Devocionales Cristianos †
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Devocionales... el Señor y Yo
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“… El Señor me llamó antes de que yo naciera, en el vientre de mi madre pronunció mi nombre”. Isaías 49:1 NVI

No hay mérito alguno de nuestra parte en ser personas de fe. No hay una cualidad superior a otros, lo cual nos quita toda pretensión de ser “modelos” de lo que fuere. No somos parte de una comunidad de fe porque seamos “mejores” que los demás, sino porque hemos sido llamados. El llamado es un acto que proviene de Dios mismo antes que nuestro propio ser tuviera la oportunidad de establecer su propia importancia. Por lo tanto, no estamos en condiciones de juzgar a las demás personas en cuanto a lo que son, sino que hemos sido llamados para ser señales de esperanza de un mundo nuevo. Hemos sido llamados a ser fieles a un modelo diferente, de relacionamiento entre los seres humanos, comenzando por cuestionarnos nuestras propias actitudes a la luz de Jesucristo. Quien no vino para ser servido sino para servir, vivir en lo cotidiano la presencia del Dios que sana, salva y libera, en el marco de la comunidad de fe. Dios se revela comunitariamente para que no caigamos en la confusión entre su voluntad y nuestras propias interpretaciones individualistas de esa voluntad. Dios hecho persona humana, que nos ha llamado desde antes de nuestro nacimiento, nos ha invitado a ser señales para otros, de un mundo diferente por medio de la señal visible de una nueva comunidad. Un mundo justo, un mundo solidario, un mundo donde todos tengan lugar alrededor de la mesa donde lo poco alcanza para todos. No hay mérito alguno de nuestra parte en esto, sólo estar abiertos a la invitación que hemos recibido.

Amén.
“Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy”. Juan 14:3, 4 NVI

Si es un lugar especial en un cielo singular, no habría mucho más que añadir. Pero nos enfrentamos con un dilema. Si fuera eso lo que Jesús les está anticipando, habría algo que no nos cerraría del todo. ¿Nosotros conocemos un camino para ir adonde está Jesús? Si es con relación a ese cielo, el único camino sería Cristo mismo, nuestra conversión, arrepentimiento, perdón, redención y salvación. Sin embargo, nos queda la otra posibilidad. La que nos muestra que cuando Jesús les dice esto, adonde él estaba por ir, era a la cruz. Y que desde allí nos llamaría para que pasemos a estar conjuntamente con él crucificados y de ese modo, acceder a salvación por medio de una redención lograda por esa victoria suya en el Calvario. Y el camino a la cruz, es la crucifixión de nuestra carne.

Amén.
“Así dice el Señor omnipotente: Yo estoy en contra de mis pastores. Les pediré cuentas de mi rebaño; les quitaré la responsabilidad de apacentar a mis ovejas, y no se apacentarán más a sí mismos. Arrebataré de sus fauces a mis ovejas, para que nos les sirvan de alimento”. Ezequiel 34:10 NVI

Sin ninguna duda… por decir mucho menos que lo que dice este pasaje, cualquier hermano, por bien intencionado o ungido que fuera, sería expulsado de cualquier congregación por “hablar mal del siervo”. Y estaría bien si así fuese, que está hablando mal de un siervo. Lo que ocurre, es que este pasaje nos muestra a un supuesto siervo que no sólo no apacienta ni alimenta a las ovejas del Señor, sino que se las come (simbólicamente hablando) y Dios decide sacárselas para que no las utilice en su propio beneficio. Escucha... hay casos así. Hay tremendos casos de abuso espiritual. Y si alguien lo dice, por favor, no caigamos en el facilismo religioso de decir que esa persona está “hablando mal del siervo”. Sólo está haciendo lo mismo que Dios hace aquí a través de Ezequiel… desenmascarando a un asalariado de los tantos que hay en todo el planeta.

Amén.
“He disipado tus transgresiones como el rocío, y tus pecados como la bruma de la mañana. Vuelve a mí, que te he redimido”. Isaías 44:22 NVI

Si prestas debida atención, podrás ver que en este texto está resumido el concepto básico del evangelio redentor de Jesucristo. Porque dice que ha disipado tus barbaridades como se disipa el rocío. ¿Y cómo se disipa el rocío? En un momento. Apenas aparece en el firmamento el sol de justicia, el rocío se evapora y automáticamente deja de ser. Luego te asegura que también tus pecados desaparecen como la bruma de la mañana. La bruma de la mañana, te recuerdo, de alguna manera también tiene que ver con el rocío y el principio de su extinción es el mismo… la aparición de ese mismo sol. Cristo es el sol de justicia y ante su presencia, nada de lo antiguo puede tener vigencia o valor de juicio si es que él lo ha redimido. Y cuando te llama a que vuelvas a él, te está asegurando esa redención. Pregunto… ¿Cometerás el error mortal de rechazar eso?

Amén.
“Dile también que Efraín, junto con el hijo de Remalías y el sirio, han tramado hacerle mal, pues piensan subir contra Judá, provocar el pánico, conquistarla y poner allí como rey al hijo de Tabel”. Isaías 7:5, 6 NVI

Es muy bueno recurrir a la historia para poder comprobar, una vez más, cómo operan las fuerzas que se evidencian a través de las estructuras religiosas, pero que indudablemente tienen libreto escrito en el mismísimo infierno. Traman hacer el mal. ¿Es posible que alguien, adentro de un sitio denominado como “religioso”, pueda estar tramando hacer el mal? No es posible, es real. ¿Y cómo lo harán? Aquí te lo explica… tratando de provocar el pánico. ¿Cómo consiguen esto? Calumniando e injuriando a los siervos genuinos y haciéndolos pasar por representantes de alguna secta diabólica. ¿Y con qué intención? También aquí está escrita… colocar sus propios representantes en los cargos de poder.

Amén.
“Dijo entonces Tomás: —Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino? —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí”. Juan 14:5, 6 NVI

Cristo es el Camino que todo hombre deberá hallar y seguir para arribar al lugar en el que Dios desea vernos. Cristo es la Verdad, como para que los hombres no necesiten estar buscando otra clase de verdades “vendidas” como más simples o sencillas. Cristo es la Vida, dejando entrever con esto que, si no estamos en Cristo, la vida no puede enseñorearse de nosotros y seguimos en muerte espiritual. Y, finalmente, aunque aquí no se diga queda implícito, Cristo es el Verbo viviente, la Palabra activa y potenciada, y esa es la llave mediante la cual podemos acceder a su presencia. Claro está que cuando hablamos de Palabra, no estamos hablando de discurso ni teología. Palabra es voz de Dios. Y la voz de Dios sólo resuena por medio del Espíritu Santo. Y es ese Espíritu Santo el que revela que no hay otro mediador entre Dios y el hombre que no sea Jesucristo el Justo.

Amén.
“Así dice el Señor omnipotente: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño”. Ezequiel 34:11 NVI

Quiero que te quede bien claro para que nadie te engañe… cuando Dios te dice que él mismo se va a ocupar de algo específico, es porque lo va a hacer él mismo, sin intermediario alguno. ¿Y qué dice que va a hacer? Que se va a encargar de buscar y cuidar a su rebaño. Convengamos que, si tiene que buscarlo, es porque se ha perdido, esto es… no está en los lugares donde debería estar. ¿Por qué? Dos motivos globales pueden existir… o se perdió por díscolo, irresponsable e inmaduro o quien los tenía que cuidar lo desprotegió, lo descuidó o, lo que es peor… lo lastimó. Así que hará muy bien el señor de buscarlo y cuidarlo personalmente. A su rebaño. Que no es redil. El rebaño es libre de ir en búsqueda de los mejores pastos. El redil es una prisión donde se come lo que hay, aunque sea viejo, seco y malo.

Amén.
“Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte”. 1 Juan 3:14 NVI

Por favor… para que no caigas en confusión, olvida ya mismo esa clase de amor que has leído en los libros rosados o visto en las telenovelas de la televisión. Aquí no se habla de amor romántico, ni tampoco de ese que es fruto de emociones o sentimientos, por mejor intencionados que estos sean. El amor de Dios que sus hijos (los hermanos) deben prodigarse unos a otros, es aquel que tiene la conciencia clara y contundente de formar parte de un mismo reino, donde todos aportan lo suyo para un objetivo común y donde nadie se proyecta planes particulares fruto de, también, ambiciones personales (dinero, poder, posición) y para eso usa a veces a los demás. Amar a tu hermano es como decirle… aquí estoy contigo hasta las últimas consecuencias porque tú y yo hemos sido destinados a la misma victoria.

Amén.
“Conforme a lo que habían oído, al amanecer entraron en el templo y se pusieron a enseñar. Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus partidarios, convocaron al Consejo, es decir, a la asamblea general de los ancianos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los apóstoles. Pero al llegar los guardias a la cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con el siguiente informe: Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro”. Hechos 5:21-23 NVI

Quiero que por un momento te sitúes en esta escena, abandones la idea de algo muy viejo, muy antiguo y casi novelesco para un día de entretenimiento eclesiástico, y pases a imaginarla de un modo actual y en tiempo presente. Una serie de individuos de los que nadie del ambiente cristiano conoce demasiado, como no sea algunas opiniones fundadas o no muy adversas respecto a ellos, una noche se meten en el templo de tu iglesia y, a la mañana bien temprano, arman una especie de clase bíblica donde enseñan asuntos que, en muchos casos, se oponen directamente a lo que se enseña en el lugar. Cuando llega el pastor y su gente, obviamente, los denuncian y la policía se los lleva presos. Sin embargo, cuando los mandan a buscar para interrogarlos, descubren que, de un modo aparentemente sobrenatural, han desaparecido. ¿Nos está diciendo esto que Dios estaba detrás y en respaldo de ese acto que hoy, cualquier miembro de cualquier iglesia evangélica tradicional consideraría como un delito? Sólo piensa.

Amén.
“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”. 2 Corintios 1:3, 4 NVI

El término consolación está inscripto en los diccionarios como la acción y efecto de consolar. Y el consuelo, que es el resultado de esto, como el descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo. Ahora bien, aquí se nos dice que Dios es exactamente eso. ¿Querrá decir esto que, si alguien no acude al Dios Todopoderoso y Majestuoso en búsqueda de ayuda o alivio, seguirá padeciendo de cosas que tienen que ver con una enorme pena, una tremenda molestia o un llamativo cansancio que nos produce una enorme aflicción y no menos opresión? Eso es exactamente lo que quiero decirte. Porque, a toda esa suma descripta, Dios le llama pecado. Y el pecado es una puerta abierta a la acción de demonios comandados por Satanás. Y ellos pueden producir en tu vida, entre otras cosas, precisamente opresión.

Amén.
“Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1 NVI

Hay mucha gente que se pierde de la libertad que Dios tiene para ellos simplemente porque están huyendo de sus adversarios. Corren de los retos o dificultades, se conforman en donde están. Sé que a veces es difícil confrontar nuestros retos para tomarnos de la libertad. Pero creo que es aún más difícil correr de nuestros retos que enfrentarlos y encararlos. Cuando confrontas tus retos, solo será pon una temporada. Pero si vives toda tu vida huyendo de tus retos, nunca van a desaparecer. Decide a pararte firme en las promesas de Dios. Declara su palabra en tu vida. Pídele a Dios sabiduría y dirección para encarar esas dificultades y así puedas vivir en la libertad que él tiene para ti.

Amén.
“Por tanto, sépalo bien todo Israel que, a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: --Hermanos, ¿qué debemos hacer? --Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados --les contestó Pedro--, y recibirán el don del Espíritu Santo”. Hechos 2:36-38 NVI

No puedo ahondar en un a enseñanza profunda en este pequeño espacio destinado a una breve reflexión diaria, antes de comenzar el día, partiendo con un desayuno espiritual que te permita arribar a la hora del almuerzo sin hambre. El bautismo en el nombre de Jesucristo se enfrenta, teológicamente, con el otro sugerido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que algunos sugieren que fue añadido por el catolicismo romano. De todos modos, bautizarse es sumergirse, y si bien puede ser en agua, también puede ser en la presencia del Señor. Si se hace eso, en lo íntimo, personal y efectivo, entonces Dios enviará uno de sus dones más preciados a nuestras vidas: el don del Espíritu Santo. Que no es ni don de lenguas, ni don de profecías, ni don de sanidad ni don de milagros, aunque los incluya si quiere. El don del Espíritu Santo es el de manifestar todo el poder de Dios en tu vida.

Amén.
“Todos los reyes de las naciones reposan con honor, cada uno en su tumba. Pero a ti, el sepulcro te ha vomitado como a un vástago repugnante. Los que murieron a filo de espada, los que bajaron al fondo de la fosa, te han cubierto por completo. ¡Pareces un cadáver pisoteado! No tendrás sepultura con los reyes, porque destruiste a tu tierra y asesinaste a tu pueblo”. Isaías 14:18-20 NVI

Esto forma parte de lo que se denomina profecía contra Babilonia. Más allá de la ciudad antigua regida en la historia bíblica por el rey Nabucodonosor, Babilonia es hoy a todas luces, la tipología más contundente sobre la iglesia falsa, la iglesia paralela, aquella que se viste de fiestas y oropeles pero que no tiene absolutamente nada que ver con Dios, con su voluntad y con su propósito. Y de ella es que se dice todo esto. Su caída es inminente. Es más, ya ha comenzado. De manera imperceptible primero, con rigurosidad de cumplimiento luego. El problema, después de todo, no es Babilonia, ya que sus moradores saben muy bien lo que les espera porque no son desconocedores de lo profético. El problema radica en los genuinos que por imperio de diversas circunstancias hoy habitan en ella. ¿Caerán también? Todo hace presuponer que sí. Que la misericordia del Señor los alcance y los ponga a salvo, a todos los que no desean desobedecer sus mandatos.

Amén.
“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”. Mateo 5:48 NVI

Vamos a ver el contexto en que está inserto este verso, ya que si no lo hacemos, caeremos en el mismo error que han caído tantos y tantos profesores de teología en tantos y tantos prestigiosos seminarios… hacer suponer a la gente que Dios pretende de nosotros una perfección acorde con lo que la palabra del idioma español significa. Sin errores, impecable, inmaculado. El análisis y estudio de esta palabra a partir del texto que da cuenta que vamos a la búsqueda de “la estatura del varón perfecto”, nos muestra que, cuando Dios habla de perfección, con respecto a la creación humana que él mismo produjo, está queriendo decir madurez. La estatura del varón maduro para ganar a las naciones. Ser maduros en Cristo tal como Dios es maduro en su propia esencia.

Amén.
“Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable”. 1 Tesalonicenses 2:10 NVI

Este de hoy es un mensaje esencialmente dedicado y destinado a todos los que piensan, creen, suponen, sospechan o simplemente desean ser protagonistas del trabajo de un ministerio del Señor. Sin discriminaciones de ninguna naturaleza. Seas de la nacionalidad que seas, de la raza que seas, del color de piel que seas, de la cultura que seas, de la formación profesional que seas y del idioma que hables, este mensaje es para ti. Léelo, reflexiónalo, medítalo largamente y si lo aceptas, lo crees y lo das como de origen divino, pues entonces ya mismo lo pones por obra y yo te aseguro que tu ministerio hará sentir enorme alegría a Dios. ¿Cuál es el texto? Perdón, ya lo has leído más arriba, de la pluma de Pablo. Bastará con que puedas decir, como él lo dijo: “Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable”. 1 Tesalonicenses 2:10 NVI

Amén.
“Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá después”. Apocalipsis 1:19 NVI

¡Que fácil se lee esto! ¡Que sencillo resulta pasar por este texto y seguir con lo que viene luego! ¿Pero alguien se ha preguntado, en algún momento, como hizo Juan para aceptar esto tan… fantasioso que se le proponía? Porque mira lo que le dice: Primero, que escriba lo que ha visto, luego que haga lo mismo con lo que ve, es la primera vez que el Señor le ordena a uno de sus discípulos que escriba algo que vio o ve, los otros lo hicieron por inspiración indirecta. Pero luego, directamente entra dentro de lo que para el hombre natural es no sólo ilógico, sino también muy problemático, porque le ordena escribir lo que sucederá. ¿Juan sabría lo que iba a suceder? obvio que en ese momento no, pero basto que dijera: - Amén, aquí voy. Y la revelación le fue dada al instante. Así es como funciona. Nada que ver con enviar una ofrenda por correo y esperar en el retorno una palabra profética. Eso es mercadería en la iglesia… ¿comprendido?

Amén.
“No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna”. Gálatas 6:7, 8 NVI

Cuando somos niños nuestras preocupaciones son relativamente pocas y aun en circunstancias de dificultad, económica o familiar, los niños siempre demuestran optimismo y siempre hay un brillo de esperanza en sus ojos… producto de su inocencia. En la adolescencia las cosas van cambiando y las responsabilidades aumentan y es el momento de decisiones difíciles la cuales pueden ser buenas... o malas. En la juventud, ya ponemos todo nuestro empeño a proyectar nuestra vida, ya sea una vida responsable o una irresponsable entregada a los placeres y distracciones de este mundo. Ya en la madurez, estamos marcados por las decisiones, tomadas y comenzamos a darnos cuenta de nuestros errores y aciertos, pero aún seguimos con la forma de vida que nos hemos propuesto. Pero en la vida de todo ser humano llega el momento de mirar atrás. Tarde o temprano nos daremos vuelta y miraremos los años pasados y que fue de nuestra vida en ellos. Vendrán momentos agradables a nuestra memoria, pero también vendrán nuestras tristezas y nuestro sabor amargo por lo general es más persistente que los buenos recuerdos. Y viene la pregunta a nuestra mente. ¿Qué es lo que he sembrado? La Biblia nos dice que hay dos tipos de semilla... la que se siembra para nuestra carnalidad y la que se siembra para el espíritu. Sembrar para la carne es muy fácil. Vivir una vida ignorando a Dios y haciendo nuestra voluntad es sembrar para la carne. Vivir a nuestro antojo sin temor de un Dios, al cual de temprana edad lo hemos aislado fuera de nuestro círculo de vida. Es sembrar para la carne. Y luego que hemos vivido lo suficiente. Miramos que creció en nuestra vida esa semilla que sembramos. Y vemos solo infelicidad, tristeza, pecados y amarguras. Y por últimos vemos que el fin de esa cosecha es corrupción o sea, la muerte espiritual. Por lo general hay dos tipos de decisiones la cual toma el ser humano luego de mirar hacia atrás y ver que no hay un provecho espiritual.

1. Trata de recuperar el tiempo perdido sembrando aún más para la carne (buscando refugio, en las cosas de este mundo para distraerse).
2. Recapacitando y volviendo a Dios para empezar una nueva vida en cristo.

Dios le da la oportunidad a todo ser humano, que se arrepienta, tenga la edad que tenga, y busque a Cristo como el salvador de su vida. Quizás la cosecha de nuestra vida sin Dios ha sido desastrosa, pero en Jesús tenemos una nueva oportunidad. Tenemos la oportunidad de empezar a sembrar para el espíritu. Arrepintámonos de nuestros pecados. - Dios perdóname por haber vivido lejos de ti y por haber llevado una vida la cual no dio fruto, no tengo una cosecha buena en la cual alegrarme, pero a pesar de todo invoco Señor tu perdón, creo que la sangre de Cristo puede limpiar mi corazón sucio y hacerlo nuevo, quiero comenzar Señor una vida nueva, quiero sembrar ahora para ti, quiero sembrar para tu Espíritu y no para mi carne. Si eres sincero(a) Dios te oirá. Nunca es tarde para arrepentirse. Dios hace tiempo que viene esperando el momento de tu arrepentimiento. ¿Qué cosecharas si lo haces? la vida eterna. Hoy puedes empezar una nueva siembra. Una nueva siembra en Cristo. ¿Qué opinas?

Amén.
“Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 1:8 NVI

¿En cuantas ocasiones te has preguntado si tendría Dios, hoy, acaso, algo para reprocharte? Seguramente y al igual que la mayor parte de los cristianos sinceros, rectos e íntegros, en muchas. Y si bien esto podría indicar alguna clase de desconocimiento de las formas de justicia que Dios mueve, deja en evidencia en otro sentido, un enorme deseo de agradarle, lo que implica lisa y llanamente lo que se conoce como “temor de Dios”. Bien, hoy tengo una buena noticia. Si te refugias permanentemente y en cada milímetro que camines en esta tierra en la persona de Jesucristo, dice aquí que él mismo será quien te mantenga firme, que es quizás lo más complicado que el creyente afrontará durante toda su vida de fe.

Amén.
“Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban, instigaron a unos hombres a decir: Hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios”. Hechos 6:10, 11 NVI

Claro, tú lees esto e inmediatamente te preguntas: ¿Y quién, a la vista de todo lo que Dios hacía por mano de Esteban, iba a creer tamañas mentiras? Simple respuesta: todos aquellos que tuvieran deseos o intereses para decidir creerlas. Y los había por centenares. Como también los habría hoy, reunidos en torno a mesas de consejos o convenciones dirigenciales, puestas a criticar y procurar desarticular el crecimiento de hombres anónimos y desconocidos que producen impacto en la gente a partir de sus vidas intachables, sus muestras de amor sobrenatural. Y para conseguirlo, no vacilarían en armar causas falsas tal como estos lo hicieron contra Esteban. No podemos olvidar ni omitir que la injuria y la calumnia son elementos que andan de extremo a extremo del planeta, pero tienen su punto cumbre dentro de lo que hoy llamamos la iglesia.

Amén.
“El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que lo recibe”. Apocalipsis 2:17 NVI

Es indudable que hay mucho para hablar en torno a este pasaje. Pero en estas pequeñas evidencias que cotidianamente entregamos al pueblo de Dios para su fortalecimiento y crecimiento, debemos elegir aquello que Dios quiera decirle en este tiempo, momento y espacio a sus hijos. Y aquí vamos a quedarnos con la primera expresión de Jesús que -digamos de paso- no es la única vez que la utiliza. “El que tenga oídos, que oiga… ”. Apocalipsis 2:17 NVI ¿Habla de nuestra capacidad auditiva? Salvo aquellos hipoacúsicos por diferentes enfermedades, el resto gozamos medianamente de buen oído. Entonces ¿por qué habrá dicho esto? Porque oídos espirituales para entender los principios que están encerrados en las palabras literales, no los tienen todos. Sólo los que se dejan guiar por el Espíritu Santo y han entregado sus vidas a Jesucristo de una manera genuina, sincera y real y no simulada, declamada o hipócrita.

Amén.
“cuídate de no olvidarte del SEÑOR, que te sacó de Egipto, la tierra donde viviste en esclavitud”. Deuteronomio 6:12 NVI

Cuando Israel vagaba sin rumbo a través del desierto y no sabían de donde iba provenir su siguiente comida, Dios sabía que su supervivencia dependería del recuerdo de lo que el había hecho por ellos en el pasado. Él les dijo que tuvieran cuidado de no olvidar. También los amonestó para que compartieran con las futuras generaciones, como él los había liberado de la esclavitud en Egipto. Hoy en día, como los hijos de Israel, nosotros debemos recordar siempre lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado, para así poder sobrevivir en los momentos difíciles que pudiera haber en el futuro. Como los hijos de Israel, nuestro Dios nos ha liberado de la esclavitud y desea que nunca nos olvidemos de ese regalo. ¿Cuál podría ser nuestro motivo para seguir diariamente a Dios? ¿Como podemos sobrevivir cuando las paredes de nuestro mundo se están derrumbando? Simplemente recordando que Dios nos amó lo suficiente para enviar a su único Hijo para sufrir la tortura más grande en la historia y dándonos cuenta de que, si él hizo tan increíble hazaña por nosotros, ciertamente cumplirá su promesa de cuidarnos en los tiempos difíciles. Un cristiano maduro es aquel que llega a una etapa en su vida en que se da cuenta que, sin importar lo que le pueda suceder, Dios cuidará de él. Esa actitud se encuentra en experiencias en las que Dios se manifestó en nuestras vidas. Ya sea nuestra salvación, un entendimiento profundo de lo que Jesús hizo por nosotros, o un recuento de lo que Dios ha hecho recientemente en nuestras vidas -es importante recordar estas experiencias. ¡No caigas en la misma trampa que los Israelitas! Nunca olvides lo que Dios ha hecho por ti y la asombrosa libertad del pecado que él misericordiosa y libremente te ha dado. ¡Camina hoy recordando a Cristo!

Amén.