modelo y de definición política del objetivo a lograr. Si lo que se pretende es garantizar la accesibilidad, la asequibilidad y la seguridad residencial, hay que impulsar la vivienda protegida, la vivienda pública, regular (bien) los precios del alquiler privado y ofrecer ayudas en los casos necesarios.

La oferta que hace falta es de vivienda pública y protegida de calidad; la demanda que necesitamos es para vivir. Suele decirse: “Hay que sacar más viviendas al mercado”, cuando lo que hace falta es sacar más viviendas del mercado. Hacen falta más viviendas, por supuesto, pero viviendas que estén protegidas de los precios de mercado.

https://www.infolibre.es/opinion/ideas-propias/vivienda_129_1755550.html
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Hay dos modelos en vivienda que son también dos modelos de libertad. El PP se refleja en la barbarie necroliberal de Milei y en Más Madrid lo hacemos en la civilización de la Viena roja.
No les da rabia Sánchez, tampoco el gobierno progresista. Todo eso es contingente. Lo que realmente les asusta es la democracia, lo que realmente temen es que se les acabe el chollo. Pues se acabó: este país no es menor de edad. Se acabó la tutela. No somos tolerados, no somos tutelados, no somos invitados. Este es un país libre y no les va a quedar otra alternativa que aceptarlo.

Punto y aparte. Ahora toca escribir un tiempo nuevo: democratizar la democracia. Garantizar que no se intimida al legislativo, movilización ciudadana, información veraz, vivienda, igualdad. Reformas revolucionarias.
Los hombres no somos aliados, esto es, subalternos, y no lo somos porque tenemos mucho que ganar y poco que perder con la igualibertad de las mujeres: disfrutar de tus hijos, reducir la dependencia al trabajo, tener más tiempo libre y cultivar más la amistad. En definitiva, aunque de vértigo y no existan manuales de instrucciones, los hombres ganamos al recomponer nuestro vínculo con el mundo bajo nuevas tablas. Y para eso hace falta perderle el miedo a la libertad, apropiarse de la voluntad de poder, desarrollar la ambición y despreciar a la moral de esclavo de mercado. La igualdad de las mujeres es también la liberación de los hombres, en el sentido de que nos libera de tener que relacionarnos con los demás a través de la dominación, el temor y la explotación. A más igualdad, más hambre de igualdad y posibilidad de ejercer la libertad.

https://www.infolibre.es/opinion/ideas-propias/detestemos-hombre-blandengue_129_1781015.html
“Podría ocurrir que la ley, que es ciega y clarividente a la vez, fuera, en ciertos casos, demasiado rigurosa. Los jueces de la nación no son, como hemos dicho, más que el instrumento que pronuncia las palabras de la ley, seres inanimados que no pueden moderar ni la fuerza ni el rigor de las leyes.

La parte del cuerpo legislativo que considerábamos como tribunal necesario anteriormente, lo es también en esta ocasión: a su autoridad suprema corresponde moderar la ley en favor de la propia ley, fallando con menos rigor que ella.”

Montesquieu
Del Espíritu de las Leyes
Parte II: XI, 6
¡Viva San Isidro!

“Economía del tiempo: a esto se reduce finalmente toda economía.”

Marx

Se llamaba San Isidro Labrador, pero no le gustaba labrar la tierra. San Isidro llegaba siempre tarde al trabajo y sus compañeros le denunciaron por "holgazán" y “vago”, e incluso se chivaron al patrón de la finca que quiso comprobarlo con sus propios ojos. Cuando el patrón observó que Isidro llegaba tarde al trabajo por quedarse rezando, se lo recriminó.

Sin embargo, y aquí es donde reside el milagro de los bueyes que libera tiempo del trabajo, el patrón de la finca advirtió, ante su sorpresa, que los bueyes estaban arando solos sin necesidad del trabajo de Isidro. Es decir, que el milagro de Isidro reside en conseguir que los bueyes arasen solos la parte de trabajo que a él le correspondía, pudiendo así dedicar su tiempo a otra cosa, en su caso a conversar con Dios. Así pues, este conato de automatización tiene su razón de ser en la liberación del tiempo en aras de trabajar menos para vivir mejor.

Al igual que el muchacho de la máquina de vapor descrita por Adam Smith que, motivado por querer irse a jugar con sus amigos, consigue inventar un mecanismo para que la máquina funcione sola, Isidro busca soluciones para reducir el tiempo de trabajo y aumentar el tiempo libre. Isidro, al igual que el muchacho de Adam Smith, logra alcanzar ese “tiempo para poder crear y gozar espiritualmente” del que hablaba Marx.


La libertad es la libertad que permite poder evadirse, crear e incluso aburrirse gracias a que se disfruta de un tiempo libre seguro y garantizado. Así es como surge la Skholè, que en griego significa tiempo libre y es de donde deriva la palabra «escuela»: libres son los ciudadanos que pueden tener tiempo libre para desplegar sus capacidades y, al contrario, quienes no lo tienen viven su tiempo de forma subordinada.

La tiranía se opone a la libertad, la libertad se vincula a la democracia y la democracia se asocia a la dimensión temporal del poder: cómo, cuánto y de qué manera se distribuye entre las distintas partes que componen la sociedad, ese objeto de disputa política y económica que es el tiempo.

El rearme ideológico del proyecto político que hace indisociable el ejercicio de la libertad con el de la igualdad, pasa por recuperar la perspectiva que hace del tiempo un elemento central de la democracia. Una sociedad avanza y despliega su genialidad e inteligencia cuanta más gente dispone de más tiempo libre con garantías.


No hay que conciliar la vida familiar/personal con la vida laboral, en todo caso es al revés, que sea la vida laboral la que tenga que adaptarse a la temporalidad de la infancia, de los cuidados, la amistad o el descanso. En esa inversión en el sentido del tiempo radica la critica estructural desde la vivencia cotidiana y la perspectiva de un orden distinto.

Quienes hoy consideran que los madrileños deben trabajar como bueyes negándoles el tiempo libre, son los mismos que en su día estarían chivándose de Isidro ante el patrón acusándole de vago y holgazán. Quienes consideran que el tiempo libre es un privilegio sostenido sobre la falta de tiempo de los demás, consideran un escándalo hacer extensiva su condición al resto de la población.

De ahí que, en ocasiones, quienes mejor conocen las virtudes que ofrece disfrutar de la autonomía sobre el tiempo sean también quienes demonizan y criminalizan la democratización del tiempo. Esa es la tensión histórica que encarna todo conflicto: la lucha por la libertad es la lucha por el tiempo y la lucha por el tiempo es la lucha por el poder. La igualdad es el poder de las personas que son libres.

Ampliar el tiempo libre y reducir la dependencia al trabajo es ensanchar la democracia. El tiempo liberado de la necesidad es la verdadera medida del avance civilizatorio.