“Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 1:8 NVI
¿En cuantas ocasiones te has preguntado si tendría Dios, hoy, acaso, algo para reprocharte? Seguramente y al igual que la mayor parte de los cristianos sinceros, rectos e íntegros, en muchas. Y si bien esto podría indicar alguna clase de desconocimiento de las formas de justicia que Dios mueve, deja en evidencia en otro sentido, un enorme deseo de agradarle, lo que implica lisa y llanamente lo que se conoce como “temor de Dios”. Bien, hoy tengo una buena noticia. Si te refugias permanentemente y en cada milímetro que camines en esta tierra en la persona de Jesucristo, dice aquí que él mismo será quien te mantenga firme, que es quizás lo más complicado que el creyente afrontará durante toda su vida de fe.
Amén.
¿En cuantas ocasiones te has preguntado si tendría Dios, hoy, acaso, algo para reprocharte? Seguramente y al igual que la mayor parte de los cristianos sinceros, rectos e íntegros, en muchas. Y si bien esto podría indicar alguna clase de desconocimiento de las formas de justicia que Dios mueve, deja en evidencia en otro sentido, un enorme deseo de agradarle, lo que implica lisa y llanamente lo que se conoce como “temor de Dios”. Bien, hoy tengo una buena noticia. Si te refugias permanentemente y en cada milímetro que camines en esta tierra en la persona de Jesucristo, dice aquí que él mismo será quien te mantenga firme, que es quizás lo más complicado que el creyente afrontará durante toda su vida de fe.
Amén.
“Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban, instigaron a unos hombres a decir: Hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios”. Hechos 6:10, 11 NVI
Claro, tú lees esto e inmediatamente te preguntas: ¿Y quién, a la vista de todo lo que Dios hacía por mano de Esteban, iba a creer tamañas mentiras? Simple respuesta: todos aquellos que tuvieran deseos o intereses para decidir creerlas. Y los había por centenares. Como también los habría hoy, reunidos en torno a mesas de consejos o convenciones dirigenciales, puestas a criticar y procurar desarticular el crecimiento de hombres anónimos y desconocidos que producen impacto en la gente a partir de sus vidas intachables, sus muestras de amor sobrenatural. Y para conseguirlo, no vacilarían en armar causas falsas tal como estos lo hicieron contra Esteban. No podemos olvidar ni omitir que la injuria y la calumnia son elementos que andan de extremo a extremo del planeta, pero tienen su punto cumbre dentro de lo que hoy llamamos la iglesia.
Amén.
Claro, tú lees esto e inmediatamente te preguntas: ¿Y quién, a la vista de todo lo que Dios hacía por mano de Esteban, iba a creer tamañas mentiras? Simple respuesta: todos aquellos que tuvieran deseos o intereses para decidir creerlas. Y los había por centenares. Como también los habría hoy, reunidos en torno a mesas de consejos o convenciones dirigenciales, puestas a criticar y procurar desarticular el crecimiento de hombres anónimos y desconocidos que producen impacto en la gente a partir de sus vidas intachables, sus muestras de amor sobrenatural. Y para conseguirlo, no vacilarían en armar causas falsas tal como estos lo hicieron contra Esteban. No podemos olvidar ni omitir que la injuria y la calumnia son elementos que andan de extremo a extremo del planeta, pero tienen su punto cumbre dentro de lo que hoy llamamos la iglesia.
Amén.
“El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe”. Apocalipsis 2:17 NVI
Es indudable que hay mucho para hablar en torno a este pasaje. Pero en estas pequeñas evidencias que cotidianamente entregamos al pueblo de Dios para su fortalecimiento y crecimiento, debemos elegir aquello que Dios quiera decirle en este tiempo, momento y espacio a sus hijos. Y aquí vamos a quedarnos con la primera expresión de Jesús que -digamos de paso- no es la única vez que la utiliza. “El que tenga oídos, que oiga… ”. Apocalipsis 2:17 NVI ¿Habla de nuestra capacidad auditiva? Salvo aquellos hipoacúsicos por diferentes enfermedades, el resto gozamos medianamente de buen oído. Entonces ¿por qué habrá dicho esto? Porque oídos espirituales para entender los principios que están encerrados en las palabras literales, no los tienen todos. Sólo los que se dejan guiar por el Espíritu Santo y han entregado sus vidas a Jesucristo de una manera genuina, sincera y real y no simulada, declamada o hipócrita.
Amén.
Es indudable que hay mucho para hablar en torno a este pasaje. Pero en estas pequeñas evidencias que cotidianamente entregamos al pueblo de Dios para su fortalecimiento y crecimiento, debemos elegir aquello que Dios quiera decirle en este tiempo, momento y espacio a sus hijos. Y aquí vamos a quedarnos con la primera expresión de Jesús que -digamos de paso- no es la única vez que la utiliza. “El que tenga oídos, que oiga… ”. Apocalipsis 2:17 NVI ¿Habla de nuestra capacidad auditiva? Salvo aquellos hipoacúsicos por diferentes enfermedades, el resto gozamos medianamente de buen oído. Entonces ¿por qué habrá dicho esto? Porque oídos espirituales para entender los principios que están encerrados en las palabras literales, no los tienen todos. Sólo los que se dejan guiar por el Espíritu Santo y han entregado sus vidas a Jesucristo de una manera genuina, sincera y real y no simulada, declamada o hipócrita.
Amén.
“cuídate de no olvidarte del SEÑOR, que te sacó de Egipto, la tierra donde viviste en esclavitud”. Deuteronomio 6:12 NVI
Cuando Israel vagaba sin rumbo a través del desierto y no sabían de donde iba provenir su siguiente comida, Dios sabía que su supervivencia dependería del recuerdo de lo que el había hecho por ellos en el pasado. Él les dijo que tuvieran cuidado de no olvidar. También los amonestó para que compartieran con las futuras generaciones, como él los había liberado de la esclavitud en Egipto. Hoy en día, como los hijos de Israel, nosotros debemos recordar siempre lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado, para así poder sobrevivir en los momentos difíciles que pudiera haber en el futuro. Como los hijos de Israel, nuestro Dios nos ha liberado de la esclavitud y desea que nunca nos olvidemos de ese regalo. ¿Cuál podría ser nuestro motivo para seguir diariamente a Dios? ¿Como podemos sobrevivir cuando las paredes de nuestro mundo se están derrumbando? Simplemente recordando que Dios nos amó lo suficiente para enviar a su único Hijo para sufrir la tortura más grande en la historia y dándonos cuenta de que, si él hizo tan increíble hazaña por nosotros, ciertamente cumplirá su promesa de cuidarnos en los tiempos difíciles. Un cristiano maduro es aquel que llega a una etapa en su vida en que se da cuenta que, sin importar lo que le pueda suceder, Dios cuidará de él. Esa actitud se encuentra en experiencias en las que Dios se manifestó en nuestras vidas. Ya sea nuestra salvación, un entendimiento profundo de lo que Jesús hizo por nosotros, o un recuento de lo que Dios ha hecho recientemente en nuestras vidas -es importante recordar estas experiencias. ¡No caigas en la misma trampa que los Israelitas! Nunca olvides lo que Dios ha hecho por ti y la asombrosa libertad del pecado que él misericordiosa y libremente te ha dado. ¡Camina hoy recordando a Cristo!
Amén.
Cuando Israel vagaba sin rumbo a través del desierto y no sabían de donde iba provenir su siguiente comida, Dios sabía que su supervivencia dependería del recuerdo de lo que el había hecho por ellos en el pasado. Él les dijo que tuvieran cuidado de no olvidar. También los amonestó para que compartieran con las futuras generaciones, como él los había liberado de la esclavitud en Egipto. Hoy en día, como los hijos de Israel, nosotros debemos recordar siempre lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado, para así poder sobrevivir en los momentos difíciles que pudiera haber en el futuro. Como los hijos de Israel, nuestro Dios nos ha liberado de la esclavitud y desea que nunca nos olvidemos de ese regalo. ¿Cuál podría ser nuestro motivo para seguir diariamente a Dios? ¿Como podemos sobrevivir cuando las paredes de nuestro mundo se están derrumbando? Simplemente recordando que Dios nos amó lo suficiente para enviar a su único Hijo para sufrir la tortura más grande en la historia y dándonos cuenta de que, si él hizo tan increíble hazaña por nosotros, ciertamente cumplirá su promesa de cuidarnos en los tiempos difíciles. Un cristiano maduro es aquel que llega a una etapa en su vida en que se da cuenta que, sin importar lo que le pueda suceder, Dios cuidará de él. Esa actitud se encuentra en experiencias en las que Dios se manifestó en nuestras vidas. Ya sea nuestra salvación, un entendimiento profundo de lo que Jesús hizo por nosotros, o un recuento de lo que Dios ha hecho recientemente en nuestras vidas -es importante recordar estas experiencias. ¡No caigas en la misma trampa que los Israelitas! Nunca olvides lo que Dios ha hecho por ti y la asombrosa libertad del pecado que él misericordiosa y libremente te ha dado. ¡Camina hoy recordando a Cristo!
Amén.
“Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día”. Daniel 6:10 NVI
La historia del joven Daniel es muy poderosa. Un joven que fue perseguido en gran manera por su fe y determinación de serle fiel a Dios. Dios lo guardó durante todo el tiempo en que Nabucodonosor fue rey. Y ahora Daniel enfrentaría nuevos desafíos y pruebas bajo el reinado del nuevo rey, Darío. La Biblia nos dice que Darío era un buen amigo de Daniel, lo quería mucho y sobre todo, respetaba a Daniel y a su Dios. Sin embargo, otros oficiales del gobierno odiaban a Daniel y a su pueblo. Ellos buscaban cualquier manera para destruir a este joven, pero no hallaban falta alguna en su personalidad. Tampoco podían acusarle en cuanto a sus responsabilidades dentro del gobierno, porque Daniel era fiel en todo y Dios le había prosperado en gran manera. Sin embargo, encontraron una manera, que a su parecer, sería la destrucción de Daniel. Babilonia era una nación pagana en gran manera y Daniel era un servidor del único y verdadero Dios, Jehová. Estos oficiales vieron en esto una ventaja para destruir al joven hebreo. Engañaron a Darío y lo hicieron firmar una ley que prohibía la adoración a otros dioses. La ley de Babilonia reconocía la adoración al rey como la única religión oficial del imperio. Esta ley iba a perjudicar a Daniel, ya que el adoraba a Jehová. Daniel no tenía planes inmediatos para cambiar su relación con Dios. Daniel no se escondió para servir a Dios. Sabía que servir a Dios era peligroso para su vida, pero no se escondió. Abrió las ventanas de su casa y adoró a Jehová como solía hacerlo antes de la nueva ley. Por causa de la nueva ley, Daniel fue arrestado y lo tuvieron que echar a un foso de leones hambrientos. Como era de esperarse, Darío se entristeció en gran manera. Comprendió que aquella ley que él mismo había firmado perjudicaría a un hombre inocente a quien él amaba y respetaba. Sin embargo, la ley de Media y de Persia no podía ser abrogada, ni siquiera por el mismo rey. La historia nos dice que Dios libró a Daniel de aquellos leones. ¡Dios no permitió que Daniel sufriera daño alguno! Una vez más quedó comprobado que el Dios de aquel hebreo era el verdadero Dios de los cielos y la tierra. Aquí hay una bella lección para nosotros… sirvamos a Dios libremente, sin escondernos. Tenemos que entregarnos completamente a Dios, aunque nuestra vida se vea en peligro. Dios nunca abandona a sus hijos.
Amén.
La historia del joven Daniel es muy poderosa. Un joven que fue perseguido en gran manera por su fe y determinación de serle fiel a Dios. Dios lo guardó durante todo el tiempo en que Nabucodonosor fue rey. Y ahora Daniel enfrentaría nuevos desafíos y pruebas bajo el reinado del nuevo rey, Darío. La Biblia nos dice que Darío era un buen amigo de Daniel, lo quería mucho y sobre todo, respetaba a Daniel y a su Dios. Sin embargo, otros oficiales del gobierno odiaban a Daniel y a su pueblo. Ellos buscaban cualquier manera para destruir a este joven, pero no hallaban falta alguna en su personalidad. Tampoco podían acusarle en cuanto a sus responsabilidades dentro del gobierno, porque Daniel era fiel en todo y Dios le había prosperado en gran manera. Sin embargo, encontraron una manera, que a su parecer, sería la destrucción de Daniel. Babilonia era una nación pagana en gran manera y Daniel era un servidor del único y verdadero Dios, Jehová. Estos oficiales vieron en esto una ventaja para destruir al joven hebreo. Engañaron a Darío y lo hicieron firmar una ley que prohibía la adoración a otros dioses. La ley de Babilonia reconocía la adoración al rey como la única religión oficial del imperio. Esta ley iba a perjudicar a Daniel, ya que el adoraba a Jehová. Daniel no tenía planes inmediatos para cambiar su relación con Dios. Daniel no se escondió para servir a Dios. Sabía que servir a Dios era peligroso para su vida, pero no se escondió. Abrió las ventanas de su casa y adoró a Jehová como solía hacerlo antes de la nueva ley. Por causa de la nueva ley, Daniel fue arrestado y lo tuvieron que echar a un foso de leones hambrientos. Como era de esperarse, Darío se entristeció en gran manera. Comprendió que aquella ley que él mismo había firmado perjudicaría a un hombre inocente a quien él amaba y respetaba. Sin embargo, la ley de Media y de Persia no podía ser abrogada, ni siquiera por el mismo rey. La historia nos dice que Dios libró a Daniel de aquellos leones. ¡Dios no permitió que Daniel sufriera daño alguno! Una vez más quedó comprobado que el Dios de aquel hebreo era el verdadero Dios de los cielos y la tierra. Aquí hay una bella lección para nosotros… sirvamos a Dios libremente, sin escondernos. Tenemos que entregarnos completamente a Dios, aunque nuestra vida se vea en peligro. Dios nunca abandona a sus hijos.
Amén.
“El SEÑOR le preguntó a Caín: — ¿Dónde está tu hermano Abel? — No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?”. Génesis 4:9 NVI
Quizás una de las cosas que más duele ver en el evangelio es cuando un hermano muy querido por nosotros se regresa al mundo.
Las razones por las que muchos regresan al mundo son muchas, desde querer satisfacer los deseos carnales, hasta el descuido espiritual o pastoral de una persona.
Ahora bien…
¿Será que es solo responsabilidad del pastor el cuidar de las personas que se congregan en nuestras iglesias?
Sinceramente te digo que no, recuerda que todos nosotros somos un solo cuerpo y por ende tenemos que velar el uno por el otro.
¿Cuántos de nosotros hemos visto como nuestro hermano se está alejando poco a poco del evangelio y no hemos hecho nada?
¿Estará bien quedarse con los brazos cruzados, mientras la gente se regresa al mundo?
Definitivamente no.
Pero…
¿Qué estás haciendo tú para evitar que tu querido hermano se aleje de los caminos de Dios?
Imagínate por un momento una escena bíblica, donde el protagonista eres tú, con el papel de Caín y de repente viene Dios y te dice...
- ¿Dónde está tu hermano?
¿Qué le contestarías?
- ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
En pocas palabras…
¿Qué tengo que ver yo con, donde este o como se encuentra?
El problema de muchos en las iglesias es que son muy individualistas, es cierto que la salvación es personal, así como también la relación que mantenemos con el Señor, pero parte de mantener una comunión continua con Dios es el velar porque el cuerpo de Cristo este sano.
Es hora de ir a buscar a aquel hermanito que no está llegando a tu congregación.
Es hora de restaurar a aquel que ves caído.
Es hora de ir a visitar a la hermanita enferma o que está pasando por duros momentos, ese es el verdadero evangelio, esa es la verdadera hermandad.
¿Para qué decirle a alguien hermano, sino lo amas como tal?
Ve y busca al caído.
Ve y busca al desanimado.
Ve y busca al afligido, o esperaras que venga el Señor y te diga…
- ¿Dónde está tu hermano?
Dios quiere que actuemos como verdaderos hermanos, más allá de cualquier excusa, tenemos que comenzar a actuar con hermandad genuina.
Amén.
Quizás una de las cosas que más duele ver en el evangelio es cuando un hermano muy querido por nosotros se regresa al mundo.
Las razones por las que muchos regresan al mundo son muchas, desde querer satisfacer los deseos carnales, hasta el descuido espiritual o pastoral de una persona.
Ahora bien…
¿Será que es solo responsabilidad del pastor el cuidar de las personas que se congregan en nuestras iglesias?
Sinceramente te digo que no, recuerda que todos nosotros somos un solo cuerpo y por ende tenemos que velar el uno por el otro.
¿Cuántos de nosotros hemos visto como nuestro hermano se está alejando poco a poco del evangelio y no hemos hecho nada?
¿Estará bien quedarse con los brazos cruzados, mientras la gente se regresa al mundo?
Definitivamente no.
Pero…
¿Qué estás haciendo tú para evitar que tu querido hermano se aleje de los caminos de Dios?
Imagínate por un momento una escena bíblica, donde el protagonista eres tú, con el papel de Caín y de repente viene Dios y te dice...
- ¿Dónde está tu hermano?
¿Qué le contestarías?
- ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
En pocas palabras…
¿Qué tengo que ver yo con, donde este o como se encuentra?
El problema de muchos en las iglesias es que son muy individualistas, es cierto que la salvación es personal, así como también la relación que mantenemos con el Señor, pero parte de mantener una comunión continua con Dios es el velar porque el cuerpo de Cristo este sano.
Es hora de ir a buscar a aquel hermanito que no está llegando a tu congregación.
Es hora de restaurar a aquel que ves caído.
Es hora de ir a visitar a la hermanita enferma o que está pasando por duros momentos, ese es el verdadero evangelio, esa es la verdadera hermandad.
¿Para qué decirle a alguien hermano, sino lo amas como tal?
Ve y busca al caído.
Ve y busca al desanimado.
Ve y busca al afligido, o esperaras que venga el Señor y te diga…
- ¿Dónde está tu hermano?
Dios quiere que actuemos como verdaderos hermanos, más allá de cualquier excusa, tenemos que comenzar a actuar con hermandad genuina.
Amén.
“Dame, pues, la región montañosa que el SEÑOR me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tú bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del SEÑOR los expulsaré de ese territorio, tal como él ha prometido”. Josué 14:12 NVI
Caleb es un hombre gigante que tuvo que convivir en un personaje superlativo.
Y Josué, el gran conquistador, parece que opaca la trayectoria de este soldado valiente y ejemplar.
Se le menciona pocas veces en la Biblia, pero cada vez que lo nombra, tiene una participación de lo mejor.
Fue uno de los 12 espías que envío Moisés a la tierra prometida y el único que con Josué, eligieron entrar y pelear contra los gigantes, en lugar de huir con miedo.
Fue el único, con Josué, de toda esa generación que entró en la tierra prometida.
Todo el resto murió por su desconfianza.
Solamente entraron los niños, Josué y Caleb.
Eran los únicos de más de 40 años.
Tras 5 años de luchas y conquistas, todos estaban cansados y querían ir a su casa para descansar y comenzar una nueva vida de tranquilidad y sociabilidad.
Todos ansiaban la repartición de la tierra.
Y cuando lo están haciendo.
Caleb se levanta y hace su pedido.
Por su trayectoria e importancia, seguramente le iban a dar lo que pidiera.
El merecía más que ninguno la mejor porción de tierra.
Quizás todos estaban buscando la llanura más fértil y segura, con los mejores ríos y árboles o alguna ciudad edificada y confortable.
Lo que Caleb pide, sorprende a todos.
Él quería el monte que Dios le había prometido.
Un monte en el que vivían los gigantes de Anac.
Y que prometía más guerras y luchas.
Merecía el descanso tanto o más que el resto.
Y si no decía nada, iba a recibir una hermosa heredad, muy pacífica.
Pero reclama lo que le habían prometido.
Caleb, con 85 años, eligió seguir peleando cuando los más jóvenes ya estaban cansados.
Y sacó fuerzas y peleó y volvió a ganar.
En estos días tan grises, cuando hay tanto conformismo, cuando es tan común bajar los brazos y rendirse, cuando falta quien levante la cabeza y con orgullo quiera continuar, es muy bueno recordar a este hombre magnífico.
Un ejemplo de fuerza y lucha, un ejemplo de perseverancia, un ejemplo a imitar.
Que hoy puedas ser como Caleb.
Un gran hombre, que supo sacar fuerzas y continuar con su lucha.
¡Sólo los grandes hombres dejan grandes marcas!
Amén.
Caleb es un hombre gigante que tuvo que convivir en un personaje superlativo.
Y Josué, el gran conquistador, parece que opaca la trayectoria de este soldado valiente y ejemplar.
Se le menciona pocas veces en la Biblia, pero cada vez que lo nombra, tiene una participación de lo mejor.
Fue uno de los 12 espías que envío Moisés a la tierra prometida y el único que con Josué, eligieron entrar y pelear contra los gigantes, en lugar de huir con miedo.
Fue el único, con Josué, de toda esa generación que entró en la tierra prometida.
Todo el resto murió por su desconfianza.
Solamente entraron los niños, Josué y Caleb.
Eran los únicos de más de 40 años.
Tras 5 años de luchas y conquistas, todos estaban cansados y querían ir a su casa para descansar y comenzar una nueva vida de tranquilidad y sociabilidad.
Todos ansiaban la repartición de la tierra.
Y cuando lo están haciendo.
Caleb se levanta y hace su pedido.
Por su trayectoria e importancia, seguramente le iban a dar lo que pidiera.
El merecía más que ninguno la mejor porción de tierra.
Quizás todos estaban buscando la llanura más fértil y segura, con los mejores ríos y árboles o alguna ciudad edificada y confortable.
Lo que Caleb pide, sorprende a todos.
Él quería el monte que Dios le había prometido.
Un monte en el que vivían los gigantes de Anac.
Y que prometía más guerras y luchas.
Merecía el descanso tanto o más que el resto.
Y si no decía nada, iba a recibir una hermosa heredad, muy pacífica.
Pero reclama lo que le habían prometido.
Caleb, con 85 años, eligió seguir peleando cuando los más jóvenes ya estaban cansados.
Y sacó fuerzas y peleó y volvió a ganar.
En estos días tan grises, cuando hay tanto conformismo, cuando es tan común bajar los brazos y rendirse, cuando falta quien levante la cabeza y con orgullo quiera continuar, es muy bueno recordar a este hombre magnífico.
Un ejemplo de fuerza y lucha, un ejemplo de perseverancia, un ejemplo a imitar.
Que hoy puedas ser como Caleb.
Un gran hombre, que supo sacar fuerzas y continuar con su lucha.
¡Sólo los grandes hombres dejan grandes marcas!
Amén.
“En fin, hermanos, alégrense, busquen su restauración, hagan caso de mi exhortación, sean de un mismo sentir, vivan en paz. Y el Dios de amor y de paz estará con ustedes. Salúdense unos a otros con un beso santo”. 2 Corintios 13:11, 12 NVI
Es tan amplio este texto que mayoritariamente, su utilización, interpretación y puesta en vigencia estará relacionada con lo que se considera más importante.
Se hablará de la restauración, se hablará de la exhortación paulina, se hablará del Dios de amor y del Dios de paz.
Y también se dirá y se enseñará que, haciendo lo expresado, ese Dios estará junto a nosotros.
Todo eso es verdad y se ha enseñado y predicado en sermones no menos de mil veces.
Pero, pregunto…
¿Alguna vez oíste un mensaje sobre el beso santo?
Quizás alguien lo haya traído al cuerpo alguna vez, no lo sé, yo jamás lo oí.
Y es importante…
¿Sabes por qué?
Por la gran mayoría de los besos fraternales que se dan y se reciben en la salida de los templos, sea quien fuere que los da y sea quien fuere que los recibe, suelen no ser del todo santos.
¿Te parece exagerado?
Mejor así, eso habla bien de ti.
Pero no quita que sea cierto.
Amén.
Es tan amplio este texto que mayoritariamente, su utilización, interpretación y puesta en vigencia estará relacionada con lo que se considera más importante.
Se hablará de la restauración, se hablará de la exhortación paulina, se hablará del Dios de amor y del Dios de paz.
Y también se dirá y se enseñará que, haciendo lo expresado, ese Dios estará junto a nosotros.
Todo eso es verdad y se ha enseñado y predicado en sermones no menos de mil veces.
Pero, pregunto…
¿Alguna vez oíste un mensaje sobre el beso santo?
Quizás alguien lo haya traído al cuerpo alguna vez, no lo sé, yo jamás lo oí.
Y es importante…
¿Sabes por qué?
Por la gran mayoría de los besos fraternales que se dan y se reciben en la salida de los templos, sea quien fuere que los da y sea quien fuere que los recibe, suelen no ser del todo santos.
¿Te parece exagerado?
Mejor así, eso habla bien de ti.
Pero no quita que sea cierto.
Amén.
“Y dijo Dios: ¡Que exista el firmamento en medio de las aguas, y que las separe!”. Génesis 1:6 NVI
Es la creación.
Ese maravilloso relato en el cual tantas veces y en tantos diferentes tiempos de nuestras vidas nos hemos deleitado.
El mismo relato que en muchos casos ha logrado hacer volar nuestras imaginaciones hasta lo indecible e inexplicable.
Y es, precisamente y por todas estas cosas mencionadas y aún todas aquellas que no mencionamos pero que seguramente tú habrás vivido, que no le prestamos más atención que la que se le presta, precisamente, a un relato.
Y así lo oímos, lo memorizamos y lo enseñamos como si fuera una grabación fiel.
A nadie se le ocurriría preguntarse cómo es que pudo Dios en lo natural, crear un cielo a partir de las aguas, ya que eso es lo que nos muestra el relato.
Pide en oración luz para que Dios te lo revele, porque hay un motivo regio detrás de esa creación tan singular.
¿Creías que te lo iba a explicar?
¡No!
¡Esa es tu tarea!
Amén.
Es la creación.
Ese maravilloso relato en el cual tantas veces y en tantos diferentes tiempos de nuestras vidas nos hemos deleitado.
El mismo relato que en muchos casos ha logrado hacer volar nuestras imaginaciones hasta lo indecible e inexplicable.
Y es, precisamente y por todas estas cosas mencionadas y aún todas aquellas que no mencionamos pero que seguramente tú habrás vivido, que no le prestamos más atención que la que se le presta, precisamente, a un relato.
Y así lo oímos, lo memorizamos y lo enseñamos como si fuera una grabación fiel.
A nadie se le ocurriría preguntarse cómo es que pudo Dios en lo natural, crear un cielo a partir de las aguas, ya que eso es lo que nos muestra el relato.
Pide en oración luz para que Dios te lo revele, porque hay un motivo regio detrás de esa creación tan singular.
¿Creías que te lo iba a explicar?
¡No!
¡Esa es tu tarea!
Amén.
“Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles”. Hechos 5:1, 2 NVI
Esto es historia verídica de la iglesia primitiva y tú eres dueño de interpretarla como se te ocurra, pese a que ya sabes que no está permitido en el evangelio interpretar las escrituras de modo privado o personal.
Sólo quiero llevarte al hoy, independientemente de lo que tú pienses, creas o entiendas con relación a las ofrendas, los diezmos y todo eso que mueve dinero en los ambientes cristianos y que tanto dolores de cabeza ha traído a los unos y los otros con relación a los fraudes, los abusos y las corrupciones que todos hemos visto o vivido.
¿No existen hoy, en pleno siglo veintiuno, hermanos que partidarios del diezmo, sin embargo falsean sus ingresos para dejar en evidencia en sus congregaciones que lo que están diezmando es lo correcto, cuando la verdad es que se quedan con un determinado porcentaje que no desean llevar a la iglesia?
Pregunto: ¿Para qué lo hacen?
¿De verdad esperan que Dios bendiga algo así?
Reitero: no estoy discutiendo ni opinando respecto a la legalidad o ilegalidad actual del diezmo, estoy describiendo una situación que, para mi gusto, por lo menos es insólita y hasta incoherente.
Amén.
Esto es historia verídica de la iglesia primitiva y tú eres dueño de interpretarla como se te ocurra, pese a que ya sabes que no está permitido en el evangelio interpretar las escrituras de modo privado o personal.
Sólo quiero llevarte al hoy, independientemente de lo que tú pienses, creas o entiendas con relación a las ofrendas, los diezmos y todo eso que mueve dinero en los ambientes cristianos y que tanto dolores de cabeza ha traído a los unos y los otros con relación a los fraudes, los abusos y las corrupciones que todos hemos visto o vivido.
¿No existen hoy, en pleno siglo veintiuno, hermanos que partidarios del diezmo, sin embargo falsean sus ingresos para dejar en evidencia en sus congregaciones que lo que están diezmando es lo correcto, cuando la verdad es que se quedan con un determinado porcentaje que no desean llevar a la iglesia?
Pregunto: ¿Para qué lo hacen?
¿De verdad esperan que Dios bendiga algo así?
Reitero: no estoy discutiendo ni opinando respecto a la legalidad o ilegalidad actual del diezmo, estoy describiendo una situación que, para mi gusto, por lo menos es insólita y hasta incoherente.
Amén.
“Agitaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley. Se apoderaron de Esteban y lo llevaron ante el Consejo. Presentaron testigos falsos, que declararon: “Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dejó Moisés”. Hechos 6:12-14 NVI
Curioso, pero en medio del invento calumnioso armado para combatir a Esteban, hay algo que ellos dicen que siendo verdad, no ha sido entendido en lo más mínimo.
Porque es un algo netamente espiritual y ellos lo tomaron estrictamente literal.
Una cosa muy parecida a lo que hoy sucede y les sucede a miles de hombres y mujeres del Señor que procuran llevar una palabra genuina en medio de un ambiente demasiado acostumbrado al clásico y tradicional discurso evangélico de “todo está bien” y “viva el avivamiento que ya llega”.
Fíjate que ellos, al igual que muchos modernos fariseos hoy, no estaban defendiendo precisamente la verdad, ya que para lograr su cometido de neutralizar a Esteban, no vacilaron en inventar falsedades.
Amén.
Curioso, pero en medio del invento calumnioso armado para combatir a Esteban, hay algo que ellos dicen que siendo verdad, no ha sido entendido en lo más mínimo.
Porque es un algo netamente espiritual y ellos lo tomaron estrictamente literal.
Una cosa muy parecida a lo que hoy sucede y les sucede a miles de hombres y mujeres del Señor que procuran llevar una palabra genuina en medio de un ambiente demasiado acostumbrado al clásico y tradicional discurso evangélico de “todo está bien” y “viva el avivamiento que ya llega”.
Fíjate que ellos, al igual que muchos modernos fariseos hoy, no estaban defendiendo precisamente la verdad, ya que para lograr su cometido de neutralizar a Esteban, no vacilaron en inventar falsedades.
Amén.
“Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros”. 1 Juan 1:10 NVI
Yo puedo decir cada día, gracias a Dios, que no mato a nadie, que no cometo adulterio, que no robo nada a nadie, ni manipulo cerebros para acceder a ganancias deshonestas.
A todo eso, reitero, gracias al Dios de todo poder que me ha redimido, puedo decirlo.
Lo que no puedo decir hoy, ni ayer, ni quizás tampoco mañana, es que no cometo pecados.
A cada momento, en cada día, nuestra naturaleza humana carnal e interior nos hace tropezar.
Claro está que al instante siguiente ya el Espíritu Santo nos ha dado ese tirón de orejas interno que nos permite darnos cuenta del error.
Allí es cuando nos arrepentimos y pedimos ser perdonados.
Allí también, es donde aparece Jesucristo el justo, nuestro abogado, para interceder a nuestro favor y lograr ese perdón.
Sin embargo esto no nos da margen para vivir en pecado, ya que ello pasaría a ser prevaricación, dada nuestra condición y sobre la prevaricación, la Biblia contiene sentencias que no tienen nada que ver con las del pecado raso o clásico.
Amén.
Yo puedo decir cada día, gracias a Dios, que no mato a nadie, que no cometo adulterio, que no robo nada a nadie, ni manipulo cerebros para acceder a ganancias deshonestas.
A todo eso, reitero, gracias al Dios de todo poder que me ha redimido, puedo decirlo.
Lo que no puedo decir hoy, ni ayer, ni quizás tampoco mañana, es que no cometo pecados.
A cada momento, en cada día, nuestra naturaleza humana carnal e interior nos hace tropezar.
Claro está que al instante siguiente ya el Espíritu Santo nos ha dado ese tirón de orejas interno que nos permite darnos cuenta del error.
Allí es cuando nos arrepentimos y pedimos ser perdonados.
Allí también, es donde aparece Jesucristo el justo, nuestro abogado, para interceder a nuestro favor y lograr ese perdón.
Sin embargo esto no nos da margen para vivir en pecado, ya que ello pasaría a ser prevaricación, dada nuestra condición y sobre la prevaricación, la Biblia contiene sentencias que no tienen nada que ver con las del pecado raso o clásico.
Amén.
“Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados”. 2 Timoteo 1:3 NVI
Una vez que hemos recibido gracia, misericordia y paz, debemos saber cuál es nuestra posición.
Cuando hay decadencia…
¿Será que también nosotros estamos en decadencia?
No podemos estarlo.
Tenemos la promesa de la vida.
Debemos permanecer firmes y no ser influidos por la degradación, pero esto lo logramos solamente mediante la vida incorruptible, increada, eterna y de resurrección.
La misericordia no tiene que ver con hacer buenas obras.
Si llevamos el bien que podamos hacer delante de Dios, eso no tiene ningún valor, porque lo hacemos por nosotros mismos.
No somos dignos, desperdiciamos los bienes que el Padre nos dio, así como el hijo pródigo.
Además, cuando nacimos de Dios, obtuvimos dones, es decir… él nos dio la capacidad.
Dios nos otorgó esto para sí mismo, para que seamos útiles en sus manos.
Estos dones son talentos que Dios nos dio y pueden ser aplicados y usados.
No es porque somos naturalmente buenos en determinadas cosas o porque llegamos a ser buenos de acuerdo con la instrucción y entrenamiento adquiridos.
No hemos sido llamados para servir al Señor porque somos naturalmente capaces, por el contrario, somos incapaces.
Pero, por su misericordia, Dios nos llamó para servirlo según su gracia, la cual nos capacita.
Por causa de su misericordia y gracia, no debemos entrar en la corriente de la degradación.
Por el contrario, debemos tener una conciencia pura.
Por eso Pablo dijo…
“Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados”. 2 Timoteo 1:3 NVI
Dios desea usar nuestra conciencia, la cual hace parte del espíritu, para controlar todo nuestro ser.
Dios desea que las tres partes del alma (mente, voluntad y emoción) se vuelvan a él.
Este es su propósito original para el hombre.
Para esto fuimos creados a su imagen.
Nuestra voluntad debe contener la voluntad de Dios, nuestra emoción debe contener el placer de Dios y nuestra mente debe contener el plan de Dios.
La meta de Dios es que nuestra alma sea totalmente saturada del Espíritu que habita en nuestro espíritu.
Dios puso la conciencia en el espíritu del hombre.
La conciencia y las tres partes del alma constituyen el corazón del hombre.
Todo depende de esa conciencia.
Si la conciencia está contaminada, es insensible, no funciona y no ejerce ningún control sobre el alma.
Por esa razón la emoción no se vuelve al placer de Dios, la mente no se vuelve al plan de Dios, la economía divina y la voluntad del hombre no hace la voluntad de Dios.
La conciencia contaminada no logra influir y controlar el alma del hombre.
Una conciencia así está cauterizada.
Alabamos al Señor, porque por medio de esa tendencia de degradación, podemos tener una conciencia pura.
Para tener una conciencia pura, no debemos permitir que la contaminen las cosas del hombre natural, del alma.
Una conciencia es sensible porque no tiene contaminación, no está corrompida, es pura.
Si estamos siempre en contacto con Dios, totalmente vueltos a él y firmes, sin contaminación, somos sensibles.
Amén.
Una vez que hemos recibido gracia, misericordia y paz, debemos saber cuál es nuestra posición.
Cuando hay decadencia…
¿Será que también nosotros estamos en decadencia?
No podemos estarlo.
Tenemos la promesa de la vida.
Debemos permanecer firmes y no ser influidos por la degradación, pero esto lo logramos solamente mediante la vida incorruptible, increada, eterna y de resurrección.
La misericordia no tiene que ver con hacer buenas obras.
Si llevamos el bien que podamos hacer delante de Dios, eso no tiene ningún valor, porque lo hacemos por nosotros mismos.
No somos dignos, desperdiciamos los bienes que el Padre nos dio, así como el hijo pródigo.
Además, cuando nacimos de Dios, obtuvimos dones, es decir… él nos dio la capacidad.
Dios nos otorgó esto para sí mismo, para que seamos útiles en sus manos.
Estos dones son talentos que Dios nos dio y pueden ser aplicados y usados.
No es porque somos naturalmente buenos en determinadas cosas o porque llegamos a ser buenos de acuerdo con la instrucción y entrenamiento adquiridos.
No hemos sido llamados para servir al Señor porque somos naturalmente capaces, por el contrario, somos incapaces.
Pero, por su misericordia, Dios nos llamó para servirlo según su gracia, la cual nos capacita.
Por causa de su misericordia y gracia, no debemos entrar en la corriente de la degradación.
Por el contrario, debemos tener una conciencia pura.
Por eso Pablo dijo…
“Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados”. 2 Timoteo 1:3 NVI
Dios desea usar nuestra conciencia, la cual hace parte del espíritu, para controlar todo nuestro ser.
Dios desea que las tres partes del alma (mente, voluntad y emoción) se vuelvan a él.
Este es su propósito original para el hombre.
Para esto fuimos creados a su imagen.
Nuestra voluntad debe contener la voluntad de Dios, nuestra emoción debe contener el placer de Dios y nuestra mente debe contener el plan de Dios.
La meta de Dios es que nuestra alma sea totalmente saturada del Espíritu que habita en nuestro espíritu.
Dios puso la conciencia en el espíritu del hombre.
La conciencia y las tres partes del alma constituyen el corazón del hombre.
Todo depende de esa conciencia.
Si la conciencia está contaminada, es insensible, no funciona y no ejerce ningún control sobre el alma.
Por esa razón la emoción no se vuelve al placer de Dios, la mente no se vuelve al plan de Dios, la economía divina y la voluntad del hombre no hace la voluntad de Dios.
La conciencia contaminada no logra influir y controlar el alma del hombre.
Una conciencia así está cauterizada.
Alabamos al Señor, porque por medio de esa tendencia de degradación, podemos tener una conciencia pura.
Para tener una conciencia pura, no debemos permitir que la contaminen las cosas del hombre natural, del alma.
Una conciencia es sensible porque no tiene contaminación, no está corrompida, es pura.
Si estamos siempre en contacto con Dios, totalmente vueltos a él y firmes, sin contaminación, somos sensibles.
Amén.