EL AULLIDO CANAL Fernando López-Mirones

LOS WOKOÑAZOS.
F.L.Mirones. (1/2)
Los negacionistas nos estamos constituyendo como un colectivo extraordinariamente potente, seguro y optimista, casi incompatible con las pocas personas que quedan que no lo son.
Los que no conocen la expresión “woke” están quedándose muy solos, apenas pueden asistir a una conversación no woke sin alterarse. Están tan programados y auto censurados que enseguida se sienten aparte.
No sé si somos conscientes del enorme cambio social que está teniendo lugar en todo el mundo, pocas veces en la historia ha ocurrido el surgimiento de una forma nueva de ver las cosas como el que está teniendo lugar ahora.
En casi todos los grupos de amigos hay una suerte de pequeña crisis entre los despiertos y los que siguen la inercia social sin darse cuenta de la batalla cultural que tiene lugar a su alrededor.
Muchos se van percatando cuando observan a tantos amigos inteligentes explicarles lo que está pasando. La corriente ideológica ha dado la vuelta, hoy los que se sienten incómodos son los que no se han enterado de nada o se niegan a saberlo. Notan la solidaridad, las conversaciones, la simpatía que se genera de inmediato cuando un nega descubre a otro, y se dan cuenta de que se están perdiendo algo.
Un nega se siente hermanado con otro nada más detectarse.
Es increíble cómo hemos avanzado desde hace cinco años, cuando éramos considerados locos, desequilibrados o directamente malas personas por nuestros propios hermanos.
Hoy el que sospechó primero tiene prestigio en su grupo por haber sido más inteligente que los demás, incluso más valiente. Y no se dejen intimidar por los que no lo reconocen o verbalizan, es orgullo, pero lo piensan: ¿por qué lo vio y yo no?
No todos los pertinaces convencionales reaccionan igual ante su propio despertar. Muchos tratan de que no se les note, se acercan de a poquitos a usted, no dicen nada en contra como hacían hace años, ahora escuchan, incluso me consta que hay cientos aquí leyendo en secreto.
Yo personalmente solo me reúno con gente no woke, es refrescante tener conversaciones sin decir “ellos y ellas”, sin miedo a pronunciar las palabras canceladas por el wokismo, con libertad de expresión total.
Cuando, por circunstancias, cae un woke en una conversación de varios negas, enseguida se le ve torcer el gesto, es tal el choque cultural que pertenecemos a dos mundos distintos.
Es imparable la muerte del wokismo, y sus próceres lo saben. Apenas sobrevive esta contracultura en algunos jóvenes que no se han enterado de nada, pero que detectan el engaño en sus distorsionadas relaciones sexuales al ver que no son como las de sus padres. A muchos el cuerpo les pide lo de siempre, tener novio, tener novia, poder comportarse como un hombre, como una mujer, sin pedir disculpas todo el tiempo por cosas que sienten que no son malas pero que el wokismo les reprocha. Y en el entorno de las empresas, las oficinas, la tiranía woke se hace irrespirable.
Hombres heterosexuales acosados por serlo, en un ambiente de mujeres empoderadas infelices aliadas con homosexuales que se han venido arriba, y se han pasado de frenada en la defensa de sus derechos sin percatarse de que ahora son ellos los acosadores.
El primer caso que me contaron me pareció curioso, cuando la misma historia la oí decenas de veces me di cuenta de este fenómeno del que nadie habla porque es tabú: el varón normal que acaba por sentirse el raro a causa de la opresión y la supremacía woke que lo rechaza.
La mayoría disimula de cara a la galería, las conversaciones privadas no se parecen a las que tienen lugar con más gente. En privado, la mayoría de las personas no son woke en realidad. Por eso no puede vencer esta moda, va contra la naturaleza humana, atenta contra la esencia de ser un caballero o una dama, es antinatural y desgasta, consume una enorme cantidad de energía que necesitamos para cosas más importantes que estar todo el día alerta para no decir las palabras prohibidas, que son en realidad las que nos salen de forma espontánea.
Pasar una velada con un grupo no woke es un alivio para el alma, una delicia.

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