Forwarded from 🕊🌼Ekología & Paz🕊🌼
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Durante el mes de agosto nuestro contenido puede ser más irregular y ligero. Ya sabéis, cosas de la caló y las neuronas, pero seguiremos por aquí. Disfrutad lo que podáis y luchad contra los que os lo quieran impedir. La lucha sigue aunque sea en bañador. Y sobre todo no os olvidéis de los niños y niñas palestinas. Las asesinan.
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Durante el mes de agosto nuestro contenido puede ser más irregular y ligero. Ya sabéis, cosas de la caló y las neuronas, pero seguiremos por aquí. Disfrutad lo que podáis y luchad contra los que os lo quieran impedir. La lucha sigue aunque sea en bañador. Y sobre todo no os olvidéis de los niños y niñas palestinas. Las asesinan.
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🌼📝🦋FemPoesia y ecología🦋📝🌼
La poesía es un arma cargada de feminismo.
Estoy colaborando con un amigo que es artista plástico. Me ha pedido que acompañe con textos sus imágenes. Los Textos no irán impresos, sino grabados con mi voz.
Aunque puedan parecer textos románticos, están dedicados a su esposa, mi amiga... y los escribo desde la amistad que nos unió a ella y a mí.
Ella falleció, debido a un cáncer de piel y huesos, hace un año.
Y yo le escribo cosas como...
Este viaje no es mí viaje.
Solo soy testigo
de una experiencia
solitaria.
Caminar la noche. Iluminarla
Mirarla con los ojos de alguien
que me es desconocido.
Acercarme al abismo
para dejarme iluminar
por las sombras.
Así, como quien entra
en sagrado. Me acerco.
Las aves que no cantan
son las primeras
que me dan la bienvenida
a está experiencia.
Y un nombre: Sonia.
Toda la noche es para buscarte.
En todas las sombras
busco tu mirada.
La noche es para ella.
Esta noche, soy para ella.
Hace frío.
Y recuerdo su dulzura.
Sus manos amorosas
Todo se ilumina
solo de imaginarla.
Apenas nos hemos visto.
Dos veces quizás
Antes de hoy.
Pero el vínculo me aparta
de mi lecho.
Voy a buscarte.
Desde hoy Cáceres, tú y yo
sellamos un pacto.
Te escucho en la oscuridad fría,
y en el insomnio en búsqueda.
Y en el más extraño de los campos;
cuando los rieles
se niegan a ser iluminados.
Y anhelo la imagen
que no se puede capturar.
Todo tiene sus reglas
y a veces no es el momento.
Aunque puedan parecer textos románticos, están dedicados a su esposa, mi amiga... y los escribo desde la amistad que nos unió a ella y a mí.
Ella falleció, debido a un cáncer de piel y huesos, hace un año.
Y yo le escribo cosas como...
Este viaje no es mí viaje.
Solo soy testigo
de una experiencia
solitaria.
Caminar la noche. Iluminarla
Mirarla con los ojos de alguien
que me es desconocido.
Acercarme al abismo
para dejarme iluminar
por las sombras.
Así, como quien entra
en sagrado. Me acerco.
Las aves que no cantan
son las primeras
que me dan la bienvenida
a está experiencia.
Y un nombre: Sonia.
Toda la noche es para buscarte.
En todas las sombras
busco tu mirada.
La noche es para ella.
Esta noche, soy para ella.
Hace frío.
Y recuerdo su dulzura.
Sus manos amorosas
Todo se ilumina
solo de imaginarla.
Apenas nos hemos visto.
Dos veces quizás
Antes de hoy.
Pero el vínculo me aparta
de mi lecho.
Voy a buscarte.
Desde hoy Cáceres, tú y yo
sellamos un pacto.
Te escucho en la oscuridad fría,
y en el insomnio en búsqueda.
Y en el más extraño de los campos;
cuando los rieles
se niegan a ser iluminados.
Y anhelo la imagen
que no se puede capturar.
Todo tiene sus reglas
y a veces no es el momento.
«Los animales del mundo existen por su propia razón. No fueron hechos para los humanos»
Alice Walker
Cuentos de agosto
Carmen Ibarlucea
UN RAYO DE SOL
Noto las costuras del babi apretando mis axilas. Hace calor y la bata de popelín delgado que cubre mi ropa no me deja transpirar. Aun así, disfruto de jugar con la tierra, en cuclillas, bajo la sombra de un palto que crece en el patio trasero de la casa que habito en la calle Matta. Mi casa es blanca por fuera y por dentro.
Hay un patio interior alrededor del cual se abren las habitaciones. Es una casa de un solo andar, pero eso lo aprenderé treinta años después, al otro lado del mundo. La cocina tiene salida directamente al patio trasero. El patio trasero es enorme para una persona de cuatro años. Al fondo, hay un huerto al que no puedo acceder y en el que crecen frutales jóvenes. También hay un gallinero dentro del huerto.
Alice Walker
Cuentos de agosto
Carmen Ibarlucea
UN RAYO DE SOL
Noto las costuras del babi apretando mis axilas. Hace calor y la bata de popelín delgado que cubre mi ropa no me deja transpirar. Aun así, disfruto de jugar con la tierra, en cuclillas, bajo la sombra de un palto que crece en el patio trasero de la casa que habito en la calle Matta. Mi casa es blanca por fuera y por dentro.
Hay un patio interior alrededor del cual se abren las habitaciones. Es una casa de un solo andar, pero eso lo aprenderé treinta años después, al otro lado del mundo. La cocina tiene salida directamente al patio trasero. El patio trasero es enorme para una persona de cuatro años. Al fondo, hay un huerto al que no puedo acceder y en el que crecen frutales jóvenes. También hay un gallinero dentro del huerto.
#RelatoBreve #Antiespecismo
UN RAYO DE SOL
Carmen Ibarlucea
Noto las costuras del babi apretando mis axilas. Hace calor y la bata de popelín delgado que cubre mi ropa no me deja transpirar. Aun así, disfruto de jugar con la tierra, en cuclillas, bajo la sombra de un palto que crece en el patio trasero de la casa que habito en la calle Matta. Mi casa es blanca por fuera y por dentro.
Hay un patio interior alrededor del cual se abren las habitaciones. Es una casa de un solo andar, pero eso lo aprenderé treinta años después, al otro lado del mundo. La cocina tiene salida directamente al patio trasero. El patio trasero es enorme para una persona de cuatro años. Al fondo, hay un huerto al que no puedo acceder y en el que crecen frutales jóvenes. También hay un gallinero dentro del huerto.
Desde el palto puedo observar la vida interior de la cocina.
El sol está alto en el cielo y me deslumbra cuando miro hacia la pared blanca, donde la puerta de la cocina permanece oscura como boca de lobo.
Carmela sale al patio. Es una mujer muy linda, morena y grande. Tiene una sonrisa bondadosa y ordenada que me da seguridad.
Pasa junto a mí con su aspecto bondadoso y me acaricia la frente, apartando el flequillo que ha crecido demasiado.
—Tenemos que decirle a tu mami que te lleve a la peluquería.
Atraviesa el patio y entra en el huerto. La veo desaparecer entre los jóvenes árboles frutales.
Se escucha un revoloteo desordenado y gritos de gallinas. Carmela sale; lleva entre las manos un pollo que aletea. No sé qué edad tiene el pollo, a mí me parece grande. Tiene el plumaje marrón jaspeado, sus alas se extienden vigorosas y a Carmela le cuesta mantenerlas cerradas. Lo aprisiona debajo de su brazo izquierdo, mientras mantiene su cuello sujeto con ambas manos. Ahora camina al paso ligero que puede hacia la casa. No se detiene a mirarme.
El sol parece haberse concentrado en iluminar la pared blanca que rodea la puerta de la cocina. No veo nada más. Siento la angustia del animal, su deseo de liberarse del abrazo es tan intenso que llega a doler.
Carmela es fuerte, mucho más fuerte que él. Sus manos morenas, iluminadas por el sol, retuercen ágilmente el cuello del bello animal. Y poco a poco el movimiento cesa y el silencio regresa al patio.
El pollo queda colgado de un gancho en la pared. Sus alas se extienden de nuevo, pero ya no volverán a aletear. No puedo evitar mirarlo fijamente. Tiene los ojos abiertos y la mirada perdida. Lo he visto sufrir y morir. Lo he visto pasar de la vida a la muerte en un minuto de agonía eterna.
El sol se ha relajado. La luz vuelve a ocupar cada rincón del patio, pero no dentro de mí. Algo se ha roto. He asistido a un momento que no me va a abandonar jamás.
—¡Marita! Acércame la silla, por favor — Carmela me llama. Su voz es dulce y su sonrisa es amable. No le tengo miedo. No soy un pollo. No voy a morir.
UN RAYO DE SOL
Carmen Ibarlucea
Noto las costuras del babi apretando mis axilas. Hace calor y la bata de popelín delgado que cubre mi ropa no me deja transpirar. Aun así, disfruto de jugar con la tierra, en cuclillas, bajo la sombra de un palto que crece en el patio trasero de la casa que habito en la calle Matta. Mi casa es blanca por fuera y por dentro.
Hay un patio interior alrededor del cual se abren las habitaciones. Es una casa de un solo andar, pero eso lo aprenderé treinta años después, al otro lado del mundo. La cocina tiene salida directamente al patio trasero. El patio trasero es enorme para una persona de cuatro años. Al fondo, hay un huerto al que no puedo acceder y en el que crecen frutales jóvenes. También hay un gallinero dentro del huerto.
Desde el palto puedo observar la vida interior de la cocina.
El sol está alto en el cielo y me deslumbra cuando miro hacia la pared blanca, donde la puerta de la cocina permanece oscura como boca de lobo.
Carmela sale al patio. Es una mujer muy linda, morena y grande. Tiene una sonrisa bondadosa y ordenada que me da seguridad.
Pasa junto a mí con su aspecto bondadoso y me acaricia la frente, apartando el flequillo que ha crecido demasiado.
—Tenemos que decirle a tu mami que te lleve a la peluquería.
Atraviesa el patio y entra en el huerto. La veo desaparecer entre los jóvenes árboles frutales.
Se escucha un revoloteo desordenado y gritos de gallinas. Carmela sale; lleva entre las manos un pollo que aletea. No sé qué edad tiene el pollo, a mí me parece grande. Tiene el plumaje marrón jaspeado, sus alas se extienden vigorosas y a Carmela le cuesta mantenerlas cerradas. Lo aprisiona debajo de su brazo izquierdo, mientras mantiene su cuello sujeto con ambas manos. Ahora camina al paso ligero que puede hacia la casa. No se detiene a mirarme.
El sol parece haberse concentrado en iluminar la pared blanca que rodea la puerta de la cocina. No veo nada más. Siento la angustia del animal, su deseo de liberarse del abrazo es tan intenso que llega a doler.
Carmela es fuerte, mucho más fuerte que él. Sus manos morenas, iluminadas por el sol, retuercen ágilmente el cuello del bello animal. Y poco a poco el movimiento cesa y el silencio regresa al patio.
El pollo queda colgado de un gancho en la pared. Sus alas se extienden de nuevo, pero ya no volverán a aletear. No puedo evitar mirarlo fijamente. Tiene los ojos abiertos y la mirada perdida. Lo he visto sufrir y morir. Lo he visto pasar de la vida a la muerte en un minuto de agonía eterna.
El sol se ha relajado. La luz vuelve a ocupar cada rincón del patio, pero no dentro de mí. Algo se ha roto. He asistido a un momento que no me va a abandonar jamás.
—¡Marita! Acércame la silla, por favor — Carmela me llama. Su voz es dulce y su sonrisa es amable. No le tengo miedo. No soy un pollo. No voy a morir.
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El mundo no se ha vuelto loco
ni hay más criminales que antes:
son igual de asesinos y cabrones.
Ni siquiera lo disimulan un poco,
criminalizan la vida de los buenos
por unos cuantos millones de petróleo,
y en nombre de Dios y de las patrias
patean la dignidad humana.
Matan, violentan y asesinan:
¡Nunca olvidéis la inocencia
de la infancia palestina!
🕊️
SOLIDARIDAD CON PALESTINA: difunde como si no hubiera un mañana, rebota, reenvía, manifiéstate, multiplica la solidaridad 👇
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son igual de asesinos y cabrones.
Ni siquiera lo disimulan un poco,
criminalizan la vida de los buenos
por unos cuantos millones de petróleo,
y en nombre de Dios y de las patrias
patean la dignidad humana.
Matan, violentan y asesinan:
¡Nunca olvidéis la inocencia
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Netanyahu y Biden,
dos buenos creyentes
en Yahweh y Jesucristo,
sacaron a cuchillo
con sus propias manos
los ojos de ambos,
para que no vieran sus crímenes
ni las lágrimas incontenibles
de los santos inocentes.
Ni los ojos de los dioses
soportan tanto horror.
Netanyahu y Biden
matan a destajo y asesinan.
¡Nunca olvidéis la inocencia
de la infancia palestina!
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sacaron a cuchillo
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los ojos de ambos,
para que no vieran sus crímenes
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Ni los ojos de los dioses
soportan tanto horror.
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Heba,
amor,
respóndeme.
Heba,
soy mamá
¿estás ahí?
Heba,
mi niña,
¿ese lamento es tuyo?
Heba,
¿el brazo de peluche
que veo entre las sombras
fue el que te regaló papá ?
Heba,
no llores,
todo se arreglará
antes que sea de noche.
Heba,
háblame.
No dejes de hablarme
aunque te canses.
Heba,
te voy a contar un cuento,
no quiero que te duermas.
Heba,
Heba,
Heba….
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mi niña,
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que veo entre las sombras
fue el que te regaló papá ?
Heba,
no llores,
todo se arreglará
antes que sea de noche.
Heba,
háblame.
No dejes de hablarme
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no quiero que te duermas.
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Volver a casa.
Estar cerca.
Tener la ciudad,
al alcance de la mano.
Pero no.
La ciudad es allá
a lo lejos.
Y yo
soy acá
afuera.
Observadora implicada,
pero no parte.
Estar cerca.
Tener la ciudad,
al alcance de la mano.
Pero no.
La ciudad es allá
a lo lejos.
Y yo
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